Matemático, físico, investigador en ciencias de la educación, filósofo, teólogo, exsacerdote y paisa, Carlos Eduardo Vasco fue además uno de los diez integrantes de la "Misión de Sabios" en 1994.
1. Carlos Eduardo Vasco
Matemático, físico, investigador en ciencias de la educación, filósofo, teólogo,
exsacerdote y paisa, Carlos Eduardo Vasco fue además uno de los diez
integrantes de la "Misión de Sabios" en 1994.
Alto y elegante; tímido y pausado en su conversación; abierto a escuchar con
atención a su interlocutor, Carlos Eduardo Vasco conjuga humanismo, religión y
ciencia, y asume su filosofía de la vida con la tranquilidad de haberse propuesto
infinidad de preguntas, que le han suscitado todavía más interrogantes y apenas
unas pocas respuestas. Sus hermanos lo definen como "un experto en todos los
infinitos: el infinito teológico, el infinito filosófico, el infinito físico y el infinito
matemático".
Ya estaba matriculado en la Facultad de Minas de Medellín para iniciar su carrera
de ingeniería en 1955 cuando cambió de opinión y resolvió irse de jesuita. Era
Navidad. La noticia impactó a sus padres, pues tenían otras expectativas para su
hijo, el mayor de los varones -eran tres- y apenas un año menor que su hermana
Margarita María. Su decisión estaba tomada. Un mes después se despidió de
todos y partió para Santa Rosa de Viterbo, en Boyacá, en donde pasó dos años
como novicio y dos como estudiante de humanidades.
Permaneció 40 años en la Compañía de Jesús, y agradece las "infinitas"
oportunidades de formación que le ofreció la orden jesuita. Gracias a ella estudió
su licenciatura en filosofía y letras en la Pontificia Universidad Javeriana, en
Bogotá, una maestría en física teórica y un doctorado en matemáticas, en San
Luis, Estados Unidos, y otra licenciatura en teología en Frankfurt, Alemania.
Gracias también a ella aprendió diez idiomas, visitó muchos centros académicos e
2. intelectuales, monumentos y museos, y tuvo contacto con pensadores, profesores
y estudiantes de la Escuela Superior de Filosofía y Teología Sankt Georgen y de
la Universidad de Frankfurt, de 1968 a 1971, entre ellos Jürgen Habermas, quien
era en ese entonces un joven profesor al lado de Teodoro Adorno, uno de los
fundadores de la Escuela de Frankfurt.
El tesoro de su juventud
Vasco confiesa que de niño fue lo que hoy llaman "nerdo": aprendió a leer solo, a
los 4 años. En unas vacaciones, a los 7, se leyó todos los tomos de la
enciclopedia El Tesoro de la Juventud. Era bueno para las matemáticas, para las
ciencias naturales y las sociales, para los deportes, para la religión, ¡para todo!
Pero tenía muy pocos amigos. "Yo era un niño muy reservado y raro. Me iba muy
bien en el colegio, no tenía que estudiar en la casa porque me acordaba de todo.
Entonces leía la revistaMecánica Popular; me gustaba mucho," recuerda.
También acompañaba a su padre, Eduardo Vasco Gutiérrez, al Instituto
Psicopedagógico en La Estrella, Antioquia, un centro para niños con dificultades
de aprendizaje y con retardo mental que había fundado este siquiatra infantil, el
primero que hubo en Medellín. Muy interesado en los temas de la educación,
principalmente en la educación especial, creó además las "escuelas especiales"
de Antioquia y fue también Secretario de Educación.
"Fue director de ese Instituto un maravilloso maestro, don Gabriel Porras, quien
me enseñó carpintería, electricidad y toda clase de deportes. Me hablaba de
muchas cosas de ciencia y tecnología. A mi papá le gustaba que yo lo
acompañara para que aprendiera a ver que había otros niños a los que sí les
costaba mucho aprender". Será por eso que hoy en día el maestro Vasco dirige
varias tesis doctorales, entre ellas una sobre autismo, otra sobre niños con
dificultades auditivas y otra sobre trastorno de hiperactividad e inatención.
Aunque muy en el fondo, desde quinto de bachillerato empezó a pensar en el
sacerdocio como una opción de vida. Ingresó a unos grupos juveniles organizados
por el padre Jorge Ortiz, "un jesuita muy brillante y muy entusiasta", según lo
describe Vasco. "Nos ponía a trabajar en los aspectos de doctrina social de la
iglesia, en la relación entre ciencia, política, religión, filosofía". Era una actividad
extracurricular que aprovechó a cabalidad.
3. Toda una vida estudiando
Vasco ha pasado toda su vida estudiando. La maestría en física le enseñó muchas
matemáticas, y le corroboró además que nunca se dedicaría a la física de
laboratorio. Continuó con el doctorado en matemáticas, metiéndose en terrenos
quizá demasiado sofisticados. "En 1965 hice una de las primeras tesis en algebra
abstracta ayudada por un computador inmenso". Se lo prestaban solamente en la
noche, así que le tocaba de 8 de la noche a 8 de la mañana aprovechar su tiempo
al máximo y poner a correr sus programas. Así pasó varios meses. "Hoy en día
cualquier computador haría eso en un día", dice con un poco de nostalgia.
Entusiasmado con toda la experiencia adquirida y deseoso de ofrecer sus
conocimientos a los jóvenes universitarios colombianos, al volver al país propuso
la realización de un seminario sobre el tema de su tesis, con tan mala suerte que
no se inscribió ni un alma. Primer golpe de su regreso a Colombia. "El algebra
abstracta no asociativa no se conocía acá y no había un solo libro en la biblioteca
sobre el tema". Hizo entonces la siguiente prueba: sensibilizaría a los primíparos.
Empezó a dictar fundamentos de matemáticas a estudiantes de la Javeriana y de
la Nacional. Su problema no se resolvió, pues tampoco encontró vocaciones.
"Veía que lo que los estudiantes entendían por matemáticas era álgebra y cálculo;
eran muy buenos en eso, pero a mi me parece que eso no es propiamente
matemáticas, sino un juego simbólico que puede hacer cualquier computador". Su
estrategia fallaba: "Es necesario empezar desde el bachillerato". El profesor Carlo
Federici, su maestro, lo secundó y empezaron a trabajar en el Instituto de Ciencias
4. haciendo las primeras experimentaciones curriculares con las nuevas ideas que
incluían las matemáticas abstractas.
Una de las grandes satisfacciones de su vida profesional surge de este momento.
"Yo creo que el haber impulsado con el doctor Federici la didáctica de las
matemáticas y la educación matemática en el país dio como fruto toda la
comunidad que hay ahora en esa disciplina".
Pero también se convirtió en su gran frustración. Como asesor del Ministerio de
Educación Nacional de 1978 a 1993, cargo que heredó de Federici, elaboró los
programas de matemáticas de la renovación curricular de primero a noveno grado.
"En 1994, cuando iba a terminar la experimentación en noveno grado, vino la Ley
General de Educación en donde FECODE logró que el Ministerio perdiera la
potestad curricular. Cada colegio haría su currículo según su Proyecto Educativo
Institucional, PEI, y eso creó un caos que barrió completamente con la renovación
curricular, de manera que eso fue todo un esfuerzo”