1. La
actividad
educativa
también es integradora e
integral
buscando
la
autorrealización plena del
sujeto
como
es
su
felicidad. No sólo es la
inteligencia o sola la voluntad humana la que se
ordena a la felicidad, sino el individuo, cada
persona en su concreta singularidad. De ahí que
pertenezca a la naturaleza de la actividad
educativa el involucrar todas las potencias
operativas del individuo: inteligencia, voluntad y
sensibilidad.
2. La producción
es
toda
actividad
inteligente y
voluntaria que
realiza
el
hombre con el
fin
de
modificar un
elemento
exterior a la
misma actividad. Aquello que se obtiene
mediante esta actividad puede ser la que se
requiere el concurso de las potencias motrices
guiadas por el entendimiento y movidas por la
voluntad, el carácter productivo de tales
actividades es claramente exterior a la
operación de las potencias. La producción se
configura como arte o como técnica.
4. La acción es
otra
actividad
en cuanto que
se
realiza
mediante
la
inteligencia y la
voluntad
exclusivamente,
busca
una
modificación del
propio
sujeto
que piensa y quiere. Siendo esta actividad la praxis,
su efecto permanece en el sujeto perfeccionándolo, es
inmanente. La praxis son los actos de la voluntad que
pretenden modificar el propio ser del hombre para
llevarlo al acabamiento y a la perfección. La acción no
es praxis perfecta, porque el modo de poseer el fin no
es inmediato, sino que requiere un transcurso en el
tiempo, un proceso.
5. La actividad educativa no es especulación, ni
conocimiento desinteresado, el educador busca
incansablemente aumentar su conocimiento,
pero no por el mismo conocimiento sino para
buscar el efecto buscado y ajeno al
conocimiento: la ayuda en la mejora del
educan
do, por
otro
lado el
educan
do
como
tal,
persigu
e aprender, pero no por aprender sino por
mejorarse y ser FELIZ. Lo que se busca en la
actividad educativa es precisamente una
modificación, un cambio perfectivo en el sujeto.
6. En
la
actividad
educativa es
necesario
que
el
docente
de
su
hacer
empírico
pase a un
hacer
reflexivo, que le permita remontar la rutina
repetitiva, para objetivar su práctica por escrito,
con miras a continuar reflexionándola y
transformándola en la misma acción. Es un
saber
pedagógico
que
el
docente
va
interiorizando para que su enseñanza sea una
actividad interpretativa y reflexiva, en la que de
vida al currículo con sus valores, sentido y
teorías pedagógicas que tienen que adaptar a
sus propias prácticas educativas.