1. PRESENTACIÓN
Este libro se elaboró especialmente para los centros,
seminarios e instituciones religiosas para despertar el
gusto para la misión que Jesús en comendó a los
apóstoles y a la Iglesia: Jesús se acercó a ellos y les
habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en
la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes
bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo
os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros
todos los días hasta el fin del mundo.» Mt 28,18-20.
2. El libro el gusto por la misión se divide en 10 capítulos:
1. Somos enviados
2. A dónde somos enviados
3. Por quien somos enviados
4. Por qué somos enviados
5. A quien somos enviados
6. Hasta cuando somos enviados
7. Para que somos enviados
8. Quienes somos enviados
9. Cuando somos enviados
10. Como somos enviados
3. Autor
El autor Monseñor Luis Augusto Castro Quiroga es un enamorado de la
misión. Pertenece al Instituto de los Misioneros de la Consolata, y es
Obispo-Vicario Apostólico de San Vicente Puerto Leguizamos en
Colombia. También es consultor de la Sagrada Congregación para la
Evangelización de los pueblos y Presidente del Departamento de Misiones
del CELAM. Se ha distinguido siempre por su fervor y entusiasmo
misionero; sus reflexiones han ayudado a profundizar teológica, espiritual
y pastoralmente la dimensión misionera de toda la Iglesia. Por su
experiencia, es un verdadero maestro de la Misionología. En este
ministerio verdaderamente eclesial ha sido un testigo audaz y valiente;
siempre ha buscado nuevos métodos y nuevas expresiones para hacer
llegar el Reino de Dios hasta los ambientes, territorios, cultura y personas
que todavía no conocen ni han experimentado el Amor de Dios Padre,
por medio de su Hijo Jesucristo.
4. FUNDAMENTOS TEOLÓGICOS
1. El apóstol Juan y quienes convivieron con
Jesús tuvieron una experiencia directa de
él (1Jn 1,1-3). Pudieron verlo, oírlo, palparlo,
percibirlo. Esta experiencia no fue algo
propio de una persona aislada sino de una
comunidad. Por ello el apóstol Juan habla
de “lo que hemos visto y oído”.
5. 2. La comunidad que anuncia la
experiencia de Jesús resucitado hace
posible que yo mismo, luego de tantos
siglos, pueda tener una experiencia
cristiana y que por tanto pueda ser
apóstol, testigo de la resurrección y
que pueda anunciar a los otros esta
experiencia.
6. 3. Para seguir a Jesús necesariamente tenemos que
dejarlo todo a ejemplo de Abrahán: Yahveh dijo a
Abram: «Vete de tu tierra, y de tu patria, y de la casa
de tu padre, a la tierra que yo te mostraré. De ti haré
una nación grande y te bendeciré. Engrandeceré tu
nombre; y sé tú una bendición. Bendeciré a quienes
te bendigan y maldeciré a quienes te maldigan. Por ti
se bendecirán todos los linajes de la tierra.» Marchó,
pues, Abram, como se lo había dicho Yahveh, y con
él marchó Lot. Tenía Abram 75 años cuando salió de
Jarán. Gen 12,1-4.
7. 4. Todo misionero tiene que ser Luz y
sal de la tierra: Vosotros sois la luz
del mundo (…) Brille así vuestra luz
delante de los hombres para que
vean vuestras obras y glorifiquen a
vuestro Padre que está en los cielos
(Mt 5,14-16).
8. Biografía del libro
CASTRO L. AUGUSTO, El Gusto por la
Misión. Ed. Gráficas. Corni Lida.
Santafé de Bogotá, D.C. Colombia,
1994, Pp. 774.