Europa a mediados del siglo XVII presentaba un equilibrio de poder entre las principales potencias. Francia era la principal potencia continental, mientras que España, Inglaterra y Holanda eran también grandes potencias. La Guerra de Sucesión Española estalló a inicios del siglo XVIII debido a disputas sobre la sucesión a la corona española. Tras la guerra, el Tratado de Utrecht de 1713 estableció a Felipe V como rey de España pero España perdió territorios a favor de Gran Bretaña, Austria y otros.