La basílica de San Lorenzo en Florencia fue diseñada por Brunelleschi siguiendo el modelo de las basílicas paleocristianas, con una planta de cruz latina de tres naves y la nave central más alta y ancha. El último proyecto de Brunelleschi fue la iglesia de Santo Espíritu en Florencia, cuya construcción continuó fiel a sus planos originales después de su muerte, manteniendo una planta de cruz latina diseñada para maximizar la percepción de las columnas de arquerías perimetrales.