Pablo expresa que nada se compara con conocer a Cristo y busca unirse a Él, no por sus propias obras sino por la justicia que viene de la fe. Isaías anuncia que Dios hace cosas nuevas y da agua en el desierto para su pueblo. Jesús perdona a una mujer sorprendida en adulterio y le dice que no vuelva a pecar.
"Lo que tú quieras", biografía ilustrada de Montse Grases.
Conocer a Cristo y su resurrección
1. V Domingo de
Cuaresma – Ciclo C
Pastoral del Sordo
de Valencia
Parroquia de Santo Tomas Apóstol y San Felipe Neri
2. Carta de San Pablo a los Filipenses 3, 8-14
Yo, Pablo opino que todas las cosas no valen nada comparadas con la belleza de
conocer a Cristo Jesús, mi Señor.
Yo he perdido todo por Él y todas las cosas me parecen basura.
Yo busco unirme a Cristo y existir en Él, no con mi propia justicia de cumplir la ley; al
contrario con la justicia que viene de tener fe en Cristo.
La justicia que viene de Dios y se apoya en la fe.
Para conocerlo a Él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus
padecimientos, muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de
entre los muertos.
Yo todavía no he conseguido el premio. Yo no he llegado a la meta. Por eso, sigo
corriendo.
Yo ya tengo el premio porque Cristo Jesús me lo ha regalado, pero sigo corriendo como
si no tuviera ese premio.
Yo solo deseo una cosa: Olvidar todo lo que he dejado atrás y lanzarme a lo que está
por delante, correr hacia la meta, para ganar el premio que Dios me regala desde el
cielo en Cristo Jesús.
Isaías 43, 16-21
Dios dice:
“Yo he abierto un camino en el mar,
una brecha en las grandes aguas.
Yo he hecho la guerra a carros y
caballos, un ejercito de valientes.
Ellos caen y no se levantan, se
apagan como una vela que se acaba.
Vosotros no debéis pensar en lo
antiguo, no debéis recordar los
hechos del pasado.
Mirad, Yo hago algo nuevo; Ya está
ocurriendo
¿No lo veis?
Yo abro un camino en el desierto,
ríos en lo seco.
Los animales del desierto me darán
gloria: chacales y avestruces.
Porque Yo regalo agua en el desierto,
ríos en lo seco, para que mi pueblo
elegido no tenga nunca sed.
Ellos son el pueblo que Yo he
formado para cantar mis alabanzas”.
QUINTO DOMINGO DE CUARESMA
CICLO C
3. Evangelio según San Juan, 8,
1-11
Jesús de ha retirado al monte de
los Olivos.
Al amanecer, Jesús se presenta,
otra vez, en el templo.
Mucha gente del pueblo viene a Él
y Jesús, sentándose, les enseña.
Los letrados (sabios) y los fariseos
traen una mujer sorprendida en
adulterio.
Ellos ponen a la mujer en medio
de la gente y dicen a Jesús:
“Maestro, esta mujer ha sido
sorprendida en adulterio.
La ley de Moisés manda apedrear
a las adulteras: Tú, ¿qué dices?”
Ellos le preguntan para
comprometerlo y poder acusarlo.
Pero Jesús, se inclina y empieza a
escribir con el dedo en el suelo.
Ellos insisten en sus preguntas.
Jesús se pone de pie y dice:
“Si alguien no tiene pecados que
tire la primera piedra”.
Jesús continúa escribiendo,
inclinado en el suelo.
Todos al oír estas palabras se van,
uno a uno, empezando por los más
viejos.
Nadie se queda.
Jesús permanece solo y la mujer,
en medio, de pie.
Jesús se levanta y pregunta:
“Mujer, ¿Dónde están tus
acusadores? ¿Ninguno te ha
condenado?”
La mujer contesta:
“Ninguno, Señor”
Jesús dice:
“Yo tampoco te condeno. Vete y,
en adelante, no peques más”.
Vosotros no debéis
pensar en lo
antiguo,no debéis
recordar los hechos
del pasado.
Mirad,Yo hago algo
nuevo;Ya está
ocurriendo