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La constitución del concepto freudiano de psicosis
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La constitución del concepto freudiano de psicosis
Para situar las condiciones bajo las cuales Freud pudo encontrar el problema clínico de las psicosis.
A. Posición del problema antes de Freud
1- Laplanche y Pontalis considera que hacia 1895-1900 Freud “encuentra en la cultura psiquiátrica de la
lengua alemana una distinción muy nítida desde el punto de vista clínico entre la psicosis y la neurosis”
esto es erróneo ya que ambos términos existen desde hace largo tiempo, sino de empleo corriente pero
no son un par de opuestos, ya que provienen de planos conceptuales diferentes, perpendiculares el uno
con el otro.
El término psicosis significa enfermedad mental, afección psiquiátrica: sustituye como concepto técnico al
viejo termino de locura.
Recubre tanto problemas mentales de origen orgánico (psicosis paralitica, como para afecciones funcionales,
los delirios ppiamente dichos, alteraciones mentales limitadas y controladas que hoy llamaríamos neurosis.
El término neurosis designa un concepto etiológico y nosológico: afecciones funcionales del sistema
nervioso, donde las perturbaciones no reposan sobre ninguna lesión orgánica detectable.
La psicosis sin base orgánica objetivable que no se basan en una lesión cerebral o en un proceso toxico-
infeccioso, tienden a ser consideradas como neurosis bajo una doble perspectiva. Primero., como afecciones
autónomas, las neurosis de la zona del SN que corresponde a los procesos jerárquicos mas elevados, al
psiquismo: son las psiconeurosis, enfermedades mentales funcionales a veces llamadas “psicosis ppiamente
dichas”. Luego, también las manifestaciones particulares extendidas a las funciones nerviosas superiores,
mentales, las grandes neurosis generalizadas como la epilepsia, histeria o neurastenia, cuyos síntomas
cubren el conjunto de las funciones nerviosas. En la nosología alemana, como la de Krafft-Ebing, se
distingue: las perturbaciones caracteriales y afectivas de las neurosis (psiconeurosis); los accidentes
mentales que forman directamente parte de la neurosis, como las crisis psíquicas y los estados segundos
histéricos, las psicosis que nacen sobre el terreno de la neurosis pero que solo difieren de las otras psicosis
autónomas en algunos detalles.
La oposición neurosis- psicosis, el concepto de psicosis, es freudiano. Janet no tardar a en considerar la
melancolía, la manía, los delirios crónicos y la esquizofrenia, como neurosis en el mismo sentido
etiopatologico que le da ese término.
2- La clínica psiquiátrica de mediados del XIX sufre una mutación. La primera clínica que funda Pinel y hace
autónoma la dimensión clínica metodológicamente separada de las hipótesis etiopatogenicas
consideraba a la locura como un genero unitario, homogéneo, en el interior del cual las especies se
separaban como cuadros sincrónicos, síndromes cuyo concepto se agrupa alrededor de la manifestación
más central. De Pinel a Baillarger opone los estados de depresión (lipomania), los estados delirantes
(monomanía), los estados estuporosos (estupidez), los estados de incoherencia (demencia), los actos
impulsivos (locura o monomanía instintiva). Su etiología es inesperada y pensadas como enfermedades
en el sentido moderno, anatomo-clinico inaugurado por Bichat.
La idiotez representa un estado cuya patogenia y evolución están determinadas, y que se distingue
clínicamente del resto. Desde 1822 el descubrimiento fortuito de la parálisis general por Bayle, prepara
el trastorno conceptual metodológico que encontrará su teórico en Falret. En la clínica sincrónica de
Pinel, la parálisis general se distingue como entidad patológica que despliega un ciclo diacrónico una
secuencia de estados mórbidos que recubren el conjunto de síndromes pinealianos. El diagnostico se
basa en pequeños signos secundarios en apariencia, pero que son esenciales que lo especifican y
diferencian de todo otro cuadro parecido: monomanía, manía, demencia, de la parálisis general. Esa
“primera forma natural” presenta una patogenia particular y típica: meningo-encefalitis que le es
específica (Falret).
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Pasaran 30 años para esta revolución conceptual, la locura ya no es más un genero, sino una clase de
enfermedades yuxtapuestas las unas a las otras en una clasificación-nomenclatura. Una serie de
perturbaciones que desde hacia tiempo tendían a aislarse como “vesanías sintomáticas” de las “vesanías
puras”, de la locura ppiamente dicha pueden responder a esta nueva óptica: perturbaciones mentales
del alcoholismo, enfermedades infecciosas y lesiones cerebrales, locura epiléptica. Falret y sus discípulos
comenzaron a describir otras nuevas: locura circular, delirio de persecución con evolución progresiva,
perseguidores-perseguidos (futuro delirio de reivindicación) y locura de duda con delirio del tacto
(neurosis obsesiva).
Morel<. A etiología (la patogenia más exacto) la que le parece construir el gran ppio que caracteriza las
nuevas “formas naturales”. Para enfermedades mentales sin causa orgánica que Baillarger reagrupaba
en vesanias puras, propone un ppio de comprensión y de clasificación: el estudio del terreno, la
predisposición, comprendida como degeneración más o menos hereditaria.
Así se sientan las bases de la segunda clínica psiquiátrica, “clínica de enfermedades mentales”. La noción
de entidades clínico-evolutivas despliega una secuencia de cuadros clínicos en un ciclo típico, la
oposición entre perturbaciones mentales adquiridas, de causa patológica especifica, y las perturbaciones
mentales constitucionales, que se arraigan en la predisposición de una personalidad defectuosa, apta
para delirar en situaciones vitales dadas. A partir de los 1880 la discusión se refiere más bien al
reagrupamiento y la clasificación de las entidades así aisladas. Las locuras degenerativas de Magnan
reagrupan formas clínicas un poco dispares, pero dotadas de individualidad clínica y evolutiva; lo mismo
para delirios sistematizados de Séglas. Los autores alemanes prekraepelianos influenciados por Morel
retoman sus concepciones doctrinales con su clínica más próxima a Griegsinger, de esquirol, y siguen
describiendo síndromes de Baillarger. Fundador de la clínica alemana, W. Griegsinger es una fase
intermedia, bisagra y conceptualmente entre las dos grandes fases de la evolución de la clínica
psiquiátrica del XIX. No concebía a la locura como genero unitario en el interior del cual se distinguen
casos por el juego de comparaciones y oposiciones, sino como un gran ciclo, un proceso en el cual cada
caso es una etapa de degradación progresiva del espíritu que representa la enfermedad mental,
“psicosis única”. Opone las formas primarias, donde el factor emocional es el factor esencial de la
alteración mental, a las formas secundarias en las que está embotada, integrándose a la personalidad, al
yo del sujeto, que deja debilitado, deformado, incluso disociado. Uno de los primeros en distinguir el
delirio sistematizado aislando las psicosis delirantes de las psicosis afectivas (distinción entre Pinel y
Esquirol).
Kahlbaum y sus notables descripciones de la hebefrenia, la catatonia, heboideofrenia, su concepción
restringida y precisa de la paranoia (delirio sistematizado crónico primitivo sin evolución del cuadro
clínico hacia la demencia) con poco eco. La escuela alemana retoma el concepto de paranoia para
designar el síndrome delirante, la monomanía intelectual de Baillarger, sin tener en cuenta su evolución.
Dice Freud: los clínicos alemanes parten de “interpretar fisiológicamente el estado patológico y el nexo
entre los síntomas al empujar a un segundo plano los puntos de vista fisiológicos, la observación clínica
de los franceses gana autonomía”.
Será Kraepelin quien impondrá el cambio del siglo, la nueva clínica en Alemania, la que Freud conocerá
tardíamente por la escuela de Zúrich. Kraepelin retoma de Kahlbaum el concepto de entidad mórbida
clínico-evolutiva con una patogenia específica. Podrá basarse en el aislamiento clásico de las psicosis
adquiridas con causa somática evidente (estados toxico-infecciosos, demencias orgánicas) y de las
formas “degenerativas”, en las que la predisposición patológica de la personalidad está en primer plano
del trastorno mórbido (oligofrenias, trastornos neuróticos o psicopáticos). Para el resto va a inspirarse
en Kahlbaum para oponer:
Delirios crónicos sistematizados no alucinatorios en los que el cuadro clínico permanece estable,
y la personalidad, afectividad y juicio se mantienen intactos en todo lo que no concierne al
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dominio del delirio. Paranoia queda para la designación de casos concebidos como
constitucionales.
Estados agudos que evolucionan de manera periódica pero que dejan un psiquismo intacto, y en
el que no se distingue un daño profundo de la personalidad en el curso del ataque, psicosis
maniaco-depresiva.
Estados agudos o crónicos que evolucionan hacia una forma particular de deterioración mental
en la que la inteligencia, memoria, orientación temporo-espacial están intactas, se distingue de
un daño profundo, primario con agravación progresiva de la afectividad, de la voluntad y de la
atención, y luego del juicio en el sentido de la indiferencia, apatía y disgregación de la
personalidad.
Este último grupo de “procesos degenerativos” (1893) y luego “procesos demenciales” (1896),
Kraepelin reúne la hebefrenia y catatonia de Kahlbaum en una forma delirante con un mismo
proceso denominada “demencia paranoide”. En 1899 al rebautizar el gripo de la DP, se agrega como
segunda forma paranoide, toda clase de psicosis delirantes alucinatorias (paranoias fantásticas).
3- Sobre esta base se puede examinar algunos empresitos conceptuales esenciales que operan sobre la
clínica alemana se su época. Se pueden agrupar en dos subclases esenciales: conceptos nosológicos y
modelos patogénicos. En el plano nosológico, el concepto central es la Paranoia. Recubre el síndrome
delirante considerado muy globalmente, se trata de una entidad bastante mal delimitada clínicamente,
etiológicamente, y en su evolución. Puede presentarse aguda como crónica, alucinatoria o sin
alucinación, disociativa o dejando intacta la síntesis personal, primitiva o secundaria con una forma
aguda (manía, melancolía, confusión mental), surgir en un terreno predispuesto o ser una enfermedad
adquirida en sujetos de “cerebro sano”. Su delimitación plantea un problema en relación a los dos
grupos clínicos:
Neurosis Obsesiva considerada como paranoia “abortiva”, criticada, puede analizarse como una
invasión de la ccia por neo-formaciones ideicas o alucinatorias
Confusión mental, Meynert incluye en su amentia, en las partes de las forma estuporosa, una
forma delirante que recubre el onirismo como las psicosis delirantes agudas que utilizara Freud.
Freud: la idea de un estado neurótico basal, en el sentido de perturbación funcional difusa del sistema nervioso,
local como central, preexistirá a la eclosión por la acción de diversas causas, perturbaciones mentales
constitucionales en los que ninguna patogenia orgánica es objetivable o verosímil. La epilepsia como la histeria
sirven como modelos de una concepción más amplia. Retomara lo esencial en su oposición neurosis actuales-
neuropsicosis. Es corriente considerar los síntomas fóbicos-obsesivos como injertos de neurastenia, síndrome de
“debilitamiento irritable” del SN, o establecer un lazo entre la hipocondría-neurosis y paranoia.
Freud está muy influenciado por la idea de que las manifestaciones psicopatológicas se repartan en dos grupos
distintos, el primero (formas primarias) e del proceso mórbido y testimonio de la invasión que padece una
personalidad que lucha todavía contra fenómenos sintomáticos; el segundo(formas secundarias) resultado de una
adaptación terminal al nuevo mundo y al nuevo yo que creó la enfermedad: el trabajo de compromiso, de la
asimilación de elementos delirantes, de la sumisión del proceso mórbido y de la desintegración final de la
personalidad.