Los castrati eran cantantes masculinos que habían sido castrados antes de la pubertad para preservar su voz de soprano. Esta práctica se originó en los coros eclesiásticos católicos del siglo XVI, donde era común que los niños cantaran pero su voz cambiaba durante la pubertad. Al prohibirse el canto femenino en la iglesia, la castración de niños permitió mantener voces agudas para los coros. Aunque la Iglesia condenó esta práctica, toleró a los castrati hasta principios del sig
1. Los castrati: mutilados
en nombre de la religión
FRUTO DE UNA ÉPOCA DEPLORABLE, LOS “CASTRATI”, O CASTRADOS, ERAN
CANTORES CON LA POTENCIA CORPORAL DEL HOMBRE Y LA VOZ DEL NIÑO.
PERO ¿QUIÉNES ERAN EXACTAMENTE? LA RESPUESTA VA VINCULADA A UNA
PRÁCTICA ESPANTOSA: LA MUTILACIÓN GENITAL DE CARÁCTER RELIGIOSO.
2. Los coros eclesiásticos
El canto es parte integrante de la liturgia
Ortodoxa Oriental y de la Católica. En un coro
eclesiástico son esenciales los chicos sopranos.
Dado que en la pubertad se produce la
mutación de la voz, ¿cómo podía arreglárselas la
Iglesia para no tener que cambiar
constantemente de coristas, con la educación
que esto entrañaba? A veces se empleaba el
falsete, un registro de voz más alto que no tiene
mucho timbre, pero era una sustitución
deficiente de la voz del soprano infantil.
3. Los coros eclesiásticos
La alternativa más obvia era emplear
a mujeres sopranos, pero el Papa
había prohibido desde antiguo que la
mujer cantara en la iglesia. Además,
a los cantores eclesiásticos se les
pedía a veces que ayudaran al
sacerdote, deber reservado
exclusivamente a los hombres, de
modo que las mujeres no podían
complementar los coros eclesiásticos.
4. Los coros
eclesiásticos
En 1588, el papa Sixto V
prohibió a la mujer cantar en
los escenarios del teatro y la
ópera, veto reiterado por el
papa Inocencio XI una centuria
después. “La censura de las
actrices y la equiparación de su
nombre con la prostitución y el
libertinaje hunden sus raíces en
la tradición antigua,
remontándose a San Agustín y
aun antes”, señala el estudioso
Angus Heriot. Ahora bien, al
adoptar una postura tan
tajante, la Iglesia abrió la
puerta a un problema mucho
más grave: la existencia de
castrati.
5. Mutilados a causa de la música
Los castrati no tardaron en hacerse
famosos. Al papa Clemente VIII (1592–
1605), por ejemplo, le seducían la
ductilidad y dulzura de sus voces.
Aunque los cánones prescribían que los
convictos de contribuir a las
castraciones fueran excomulgados,
hubo una afluencia continua de castrati
al prevalecer las necesidades musicales
de la Iglesia.
6. Mutilados a causa de la música
Cuentan que ciertas tiendas tenían este
letrero: “Qui si castrono ragazzi” (Se
castran muchachos). Una barbería
romana proclamaba con orgullo: “Se
castran muchachos para los coros de la
capilla pontificia”. Según cálculos, en el
siglo XVIII se emasculó a 4.000
muchachos italianos con este
propósito. Se ignora cuántos murieron
a resultas de la operación.
7. Mutilados a causa de la música
El mismo Benedicto XIV se remitió al decreto niceno y admitió que la castración era ilegal. Pero
en 1748 denegó la petición de sus propios obispos de prohibir los castrati, pues temía que las
iglesias quedaran vacías; tales eran el magnetismo e importancia de la música sacra. Los
castrados, por ende, siguieron cantando en los coros de las iglesias italianas, en San Pedro y aun
en la Sixtina, la propia capilla pontificia.
En 1898, habiéndose decantado la opinión popular en contra de la castración, el papa León XIII
jubiló discretamente a los castrati vaticanos, y en 1903, su sucesor Pío X prohibió formalmente
su empleo en la capilla pontificia. Sin embargo, nunca se ha revocado formalmente la bula
pontificia de Sixto V que introdujo a los castrati.
8. Mutilados a causa de la música
El último castrado profesional, Alessandro Moreschi, falleció en 1922. Aún se conservan sus
grabaciones, realizadas en 1902 y 1903. Las etiquetas de los discos lo presentan como “Soprano
della Cappella Sistina”. Según Desmond Shawe-Taylor, crítico musical, “la voz, indudablemente de
soprano, no parece ni la de un niño ni la de una mujer”.
Así terminó la caprichosa mutilación infantil en nombre del arte, una “práctica abominable”,
según The Encyclopædia Britannica, que toleró por siglos la Iglesia Católica.
9. ¡Terminará
definitivamente!
¿Llegará el día en que se libere al mundo de estas
perversiones? Sí, pues los pecados del imperio mundial de la
religión falsa, representado en la Biblia con una prostituta
llamada “Babilonia la Grande”, “se han amontonado hasta
llegar al cielo”. Nuestra fe se fortalece mucho al aprender que
pronto se eliminarán de raíz estas prácticas que deshonran a
Dios. ¿Por qué no lo lee usted mismo en el último libro de la
Biblia, Revelación o Apocalipsis, capítulo 18, sobre todo los
versículos 2 y 5?
Referencia
*** g96 8/2 pág. 12 Los castrati: mutilados en nombre de la
religión ***