El conjunto de la Iglesia y Convento de San Francisco en Quito es el edificio arquitectónico más grande de los centros históricos de América. Su construcción inició en 1537 y continuó durante más de 150 años, aunque fue oficialmente inaugurado en 1705. El convento alberga más de 3,500 obras de arte, especialmente de la Escuela Quiteña, y constituye una de las mayores galerías de este movimiento artístico ecuatoriano.
2. El conjunto de la Iglesia y Convento de San
Francisco es un edificio católico que se yergue en
medio del centro histórico de la ciudad de Quito,
frente a la plaza del mismo nombre. La imponente
estructura ostenta el privilegio de ser el conjunto
arquitectónico de mayor dimensión dentro de los
centros históricos de toda América, y por ello es
conocido como "el Escorial del Nuevo Mundo". San
Francisco es, además, una joya de la arquitectura
continental por su amalgama de diferentes estilos
armoniosamente combinados a lo largo de sus más de
150 años de construcción.
3. La construcción de la iglesia y convento de San
Francisco inició alrededor del año 1537, apenas tres
años después de la fundación española de la ciudad,
con la terminación de un templo provisional que se
mantuvo hasta 1550, cuando se inició la construcción
del edificio actual y que fue culminado hacia 1680.
Aunque el edificio fue oficialmente inaugurado en el
año 1705.
4. «Con todo lo que he invertido en su iglesia, y en las
torres que sobresalen en la ciudad, debería verlas desde
aquí» fue la primera expresión de Carlos V, Rey de
España, para hablar del conjunto monacal y clerical de
San Francisco que estaba financiando en la novel villa
de Quito, en tierras del Nuevo Mundo.
Inmediatamente después, en tono muy orgulloso,
declaró aquella célebre frase de que en sus imperios
jamás se ponía el sol.
5. Si se hace un análisis puntual de su ambiente arquitectónico, se va a notar que en San
Francisco pervivió la tipología clásica de los monasterios medievales. En esto la
distribución espacial partía de la iglesia, su eje rector, y desde allí se abrían las galerías
claustrales en donde normalmente se distribuían las celdas, el refectorio, la sala capitular,
la bodega y el locutorio. La forma definitiva era el patio cuadrangular, con sus respectivas
cuatro pandas o galerías; contribuyendo, las principales, a denominar su panda
respectiva: panda de la sala capitular, panda del refectorio, panda de conversos, panda del
mandatum.
La iglesia, en el caso de San Francisco, constituye igualmente el centro de ese orden. A
partir de ella se proyectan las cuatro galerías claustrales, todas del mismo tamaño, en las
que se han conservado por lo menos dos elementos de los monasterios de la Edad Media:
el refectorio y el dormitorio. Sin embargo, no se ha destinado ninguna panda a la sala
capitular, que en San Francisco nunca existió. En realidad no se puede conocer con
exactitud qué otras dependencias se distribuyeron alrededor de las cuatro crujías
claustrales y dónde estuvieron localizadas, sin embargo, y de acuerdo a fray Fernando de
Cozar, para época más tardía (1647) en el Claustro estaban la Sala De Profundis,
el Refectorio, la Biblioteca junto a las aulas de arte y teología, la Portería y una pequeña
iglesia con sacristía. La galería adyacente de la iglesia, el mandatum, debió haber tenido
bancas para lectura en atención a las normas antiguas de organización espacial.
6. Piezas de arte:
Siendo la cuna misma de la afamada Escuela Quiteña de
arte, a la que vio nacer y desarrollarse entre sus paredes, el
conjunto de San Francisco es, sin duda alguna, la mayor
galería de este movimiento artístico. Cuenta con más de
3.500 objetos que abarcan un período entre los siglos XVI al
XVIII.
Escultura:
En el altar mayor de San Francisco, dominado por un gran
retablo barroco y cubierto de pan de oro, destacan las
esculturas de la "Virgen de Quito" de Legarda y del "Jesús
del Gran Poder" del Padre Carlos; ambos destacados
miembros de la escuela quiteña de arte.
7. Pintura
El conjunto monacal y clerical de San Francisco es,
además, una enorme pinacoteca en la que se exhiben
docenas de pinturas de famosos pintores quiteños y
europeos; pero su principal atractivo radica en las
obras pertenecientes a la escuela quiteña de arte, estilo
que nació en los patios de este convento, y cuya fama
trascendió las fronteras y hoy se encuentra en
importantes museos de todo el mundo.
8. El atrio de Cantuña
Quizás por la importancia de la mano de obra aborigen durante la construcción
del templo, es que precisamente un indígena es a quien la historia señala como
protagonista de una de las leyendas más antiguas de Quito, que se relaciona
con los orígenes de esta iglesia y se ha mantenido viva en la memoria popular a
lo largo de cuatro siglos. De acuerdo a la tradición.
El indígena Cantuña corría el riesgo de ir a la cárcel porque aún no había
terminado la obra que le había sido asignada y por la cual le habían pagado por
adelantado: el imponente atrio de la iglesia de San Francisco; y pronto expiraría
el plazo en el que debía entregarla. Una noche, se le apareció el diablo y le
ofreció terminarla en una sola jornada a cambio de su alma. El apremiado
Cantuña aceptó la propuesta y a la noche siguiente, miles de afanosos diablillos
trabajaron intensamente y al alba la tenían lista. Pero antes de recibirla, el
astuto indígena retiró una piedra y la obra, en la práctica, quedó inconclusa.
Este detalle le salvó de los horrores eternos del infierno. Aquella leyenda,
contada una y mil veces a lo largo del tiempo y en todos los estratos sociales del
país, demuestra en plenitud el valor arquitectónico, artístico y religioso que
tiene el templo de San Francisco, arraigado desde hace centurias en la cultura
popular.