El documento analiza las limitaciones de la libertad humana y las consecuencias de rechazarlas. Indica que la tentación en el Paraíso no comenzó con la negación de Dios, sino con la desconfianza en la alianza entre Dios y el hombre, lo que llevó al hombre a querer construir un mundo sin límites según sus propios deseos en lugar de aceptar las limitaciones de ser una criatura. Al rechazar los límites impuestos por Dios, el hombre pretende ser su propio dios pero en realidad se convierte en esclavo
TEMA 14.DERIVACIONES ECONÓMICAS, SOCIALES Y POLÍTICAS DEL PROCESO DE INTEGRAC...
Limitaciones y la libertad del hombre
1. Limitaciones y la libertad del hombre
La tentación del Paraíso no comienza con la negación de Dios,
con la caída en un abierto ateísmo. La serpiente no niega a
Dios, comienza con una pregunta, que solicita información,
aparentemente razonable, pero que en realidad contiene
una suposición hacia la cual arrastra al hombre, lo lleva de la
confianza a la desconfianza ¿Podéis comer de todos los
árboles del jardín? Lo primero no es la negación de Dios sino
la desconfianza de su Alianza, de la comunidad de fe, de la
oración, de los mandamientos. Queda claro aquí que cuando
se desconfía de la Alianza, es decir del pacto entre Dios y los
hombres, se despierta la desconfianza, se pone en
entredicho la libertad y la obediencia a la Alianza es
denunciada como una cadena que nos separa de las
auténticas promesas de la vida. Es tan fácil convencer al
hombre (…) de que Dios le roba la libertad y las cosas más
apreciables de la vida. Desconfiando de Dios el hombre se
pone en el camino de construir un mundo para sí, a su
medida, según sus gustos. Dicho de otro modo: no acepta las
limitaciones de su ser, de que no debe, ni puede considerar
el bien y el mal como limitaciones y que por tanto debe
suprimirlas. Se tiene la tentación de pensar de que no hay
bien y mal sino tomar como norma moral todo aquello que
el hombre es capaz de hacer. De aquí se desprende de que el
meollo del asunto es que el hombre no quiere aceptar las
limitaciones que conlleva el ser humano y aquí radica lo más
grave del pecado. El hombre no quiere ser criatura porque
2. no quiere límites, no quiere ser dependiente, entonces se
libera de Dios y de sus normas, pero esta libertad no lo es tal,
es más bien esclavitud, de la que hay que liberarse; el
hombre sin límites, se pone como medida él mismo, y en el
hombre caído por el pecado de Adán hay una naturaleza
caída que lo inclina al mal y si se deja llevar por ella, el único
camino que le queda es el del pecado.
Con esta actitud de dejar de lado a Dios, el hombre pretende
ser su propio Dios, pero el hombre no se convierte en Dios -
no puede hacerlo- se convierte más bien en una caricatura
de Dios, en un pseudo-dios, en un esclavo de sí mismo, que
lo desintegra. El pecado es –y ahora está claro- una negativa
a la verdad. Con esto podemos ahora entender estas
misteriosas palabras: “Si coméis de él [es decir, si negáis los
límites, si negáis que se os dé una medida] entonces moriréis
(Cfr. Gen. 3,3). Significa: el hombre que niega los límites del
bien y del mal, niega y rehúsa la verdad. Vive en la falsedad,
en la irrealidad. Su vida será pura apariencia, se encuentra
bajo el dominio de la muerte; que hace del hombre un ser
muerto.
Fuente: Creación y pecado, Card. Joseph Ratzinger