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REVISTA ELECTRÓNICA DE PSIQUIATRÍA
                              Vol. 1, No. 3, Septiembre 1997
                                      ISSN 1137-3148



Psicobiología de los trastornos de la personalidad.                                 ARTÍCULO DE
J. L. Carrasco, M. Díaz                                                                REVISIÓN
Departamento de Psiquiatría y Psicología Médica. Facultad de Medicina.
Universidad de Salamanca.                                                          [Resumen] [Abstract]
                                                                               Introducción
Correspondencia:                                                               Modelos biológicos de la
Departamento de Psiquiatría y Psicología Médica.                               personalidad
Facultad de Medicina. Universidad de Salamanca.                                Ejes biológicos de la
Avda. Campo Charro, s/n. - 37007 Salamanca                                     personalidad
Tel. y fax: +34 (9)1 634 25 75                                                 Conclusiones



     Introducción

     La poderosa influencia de las escuelas psicoanalíticas a principios de siglo, unida a la
     dificultad que entrañan los trastornos de la personalidad para ajustarse al modelo
     médico, colocaron a la patología de la personalidad en el ámbito de lo psicológico,
     frente a lo somático de otros trastornos psiquiátricos como la depresión, las psicosis y
     los trastornos obsesivos. La división, años más tarde, de los trastornos mentales en dos
     ejes, un eje I (trastornos mentales) y un eje II (trastornos de la personalidad) en el DSM
     III, contribuyó a aumentar la diferencia sustancial, no biológica, de los trastornos de la
     personalidad.

     Sin embargo, William Sheldon, y posteriormente Eysenck y Gray consideraron la
     personalidad como un conjunto de rasgos jerárquicos, en el que los rasgos primarios o
     dimensiones tienen una naturaleza biológica y están asentados en sistemas cerebrales
     determinados. Los modelos dimensionales de estos seguidores de la escuela pauloviana
     han constituido la base del estudio de la personalidad como un fenómeno, al menos en
     parte, biológico. Desde una perspectiva más clínica, ya López Ibor y Ceckley (1)
     sugirieron la posibilidad de que los trastornos de la personalidad procedieran de un
     fondo endógeno anómalo, recogiendo con ello las tendencias temperamentalistas de
     Kretschmer

     Los estudios biológicos realizados sobre modelos categoriales de trastorno de la
     personalidad han obtenido siempre resultados muy heterogéneos (2). Ello es debido a
     que los grupos diagnósticos, tanto del DSM-IV como de la CIE-10, están elaborados por
     consenso y mediante sumación de criterios, sin concretarse cual es el fenómeno
     patológico en sí. En los modelos dimensionales, el fenómeno patológico es el rasgo
     anómalo, fenómeno estable en el tiempo y en los diferentes estudios y que se caracteriza
     por poseer un alto grado de heredabilidad. Por ello, cabe suponer que el concepto de
     rasgo está más anclado en lo biológico que el de trastorno de la personalidad.
Modelos biológicos de la personalidad

Eysenck, Cloninger y Zuckerman desarrollaron los modelos biologicistas más
representativos. Más recientemente Siever y Davis presentan un modelo. extraído de la
observación clínica de los trastornos de la personalidad, frente a los primeros que
proceden de estudios de la psicología experimental y de investigaciones animales.

El modelo de Eysenck define tres dimensiones básicas de la personalidad: extroversión,
neuroticismo y psicoticismo (3). Las conductas de ansiedad, inhibición y escape ante el
peligro, hipersensibilidad a las señales de amenaza y emocionalidad quedan
determinadas por la dimensión neuroticismo cuyo fundamento biológico sería una
hipersensibilidad de los sistemas límbicos de detección del peligro. La sociabilidad,
extroversión, tendencia a la acción y la búsqueda de experiencias queda definida por la
dimensión de extroversión ya que ella condiciona el grado en que el individuo orienta su
conducta hacia el entorno. La base biológica de estas conductas se encontraría en los
sistemas de activación mesencefálicos y de modo especial en la sustancia reticular
activadora ascendente del tronco del encéfalo. Se estima que el grado de heredabilidad
del modelo de Eysenck es superior al 50%, según los resultados obtenidos en los
estudios realizados (4).

El modelo tetradimensional (5) propone la existencia de cuatro dimensiones
temperamentales, de origen heredo-biológico, junto a tres dimensiones del carácter, de
procedencia aprendida-ambiental. El padre de este modelo es Cloninger. La búsqueda
de la novedad, evitación del peligro, dependencia del refuerzo y persistencia constituyen
las dimensiones biológicas. La búsqueda de novedades determina la actividad
exploratoria. La evitación del peligro condiciona la huida de situaciones amenazantes y
la conducta dirigida a la aprobación y aceptación del entorno depende de la dependencia
del refuerzo. Por último, la persistencia define la tendencia del individuo a repetir
conductas que han sido reforzadas de forma positiva anteriormente.

De la actividad dopaminérgica mesolímbica depende el grado de búsqueda de
sensaciones. La evitación del peligro deriva de la actividad del sistema
septohipocámpico y de las proyecciones serotonérgicas de los núcleos del rafe.
Finalmente Cloninger aunque de forma menos consistente, defiende que la dependencia
del refuerzo y la persistencia están en función de la actividad noradrenérgica.

La distribución desequilibrada de las dimensiones descritas daría lugar a los trastornos
de la personalidad. Así, la conducta histriónica quedaría determinada por un exceso de
búsqueda de novedades y por un exceso de dependencia del refuerzo. Si una elevada
búsqueda de novedades se acompaña de una baja dependencia del refuerzo podrá existir
una conducta antisocial. Lo trastornos del grupo C (ansiosos-temerosos el DSM IV) se
caracterizarían, a su vez, por un mayor grado de evitación del peligro.

Siever y Davis han construido un modelo basándose en diferentes ejes que son la
organización cognitivo/perceptiva, la inestabilidad afectiva, la impulsividad y la
ansiedad/inhibición. Las anomalías de estos ejes o dimensiones ocurren en un
continuum en el que los extremos darían lugar a los trastornos del eje I, mientras que la
patología del eje II quedaría determinada por desviaciones más leves que se hacen
constantes (6).

La percepción y el procesamiento de la información dependen de la organización
cognitivo/perceptiva. Una pobre percepción y organización de la información puede
llevar a la suspicacia y al aislamiento, características éstas de los trastornos de
personalidad del grupo A (extraños-excéntricos). La dimensión inestabilidad emocional
regula el estado anímico del sujeto y está afectada en los trastornos de la personalidad
del grupo B. Los trastornos afectivos estarían, pues, relacionados con esta dimensión. El
manejo de la ansiedad ante situaciones de peligro está condicionada por la dimensión
ansiedad/inhibición. Los trastornos de personalidad del grupo C (ansioso-temerosos)
resultarían de una disfunción de esta dimensión y una disregulación mayor de esta
dimensión daría lugar a los trastornos de ansiedad. Finalmente, el umbral del individuo
para la reacción conductual agresiva queda condicionada por la dimensión
impulsividad/agresividad y su alteración tendría como consecuencia la aparición de
trastornos del grupo B.

Otros autores, utilizando la misma técnica, no han encontrado dimensiones idénticas a
las de Eysenck o Cloninger, puesto que el resultado final depende del grado de rotación
de los factores seleccionados. Gray (7) afirma que el modelo de Eysenck se
correspondería más con el sustrato biológico si se introdujera un factor específico para
la ansiedad, diferente del neuroticismo, más relacionado con la actividad de los sistemas
cerebrales de detección del peligro.

A pesar de las diferencias encontradas, los diferentes modelos permiten diseñar unos
ejes biológicos de la personalidad que posibilitan la sistematización de los hallazgos
biológicos disponibles. El diseño de estos ejes, aunque fundamentado firmemente en
hallazgos concretos, es personal y por lo tanto discutible desde otras perspectivas.


Ejes biológicos de la personalidad

1. La organización cognitiva

Existen algunos procesos básicos de procesamiento de la información que son troncales
y que no dependen de los procesos del aprendizaje. Entre ellos se destaca la capacidad
de atención, la capacidad de discriminación entre los estímulos y conceptos y la
capacidad de investir emocionalmente los conceptos. El funcionamiento cognitivo viene
condicionada de la actividad dopaminérgica en lóbulos frontales. En los individuos con
rasgos esquizotípicos se han detectado disfunciones en la discriminación entre estímulos
relevantes e irrelevantes, dando lugar lugar a una deficiente organización de la imagen
global del entornos (8).

Estos déficits del pensamiento se asocian a hipofunción frontal. Así, aparece una
disminución de la amplitud de la onda P300 de los potenciales evocados (indicando un
déficit de procesamiento) y, estructuralmente, un agrandamiento de los ventrículos
cerebrales. Este rasgo se correlaciona, a su vez, con una disminución de la actividad de
dopamina en áreas frontales y se ha visto que estos déficits mejoran con la
administración de pequeñas dosis de agonistas dopaminérgicos como la anfetamina (9).

La capacidad para discriminar los contenidos emocionales de los estímulos y conceptos
puede también atribuirse a una disfunción frontal aunque en este caso se implican, a su
vez, mecanismos de integración córtico-subcortical y de los procesos de lateralización
del lenguaje (10). Las reacciones aberrantes o desproporcionadas de los individuos
antisociales pueden atribuirse a estos déficits por la interpretación suspicaz a que dan
lugar. Ello podría aplicarse, asimismo, a las reacciones hiperemotivas de los trastornos
borderline de personalidad. En estos dos grupos de individuos se ha encontrado una
disminución de los potenciales evocados y alteraciones en las pruebas neuropsicológicas
de función frontal

2. La dimensión exploratoria
La dimensión exploratoria estaría ligada a conductas como la sociabilidad, la tendencia
a la acción, la escasa reflexión y a la monotonía y la necesidad de estímulos excitantes
para mantener un buen tono vital.

Eysenck y Gray denominan a este rasgo extroversión y piensan que es independiente del
grado de ansiedad y de emocionalidad del individuo. Zuckerman identifica este rasgo
como búsqueda de sensaciones y Cloninger como búsqueda de novedades. La diferencia
entre ellos es que la extroversión contiene elementos de la esfera afectiva mientras que
la búsqueda de sensaciones y de novedades los incluye de la esfera impulsiva.

En principio, se postulaba que un bajo nivel de activación interna (arousal)
condicionaría la tendencia de los individuos a ser "exploradores". Para superar este
hipoactivación, de origen troncoencefálico y subcortical, los individuos buscaban la
excitación en el entorno. Sin embargo, algunos autores han cuestionado esta idea,
otorgando a la existencia de una hiperactivación subcortical primaria las conductas
"exploratorias".

Se ha observado un aumento de las ondas medias de los potenciales evocados en los
individuos extrovertidos, hallazgo interpretado como una necesidad de amplificar los
estímulos para aumentar la activación interna. (3).

Parece ser que el rasgo exploratorio está relacionado con la actividad dopaminérgica
subcortical. Las sustancias agonistas dopaminérgicas como la cocaína y las anfetaminas
producen activación conductual mientras que las antagonistas producen reducción de la
conducta de exploración y de búsqueda del refuerzo (11).

La noradrenalina parece estar, también, implicada aunque de forma menos clara. Parece
ser que la activación noradrenérgica regula el nivel de arousal y se acompaña de
conductas de interacción con el entorno (12). De forma paralela, los niveles tanto
plasmáticos como raquídeos de MHPG y de otros metabolitos urinarios de la
noradrenalina en humanos se correlacionan de forma directa con las puntuaciones en las
escalas de extroversión correlacionan significativamente con (13). Sin embargo, otros
estudios encontraron datos en sentido contrario (14).

La actividad Monoaminooxidasa plaquetaria (MAO) es el parámetro biológico más
consistentemente asociado con la búsqueda de sensaciones y la extroversión es. Una
dsiminución de la MAO plaquetaria se relaciona con puntuaciones elevadas en estos
rasgos y aparece en individuos arriesgados, como los montañeros profesionales o los
toreros (15). También los niveles de hormonas sexuales pudieran constituir un nivel
superior de regulación del rasgo exploratorio de la personalidad. La tetosterona se
relaciona con la extroversión y con las conductas de sociabilidad y de búsqueda de
sensaciones, así como con la evitación de la monotonía (16).

        TABLA 1 - DIMENSIÓN COGNITIVA DE LA PERSONALIDAD
     Componentes psíquicos

           Capacidad de atención
           Capacidad de discriminación entre estímulos
           Capacidad para la discriminación de los contenidos emocionales de los
           estímulos


     Afectación clínica
Trastorno esquizoide de la personalidad
           Trastorno esquizotípico de la personalidad
           Trastorno límite de la personalidad
           Trastorno antisocial de la personalidad
     Alteración biológica

           Déficit de actividad dopaminérgica frontal
     Posibilidades terapéuticas

           Agonistas dopaminérgicos (anfetaminas, metilfenidato)
           Neurolépticos a dosis bajas (clozapina)

                   TABLA 2 - DIMENSIÓN EXPLORATORIA
     Componentes psíquicos

           Extroversión
           Búsqueda de sensaciones y de situaciones novedosas
           Búsqueda de riesgo
     Afectación clínica

           Trastorno límite de la personalidad
           Trastorno histriónico de la personalidad
           Trastorno antisocial de la personalidad
           Síndrome de hiperactividad y déficit de atención
     Alteraciones biológicas

           Disminución del arousal (activación cerebral)
           Disminución MAO plaquetaria
           Alteraciones metabolitos de la noradrenalina
     Posibilidades terapéuticas

           Inhibidores de la MAO
           Estimulantes


3. El tono anímico de la personalidad

El tono anímico basal deriva en origen de factores endógenos propios. Sobre el tono
basal se producen variaciones como consecuencia de los movimientos afectivos del
entorno.

La acetilcolina (Ach) y la serotonina (5-HT) han sido implicadas en la regulación del
tono anímico endógeno. La implicación de la acetilcolina deriva de la observación de la
disforia y labilidad emocional que produce la administración de agonistas muscarínicos
y de la demostración de una hipersensibilidad colinérgica en los individuos
caracterizados por un alto grado de inestabilidad anímica (17). La actividad de
serotonina cerebral ha sido relacionada repetidamente con el estado de ánimo y una
función disminuida de este neurotransmisor parece estar asociada a estados depresivos y
de disforia. La utilización de fármacos potenciadores de la actividad serotoninérgica se
ha demostrado como un eficaz estabilizador del ánimo en sujetos con trastornos de
personalidad emocionalmente inestables (18).

Los pacientes con trastornos de la personalidad emocionalmente inestables presentan
respuestas elevadas de hormona de crecimiento a la clonidina, reflejando con ello una
hipersensibilidad del receptor adrenérgico (19). La noradrenalina parece mediar las
conductas y actitudes de implicación con el ambiente (12) y su mayor o menor
activación podría constituir un mecanismo defensivo contra la inestabilidad emocional.
De acuerdo a esta teoría, los individuos hiperadrenérgicos, se implicarán intensamente
con el entorno, probablemente exagerando sus respuestas emocionales con el objetivo de
controlar la conducta de los demás, en un intento de suprimir las condiciones de
frustración y/o de separación, y con ello de elevar su ánimo. Esto se correspondería con
las actitudes conocidas como manipulativas y histeriformes de los pacientes con
trastornos de la personalidad del grupo dramático-emocional (grupo B del DSM-IV). La
raíz psicobiológica del trastorno puede ser la razón por la que estos individuos no
perciban sus conductas como manipulativas sino como esenciales para el mantenimiento
de su estabilidad afectiva.

Lo contrario ocurre en los pacientes deprimidos, que se caracterizan por una
disminución de su interacción con el entorno y por conductas de aislamiento. Los
estudios con pacientes deprimidos sugieren la existencia de anomalías por hipofunción
noradrenérgica (20).

Por tanto, la inestabilidad afectiva aparente como rasgo de personalidad dependerá de la
vulnerabilidad afectiva basal junto a los intentos de evitar la misma mediante la
transformación del entorno

4. La dimensión impulsiva

El grado de control sobre la acción conductual determina una dimensión de la
personalidad que parece tener un marcado componente biológico. Los pacientes con una
alta impulsividad se caracterizan por el paso rápido a la acción y suelen padecer una
dificultad para el aprendizaje de los efectos negativos de sus acciones.

Los trastornos de personalidad del grupo II (dramático/emotivo) presentan
características impulsivas que pueden manifestarse como intentos de suicidio, accesos
de ira y abuso de sustancias. La impulsividad se expresa en el trastorno histriónico en
forma de expresiones exageradas emocionales, mientras que en el caso del trastorno
narcisista se manifiesta en la ira producida en respuesta al rechazo crítico.

Los estudios genéticos han demostrado que existe una herencia genética del rasgo
impulsividad mucho mayor que la herencia global del trastorno como tal, bien sea el
límite o el antisocial.

La dimensión impulsividad tienen fundamentos biológicos demostrados recientemente.
Ya desde hace años se conocía la existencia de una mayor frecuencia de ondas lentas en
el EEG y de una reducción de la latencia de respuesta en los potenciales evocados (21),
fenómenos que indican en su conjunto un déficit de la elaboración cortical de las
respuestas.

El sistema serotonérgico parece estar implicado en los fenómenos impulsivos, según han
demostrado algunos estudios preclínicos. Las lesiones de las vías serotonérgicas
producen una disminución de la capacidad de reprimir conductas castigadas (22).
En el ámbito clínico el déficit serotonérgico ha sido consistentemente encontrado en
relación con el aumento de la impulsividad. El metabolito principal de la serotonina, el
5-HIIA, se ha encontrado reducido en el LCR de los pacientes con intentos de suicidio y
en pacientes con conductas agresivas (23). Estudios recientes han encontrado una
inhibición de la respuesta de prolactina a diferentes agonistas serotoninérgicos en
pacientes con trastorno límite de la personalidad (24) y parece existir un efecto
beneficioso de algunos fármacos proserotonérgicos, como la fluoxetina o el litio en el
tratamiento de las conductas agresivas y violentas (25).

El sistema noradrenérgico pudiera jugar algún papel en los mecanismos biológicos de la
impulsividad. El sistema noradrenérgico, al estar relacionado con las conductas de
interacción con el entorno (12), parece mediar la expresión de la heteroagresividad (6).
De esta forma, si la actividad noradrenérgica se encuentra disminuida además de la
serotonérgica, sólo se expresaría la autoagresividad, como ocurre en los pacientes
depresivos, en los que se dan estas condiciones (6).

                          TABLA 3 - DIMENSIÓN ANÍMICA
     Componentes psíquicos

           Tono anímico basal (disforia/calma)
           Sensibilidad a la separación/frustración
           Conductas de evitación/reparación de la frustración
     Afectación clínica

           Trastorno límite de la personalidad
           Trastorno histriónico de la personalidad
     Alteraciones biológicas

           Hiperactividad colinérgica
           Hiperactividad noradrenérgica
           Hipoactividad serotoninérgica
     Posibilidades terapéuticas

           Antidepresivos tricíclicos
           Inhibidores de la recaptación de serotonina
           Betabloqueantes
           Anticolinérgicos



                       TABLA 4 - DIMENSIÓN IMPULSIVA
     Componentes psíquicos

           Control de la acción conductual

     Afectación clínica

           Trastorno límite de la personalidad
Trastorno histriónico de la personalidad
           Trastorno antisocial de la personalidad
           Trastorno explosivo intermitente
           Otros trastornos del control de los impulsos
     Alteración biológica

           Hipoactividad serotoninérgica
           Alteraciones epileptiformes
           Hiperactividad dopaminérgica subcortical
     Posibilidades terapéuticas

           Inhibidores de la recaptación de serotonina
           Antiepilépticos
           Neurolépticos


5. El eje ansioso/temeroso

La dimensión de la personalidad relacionada con la capacidad para detectar el peligro
parece estar determinada por los sistemas que regulan las conductas de inhibición y
evitación en respuesta al peligro. La evitación del peligro o amenaza puede manifestarse
en forma de conductas abiertamente evitativas, como conductas sumiso-dependientes o
como actitudes de contención y control excesivas. En todos estos casos, la conducta
habrá sido inducida por la necesidad de manejar un sentimiento de ansiedad persistente
ante una vivencia continuada de amenaza.

Existen datos que evidencian la implicación de factores biológicos en la fisiopatología
de los trastornos de la personalidad ansiosos. Los individuos ansiosos se caracterizan
por altos niveles de activación ("arousal") a nivel cortical y autonómico y elevados
umbrales para la sedación (7), lo que confirma la existencia de un estado de
hiperexcitabilidad o hiperrespuesta en el individuo ansioso. La fisiopatología del rasgo
ansioso de la personalidad parece encontrarse en una disregulación de los mecanismos
de la respuesta al estrés. Estas alteraciones podrían incluir una disminución en la
actividad global del sistema GABA y/o una hiperactividad del sistema regulador del
CRH (corticotropin releasing hormone). En cuanto a los neurotransmisores, algunos
hallazgos sugieren que los individuos ansiosos pudieran presentar una hiperactivación
de los receptores serotoninérgicos postsinápticos. Curiosamente, las benzodiacepinas
potencian la acción del GABA a la vez que reducen la actividad tanto del CRH como de
las neuronas serotonérgicas del tronco del encéfalo (26).

                 TABLA 5 - DIMENSIÓN ANSIOSO-TEMEROSA
     Componentes psíquicos

           Sensibilidad al peligro y a la amenaza
           Evitación del peligro

     Afectación clínica

           Trastorno de la personalidad por evitación
           Trastorno de la personalidad por dependencia
Trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad
     Alteración biológica

           Hiperactividad receptor serotoninérgico postsináptico
     Posibilidades terapéuticas

           Inhibidores de la recaptación de serotonina
           Antagonistas receptor 5-HT2
           Benzodiacepinas




Conclusiones

Los hallazgos biológicos definen rasgos o dimensiones de la personalidad frente a la
clasificación categorial tipológica. La impulsividad, el mantenimiento del tono anímico,
el miedo y sus derivaciones, la percepción e interpretación autorreferencial del entorno y
la actitud exploratoria pudieran estar enraizadas en sistemas biológicos funcionales.

Esta perspectiva pude permitir el acercamiento a los trastornos de la personalidad con
una actitud más fisiopatológica encaminada a la reparación de las posibles alteraciones
en dichos sistemas que subyacen a las anomalías de la personalidad. Desde el punto de
vista biologicista, las clasificaciones actuales de los trastornos de la personalidad son
escasamente validables al no poderse encontrar, y ni siquiera proponer, un sustrato
biológico identificable para cada una de las categorías. Más aún, los datos indican que
probablemente no exista un fenómeno patológico (psico y biológico) único para cada
una de dichas categorías (27).

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                            Referencia a este artículo según el estilo Vancouver:

  Carrasco JL, Díaz M. Psicobiología de los trastornos de la personalidad. Psiquiatría.COM [revista electrónica] 1997
                       Septiembre [citado 1 Oct 1997];1(3):[21 screens]. Disponible en: URL:
                             http://www.psiquiatria.com/psiquiatria/vol1num3/art_6.htm
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  • 1. REVISTA ELECTRÓNICA DE PSIQUIATRÍA Vol. 1, No. 3, Septiembre 1997 ISSN 1137-3148 Psicobiología de los trastornos de la personalidad. ARTÍCULO DE J. L. Carrasco, M. Díaz REVISIÓN Departamento de Psiquiatría y Psicología Médica. Facultad de Medicina. Universidad de Salamanca. [Resumen] [Abstract] Introducción Correspondencia: Modelos biológicos de la Departamento de Psiquiatría y Psicología Médica. personalidad Facultad de Medicina. Universidad de Salamanca. Ejes biológicos de la Avda. Campo Charro, s/n. - 37007 Salamanca personalidad Tel. y fax: +34 (9)1 634 25 75 Conclusiones Introducción La poderosa influencia de las escuelas psicoanalíticas a principios de siglo, unida a la dificultad que entrañan los trastornos de la personalidad para ajustarse al modelo médico, colocaron a la patología de la personalidad en el ámbito de lo psicológico, frente a lo somático de otros trastornos psiquiátricos como la depresión, las psicosis y los trastornos obsesivos. La división, años más tarde, de los trastornos mentales en dos ejes, un eje I (trastornos mentales) y un eje II (trastornos de la personalidad) en el DSM III, contribuyó a aumentar la diferencia sustancial, no biológica, de los trastornos de la personalidad. Sin embargo, William Sheldon, y posteriormente Eysenck y Gray consideraron la personalidad como un conjunto de rasgos jerárquicos, en el que los rasgos primarios o dimensiones tienen una naturaleza biológica y están asentados en sistemas cerebrales determinados. Los modelos dimensionales de estos seguidores de la escuela pauloviana han constituido la base del estudio de la personalidad como un fenómeno, al menos en parte, biológico. Desde una perspectiva más clínica, ya López Ibor y Ceckley (1) sugirieron la posibilidad de que los trastornos de la personalidad procedieran de un fondo endógeno anómalo, recogiendo con ello las tendencias temperamentalistas de Kretschmer Los estudios biológicos realizados sobre modelos categoriales de trastorno de la personalidad han obtenido siempre resultados muy heterogéneos (2). Ello es debido a que los grupos diagnósticos, tanto del DSM-IV como de la CIE-10, están elaborados por consenso y mediante sumación de criterios, sin concretarse cual es el fenómeno patológico en sí. En los modelos dimensionales, el fenómeno patológico es el rasgo anómalo, fenómeno estable en el tiempo y en los diferentes estudios y que se caracteriza por poseer un alto grado de heredabilidad. Por ello, cabe suponer que el concepto de rasgo está más anclado en lo biológico que el de trastorno de la personalidad.
  • 2. Modelos biológicos de la personalidad Eysenck, Cloninger y Zuckerman desarrollaron los modelos biologicistas más representativos. Más recientemente Siever y Davis presentan un modelo. extraído de la observación clínica de los trastornos de la personalidad, frente a los primeros que proceden de estudios de la psicología experimental y de investigaciones animales. El modelo de Eysenck define tres dimensiones básicas de la personalidad: extroversión, neuroticismo y psicoticismo (3). Las conductas de ansiedad, inhibición y escape ante el peligro, hipersensibilidad a las señales de amenaza y emocionalidad quedan determinadas por la dimensión neuroticismo cuyo fundamento biológico sería una hipersensibilidad de los sistemas límbicos de detección del peligro. La sociabilidad, extroversión, tendencia a la acción y la búsqueda de experiencias queda definida por la dimensión de extroversión ya que ella condiciona el grado en que el individuo orienta su conducta hacia el entorno. La base biológica de estas conductas se encontraría en los sistemas de activación mesencefálicos y de modo especial en la sustancia reticular activadora ascendente del tronco del encéfalo. Se estima que el grado de heredabilidad del modelo de Eysenck es superior al 50%, según los resultados obtenidos en los estudios realizados (4). El modelo tetradimensional (5) propone la existencia de cuatro dimensiones temperamentales, de origen heredo-biológico, junto a tres dimensiones del carácter, de procedencia aprendida-ambiental. El padre de este modelo es Cloninger. La búsqueda de la novedad, evitación del peligro, dependencia del refuerzo y persistencia constituyen las dimensiones biológicas. La búsqueda de novedades determina la actividad exploratoria. La evitación del peligro condiciona la huida de situaciones amenazantes y la conducta dirigida a la aprobación y aceptación del entorno depende de la dependencia del refuerzo. Por último, la persistencia define la tendencia del individuo a repetir conductas que han sido reforzadas de forma positiva anteriormente. De la actividad dopaminérgica mesolímbica depende el grado de búsqueda de sensaciones. La evitación del peligro deriva de la actividad del sistema septohipocámpico y de las proyecciones serotonérgicas de los núcleos del rafe. Finalmente Cloninger aunque de forma menos consistente, defiende que la dependencia del refuerzo y la persistencia están en función de la actividad noradrenérgica. La distribución desequilibrada de las dimensiones descritas daría lugar a los trastornos de la personalidad. Así, la conducta histriónica quedaría determinada por un exceso de búsqueda de novedades y por un exceso de dependencia del refuerzo. Si una elevada búsqueda de novedades se acompaña de una baja dependencia del refuerzo podrá existir una conducta antisocial. Lo trastornos del grupo C (ansiosos-temerosos el DSM IV) se caracterizarían, a su vez, por un mayor grado de evitación del peligro. Siever y Davis han construido un modelo basándose en diferentes ejes que son la organización cognitivo/perceptiva, la inestabilidad afectiva, la impulsividad y la ansiedad/inhibición. Las anomalías de estos ejes o dimensiones ocurren en un continuum en el que los extremos darían lugar a los trastornos del eje I, mientras que la patología del eje II quedaría determinada por desviaciones más leves que se hacen constantes (6). La percepción y el procesamiento de la información dependen de la organización cognitivo/perceptiva. Una pobre percepción y organización de la información puede llevar a la suspicacia y al aislamiento, características éstas de los trastornos de personalidad del grupo A (extraños-excéntricos). La dimensión inestabilidad emocional
  • 3. regula el estado anímico del sujeto y está afectada en los trastornos de la personalidad del grupo B. Los trastornos afectivos estarían, pues, relacionados con esta dimensión. El manejo de la ansiedad ante situaciones de peligro está condicionada por la dimensión ansiedad/inhibición. Los trastornos de personalidad del grupo C (ansioso-temerosos) resultarían de una disfunción de esta dimensión y una disregulación mayor de esta dimensión daría lugar a los trastornos de ansiedad. Finalmente, el umbral del individuo para la reacción conductual agresiva queda condicionada por la dimensión impulsividad/agresividad y su alteración tendría como consecuencia la aparición de trastornos del grupo B. Otros autores, utilizando la misma técnica, no han encontrado dimensiones idénticas a las de Eysenck o Cloninger, puesto que el resultado final depende del grado de rotación de los factores seleccionados. Gray (7) afirma que el modelo de Eysenck se correspondería más con el sustrato biológico si se introdujera un factor específico para la ansiedad, diferente del neuroticismo, más relacionado con la actividad de los sistemas cerebrales de detección del peligro. A pesar de las diferencias encontradas, los diferentes modelos permiten diseñar unos ejes biológicos de la personalidad que posibilitan la sistematización de los hallazgos biológicos disponibles. El diseño de estos ejes, aunque fundamentado firmemente en hallazgos concretos, es personal y por lo tanto discutible desde otras perspectivas. Ejes biológicos de la personalidad 1. La organización cognitiva Existen algunos procesos básicos de procesamiento de la información que son troncales y que no dependen de los procesos del aprendizaje. Entre ellos se destaca la capacidad de atención, la capacidad de discriminación entre los estímulos y conceptos y la capacidad de investir emocionalmente los conceptos. El funcionamiento cognitivo viene condicionada de la actividad dopaminérgica en lóbulos frontales. En los individuos con rasgos esquizotípicos se han detectado disfunciones en la discriminación entre estímulos relevantes e irrelevantes, dando lugar lugar a una deficiente organización de la imagen global del entornos (8). Estos déficits del pensamiento se asocian a hipofunción frontal. Así, aparece una disminución de la amplitud de la onda P300 de los potenciales evocados (indicando un déficit de procesamiento) y, estructuralmente, un agrandamiento de los ventrículos cerebrales. Este rasgo se correlaciona, a su vez, con una disminución de la actividad de dopamina en áreas frontales y se ha visto que estos déficits mejoran con la administración de pequeñas dosis de agonistas dopaminérgicos como la anfetamina (9). La capacidad para discriminar los contenidos emocionales de los estímulos y conceptos puede también atribuirse a una disfunción frontal aunque en este caso se implican, a su vez, mecanismos de integración córtico-subcortical y de los procesos de lateralización del lenguaje (10). Las reacciones aberrantes o desproporcionadas de los individuos antisociales pueden atribuirse a estos déficits por la interpretación suspicaz a que dan lugar. Ello podría aplicarse, asimismo, a las reacciones hiperemotivas de los trastornos borderline de personalidad. En estos dos grupos de individuos se ha encontrado una disminución de los potenciales evocados y alteraciones en las pruebas neuropsicológicas de función frontal 2. La dimensión exploratoria
  • 4. La dimensión exploratoria estaría ligada a conductas como la sociabilidad, la tendencia a la acción, la escasa reflexión y a la monotonía y la necesidad de estímulos excitantes para mantener un buen tono vital. Eysenck y Gray denominan a este rasgo extroversión y piensan que es independiente del grado de ansiedad y de emocionalidad del individuo. Zuckerman identifica este rasgo como búsqueda de sensaciones y Cloninger como búsqueda de novedades. La diferencia entre ellos es que la extroversión contiene elementos de la esfera afectiva mientras que la búsqueda de sensaciones y de novedades los incluye de la esfera impulsiva. En principio, se postulaba que un bajo nivel de activación interna (arousal) condicionaría la tendencia de los individuos a ser "exploradores". Para superar este hipoactivación, de origen troncoencefálico y subcortical, los individuos buscaban la excitación en el entorno. Sin embargo, algunos autores han cuestionado esta idea, otorgando a la existencia de una hiperactivación subcortical primaria las conductas "exploratorias". Se ha observado un aumento de las ondas medias de los potenciales evocados en los individuos extrovertidos, hallazgo interpretado como una necesidad de amplificar los estímulos para aumentar la activación interna. (3). Parece ser que el rasgo exploratorio está relacionado con la actividad dopaminérgica subcortical. Las sustancias agonistas dopaminérgicas como la cocaína y las anfetaminas producen activación conductual mientras que las antagonistas producen reducción de la conducta de exploración y de búsqueda del refuerzo (11). La noradrenalina parece estar, también, implicada aunque de forma menos clara. Parece ser que la activación noradrenérgica regula el nivel de arousal y se acompaña de conductas de interacción con el entorno (12). De forma paralela, los niveles tanto plasmáticos como raquídeos de MHPG y de otros metabolitos urinarios de la noradrenalina en humanos se correlacionan de forma directa con las puntuaciones en las escalas de extroversión correlacionan significativamente con (13). Sin embargo, otros estudios encontraron datos en sentido contrario (14). La actividad Monoaminooxidasa plaquetaria (MAO) es el parámetro biológico más consistentemente asociado con la búsqueda de sensaciones y la extroversión es. Una dsiminución de la MAO plaquetaria se relaciona con puntuaciones elevadas en estos rasgos y aparece en individuos arriesgados, como los montañeros profesionales o los toreros (15). También los niveles de hormonas sexuales pudieran constituir un nivel superior de regulación del rasgo exploratorio de la personalidad. La tetosterona se relaciona con la extroversión y con las conductas de sociabilidad y de búsqueda de sensaciones, así como con la evitación de la monotonía (16). TABLA 1 - DIMENSIÓN COGNITIVA DE LA PERSONALIDAD Componentes psíquicos Capacidad de atención Capacidad de discriminación entre estímulos Capacidad para la discriminación de los contenidos emocionales de los estímulos Afectación clínica
  • 5. Trastorno esquizoide de la personalidad Trastorno esquizotípico de la personalidad Trastorno límite de la personalidad Trastorno antisocial de la personalidad Alteración biológica Déficit de actividad dopaminérgica frontal Posibilidades terapéuticas Agonistas dopaminérgicos (anfetaminas, metilfenidato) Neurolépticos a dosis bajas (clozapina) TABLA 2 - DIMENSIÓN EXPLORATORIA Componentes psíquicos Extroversión Búsqueda de sensaciones y de situaciones novedosas Búsqueda de riesgo Afectación clínica Trastorno límite de la personalidad Trastorno histriónico de la personalidad Trastorno antisocial de la personalidad Síndrome de hiperactividad y déficit de atención Alteraciones biológicas Disminución del arousal (activación cerebral) Disminución MAO plaquetaria Alteraciones metabolitos de la noradrenalina Posibilidades terapéuticas Inhibidores de la MAO Estimulantes 3. El tono anímico de la personalidad El tono anímico basal deriva en origen de factores endógenos propios. Sobre el tono basal se producen variaciones como consecuencia de los movimientos afectivos del entorno. La acetilcolina (Ach) y la serotonina (5-HT) han sido implicadas en la regulación del tono anímico endógeno. La implicación de la acetilcolina deriva de la observación de la disforia y labilidad emocional que produce la administración de agonistas muscarínicos y de la demostración de una hipersensibilidad colinérgica en los individuos caracterizados por un alto grado de inestabilidad anímica (17). La actividad de serotonina cerebral ha sido relacionada repetidamente con el estado de ánimo y una función disminuida de este neurotransmisor parece estar asociada a estados depresivos y
  • 6. de disforia. La utilización de fármacos potenciadores de la actividad serotoninérgica se ha demostrado como un eficaz estabilizador del ánimo en sujetos con trastornos de personalidad emocionalmente inestables (18). Los pacientes con trastornos de la personalidad emocionalmente inestables presentan respuestas elevadas de hormona de crecimiento a la clonidina, reflejando con ello una hipersensibilidad del receptor adrenérgico (19). La noradrenalina parece mediar las conductas y actitudes de implicación con el ambiente (12) y su mayor o menor activación podría constituir un mecanismo defensivo contra la inestabilidad emocional. De acuerdo a esta teoría, los individuos hiperadrenérgicos, se implicarán intensamente con el entorno, probablemente exagerando sus respuestas emocionales con el objetivo de controlar la conducta de los demás, en un intento de suprimir las condiciones de frustración y/o de separación, y con ello de elevar su ánimo. Esto se correspondería con las actitudes conocidas como manipulativas y histeriformes de los pacientes con trastornos de la personalidad del grupo dramático-emocional (grupo B del DSM-IV). La raíz psicobiológica del trastorno puede ser la razón por la que estos individuos no perciban sus conductas como manipulativas sino como esenciales para el mantenimiento de su estabilidad afectiva. Lo contrario ocurre en los pacientes deprimidos, que se caracterizan por una disminución de su interacción con el entorno y por conductas de aislamiento. Los estudios con pacientes deprimidos sugieren la existencia de anomalías por hipofunción noradrenérgica (20). Por tanto, la inestabilidad afectiva aparente como rasgo de personalidad dependerá de la vulnerabilidad afectiva basal junto a los intentos de evitar la misma mediante la transformación del entorno 4. La dimensión impulsiva El grado de control sobre la acción conductual determina una dimensión de la personalidad que parece tener un marcado componente biológico. Los pacientes con una alta impulsividad se caracterizan por el paso rápido a la acción y suelen padecer una dificultad para el aprendizaje de los efectos negativos de sus acciones. Los trastornos de personalidad del grupo II (dramático/emotivo) presentan características impulsivas que pueden manifestarse como intentos de suicidio, accesos de ira y abuso de sustancias. La impulsividad se expresa en el trastorno histriónico en forma de expresiones exageradas emocionales, mientras que en el caso del trastorno narcisista se manifiesta en la ira producida en respuesta al rechazo crítico. Los estudios genéticos han demostrado que existe una herencia genética del rasgo impulsividad mucho mayor que la herencia global del trastorno como tal, bien sea el límite o el antisocial. La dimensión impulsividad tienen fundamentos biológicos demostrados recientemente. Ya desde hace años se conocía la existencia de una mayor frecuencia de ondas lentas en el EEG y de una reducción de la latencia de respuesta en los potenciales evocados (21), fenómenos que indican en su conjunto un déficit de la elaboración cortical de las respuestas. El sistema serotonérgico parece estar implicado en los fenómenos impulsivos, según han demostrado algunos estudios preclínicos. Las lesiones de las vías serotonérgicas producen una disminución de la capacidad de reprimir conductas castigadas (22).
  • 7. En el ámbito clínico el déficit serotonérgico ha sido consistentemente encontrado en relación con el aumento de la impulsividad. El metabolito principal de la serotonina, el 5-HIIA, se ha encontrado reducido en el LCR de los pacientes con intentos de suicidio y en pacientes con conductas agresivas (23). Estudios recientes han encontrado una inhibición de la respuesta de prolactina a diferentes agonistas serotoninérgicos en pacientes con trastorno límite de la personalidad (24) y parece existir un efecto beneficioso de algunos fármacos proserotonérgicos, como la fluoxetina o el litio en el tratamiento de las conductas agresivas y violentas (25). El sistema noradrenérgico pudiera jugar algún papel en los mecanismos biológicos de la impulsividad. El sistema noradrenérgico, al estar relacionado con las conductas de interacción con el entorno (12), parece mediar la expresión de la heteroagresividad (6). De esta forma, si la actividad noradrenérgica se encuentra disminuida además de la serotonérgica, sólo se expresaría la autoagresividad, como ocurre en los pacientes depresivos, en los que se dan estas condiciones (6). TABLA 3 - DIMENSIÓN ANÍMICA Componentes psíquicos Tono anímico basal (disforia/calma) Sensibilidad a la separación/frustración Conductas de evitación/reparación de la frustración Afectación clínica Trastorno límite de la personalidad Trastorno histriónico de la personalidad Alteraciones biológicas Hiperactividad colinérgica Hiperactividad noradrenérgica Hipoactividad serotoninérgica Posibilidades terapéuticas Antidepresivos tricíclicos Inhibidores de la recaptación de serotonina Betabloqueantes Anticolinérgicos TABLA 4 - DIMENSIÓN IMPULSIVA Componentes psíquicos Control de la acción conductual Afectación clínica Trastorno límite de la personalidad
  • 8. Trastorno histriónico de la personalidad Trastorno antisocial de la personalidad Trastorno explosivo intermitente Otros trastornos del control de los impulsos Alteración biológica Hipoactividad serotoninérgica Alteraciones epileptiformes Hiperactividad dopaminérgica subcortical Posibilidades terapéuticas Inhibidores de la recaptación de serotonina Antiepilépticos Neurolépticos 5. El eje ansioso/temeroso La dimensión de la personalidad relacionada con la capacidad para detectar el peligro parece estar determinada por los sistemas que regulan las conductas de inhibición y evitación en respuesta al peligro. La evitación del peligro o amenaza puede manifestarse en forma de conductas abiertamente evitativas, como conductas sumiso-dependientes o como actitudes de contención y control excesivas. En todos estos casos, la conducta habrá sido inducida por la necesidad de manejar un sentimiento de ansiedad persistente ante una vivencia continuada de amenaza. Existen datos que evidencian la implicación de factores biológicos en la fisiopatología de los trastornos de la personalidad ansiosos. Los individuos ansiosos se caracterizan por altos niveles de activación ("arousal") a nivel cortical y autonómico y elevados umbrales para la sedación (7), lo que confirma la existencia de un estado de hiperexcitabilidad o hiperrespuesta en el individuo ansioso. La fisiopatología del rasgo ansioso de la personalidad parece encontrarse en una disregulación de los mecanismos de la respuesta al estrés. Estas alteraciones podrían incluir una disminución en la actividad global del sistema GABA y/o una hiperactividad del sistema regulador del CRH (corticotropin releasing hormone). En cuanto a los neurotransmisores, algunos hallazgos sugieren que los individuos ansiosos pudieran presentar una hiperactivación de los receptores serotoninérgicos postsinápticos. Curiosamente, las benzodiacepinas potencian la acción del GABA a la vez que reducen la actividad tanto del CRH como de las neuronas serotonérgicas del tronco del encéfalo (26). TABLA 5 - DIMENSIÓN ANSIOSO-TEMEROSA Componentes psíquicos Sensibilidad al peligro y a la amenaza Evitación del peligro Afectación clínica Trastorno de la personalidad por evitación Trastorno de la personalidad por dependencia
  • 9. Trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad Alteración biológica Hiperactividad receptor serotoninérgico postsináptico Posibilidades terapéuticas Inhibidores de la recaptación de serotonina Antagonistas receptor 5-HT2 Benzodiacepinas Conclusiones Los hallazgos biológicos definen rasgos o dimensiones de la personalidad frente a la clasificación categorial tipológica. La impulsividad, el mantenimiento del tono anímico, el miedo y sus derivaciones, la percepción e interpretación autorreferencial del entorno y la actitud exploratoria pudieran estar enraizadas en sistemas biológicos funcionales. Esta perspectiva pude permitir el acercamiento a los trastornos de la personalidad con una actitud más fisiopatológica encaminada a la reparación de las posibles alteraciones en dichos sistemas que subyacen a las anomalías de la personalidad. Desde el punto de vista biologicista, las clasificaciones actuales de los trastornos de la personalidad son escasamente validables al no poderse encontrar, y ni siquiera proponer, un sustrato biológico identificable para cada una de las categorías. Más aún, los datos indican que probablemente no exista un fenómeno patológico (psico y biológico) único para cada una de dichas categorías (27). REFERENCIAS 1. Cleckley H. The mask of sanity. London: Henry Kimpton; 1941. 2. Spitzer RL, Forman JB, Nee J. DSM III field trials: I. Interrater diagnostic validity. Am J Psychiatry 1979;136:815-7. 3. Eysenck HJ, editor. A model for personality, New York: Springer-Verlag; 1981. 4. Loehlin JC. Are personality traits differentially heritable? Behav Genet 1982;12:417-28. 5. Cloninger CR, Svrakic DM, Przybeck TR. A psychobiological model of temperament and character. Arch Gen Psychiatry 1993;50:975-90. 6. Siever LJ, Davis KL. A psychobiological perspective on the personality disorders. Am J Psychiatry 1991;148:1647-58. 7. Gray JA. The neuropsychology of anxiety. New York: Oxford University Press Inc; 1982. 8. Siever LJ, Kalus O, Keefe R. The boundaries of schizophrenia. Psychiatr Clinic North Am 1993;16:217-44. 9. Schulz, Cornelius J, Schulz PM, Soloff PH. The amphetamine test in patients with borderline disorder. Am J Psychiatry 1988;145:809-14.
  • 10. 10. Hare RD, Jutai JW. Psychopathy and cerebral assimmetry in semantic processing. Pers Individ Differ 1988;9:329-37. 11. Wise RA. Action of drugs of abuse on brain reward systems. Pharmacol Biochem Behav 1980;13:213-23. 12. Lvine ES, Litto WJ, Jacobs BL. Activity of cat locus ceruleus noradrenergic neurons during the defense reaction. Brain Res 1990;531:189-95. 13. Roy A, Dejong J, Linnoila M. Extraversion in pathological gamblers correlates with indexes of noradrenergic function. Arch Gen Psychiatry 1989;46:679-81. 14. Ballenger JC, Post RM, Jimerson DC, Lake CR, Murphy DL, Zuckerman M et al. Biochemical correlates of personality in normals. Pers Individ Differ 1983;4:615-25. 15. Carrasco JL, Saiz J, César J, López-Ibor JJ. Monoaminooxidasa plaquetaria reducida en buscadores de sensaciones: un estudio con toreros y desactivadores de explosivos. Psiquiatr Biol 1994;1(1):13-8. 16. Daitzman RJ, Zuckerman M. Personality, disinhibitory sensation seeking and gonadal hormones. Pers Individ Differ 1980;1:103-10. 17. Akiskal HS, Yerevarian BI, Davis GC, King D, Lemmi H. The nosologic status of borderline personality: clinical and polysomnographic study. Am J Psychiatry 1985;142:192-8. 18. Gasto C, Vallejo J. Biología de los trastornos afectivos. En: Vallejo J, Gastó C, editores. Trastornos Afectivos: Ansiedad y Depresión. Barcelona: Salvat; 1990. p.311-49. 19. Coccaro EF, Lawrence T, Trestman RL. Growth hormone response to intravenous clonidine challenge correlate with behavioral irritability in psychiatric patients and in healthy volunteers. Psychiatr Res 1991;39:129- 39. 20. Siever LJ. The role of noradrenergic mechanisms in the etiology of affective disorders. En: Meltzer HY, editor. Psychopharmacology: the thrid Generation of Progress. New York: Raven Press; 1987. 21. Claridge G. Origins of mental illness. New York: Blackwell; 1985. 22. Soubrie P. Reconciling the role of central serotonin neurons in human and animal behavior. Behav Brain Sci 1986;9:319-64. 23. Linnoila M, Virkunnen M, Scheinin M, Nuutila A, Rimon R, Goodwin FK. Low cerebrospinal fluid 5-hydroxyindoleacetic acid concentration differentiates impulsive from nonimpulsive violent behavior. Life Sci 1983;33:2609-14. 24. Coccaro EF, Siever LJ, Klar HM, Maurer G, Cochrane K, Cooper TB et al. Serotonergic studies in patients with affective and personality disorders: correlates with suicidal and impulsive agressive behavior. Arch Gen Psychiatry 1990;46:587-99. 25. Norden MJ. Fluoxetine in borderline personality disorder. Prog Neuropharmacol Biol Psychiatry 1989;13:885-93. 26. Price LH, Goddard AW, Barr LC, Goodman WK. Pharmacological challenges in anxiety disorders. En: Bloom FE, Kupfer DJ, editores. Psychopharmacology: The forth generation of Progress. New York: Raven
  • 11. Press; 1994. p. 1311-24. 27. Carrasco JL. Trastornos de la personalidad. En: Libro del año, Psiquiatría. Madrid: Saned; 1993. p. 39-66. Referencia a este artículo según el estilo Vancouver: Carrasco JL, Díaz M. Psicobiología de los trastornos de la personalidad. Psiquiatría.COM [revista electrónica] 1997 Septiembre [citado 1 Oct 1997];1(3):[21 screens]. Disponible en: URL: http://www.psiquiatria.com/psiquiatria/vol1num3/art_6.htm NOTA: la fecha de la cita [citado...] será la del día que se haya visualizado este artículo. info@psiquiatria.com Sumario Principio de página Página principal © INTERSALUD, 1997. Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida sin la autorización por escrito del titular del copyright.