El documento resume la obra "Platero y yo" de Juan Ramón Jiménez, la cual narra las aventuras del autor con su burro Platero en prosa poética. Incluye extractos que describen a Platero de manera tierna y detallan sus interacciones con el narrador y otros, como jugar con niños y ayudar a sacar una carreta atascada. El relato culmina con la muerte de Platero, entristeciendo al narrador.
3. Juan Ramón escribió PLATERO Y YO
en prosa poética y la publicó en
1914 en BIBLIOTECA DE LA
JUVENTUD en EDICIONES DE LA
LECTURA.
Es una mezcla de realidad y fantasía
en la que el autor va contando las
aventuras que le suceden con un
borriquillo pequeño, peludo, suave…
4. A continuación podrás descubrir
algunos fragmentos de PLATERO Y YO.
Seguro que te quedarás con gana de
leer todo el libro.
Platero te espera. Juega con él.
Disfruta con la lectura.
5. Platero es pequeño,
peludo, suave: Tan
blando por fuera que
se diría todo de
algodón, que no lleva
huesos.
Sólo los espejos de
azabache de sus ojos
son duros cual dos
escarabajos de
cristal negro.
6. Lo dejo suelto, y se va
al prado, y acaricia
tibiamente con su
hocico, rozándolas
apenas, las florecillas
rosas, celestes y
gualdas…
Lo llamo dulcemente:
“Platero”… y viene a
mi con trotecillo
alegre que parece que
se ríe…
7. Come cuanto le doy. Le
gustan las naranjas
mandarinas, las uvas
moscateles, todas de ámbar;
los higos morados, con su
cristalina gotita de miel…
8. En un arroyo grande nos
encontramos atascada
una vieja carretilla,
perdida toda bajo su
carga de yerba.
Una niña lloraba sobre
una rueda queriendo
empujar para sacar a la
carreta ayudando al
borricuelo, más pequeño,
¡ay! Y mas flaco que
Platero.
9. Acaricié a Platero y, como pude, lo enganché a la
carretilla. Entonces, con un tirón, Platero sacó carreta
y rucio del atolladero y les subió la cuesta.
¡Qué sonreír el de la chiquilla!. Fue como si el sol de la
tarde le encendiese una aurora tras sus tiznadas
lágrimas.
10. Platero, ella se iba en aquel
tren negro y soleado que, por
la vía alta, cortándose sobre
los nubarrones blancos, huía
hacia el Norte.
Y las nubecitas de vapor
celeste entristecían un
momento el sol y las flores,
rodando vanamente hacia la
nada…
11. Tal vez ella pensara desde la ventanilla del tren: ¿Quiénes
serán ese hombre enlutado y ese burrillo de plata?
¡Quiénes habíamos de ser!
Nosotros…, ¿verdad, Platero?
12. Platero juega con
Diana, la bella perra
blanca que se parece
a la luna creciente.
Salta Diana, ágil y
elegante, delante del
burro, sonando su
leve campanilla…
13. Entre los niños,
Platero es de
juguete. ¿Con qué
paciencia sufre
sus locuras!
¡Cómo va
despacito,
deteniéndose,
para que no se
caigan! ¡Cómo los
asusta iniciando,
de pronto, un
trote falso!...
14. He parado a Platero en la vuelta del camino. He
gritado contra las rocas con todas mis
fuerzas…. ¡¡¡Platero!!!.
La roca, con respuesta seca, endulzada por el
contagio del agua próxima, ha dicho…
¡¡¡Platero!!!.
Platero me ha mirado, ha mirado a la roca y,
remangando el labio, ha lanzado un
interminable rebuzno…
15. Les dije a las niñas
que aquella carrera
la había ganado
Platero y que era
justo premiarlo de
algún modo.
Entonces, cogiendo
un poco de perejil
hice una corona y se
la puse en la
cabeza…
16. ¡Claras tardes del
otoño moguereño!.
Cuando el aire puro
de octubre afila los
sonidos, sube del
valle un alborozo de
balidos, de rebuznos,
de risas de niños…
17. Encontré a Platero echado en su cama de paja,
blandos los ojos y tristes. Fui a él, lo acaricié
hablándole y quise que se levantara…
El pobre se removió… No podía…
19. Esta tarde he ido con
los niños a la tumba de
Platero, que está en el
huerto de la Piña, al pie
del pino redondo.
¡Platero, amigo! –le dije
yo a la tierra-; si estás
ahora en un prado del
cielo y llevas ángelitos
sobre tu lomo, ¿me
habrás olvidado,
Platero?.
Dime, ¿te acuerdas aún
de mi?
20. Y, como contestando a mi pregunta,
una leve mariposa blanca revoloteaba
insistentemente a mi alrededor, igual
que un alma, de lirio en lirio…