2. El discernimiento vocacional no involucra solamente la
decisión de qué estudiar o qué oficio dedicarse; tampoco
se relaciona exclusivamente con elegir formar una
familia, vivir en pareja, permanecer solteros o consagrar la
vida a Dios. El discernimiento es una forma en que
ustedes determinará cómo se conducirá en su vida y
cuál es el camino a seguir, de acuerdo con sus gustos,
sus pasiones y la realidad actual en la que vive.
En términos de religión, es momento de que ustedes
jóvenes comprendan que la vocación no siempre es
sinónimo de volverse sacerdote o religiosa. Si bien es
cierto que esa es una posibilidad, no es el único camino
ante los ojos de Dios. El objetivo de es motivarlos para
que sientan la invitación que Dios les hace a vivir,
construir y ser parte de la historia de la salvación.
Un llamado a vivir una vida de santidad-
solidaridad, que no gire solamente en torno a
sí mismos, sino que contemple las realidades
experimentadas por otras personas,
especialmente las más necesitadas. Y que,
por lo tanto, es un llamado a generar un
mundo que sea lo más parecido posible al
predicado por Jesús, al querido por Dios
3. Este camino de solidaridad debe estar marcado por el
llamamiento que Dios hace a cada joven a vivir una
realidad de amor y justicia, lo cual lo obliga a involucrar
sus propias aspiraciones, pasiones y expectativas.
En palabras simples, hay que transmitir a los jóvenes la
idea de que otro aspecto de la vocación tiene que ver con
sentir y vivir el amor y la alegría ahí donde hace falta.
Aunque la decisión de formar una familia, vivir en pareja o
elegir una profesión son elementos importantes para
delimitarla, la vocación va más allá.
4. Como todos los ríos, también él se había puesto en
movimiento buscando el mar. No lo conocía. Simplemente
lo intuía, como un destino. Como un llamado.
Cuando la primavera de la vida puso su nieve en
movimiento, contra lo primero que chocaron sus aguas
alertadas fue precisamente con las rocas que hasta ese
momento le habían cobijado. Tal vez le resultó difícil
encontrar su cauce y ubicar un rumbo. Pero había una
fuerza imperiosa que lo ponía en movimiento. Siempre
hacia abajo, siguiendo
su instinto de agua en movimiento, sentía estar
respondiendo al misterio de su existencia, buscando un
encuentro.
BUSCANDO EL MAR
Los ríos son agua en movimiento que busca el
encuentro con el mar. El mar lejano y aún no
conocido los atrae. Y respondiendo a esta
profunda y misteriosa atracción, arrastran su
pecho por la tierra,
embarran su caudal, atropellan los obstáculos y
abren surcos que serán su propio cauce.
5. Pero hay ríos que renuncian a llegar al mar. Hay
algunos que lo hacen porque no les alcanza el
caudal y terminan por morir en los arenales.
Otros, en cambio, abandonan su tensión por el
mar y se convierten en lagunas: las lagunas son
ríos que olvidaron su tensión por el mar.
Cansadas de andar y vencer obstáculos,
prefieren construir su propio océano en el hueco
de alguna hondonada, o en los esteros de la
tierra anegadiza. Y allí se quedan, engañándose
a sí mismos, creyendo haber llegado cuando en
realidad simplemente se han detenido. Señal de
que no fueron muy lejos.
Nuestro río es de este tipo. Aceptando el dique que frena
sus instintos de correr libremente hacia el mar, se hizo
lago. No tenía mucho caudal, pero lo alimentan las nieves
de la cordillera patagónica, y tiene cerros en su camino. Y
en los Cerros Colorados su curso fue interceptado.
Encorvó su lomo gredoso al sentir frenado su ímpetu, y
actualmente sigue buscando ansiosamente el mar a
través de la turbina que canaliza toda su energía. Y
buscando el mar, llega hasta mi mesa hecho luz.
La luz que alumbra mi celda de monje y me permite
escribirles a ustedes su parábola de tensión y servicio.
Porque este río no está esclavizado. De ninguna manera.
Ha sido liberado para ser puesto al servicio. El mar es
amar
Mamerto Menapace, Madera verde,
Editorial Patria Grande
6. Preguntas para compartir
¿Cuál es ese mar común al que todas y todos
estamos llamados a llegar y que nos atrae con
fuerza irresistible y apasionada?
¿Cuáles son los ríos que me llevan a ese mar?
¿Por qué caudales o caminos creo que puedo
llegar a él?
¿Qué obstáculos me desvían o impiden llegar a ese
mar?
7. DISCERNIR Y ENCONTRAR CAMINOS
El papa Francisco ha hecho diversas observaciones sobre
los jóvenes y el discernimiento que deben realizar para
decidir qué hacer con su vida y cómo lograrlo.
Además del mar y los ríos, Francisco usa la metáfora del
cuerpo, que es uno pero, al mismo tiempo, está conformado
por diversas partes.
Las diferentes profesiones y formas de actuar en la
vida son una riqueza, y es ella precisamente la que
nos permite construir el proyecto común del Reino
de Dios.
El Papa justifica lo anterior con ayuda del apóstol
Pablo, quien asegura que, aunque hay una gran
diversidad de carismas, poseemos un mismo
Espíritu, la Ruaj.
Como hijos e hijas de Dios, estamos
llamados a descubrir el camino que Jesús
nos regala: un camino de amor que va
entretejido con lo que somos, lo que nos
gusta hacer y aquello en lo que
aspirarnos convertirnos. Parte
fundamental de la invitación es el llamado
al servicio: no solo estamos llamadas y
llamados a tener una vida feliz, sino
también a generar las condiciones para
que todo el mundo la tenga.
8. El compromiso que asumimos con las personas (en especial las más
desfavorecidas), es algo que debe de formar parte de nuestra vida, ya
sea que seamos médicos o futbolistas profesionales. Nuestra
vocación es un camino que decidimos recorrer con libertad y
generosidad; algo que forma parte inseparable de nuestro ser. Por lo
tanto, el discernimiento vocacional implica conocernos y reconocernos
en el mundo.
9. Mateo 25 Compromiso concreto de la semana
Tuve hambre y me diste de comer
Tuve sed y me diste de beber
Fui forastero y me recibiste en tu casa
Anduve sin ropas y me vestiste
Estuve enfermo y fuiste a visitarme
Estuve en la cárcel y me fuiste a ver
“En verdad les digo que, cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños
de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí” (Mateo 25,40).