Este documento habla sobre el segundo domingo de Adviento y el evangelio de Lucas 3:1-6. Explica que para que la palabra de Dios pueda llegar a todos, se necesita preparar el camino enderezando lo torcido y allanando obstáculos. Todos deben trabajar juntos para construir una comunidad de amor que cambie el mundo y muestre que es posible un mundo de hermanos donde reine la verdad, el amor y la justicia para que Jesús pueda llegar a todos.
1. LA PALABRA ES VIDA
La vida que nace del Evangelio para cada semana de Adviento
CÁRITAS DIOCESANA DE ALCALÁ DE HENARES
2º Domingo de Adviento. Evangelio. (Lucas 3, 1-6). 9 de Diciembre 2012.
En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea y
Traconítide, y Lisanio virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifas, vino la Palabra
de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y recorrió toda la comarca del Jordán,
predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados, como está escrito en el libro de
los oráculos del profeta Isaías: “Una voz grita en el desierto: preparad el camino del Señor, allanad
sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo
escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios”.
“Preparad el camino al Señor”
Pero es difícil abrir un camino nuevo, ancho y recto, en un terreno tan quebrado y montañoso.
Parece que no hay otra manera de andar por él que no sea plegándose a las vueltas y revueltas, a
las subidas y bajadas de nuestros senderos de montaña. Se requiere un esfuerzo colosal para
conseguir que una autopista se abra paso por entre un paisaje tal de montes y cañadas.
Para que la Palabra –derecha y ancha, verdadera y salvadora- de Dios pueda entrar en nuestra
pequeña y tortuosa historia, hace falta irle preparando el camino. Porque tiene que llegar muy
lejos, y pronto. Porque no podemos dejar rincones de nuestra geografía que no sean iluminados
por su luz, enriquecidos por su vida. Todo un movimiento de tierras, todo un gigantesco esfuerzo
que irá cambiando nuestro complicado mundo: las líneas torcidas de la mentira serán sustituidas
por el trazado recto de la verdad, la estrechez del egoísmo dará paso a la anchura del amor; las
alturas de la soberbia se arrodillarán ante el Señor que viene; los desvalidos serán levantados del
polvo de su humillación. Sí, hace falta cambiar muchas cosas, para que el invento revolucionario
de Dios pueda hacerse realidad. Para que la salvación llegue, y sane -desde dentro- el tejido
canceroso de la trama humana.
Entonces, ¿qué? ¿Todo consiste en ir preparando, cada uno, los caminos de su corazón para que
el Señor llegue hasta lo más hondo? Sí, ciertamente, ésa es la tarea del Adviento; pero no sólo eso.
Los que vamos creyendo en Jesús tenemos que irnos dando las manos, tenemos que ir formando
“comunidad de amor”, de oración y esfuerzo, para ir cambiando al mundo de los pies a la cabeza.
Siendo testigos, con nuestra vida, de que es posible –y mucho más bonito- un mundo de hermanos.
Sembrando amor misionero por todas las veredas de nuestra geografía; para irlas transformando
en caminos transitables primero, en derechas autopistas después. A fin de que por ellas pueda
llegar un día nuestra tierra Jesús, el Señor.
Y se quede, ya para siempre, entre nosotros.
PARA TU REFLEXIÓN Y COLOQUIO:
¿De qué revolución está necesitado hoy nuestro mundo?
¿Hay caminos retorcidos en los demás? ¿Y en ti?
¿Con qué camino derecho y libertador sueñas?
Publicado por LMV en http://erealcala.blogspot.com por el Departamento de Jóvenes de Cáritas Diocesana de Alcalá de Henares.