1. FIN DE SEMANA DE CELEBRACION EN BARRANQUILLA
El fin de semana pasado, entre el viernes 20 y el domingo 22 de agosto, Yvonne,
nuestro hijo Juancho y yo adelantamos un viaje relámpago a La Arenosa, con
motivo de asistir a la boda de nuestra hija María Camila, quien contrajo matrimonio
con Miguel Gómez Hoyos, un muchacho manizaleño que se ganó su corazón.
Ya instalados en casa de nuevo, he articulado algunas ideas para describir
someramente esta muy experiencia que adelantamos como familia y agradecer la
especial deferencia que tuvieron Herman, Adriana, Mariana y Miguel Gómez para
con ocasión del matrimonio y nuestra visita.
Todo lo que los Gómez amorosamente prepararon, hizo que nuestra estadía fuera
verdaderamente deliciosa y disfrutáramos plenamente de nuestra estadía. El
viernes, Yvonne y yo madrugamos y salimos a temprana hora del aeropuerto Bonilla
Aragón, en Palmira, rumbo a Bogotá, vía Avianca; a eso de las 9:30 am y tras una
corta parada y desayuno en El Dorado, proseguimos nuestro viaje a Barranquilla.
El vuelo tomaría algo más de una hora.
Un poco antes del mediodía, a nuestra llegada al Ernesto Cortissoz, nos esperaba
un chofer de confianza, quien sin mayor dilación nos trasladó al apartamento de los
Gómez, en pleno sector norte de Barranquilla, donde estaba reunida ya toda la
familia, compuesta por Herman, Adriana, Mariana y Miguel, junto con María Camila
y Juan Sebastián, quienes habían llegado a Barranquilla el día anterior. Su acogida
fue muy cordial y eso hizo que entráramos en confianza rápidamente, tanto así que
al poco rato ya estábamos parloteando, como si nos conociéramos de toda la vida.
Al poco rato, Adriana llamó a la mesa y los ocho disfrutamos de un delicioso y
suculento menú con viandas típicas, encabezado por una deliciosa posta
cartagenera y arroz con coco, tostadas de plátano y ensalada, todo ello rematado
por sendas tazas de café que acompañaron las deliciosas alegrías, cocadas y otros
dulces típicos de nuestra Costa Caribe.
Poco después de las 2 de la tarde, partimos para la Notaría Quinta, ubicada en La
Concepción, justo frente al hotel del Prado, que guarda para mí muy gratos
recuerdos de otras épocas. La ceremonia civil se realizó en un salón muy acogedor,
decorado sobriamente, donde se destacaba un amplio espejo con marco plateado
en la parte posterior. Los novios y todos estábamos muy elegantes y contentos;
muchas fotos, chanzas y risas iban y venían, hasta que llegó el señor notario, un
hombre mayor, pausado y serio. El habló brevemente con nosotros antes de iniciar
y se tomó un buen tiempo para adelantar los trámites de la ceremonia, sencilla pero
muy hermosa y significativa en su contenido. El notario fue bastante prolijo en darles
varios consejos y recomendaciones prácticas a los novios y finalmente, les dio a
firmar el acta de matrimonio, que después de ser notariada y sellada, guardamos
como valioso tesoro.
2. A continuación, volvimos al hogar de los Gómez, donde adelantamos un brindis con
champaña por los novios; con la copa en mi mano, brindé con todos por la
trascendencia de la unión de María Camila y Miguel, no solamente para los novios
sino para todos los integrantes de las dos familias. Finalmente ellos aportan lo que
son, que lo deben y son el resultado de su crianza, educación y dedicación
profesional. Todos intervinieron y brindaron para desear a los novios la mayor
felicidad y prosperidad en todos los sentidos. Creo que nos tomamos fotos en todas
las combinaciones posibles.
Una vez reposados, los novios, Juancho y yo fuimos al apartamento donde nos
quedaríamos por un par de noches y nos dispusimos para celebrar y cenar en un
hermoso y acogedor sitio de eventos, llamado Varadero, ubicado en Altos del Prado
y ambientado con estilo, decoración, música y comida cubana. La cena de mar fue
verdaderamente opípara y la acompañamos con deliciosa sangría preparada
especialmente en la mesa. Tras varias horas de brindis, comentarios, fotos y
derroche de alegría, nos retiramos a descansar, tras un día verdaderamente
maravilloso.
El sábado 21, muy de mañana, los novios fueron por nosotros al apartamento y nos
llevaron al restaurante y panadería La Baguette, muy cerca y en pleno barrio Prado,
donde disfrutamos de un suculento desayuno. Luego, visitamos el Museo del
Carnaval de Barranquilla, en Barrio Abajo, lugar maravilloso donde pudimos
apreciar muchos de los secretos y la historia de este maravilloso patrimonio
inmaterial de la humanidad, verdadero orgullo de Barranquilla y de Colombia.
Más tarde dimos un recorrido por varias amplias avenidas y verdes parques de la
ciudad, tomamos la Avenida del Río y desembocamos en el fastuoso Malecón
Turístico del Río Magdalena, un lugar que no conocíamos y que nos encantó
recorrer, al sol y al viento de la tarde sabatina. El lugar estaba bastante concurrido;
tras unas horas, pedimos un taxi y Juancho partió para el aeropuerto, pues tenía su
vuelo de regreso a Cali, vía Bogotá, a las tres de la tarde. Volvimos a embarcar en
los vehículos y el paseo continuó por la ciudad, hasta que llegamos al imponente
Centro Comercial Buenavista. Allí disfrutamos de un almuerzo, quedando a
reventar, listos para irnos a descansar.
Al día siguiente los esposos pasaron por nosotros y nos llevaron al aeropuerto.
Entregaron un carro de alquiler que habían rentado y nos invitaron a desayunar en
una de las cafeterías del aeropuerto. Tras breve conversación, nos despedimos ya
con la nostalgia de la separación y partimos en vuelos diferentes para Bogotá. Los
recién casados siguieron para su apartamento en el norte de la ciudad y nosotros
continuamos hacia Cali donde reclamamos nuestro automóvil y nos fuimos a
almorzar en Centenario, llegando a casita unas horas después.
¡Misión Cumplida!
3. En todos estos encuentros amenos, tuvimos varias ocasiones para conversar y
conocernos con los Gómez, cosa que queríamos hacer para integrar la familia
extendida que ahora conformamos, gracias a la unión de nuestros hijos. De ahora
en adelante estaremos en contacto frecuente y ya tenemos planes para vernos de
nuevo pronto en Cali. Esperamos poder retribuir muy pronto sus gentilezas, cuando
decidan venir por estas aporreadas tierras, que a pesar de todo lo acontecido
recientemente, aún guardan encantos para disfrutar.
¡Y colorín colorado, los novios por ahora y como es de esperar, están felices y
comiendo perdices, cosa que esperamos, sea para toda la vida!
Oscar Ayala Arana
Santiago de Cali, Colombia, 25 de agosto de 2021