2. ¡Adorarlo!
Aprender a estar con EL
Quisiera que nos hiciéramos todos una pregunta: Tú, yo, ¿adoramos al Señor?
¿Acudimos a Dios sólo para pedir, para agradecer, o nos dirigimos a él también para
adorarlo?Pero, entonces, ¿qué quiere decir adorar a Dios? Significa aprender a estar
con él, a pararse a dialogar con él, sintiendo que su presencia es la más verdadera, la
más buena, la más importante de todas.
Cada uno de nosotros, en la propia vida, de manera consciente y tal vez a veces sin
darse cuenta, tiene un orden muy preciso de las cosas consideradas más o menos
importantes. Adorar al Señor quiere decir darle a él el lugar que le corresponde;
adorar al Señor quiere decir afirmar, creer – pero no simplemente de palabra – que
únicamente él guía verdaderamente nuestra vida; adorar al Señor quiere decir que
estamos convencidos ante él de que es el único Dios, el Dios de nuestra vida, el Dios
de nuestra historia.
…Nuestros templos, ¿son lugares de adoración? ¿Favorecen la adoración?
Nuestras celebraciones, ¿favorecen la adoración?». Judas Macabeo y el pueblo
«tenían el celo por el templo de Dios porque es la casa de Dios, la morada de Dios. E
iban en comunidad a encontrar a Dios allí, a adorar».
Papa Francisco,Homilía, Santa Misa en la Basílica de San Pablo Extramuros (14 de abril de 2013)
Verdaderamente libres
“Hemos venido a adorarlo” (Mateo 2,2).
Antes que cualquier actividad y que cualquier cambio
del mundo, debe estar la adoración. Sólo ella nos hace
verdaderamente libres, sólo ella nos da los criterios
para nuestra acción. Precisamente en un mundo en el
que progresivamente se van perdiendo los criterios de
orientación y existe el peligro de que cada uno se
convierta en su propio criterio, es fundamental subrayar
la adoración.
Para mí es conmovedor ver cómo por doquier en la
Iglesia se está despertando la alegría de la adoración
eucarística y se manifiestan sus frutos
Benedicto XVI a los Cardenales, Arzobispos, Obispos y Prelados de la Curia Romana, diciembre de 2005.
El Amor es el que habla
Nuestra vida no tiene sentido sin ti.
Queremos aprender a "estar con quien sabemos nos
ama", porque "con tan buen amigo presente todo se
puede sufrir". En ti aprenderemos a unirnos a la
voluntad del Padre, porque en la oración "el amor es el
que habla" (Sta. Teresa).
Entrando en tu intimidad, queremos adoptar
determinaciones y actitudes básicas, decisiones
duraderas, opciones fundamentales según nuestra propia
vocación cristiana.
En nuestras noches físicas y morales, si tú estás presente, y nos amas, y nos hablas,
ya nos basta, aunque muchas veces no sentiremos la consolación.
Aprendiendo este más allá de la ADORACIÓN, estaremos entu intimidad o
"misterio". Entonces nuestra oración se convertirá en respeto hacia el "misterio" de
cada hermano y de cada acontecimiento para insertarnos en nuestro ambiente
familiar y social y construir la historia con este silencio activo y fecundo que nace de
la contemplación.Gracias a ti, nuestra capacidad de silencio y de adoración se
convertirá en capacidad de AMAR y de SERVIR
De la“Adoración Eucarísticade Juan Pablo II”