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Rev. sci. tech. Off. int. Epiz., 1985, 4 (1), 89-109.
Las más importantes enfermedades genitales
de los bovinos (profilaxis, tratamiento,
higiene de la recogida del esperma)*
M. PAREZ**
Resumen : Esta ponencia presenta para cada una de las enfermedades bovinas
infecciosas (bacterianas, parasitarias, víricas) transmisibles por el coito y/o
por el semen, los aspectos más importantes en relación con sus consecuencias
patológicas y sus diagnósticos. Se contemplan las medidas de profilaxis sus-
ceptibles de mayor eficacia.
Mientras que la brucelosis, la campilobacteriosis y la tricomoniasis se con-
sideran en general bien controladas (aunque algunos focos esporádicos pueden
observarse), se discuten las dificultades de cada uno de los diagnósticos.
Se señala la dificultad de controlar IPV-IBR.
La existencia esporádica de los trastornos debidos a las clamidiosis y a las
micoplasmosis, es necesario que no sea olvidada.
Se contempla el riesgo sanitario que entraña la transferencia embrionaria.
Se discute la contaminación del semen con microorganismos ocasional-
mente patógenos y se proponen las medidas higiénicas que permitan producir
semen con riesgo sanitario controlado.
PALABRAS CLAVES : Bovinos - Europa - Fecundidad - Enfermedades
genitales - Profilaxis - Inseminación artificial -
Transferencia de embriones.
I N T R O D U C C I Ó N
Los resultados de la reproducción juegan un papel fundamental en la rentabili-
dad de los rebaños bovinos y lo esencial de la pérdida económica, consecuencia de
la infecundidad o de la subfecundidad, está representada por el alargamiento del
intervalo entre partos.
Muy numerosos trabajos han sido consagrados al estudio de los parámetros sus-
ceptibles de modificar la fecundidad (alimentación, manejo del rebaño, vigilancia
veterinaria, etc.) y de intervenir finalmente sobre la tasa media de eliminación por
infecundidad. Esta tasa media está habitualmente comprendida entre el 3% y el 7%
(Rollinson, 1955; Withers y col., 1959; Boyd y col., 1961), asociada a tasas de un
* Ponencia de síntesis sobre el tema II de la 11a
Conferencia de la Comisión regional de la O.I.E.
para Europa. Viena, 25-28 de septiembre de 1984. Traducción de la ponencia original titulada : « Les
plus importantes maladies génitales des bovins (prophylaxie, traitement, hygiène de la recolte du
sperme) ».
** Doctor Veterinario, 7, rue de Planoy, Voinsles, 77540 Rozay-en-Brie (Francia).
— 90 —
1% a un 5% de abortos. Según Erb y col. (1980), una revisión de 2.960 lactaciones
referente a la incidencia de la infecundidad relativa y a las enfermedades de la
reproducción, sugiere que del 10 al 30% de todas las lactaciones están afectadas por
estos trastornos, ocasionando anualmente la eliminación del 397o al 6% del rebaño
lechero.
De manera semejante a otros numerosos informes, este trabajo (y aquellos que
le complementan en 1981), reagrupa los trastornos según sus manifestaciones clíni-
cas (quistes ováricos, metritis, distocias, retenciones placentarias, abortos...) y no
según los agentes patógenos causantes de estos trastornos. Bretzlaff y col. (1982)
estudiando la incidencia de los problemas de reproducción en el post-partum esta-
blecieron la lista de gérmenes observados de estas ocasiones. Pero la lista no con-
cierne más que a los gérmenes clásicos, ocasionalmente patógenos (E. coli, Strepto-
coccus sp., Corynebacterium sp., etc.), sin indicación de la intervención de los
gérmenes específicos concernientes a lo que se ha convenido en llamar las grandes
enfermedades de la reproducción.
Martinez (1983) estudiando durante dos años la reproducción en dos grandes
rebaños que él seguía mediante visitas semanales, constata que los trastornos de la
reproducción afectan al 80% de los animales, que la metritis post-partum tiene una
frecuencia del 30% al 47% relacionada además al anoestrus verdadero, y que son
los trastornos post inseminación artificial (IA) (anoestrus post IA y « repeat-
breeding ») los que son responsables en primer lugar de los malos rendimientos de
la reproducción. La retención placentaria, la distocia, los trastornos ováricos, par-
ticipan también grandemente a esta reducción de la fertilidad.
Estas situaciones podrían conducir a pensar que las grandes enfermedades de la
reproducción no juegan ningún papel y se sabe en efecto que para las principales de
entre ellas, la erradicación o al menos el control (vacunación sistemática, sacrificio,
medidas de policía sanitaria) han permitido reducir la intervención sistemática.
Para las otras, su carácter ocasional no tiene incidencias económicas graves a nivel
de los focos limitados que ellas provocan.
La desaparición (o la disminución de frecuencia) de los grandes azotes de la
reproducción ha supuesto una mejora de la fertilidad. Pero esta mejora se encuen-
tra compensada en un plan general por la prevalencia que han tomado los factores
higiénicos banales (gérmenes corrientemente no específicos) y los factores de
manejo del rebaño (vigilancia, sobrepoblación, aumento de la productividad...) en
la génesis de los trastornos de la reproducción (Uwland, 1984). Estos factores son,
ellos mismos, por una parte, responsables del agravamiento y del incremento de
frecuencia de algunas enfermedades generales a efectos de la reproducción, más
marcadas ahora que anteriormente.
Si se admite actualmente que la responsabilidad de los trastornos de la repro-
ducción resulta ahora más de un desequilibrio (o de una inadecuación) de los facto-
res fisiológicos relacionados con el manejo del rebaño que de factores infecciosos
sensu stricto, no debe desconocerse que estos desequilibrios permiten el estableci-
miento de cepas microbianas con virulencia nueva (metritis por Pseudomonas aeru-
ginosa) y pueden favorecer la eclosión de epizootias a partir de gérmenes patógenos
momentáneamente solamente esporádicos (IBR/IPV, Clamidias).
Ya no tiene valor la separación en enfermedades de transmisión venérea y otras
enfermedades de la reproducción : algunas enfermedades del aparato reproductor
sólo son transmitidas ocasionalmente por el acto sexual (brucelosis), y una mayoría
— 91 —
de hembras no pueden ser infectadas ya por el coito, puesto que muy a menudo es
sustituido éste por la inseminación artificial. Así, pues, conviene conceder ahora
especial importancia a las enfermedades transmisibles por el esperma.
Después de un recordatorio de los rasgos más marcados de cada una de estas
enfermedades específicas en el macho y en la hembra, se examinarán las incidencias
de la polución del esperma con gérmenes ocasionalmente patógenos o no. El riesgo
sanitario representado por la transferencia embrionaria será estudiado y, final-
mente, se abordarán los aspectos de la producción de un « esperma con riesgo sani-
tario controlado ».
L A B R U C E L O S I S
Esta enfermedad ha sido generalmente objeto de programas de erradicación que
manifiestan sus frutos en la mayoría de los países. Así es por ejemplo, en Dina-
marca, Gran Bretaña, Países Bajos, Rumania que han sido declaradas indemnes.
Para otros países la tasa de infección de los animales es inferior al 0,5% y las tasas
de infección de los rebaños inferiores al 3 % . Finalmente, en Europa, las reglamen-
taciones imponen generalmente que los Centros de inseminación artificial (CIA) no
admitan en sus efectivos más que reproductores que hayan respondido negativa-
mente a las pruebas serológicas de la sero-aglutinación (SA) y/o a la fijación del
complemento (FC). Deben igualmente provenir de ganaderías oficialmente indem-
nes o indemnes de la enfermedad.
Las medidas adoptadas para hacer la profilaxis de la brucelosis hacen que,
actualmente, no represente un papel importante entre las enfermedades de la repro-
ducción. La detección de la afección, bien planteada en sus líneas generales, es efi-
caz. Por lo tanto, conviene señalar que en Gran Bretaña (Bell, 1984) y en Francia
(Parez, 1981) han sido observadas las reacciones « no específicas » a la prueba de
sero-aglutinación entre los toros de Centros de inseminación artificial. Estas reac-
ciones conducen a tasas superiores a las 30 UI e inferiores a 80 UI en SA, pero con
resultados negativos en FC. Aparecen esporádicamente sobre toros aislados desde
más o menos tiempo en los CIA (1, 2, 3 años, a veces más) y desaparecen en un
plazo de 1 a 6-8 meses. Parece que estas observaciones no se han hecho en los países
en los que la erradicación de la brucelosis se ha realizado desde hace varias genera-
ciones de bovinos (Dinamarca, Suecia). Convendría estudiar muy exactamente la
historia sanitaria de las madres de los animales para saber que no se trata de anima-
les nacidos de hembras vacunadas o contaminadas jóvenes. Bell (1984) señala que
la causa debería ser investigada del lado de una anomalía del equipo inmunitario
especialmente en IgM.
Las suero-reacciones positivas a continuación de una vacunación contra la fie-
bre aftosa con un material contaminado con la vacuna B19 han sido señaladas
igualmente.
L A C A M P I L O B A C T E R I O S I S
Es probablemente el tipo mismo de la infección venérea con incidencia sobre la
fecundidad del rebaño, ya que lo más corrientemente se traduce por la infecundi-
dad del establo, la infecundidad enzoótica. Ha sido encontrada en el conjunto de
— 92 —
Europa y en América del Norte. Se presenta actualmente esporádicamente en
Rumania, Checoslovaquia, Países Bajos, Francia, Chipre y Gran Bretaña.
Diferentes especies y subespecies de Campylobacter se han diferenciado actual-
mente a partir de sus serotipos y de sus caracteres culturales y bioquímicos. Estos
son : C. fetus venerealis, C. fetus fetus serotipo A, C. fetus fetus serotipo B, C.
fetus sputorum bubulus.
La incidencia y el papel de estas diferentes especies y subespecies pueden variar
de un país a otro o de una región a otra. Bell (1984) señaló que en Gran Bretaña el
C. fetus subsp. venerealis es el causante de la clásica infecundidad de los rebaños,
mientras que el C. fetus subsp. fetus está asociado a los abortos esporádicos pero
puede, en algunas regiones, encontrarse relacionado con los problemas de la infe-
cundidad del rebaño. Polak y Rysanek (1984) observaron en Checoslovaquia el C.
fetus fetus en rebaños importados.
Vanderlasche (1982) esquematiza la incidencia de las diferentes cepas de la
forma siguiente :
— infecundidad : 90% causadas por C. fetus venerealis A, 10% causadas por
C. fetus fetus B, excepcionalmente C. fetus fetus A;
— abortos solamente : C. fetus fetus A y B.
C. sputorum bubulus es un gérmen considerado como saprofito que ha sido ais-
lado de las secreciones vaginales y prepuciales, del esperma, del feto, de las placen-
tas, y cuya presencia puede ocasionar ciertas dificultades para la precisión del dia-
gnóstico etiológico.
La infección por Campylobacter hace aparecer en los animales convalecientes
las aglutininas séricas del tipo O, termoestables, pertenecientes a las tres clases IgG,
IgM e IgA, mientras que las aglutininas locales son termoestables y termolábiles,
pertenecientes a la clase IgA. No obstante, las hembras que no hayan estado en
contacto con la enfermedad pueden desarrollar en su suero los anticuerpos agluti-
nantes de tipo O como secuela de su « infección » por el biotipo intestinalis o por la
subespecie C. sputorum bubulus.
El carácter insidioso de la infección en el macho, en el que es generalmente ina-
parente, sin lesiones, sin síntomas, sin modificación de la calidad del esperma que el
Campylobacter puede contaminar, asociado a la labilidad del gérmen fuera del
organismo vivo (destruido rápidamente por la luz, destruido en 5 minutos a 58°C),
hacen difícil su detección. La transmisión se hace casi exclusivamente por el coito o
por el esperma (se han señalado contaminaciones de macho a macho por cohabita-
ción muy estrecha). Es evidente que el diagnóstico clínico basado en la sintomato-
logía del rebaño (alargamiento de los ciclos estrales, vueltas en calores repetidas,
aumento del índice coital, alargamiento del intervalo parto-fecundación, aumento
de los abortos entre el 3 o
y el 8 o
mes) es imposible. Por otra parte, en las crianzas
extensivas y en los rebaños de vacas lactantes, la enfermedad estará tanto mejor
establecida cuanto que el diagnóstico se hará más tardíamente que en los rebaños
lecheros. Solamente en el 25% de las vacas el gérmen quedará localizado a nivel
vaginal (dejando la posibilidad de una gestación normal). Lo más corrientemente,
el gérmen emigra en las vías genitales, invade el cuerpo del útero, y afecta a los
cuernos uterinos una semana a diez días después de la contaminación vaginal. En el
15% al 20% de los casos aproximadamente éste alcanzará los oviductos produ-
ciendo una salpingitis.
— 93 —
Se habla de enfermedad de « autolimitación » queriendo dar a entender que los
animales « se autocuran ». De hecho, hay allí una elevación diferencial de las clases
de anticuerpos : las IgA se desarrollan y persisten durante unos 10 meses al nivel del
segmento cervicovaginal mientras que las IgG predominan a nivel uterino. Estos
mecanismos pueden prevenir la reinfección de la hembra, pero no significan que la
hembra respectiva no elimine más el Campylobacter.
El diagnóstico se basa sobre la investigación del microorganismo por examen
microscópico directo, cultivo e identificación.
Las técnicas y el material necesario han sido detallados en una norma estable-
cida en marzo de 1984 por la Comisión de Normas de la O.I.E. presentada a la
Sesión General del 21-25 de mayo de 1984.
La toma de muestras que sirve para el examen es más generalmente el lavado
prepucial (caldo, solución fisiológica, etc.). Tedesco y col. (1977) han comparado
tres métodos de toma de muestras en los toros y constatado que el método del
« scraping », ya propuesto por Sutka y col. (1969) para la investigación de la trico-
moniasis, daba los resultados más constantes y más precisos. El empleo de este pro-
cedimiento de muestreo por raspado de la mucosa del saco prepucial con un vas-
tago ranurado (metálico o de plástico) ha dado excelentes resultados (Guérin,
1984). Su empleo no puede no obstante ser generalizado en los servicios que tengan
efectivos importantes a controlar mientras que no se proponga el uso de un material
de empleo único.
Clark y col. (1978) detallan la técnica de la puesta en evidencia del Campylobac-
ter en los toros.
La técnica de inmunofluorescencia, aplicada directamente a la muestra o des-
pués de ser puesta en cultivo, permite obtener resultados precisos, fiables y específi-
cos. Su empleo debería generalizarse teniendo en cuenta la fácil respuesta que ella
facilita al tratamiento de las muestras sucias y/o conteniendo pocos Campylobacter
más allá de la duración de la vida de este gérmen en las muestras.
La correcta conservación de las muestras a enviar al laboratorio plantea efecti-
vamente un problema serio. La supervivencia del Campylobacter en esta muestra es
inferior a 6 horas. En consecuencia, para asegurar la fiabilidad de los resultados de
la puesta en cultivo, es necesario hacer el examen y el cultivo en el establo, o bien
utilizar un medio conservador y de enriquecimiento para realizar el examen en dife-
rido. En Francia, el Laboratorio de Control de Reproductores utiliza un medio de
conservación SBL derivado del medio propuesto por Gastrin y col. (1968). Otros
medios (sólidos, para muestreo sobre escobillones, o líquidos) han sido también
propuestos (Clark y col., 1978), bien sea para la conservación, bien sea para la con-
servación y enriquecimiento de las muestras (Bell, 1984). Esta forma de proceder
permite tener, después de 48 horas, un 9 5 % de supervivencia de gérmenes con lími-
tes útiles de 6 a 7 días. La polución de la muestra puede influenciar esta duración.
En cultivo puro, el Campylobacter se conserva en estos medios alrededor de
3 semanas. Los medios de conservación y/o de enriquecimiento deben contener los
antibióticos que limitarán la contaminación (bacitracina, polimixina, novobiocina,
cicloheximida, por ejemplo).
Las condiciones de cultivo a 37°C influyen igualmente ampliamente sobre el
resultado. Cultivadas en atmósfera controlada (87% de nitrógeno, 5% de oxigeno,
8% de C 0 2 ) sobre medio al thiol adicionado de una mezcla de antibióticos para
— 94 —
limitar el desarrollo de los contaminantes, las muestras se observarán después de
48 horas, 3, 4, 5 y 6 días de cultivo. Es generalmente al 4 o
día cuando se desarrollan
mejor las colonias observables.
Las pruebas de muco y/o de sero-aglutinación son métodos menores en razón
de la inconstancia de sus resultados, y de la ambigüedad concerniente al origen de
los anticuerpos puestos en evidencia (cepas no patógenas).
El tratamiento clásico basado en el empleo de los antibióticos (estreptomicina,
eritromicina) ha sido puesto en duda por causa de las falsas curaciones que puede
provocar tanto en el macho como en la hembra y las desfavorables consecuencias
que puede tener sobre la producción de semen del toro. La sola vacunación de los
machos afectados de C. fetus fetus no permite una curación segura y definitiva. Por
el contrario, Fischerleitner (1984) muestra que la vacunación contra C. fetus fetus
con « recordatorio » al mes siguiente, combinado con una aplicación prepucial de
antibióticos (fórmula utilizada en el tratamiento de las mamitis) o con la adminis-
tración de antibióticos por vía general intramuscular (estreptomicina) o intravenosa
(eritromicina) conduce a una buena curación bacteriológica de los reproductores,
sin gran alteración de la producción de semen.
El empleo de tales tratamientos necesita siempre el recurso de las pruebas dia-
gnósticas frecuentes y fiables de investigación del gérmen para asegurarse de la total
curación antes de retorno a la actividad reproductora.
El tratamiento de las hembras normalmente no se hace, salvo la vacunación
renovada anualmente. La enfermedad es una autolimitación a nivel individual,
pero con ondas de recrudecimiento en el rebaño. La hembra puede excretar Campy-
lobacter durante dos años después de una infección.
La profilaxis asienta en el aislamiento del rebaño de reproductores, bajo el con-
trol riguroso de los nuevos machos introducidos en los efectivos y sobre la utiliza-
ción de la inseminación artificial con el semen de toros indemnes. Generalmente,
los toros deben estar controlados, antes de su puesta en servicio (deben proceder de
un efectivo reconocido como indemne por la ausencia de trastornos de la reproduc-
ción y los resultados negativos a las pruebas de detección sobre un efectivo repre-
sentativo) y durante su utilización (dos veces por año).
En Gran Bretaña, antes de su puesta en servicio, durante su aislamiento en cua-
rentena, los reproductores son tratados sistemáticamente por lavado prepucial con
un gel oleoso de penicilina-estreptomicina durante tres días consecutivos (Bell, 1984).
La generalización de la IA con la aplicación rigurosa de un plan de vigilancia
técnica y sanitaria ha llevado a la casi erradicación en los países anteriormente con
fuerte contaminación. Esta situación no debe permitir ignorar ciertos accidentes
ocasionalmente observados, como incluso cierta tendencia de recrudecimiento
(puede ser con cepas nuevas) (Bell, 1984). Conviene también tener en cuenta que en
la monta natural un macho vacunado puede ser un vector pasivo si monta a una
hembra contaminada.
L A TRICOMONIASIS
La tricomoniasis estaba considerada, antes de la Segunda Guerra mundial, en
numerosos países, como una causa cierta de la infecundidad infecciosa de los bovi-
— 95 —
nos por endometritis, piometra, aborto precoz, y esterilidad, con transmisión
únicamente venérea.
Actualmente, en algunos países por lo menos (Gran Bretaña, Países Bajos,
Francia, Chipre, Checoslovaquia), la afección ha venido a ser, en el curso de los 10
o 15 últimos años, una rareza clínica y un descubrimiento excepcional en los exáme-
nes de laboratorio. Por el contrario, en otros, sigue siendo una causa seria de infe-
cundidad, particularmente en razas lecheras, en crianzas poco controladas, en zona
de montaña, en regiones de utilización de toros comunales, etc.
La enfermedad ha regresado considerablemente, incluso desaparecido, sobre
todo si la explotación está vigilada, la reproducción controlada sanitariamente y la
inseminación artificial utilizada de forma masiva.
En el macho, el parásito flagelado, Trichomonas foetus, coloniza solamente las
criptas de la mucosa prepucial y peneana sin síntomas clínicos visibles, sin entrañar
la producción de anticuerpos locales y sin desarrollar las aglutininas sanguíneas
específicas.
En la hembra, en alrededor del 2 5 % de los casos de contaminación por la monta
natural, el parásito puede quedar a nivel vaginal sin penetrar en el útero, mientras
que con la IA con un semen contaminado, se desarrolla directamente a nivel ute-
rino. Allí causa la muerte del embrión, bien sea directamente, bien sea como conse-
cuencia de la modificación del endometrio, suponiendo la vuelta en celo. Si el feto
está más desarrollado, habrá aborto o maceración del feto con acúmulo de pus
(piometra) mientras que el cuerpo amarillo permanece en actividad como conse-
cuencia de los trastornos de la mucosa uterina, perturbando la secreción de prosta-
glandina. La secreción de anticuerpos locales, a nivel vaginal, puede permitir el
superar la infección, pero esta secreción es no obstante insuficiente para proteger de
una reinfestación eventual.
El diagnóstico clínico no conduce más que a la sospecha en el rebaño, especial-
mente a partir de la combinación o coincidencia de excesivos retornos en celo,
endometritis, descargas vaginales purulentas, abortos y piometras. Es, lo más cor-
riente, el examen del toro utilizado en la explotación lo que permitirá establecer la
confirmación del diagnóstico por el examen directo del líquido de lavado prepucial
y su puesta en cultivo.
La investigación del parásito en los flujos vaginales purulentos y / o en el estó-
mago del abortón conducirá igualmente a la confirmación del diagnóstico.
Por otra parte, este diagnóstico, aunque es de fácil interpretación, requiere el
empleo de una muestra correctamente recogida (lavado con un masaje vigoroso del
saco prepucial) y examinada muy rápidamente (el trichomonas muere en menos de
6 horas fuera del organismo) a temperatura correcta (37°C), estando el movimiento
del flagelado ampliamente disminuido, incluso suprimido a temperaturas inferio-
res. El recurrir a laboratorios móviles que permiten hacer el examen y el cultivo
« en plaza » confiere una elevada seguridad y una fiabilidad mucho mayor a los
resultados obtenidos.
El diagnóstico serológico o por muco-aglutinación es muy aleatorio teniendo en
cuenta el débil poder inmunogénico del trichomonas (incluso a nivel de los anticuer-
pos locales).
— 96 —
Los tratamientos a base de aplicaciones de pomadas con acriflavina o tripafla-
vina repetidamente en los machos están actualmente superados, relegados y reem-
plazados por el tratamiento general con dimetridazol, administrado oralmente
(50 mg/kg por día) durante 4 a 6 días. Permite obtener la curación de la mayoría de
los machos y/o de las hembras tratadas. En la hembra, la utilización de las prosta-
glandinas luteolíticas constituye un adyuvante terapéutico excelente que permite el
restablecimiento de una ciclicidad normal de la mucosa uterina.
La profilaxis y la erradicación de la tricomoniasis reposan sobre la ruptura de la
contaminación venérea, recurriendo a la inseminación artificial realizada con ani-
males indemnes. Para que les sea reconocido este estado, los toros deben provenir
de rebaños indemnes, incluso ser escogidos por el CIA y puestos en período de cua-
rentena antes de su pubertad. En el curso de su período de cuarentena los toros
deben sufrir 2 ó 3 veces las pruebas de investigación del Trichomonas foetus
mediante lavado prepucial. En el curso de su servicio no deben tener contacto
sexual con las hembras bovinas (recelas) no controladas. Estas condiciones com-
prenden las indicadas para la lucha contra la campilobacteriosis.
En algunos países europeos (Checoslovaquia), los animales eventualmente cono-
cidos como positivos no son tratados, sino eliminados (Polak, 1984) mientras que
en la mayoría de los países en que se utiliza el tratamiento con el dimetridazol, la
reposición en servicio del reproductor no tiene lugar más que después del conoci-
miento de dos o tres resultados negativos a la prueba del lavado prepucial en los
dos meses que siguen al tratamiento. Es evidente que, si un toro aparece como posi-
tivo en los efectivos de un CIA, la totalidad de su producción de semen almacenada
debe eliminarse como « sospecha » hasta la fecha del último resultado negativo
obtenido precedentemente sobre el animal.
La tricomoniasis es en Rumania una enfermedad sujeta a declaración oficial.
Esta declaración supone el tratamiento de los machos y hembras adultas con efica-
cia que se aprecia por los exámenes de laboratorio renovados y reiterados hasta la
extinción del foco. Está prohibida la salida del foco de los toros de más de seis
meses, salvo para el sacrificio. El levantamiento de la prohibición se hace a los tres
meses después de que sea reconocido como indemne el último caso de tricomoniasis
tratado.
EL E X A N T E M A COITAL
Infección viral (Herpesvirus) genital del macho con balanopostitis infecciosa, o
de la hembra con vulvovaginitis pustulosa infecciosa (IPV), conocida desde hace
numerosos decenios, el exantema coital representa el tipo de enfermedad compleja,
desconcertante, evolutiva, dando lugar a controversia y cuya profilaxis por este
hecho es difícil de precisar y establecer.
El virus responsable no es selectivo del aparato genital ya que es idéntico al que
se localiza a nivel del aparato respiratorio (produciendo entonces una rino-tráqueo-
bronquitis infecciosa : IBR), del encéfalo o de la mama. No diferenciables serológi-
camente, estas diferentes cepas no son, no obstante, indiferentemente ubicuitarias
ya que una cepa típicamente IPV no afecta más que al aparato genital y a la mama,
mientras que una cepa IBR puede indiferentemente producir lesiones respiratorias,
genitales, mamarias o/y encefalíticas (Straub, 1978). Los stress de la crianza y las
condiciones de manejo juegan un papel importante en la eclosión de la afección.
— 97 —
Es éste un virus poco resistente, cuya transmisión puede hacerse por vía directa
(respiratoria, venérea, buco-genital) o indirecta (manos del criador, manos del reco-
lector de semen).
La infección puede desarrollarse tanto en el macho como en la hembra sin
signos clínicos evidentes y sin que se observe el cuadro generalmente descrito de
inflamación, granulaciones, vesículas, ulceraciones, que son muy frecuentemente la
consecuencia de la infección por gérmenes no específicos sobreañadidos.
Rápidamente después de la infección (8o
a 10° día) aparecen los anticuerpos
específicos cuya tasa se eleva hasta el día 20 ó 30, para disminuir enseguida, incluso
desaparecer. La observación de la disminución de estas tasas de anticuerpos mues-
tra que ella no se hace regularmente, progresivamente, sino, por el contrario, con
variaciones, incluso con tiempos de remanencia, o con recrudecimientos ocasiona-
les no explicables. Podrá ser necesario esperar de 18 meses a dos años para no
detectar más estos anticuerpos. Por lo tanto, los animales así serológicamente nega-
tivos permanecerán como infectados latentes. Bajo la acción de cualquier stress, la
producción de anticuerpos será reactivada simultáneamente con la excreción del
virus. Nosotros hemos así observado 4 toros volviendo a ser serológicamente positi-
vos en un efectivo totalmente indemne varios meses, incluso varios años, después
de su importacièn y sus respuestas anteriores regularmente negativas. Pero, despus
del tratamiento con la dexamethasona, los ttulos seroneutralizantes de estos ani-
males se han elevado considerablemente (aumento muy significativo) y, simultánea-
mente, aparecía una excreción viral, bien sea de las secreciones nasales (3), bien sea
a la vez en las secreciones nasales y en las secreciones prepuciales (Goffaux, 1984).
La prueba únicamente de la seronegatividad momentánea no traduce pués con
certidumbre la ausencia de contagio posible del animal.
Los trabajos de Bitsch y de Straub han puesto particularmente bien en evidencia
lo aleatorio de esta excreción del virus en el tiempo, y las modificaciones de las
tasas de anticuerpos sanguíneos.
En consecuencia, conviene considerar que un animal contaminado se hace por-
tador latente de por vida, y que un animal que haya reaccionado serológicamente
en un momento de su vida permanece como un animal sospechoso toda su vida
(pero ¿ cómo saber que un animal hoy en día serológicamente negativo era positivo
dos años antes ?).
El diagnóstico se basa esencialmente en :
— la investigación del virus por cultivo de las materias eventualmente contami-
nantes (semen diluido para evitar el efecto citotóxico del esperma, lavado prepucial,
secreciones vaginales, etc.);
— la puesta en evidencia de la acción neutralizante del suero del animal estu-:
diado (seroneutralización) frente al efecto citodestructor de una cepa de virus IPV
cultivada sobre células de riñon de ternero. Debería hacerse un esfuerzo para que
sean normalizadas las condiciones de realización de esta prueba de seroneutraliza-
ción por depender su límite de detección, su sensibilidad y su repetibilidad de las
condiciones de realización de la prueba (dilución del suero, tiempos y temperaturas
de calentamiento del suero, plazo de observación del efecto neutralizante, etc.)
(Bitsch, 1970).
Teniendo en cuenta la muy amplia difusión del virus en el mundo y las conse-
cuencias económicas que ello puede significar por los trastornos que ocasiona, aun-
— 98 —
que, en ciertos países, no sea actualmente encontrado más que esporádicamente
(Yugoslavia, Checoslovaquia, Rumania), las autoridades veterinarias responsables
se preguntan sobre las medidas profilácticas a tomar :
— por algunas (Suiza, Dinamarca, por ejemplo), el sacrificio progresivo de los
animales positivos está decidido;
— por otras (Francia, Gran Bretaña, por ejemplo), teniendo en cuenta que el
virus IPV se elimina y transmite por el esperma, los reproductores de los CIA deben
ser indemnes. Para ello, deben haber sido, en su edad jóven, sometidos a la sero-
neutralización, resultando negativos a esta prueba, y permanecer siéndolo durante
su vida;
— por otras, finalmente (República Federal de Alemania), se utiliza un pro-
grama de vacunación de los reproductores.
En lo que concierne a las hembras, sólo Dinamarca y Suiza parecen actualmente
metidas en un programa de erradicación por el sacrificio. En otras partes, se utiliza
la vacunación bien sea libremente (República Federal de Alemania, Gran Bretaña,
Países Bajos), bien lo sea de forma limitada, controlada (Francia).
Es muy difícil, casi imposible, el proponer un programa común de profilaxis.
La finalidad ideal es ciertamente la erradicación del virus en las estaciones de
crianza, los CIA y en las explotaciones productoras de reproductores. La estrategia
dependerá del grado de contaminación en la región y/o el país. El recurrir a la
vacunación no deberá ser contemplado más que en las zonas de alto riesgo y alto
nivel de contaminación. Los machos no deberían vacunarse más que después de
haber tenido la seguridad de que ellos no eran portadores de virus. Las vacunas no
serán entonces más que vacunas con virus inactivados. Periódicamente la investiga-
ción del virus en el esperma permitirá asegurarse de la inocuidad del semen.
Es cierto que la problemática de una profilaxis en el medio de cría es totalmente
diferente de la que se aplicará en una explotación de engorde de bovinos jóvenes.
En este último caso se investiga esencialmente el evitar las pérdidas económicas,
sabiendo que, in fine, los animales irán al matadero, mientras que en una explota-
ción de cría, no sólo es necesario evitar las pérdidas económicas, sino evitar tam-
bién la extensión de los resultados positivos a la prueba de la seroneutralización (la
vacunación suprime esta posibilidad).
L A S CLAMIDIOSIS
Aunque menos frecuentes entre los bovinos que entre los ovinos, las infecciones
por Chlamydia son susceptibles de provocar en la hembra y en el macho trastornos
de la reproducción cuya frecuencia es señalada más corrientemente parece ser en
Europa desde los años 70 (Polak y col., 1984).
Conocida desde hace mucho tiempo como responsable de un aborto epizoótico
bovino en los Estados Unidos, Chlamydia psittaci está asociada, en Europa, al
aborto normalmente esporádico (entre 3 y 7 meses) debido a una placentitis necró-
tica y un ataque directo del feto, con lesiones hepáticas. Jaskowski (1973) ha des-
crito además, así como Jahn y col. (1972) trastornos de infecundidad con vaginitis y
endometritis.
En el toro la infección supone la balanopostitis, la semino-cistitis y sobre todo la
orquitis las que en numerosas epizootias han sido reconocidas en Europa (Polonia,
— 99 —
Checoslovaquia) y que han sido bien estudiadas por Jaskowski y col. (1980), así
como por Rob y Rozinek (1976). La Chlamydia contamina el esperma de los anima-
les afectados, pero parece que lo hace de forma irregular, intermitente y débil. De
4 animales clínicamente afectados, serológicamente positivos, Guérin (1983) aisló la
C. psittaci solamente una vez entre 8 eyaculados para un toro y una vez de cada 12
para un segundo toro. Simultáneamente, los cultivos realizados a partir de dosis de
semen congelado (134) de 10 toros han dado todos los resultados negativos. Ello
señala la dificultad del aislamiento de la Chlamydia a partir del esperma a conse-
cuencia de la siempre débil contaminación y de la presencia de proteasas que obliga
a diluir el esperma al 1/10 y reduce todavía más las concentraciones en gérmenes
infectantes. A partir del semen diluido y congelado el aislamiento es igualmente
difícil por el hecho de los antibióticos del diluyente, que, a las dosis normalmente
utilizadas, son tóxicos para la Chlamydia.
Las condiciones de la transmisión de macho a macho y de aparición de trastor-
nos están todavía mal precisadas, aunque la vía oral parece frecuente, completada
ocasionalmente por una transmisión indirecta debida a las garrapatas. En efecto, a
pesar del empleo de cepas de Chlamydia aisladas a partir de animales clínicamente
infectados, la reproducción experimental de la enfermedad es difícil y por otra
parte se pueden encontrar Chlamydia en el esperma de toros clínicamente indem-
nes.
La utilización de semen contaminado puede llevar consigo los trastornos en las
hembras inseminadas (infecundidad con vaginitis y endometritis) sin que se pueda
en absoluto en estos momentos precisar las nociones de dosis infectantes o de ter-
reno receptivo.
El diagnóstico es relativamente fácil en el caso de abortos, a partir del examen
bacteriológico del hígado del abortón (impronta y coloración, cultivos sobre huevos
embrionados). Es difícil a partir del esperma en el toro. Spencer y col. (1983), pro-
ponen un medio de transporte que puede ayudar al aislamiento de las clamidias en
las muestras. Este medio conserva la Chlamydia durante 30 días al ambiente y
durante 34 días a + 5 ° C .
La fijación del complemento es el método serológico empleado habitualmente,
pero los títulos obtenidos son de interpretación difícil, muy corrientemente débiles
y de persistencia limitada (algunas semanas). Los anticuerpos detectados son tam-
bién los de Chlamydia intestinalis (saprofita, no patógena) así como los de C. psit-
taci. La fijación del complemento no permite un diagnóstico individual sino única-
mente un diagnóstico de rebaño.
Los tratamientos recomendados están basados en los antibióticos (tetraciclina,
cloramfenicol) pero su eficacia y su inocuidad (trastornos de la producción de
esperma) exigen que sean confirmados en el macho. En la hembra, por el contrario,
el empleo de la tetraciclina a razón de 3 a 5 g por día, durante 4 a 5 días consecuti-
vos, prevendrá el aborto en las gestantes congéneres de una hembra infectada de
clamidiosis (Vanderlasche, 1982).
Aunque la transmisión de Chlamydia a los bovinos a partir de los ovinos sigue
siendo discutible aún, parece prudente el prohibir la cohabitación de carneros (u
ovejas) y de toros en el mismo CÍA.
— 100
I AS M I C O P L A S M O S I S
Numerosos micoplasmas intervienen en la patología bovina creando una gran
complejidad tanto desde el punto de vista lesional como desde el punto de vista de
gérmenes en causa. Presentan una posibilidad de intervención al nivel genital :
Mycoplasma bovigenitalium, Mycoplasma bovis, Acholeplasma laidlawii, y Urea-
plasma entre los más frecuentemente encontrados en Europa. Bell (1984) señala la
intervención de M. canadense en un efectivo de toros con localización prepucial y
uretral.
Corrientemente el papel etiológico de los micoplasmas se ha supuesto más que
demostrado a partir de la relativa frecuencia de los gérmenes en los cultivos de pla-
centas o de exudados vaginales así como en los exudados prepuciales y uretrales o
en el esperma. Es difícil de situar exactamente la incidencia económica de los mico-
plasmas ya que ellos se encuentran normalmente en los animales aparentemente
sanos. Jurmanova y col. (1979) encuentran Ureaplasma en el 80% de 3.000 dosis de
semen que ellos examinaron y Mycoplasma en el 40%. Rae (1982) encuentra Myco-
plasma en 39 (71 %) de las 55 muestras de esperma puro suministradas por 10 toros.
Nueve muestras dieron un cultivo combinado de M. bovigenitalium y Ureaplasma y
dos una combinación de M. bovigenitalium y M. canadense. El autor no señala, no
obstante, la eventual relación entre estos « hallazgos » y la fecundidad de los repro-
ductores. Ruhnke y Doig (1978) veían una frecuencia elevada del Ureaplasma y de
Mycoplasma bovigenitalium en los casos de vulvitis aguda con hipertermia y granu-
laciones.
Los casos de semino-vesiculitis han sido seialados (Erno y Blom, 1967; Al
Aubaidi y col., 1972) y se consiguiè la reproduccièn experimental de los trastornos
por inoculación intravesicular de estas cepas (Parez y col., 1977). La infección
entraña una reducción de la motilidad del esperma producido.
Los micoplasmas sobreviven en el esperma congelado.
Los antibióticos habitualmente utilizados en los diluyentes (penicilina, estrepto-
micina) son generalmente ineficaces para controlar la contaminación en micoplas-
mas del semen. Truscott (1983) ha estudiado la actividad de los diferentes antibióti-
cos. Él muestra la acción de la minociclina contra Ureaplasma y de la lincomicina
(0,3 mg/ml) asociada a la spectinomicina (0,6 mg/ml) contra Mycoplasma. Los
tiempos de contacto (15 min a 35°C), el papel de la naturaleza del diluyente (acción
real de la minociclina solamente en diluyente leche) plantean los problemas de la
aplicación práctica de estos resultados.
Así el estudio serológico de los reproductores, ni la investigación de los microor-
ganismos del esperma no pueden ser la base de una profilaxis teniendo en cuenta las
incertidumbres todavía existentes sobre la significación de sus resultados.
OTRAS E N F E R M E D A D E S
Diarrea bovina a virus — Enfermedad de las mucosas.
Ampliamente extendido, el virus de la diarrea bovina (BVD) infecta principal-
mente a los jóvenes de 8 a 18 meses pero puede ser patógeno en la vaca gestante
produciendo los abortos hacia el 3 o
ó 4 o
mes de la gestación. Podría ser también
— 101 —
responsable de la mortalidad embrionaria precoz. Sin embargo, si el feto está infec-
tado tardíamente el nacimiento se producirá a término.
El virus puede eliminarse por el esperma en el macho infectado sin ninguna alte-
ración ni de los órganos genitales ni del esperma. Whitmore y col. (1978), dos, cua-
tro y diez días después de una contaminación experimental intranasal, intraoral e
intramuscular de los toros (9) de edades de 2 a 4 años serológicamente positivos o
no frente al virus BVD previamente a la contaminacièn, han reencontrado el virus
en el esperma de tres de los toros previamente seropositivos y de uno de los toros
previamente seronegativos. Ninguna lesión del aparato genital ni alteración de la
calidad del semen ha sido observada. La inseminación con el semen contaminado
parece reducir las posibilidades de fecundación (Archbald y col., 1977). McClurkin
(1977) ha demostrado que los trastornos de la fecundidad no se observarían en las
hembras serológicamente positivas antes de la inseminación.
El control serológico de los reproductores no puede ser la base de una profilaxis
en los efectivos de toros de IA; el virus es de difícil aislamiento en cultivo.
Listeriosis.
Encontrada en los bovinos bajo la forma genital, se caracteriza por los abortos
esporádicos.
El germen responsable, Listeria monocytogenes, es muy resistente y ubicuitario.
Parece que la frecuencia de casos de listeriosis en los bovinos ha podido ser relacio-
nada con la utilización de ensilajes de calidad mediocre de almacenamiento (pH
superior a 5).
El aborto es la consecuencia de una placentitis necrótica, acompañada de lesio-
nes del hígado y del bazo que entrañan el aborto entre el 6 o
y el 8 o
mes. La excre-
ción de Listeria es constante y persistente después del aborto complicado o no con
metritis. En Francia, los abortos por Listeria representarían el 1% al 2 % de los
abortos no brucelósicos (Goyon, 1980).
El tratamiento es muy corrientemente aleatorio incluso con los antibióticos.
La profilaxis reposaría particularmente sobre la preparación y el almacena-
miento de los ensilajes.
La eliminación de Listeria en el esperma no ha sido actualmente demostrada.
Leptospirosis.
La patogenicidad y la virulencia de los diferentes serotipos varían grandemente
de uno a otro país. Es así como el L. pomona se ha señalado por Uwland como
ausente en los Países Bajos mientras que es el más frecuente en los EE.UU. L. grip-
potyphosa y L. canicola son los más frecuentemente citados en Europa.
La excreción de las leptospiras por el animal contaminado se hace por la vejiga
(orina), la mama (leche), el aparato genital (esperma). La contaminación usual se
hace por la ingestión de los alimentos ensuciados bien sea por la orina de un bovino
excretor o sea por las deyecciones de los roedores.
Las posibilidades prácticas de contaminación de la vaca a partir del semen con-
teniendo las leptospiras no son demostradas netamente, especialmente por el hecho
— 102 —
de los débiles títulos constatados y de la presencia de los antibióticos en los diluyen-
tes eficaces contra las leptospiras (estreptomicina).
Abortos micósicos.
Podrían representar aproximadamente el 10% de los abortos esporádicos (Van-
derlasche, 1982) y serían principalmente debidos al Aspergillus fumigatus asociado
a la distribución de forrajes y de henos averiados. El aborto es consecuencia de la
infección placentaria, y sobreviene hacia el 7°-8° mes.
Diferentes tipos de mohos y hongos se han encontrado en el semen sin que haya
sido verdaderamente posible precisar si se trataba de una polución o de una conta-
minación.
La eliminación de los forrajes enmohecidos de la ración debe prevenir las posi-
bilidades de aparición de los trastornos.
Salmonelosis.
Ninguna transmisión por el esperma parece haber sido señalada de Salmonella
dublin o Salmonella typhimurium que, en la vaca, son responsables de abortos
esporádicos.
Lengua azul.
El virus contamina el esperma y es transmisible a las hembras por vía uterina.
Particularmente frecuente en América del Norte, este virus está actualmente
ausente de la patología europea.
Enfermedad de Akabane.
Primeramente señalada en el Japón, después en Australia, finalmente observada
en Israel, esta enfermedad no ha sido todavía señalada en Europa. Caracterizada
por un síndrome de artrogryposis, de hidranencefalia y de atrofia muscular, en
1979-1980 ella ha provocado verdaderas epizootias de abortos (50.000 casos), de
nacimientos prematuros y de síndrome de artrogryposis congénita (Inaba, 1980). El
virus podría ser eliminado por el esperma.
La detección se haría por la puesta en evidencia serológica de los anticuerpos
neutralizantes.
Leucosis bovina enzoótica.
El virus de la leucosis está generalmente reconocido como no transmisible por el
esperma, a pesar de la transmisión al cordero obtenida por Lucas y col. (1980) des-
pués de la inoculación de cantidades elevadas de semen y de secreciones seminales
(2 a 10 ml) procedentes de un toro afectado. No obstante, hay que remarcar que el
esperma manchado de sangre (y por consiguiente de polinucleares) puede presentar
un peligro por el hecho de la existencia de virus en estas células y de la débil canti-
dad necesaria para asegurar la transmisión.
— 103 —
Frecuencia
Enfermedad Prueba
antes de
Muestreo
antes de en
la entrada servicio
Campilobac- Examen directo 2 veces 2 veces/ Esperma
teriosis Inmunofluorescencia
Cultivo sobre medio al thiol
en atmósfera controlada
a 6 sem. año Lavado prepucial
« Scraping » (raspado)
Utilización de
un medio de
conservación y
de enriquecimiento
Tricomoniasis Examen directo 2-3 veces 2 veces/ Lavado del forro
Cultivo a 6 sem. año Esperma
Brucelosis Detección de anticuerpos
específicos
Sero-aglutinación
Fijación de complemento
Rosa de Bengala
Antígeno tamponado
Cultivo
1 vez 1 vez/año Sangre
Esperma
IPV-IBR Seroneutralización 2-3 veces 2 veces/ Sangre
Cultivo a 6 sem. año Esperma
Leptospirosis Micro-aglutinación frente a Ocasionalmente Suero
los serotipos respectivos
Prueba ELISA
Cultivo Orina - esperma
Tuberculosis Tuberculinización
intradérmica
1 vez 1 vez/año
Micoplasmosis Prueba serológica Ocasionalmente Sangre
Cultivo sobre medio especial Esperma
Clamidiosis Microtitulación por fijación Ocasionalmente Esperma
de complemento Medio de conservación
Inmunoñuorescencia
Cultivo sobre huevo
embrionado
Listeriosis Cultivo sobre medio Ocasionalmente Esperma
selectivo
Esperma
Fijación de complemento Sangre
Inmunoñuorescencia
indirecta
Gérmenes Cultivo sobre medio Ocasionalmente Esperma
banales triptosa soja-agar
adicionado de sulfonato
de polianetol de sodio
Leucosis Inmunodifusión sobre
gelosa
1 vez 1 vez/año Suero
Salmonelosis Cultivo Ocasionalmente Esperma
CUADRO I
Pruebas de diagnóstico utilizables
— 104 —
G É R M E N E S H A B I T U A L M E N T E N O P A T Ó G E N O S
C O N T E N I D O S E N EL E S P E R M A
El muestreo estéril muestra que a nivel de las ampollas seminales el esperma no
contiene gérmenes (Nibart, 1976).
La presencia de gérmenes habitualmente no patógenos, ubicuitarios al nivel del
prepucio y de la porción terminal de la uretra, entraña la contaminación bacteriana
del esperma eyaculado. La contaminación bacteriana del esperma está, por esta
causa, bajo la dependencia de las condiciones higiénicas de mantenimiento de los
toros y de las condiciones higiénicas de la recogida de semen para la inseminación
artificial.
El nivel medio de contaminacièn bacteriana varà considerablemente segn los
autores y, en una revista muy documentada, Wierzbowski (1981) indica que varà
de 150.000 a 650.000 gérmenes/ml de esperma recientemente recolectado y de algu-
nos cientos a más de 500.000 gérmenes/ml para el esperma diluido. El autor señala
solamente el 4 % de eyaculados indemnes de contaminación bacteriana. Las cifras
suministradas por Balachov (1984) son fundamentalmente diferentes ya que, para
este autor, el contenido bacteriano medio del esperma fresco es de 3.094
gérmenes/ml y que el 28% de las muestras estarían totalmente indemnes. Estas
cifras son verdaderamente la consecuencia de la utilización de un procedimiento de
recogida del esperma particular, no indicado por el autor.
Los gérmenes más frecuentemente encontrados son los Pseudomonas aerugi-
nosa, Corynebacterium pyogenes, Streptococcus beta haemolyticus, Staphylococ-
cus sp., Escherichia coli, Proteus sp. que son igualmente los más frecuentemente
citados en los casos de trastornos del aparato genital de la hembra. El papel pató-
geno de estos gérmenes del esperma para el aparato genital de la hembra ha sido
raramente puesto en evidencia, hechas las excepciones de los casos para los cuales el
agente microbiano (E. coli) era eliminado en el esperma por el hecho de una infec-
ción genital del macho (vesiculitis) (Blom y col., 1964; Thal y col., 1959). Del
mismo modo ninguna demostración ha sido suministrada de la relación precisa que
existiría entre la presencia de estos gérmenes potencialmente patógenos y la capaci-
dad fecundante de las dosis de semen. Por el contrario, ha sido demostrado que la
polución del semen a nivel de 5.000 gérmenes (Pseudomonas aeruginosa) no
influencia en absoluto los resultados de la inseminacièn artificial (Kondrastow,
1975).
Es evidente que el objetivo debe ser la producción de semen conteniendo los
menos posibles microorganismos ubicuitarios, ocasionalmente patógenos. Pero en
el estado de nuestros conocimientos, no parece posible el determinar los límites
admisibles de esta contaminación salvo, puede ser, el precisar la tasa máxima de
células que traduzca la reacción inflamatoria (polinucleares) aceptable. La eleva-
ción de esta tasa más que el contenido en microorganismos es en efecto revelador
del aparato genital macho.
La presencia de microorganismos en el semen utilizado en inseminación artifi-
cial plantea el problema de las posibles contaminaciones para las hembras insemi-
nadas y especialmente de la eventualidad de la aparición posterior a la inseminación
de metritis por gérmenes no específicos. El papel de estas bacterias en la aparición
de las metritis está todavía fuertemente discutido teniendo en cuenta que estas mis-
mas bacterias (Escherichia coli, Pseudomonas, Staphylococcus, Proteus, etc.) se
— 105 —
encuentran en el útero de las vacas normales, en los de las vacas infecundas y en el
esperma del toro normal (Dawson, 1975; Easley y col., 1951). Recientemente el
estudio de los lquidos de lavado utilizados para la recogida de los embriones sobre
las vacas donantes (por consecuencia fecundas) ha demostrado que puestas a parte
las contaminaciones eventuales en el momento del muestreo, muy raramente eran
las muestras uterinas bacteriológicamente negativas (Mallek, 1984) y que los por-
centajes de frecuencia de los gérmenes encontrados diferirían poco de los indicados
para el contenido prepucial del toro o el esperma. Durante el oestrus, la flora ute-
rina de la vaca normal está aumentada por la apertura del cuello pero los mecanis-
mos (locales y/o generales) de defensa del útero intervienen :
— aumentando el número de macrófagos a nivel de la pared uterina que van a
entrañar la fagocitosis;
— intervención de la inmunidad celular en esta movilización y de la inmunidad
humoral IgG e IgA que, sobre todo, impide la fijación de los microorganismos
sobre la pared endometrial;
— intervención de las aglutininas normalmente presentes en el mucus uterino de
la vaca, y activas contra los gérmenes no específicos.
Parece que la metritis o la endometritis por gérmenes no específicos en la vaca
aparece esencialmente cuando estos mecanismos de defensa están perturbados
(nivel de progesterona elevado, desequilibrio nutricional...) o cuando la patogenici-
dad de los gérmenes está exacerbada bien sea por el hecho de sus asociaciones, o sea
por el hecho de su excesivo número, o sea por el poder patógeno de algunas cepas.
Estos elementos no están aclarados pero justifican que se tomen las precauciones en
cuanto al contenido bacteriano del esperma.
El objetivo debería ser :
1 0
normalizar un método de examen del contenido bacteriano del esperma y del
semen;
2° precisar la eventual relación entre contenido bacteriano del esperma y la
fecundidad;
3o
precisar las condiciones de la eventual patogenicidad del contenido bacte-
riano a nivel uterino de la vaca (y/o ternera) en oestrus;
4 o
proponer las medidas higiénicas a poner en marcha para reducir el contenido
bacteriano del esperma.
Estos son los objetivos que la reunión de expertos convocada bajo los auspicios
de la FAO en Roma en 1981 sobre el control de las enfermedades en el esperma y
los embriones ha reagrupado implicitamente en sus recomendaciones. Los esfuerzos
de la Organización Internacional de Standardización (ISO) concerniente a los movi-
mientos internacionales tienden a los mismos resultados. La dificultad de fijación
de un valor límite del contenido bacteriano se expresa en la recomendación :
« Solamente en el caso en que el importador desee que el semen esté indemne de
microorganismos ocasionalmente patógenos y/o no patógenos, la lista y el número
máximo admisible de estos gérmenes serán establecidos por acuerdo entre las par-
tes » (ISO, Kharkov, 1983).
G É R M E N E S T R A N S M I T I D O S P O R EL E M B R I Ó N
E N LOS C A S O S D E T R A N S F E R E N C I A E M B R I O N A R I A
El reciente desarrollo de la transferencia embrionaria plantea el problema del
riesgo sanitario susceptible de ser introducido por esta técnica y ha llevado a las
autoridades a contemplar las bases de su reglamentación.
— 106 —
Las exigencias de esta reglamentación deben apoyarse sobre el conocimiento de
la situación sanitaria de los padres (donante y toro o semen) y sobre los conoci-
mientos científicos relativos a las posibilidades de infección del embrión (D7) obte-
nido a partir de los padres infectados de una enfermedad genital.
Las considerables investigaciones de estos últimos años muestran que el
embrión en el estadio blastocitario (zona pelúcida intacta) preimplantable no es cor-
rientemente susceptible de ser infectado. El no es portador de gérmenes de infec-
ción general y/o genital más que de los cuales la madre puede presentar las manifes-
taciones (serológicas y/o clínicas) : Campylobacter, Brucella, Trichomonas, etc. Si
corre el riesgo el embrión de ser portador de virus adsorbidos sobre la zona pel-
úcida (IBR-IPV, BVD), los adecuados tratamientos (antisuero, tripsina) pueden eli-
minar estos gérmenes sin dañar a la supervivencia del embrión (Singh, 1984).
Estos resultados dejan entrever las posibilidades de recurrir a la transferencia
embrionaria para la obtención de productos indemnes cuando los padres están
infectados y de controlar y permitir así la reproducción de los individuos de alto
valor genético genitalmente infectados. No obstante, nuevas investigaciones deben
precisar mejor todavía las interacciones entre embriones y microorganismos patóge-
nos (Hare, 1984).
Una serie de pertinentes recomendaciones relativas al control de los agentes
infecciosos en la transferencia embrionaria ha sido presentada por Hare (1983).
HIGIENE D E L A P R O D U C C I Ó N D E S E M E N
C O N RIESGO S A N I T A R I O C O N T R O L A D O
Parece necesario contemplar la higiene de la producción de semen que incluya
las diferentes etapas del riesgo sanitario más bien que el solo aspecto de la higiene
de la recogida, ciertamente importante, pero fragmentario.
La utilización cotidiana de la IA en los bovinos ha sustituido muy corriente-
mente de manera total a la monta natural (habría en Europa anualmente unos
65 millones de hembras bovinas que se fecundan por inseminación artificial) lo que
ocasiona numerosos movimientos internacionales (alrededor de un millón de dosis
representarían estos intercambios europeos anuales) y exige la obtención de una
fecundidad óptima juntamente con una protección sanitaria rigurosa. Es así como
contemplando este objetivo, la Comunidad Económica Europea acaba reciente-
mente de proponer a sus Estados miembros una directiva relativa a los problemas
de policía sanitaria en materia de intercambios intracomunitarios y de importacio-
nes procedentes de terceros países de semen de origen bovino y porcino (Consejo
Económico y Social, CEE, 1984).
Es evidente que la seguridad sanitaria proporcionada por el semen es tributaria :
— del estado de indemnidad de los reproductores;
— de las condiciones de aislamiento en las que estos reproductores serán mante-
nidos;
— de las condiciones higiénicas de recolección del semen;
— de las precauciones higiénicas aportadas en el momento de la preparación de
las dosis.
— 107 —
La importancia de las condiciones higiénicas del acto mismo de la IA por el
técnico es igualmente considerable tanto para la hembra correspondiente como
para los rebaños visitados. El respeto de las reglas clásicas de llevar ropas apropia-
das, desinfectables entre cada explotación (pantalones plásticos y botas) y el empleo
de guantes (o guantes de pulgar independientemente solo) desechables así como
material de un solo uso, constituyendo la seguridad que el ganadero tiene derecho a
exigir para evitar las grandes contaminaciones de las que algunos han podido sufrir.
El estado indemne de los toros frente a las grandes infecciones (generales o geni-
tales) es garantizado lo más corrientemente sobre la base de los resultados suminis-
trados por las pruebas biológicas, alérgicas o serológicas. El valor de esta garantía
depende de la precisión de las condiciones de aplicación de estas pruebas (inocula-
ciones, muéstreos, técnicas de laboratorio, criterios y niveles de evaluación de los
resultados), hasta incluso de la fiabilidad de los resultados.
Las dificultades pueden surgir cuando aparecen las reacciones "aberrantes"
(brucelosis, IPV-IBR) para las cuales las pruebas más modernas, más complejas,
más precisas deben permitir obviar sin el riesgo de llevar daño al capital genético.
El cultivo del esperma, bajo condiciones de respeto de las reglas precisas, puede
levantar dudas (fiebre aftosa, IPV-IBR) incluso si no aporta la prueba absoluta (la
única prueba aportada por el cultivo es la positividad por la puesta en evidencia del
gérmen).
La lista de afecciones clásicamente controladas en los toros en la mayor parte de
los países europeos incluye : tuberculosis, fiebre aftosa, .brucelosis, campilobacte-
riosis, tricomoniasis, leucosis, exantema coital. No parece que deba actualmente ser
contemplada la inclusión o incorporación de otras afecciones a esta lista. Las nue-
vas incorporaciones, si las hay, serián motivadas por el incremento de las frecuen-
cias de casos clínicos y por los resultados de encuestas que demuestren la excreción
de gérmenes por los toros de CIA (y no solamente la frecuencia de los portadores
de anticuerpos).
Los caracteres esporádicos de los abortos y/o de los trastornos de la fecundidad
en las vacas debidos a clamidias, micoplasmas, leptospiras, virus BVD, aunque jus-
tifican la vigilancia y la revisión de todos los casos clínicos en el toro de CIA, no
parece deban actualmente significar, a la vista de estas afecciones por parte de las
autoridades sanitarias, ninguna decisión de control sistemático, incluso en Checos-
lovaquia donde, sin embargo, la clamidiosis participaría de la etiología de las enfer-
medades crónicas en el toro (distrofia e inflamación del testículo) y se manifestaría
por un porcentaje elevado de reacciones serológicas positivas después de abortos
(más del 20%) (Polak, 1984).
Las ambigüedades serían eliminadas y las comparaciones internacionales serían
posibles, si la normalización de las pruebas diagnósticas mejor adaptadas a la
puesta en evidencia de estas afecciones, fuese realizada. Con ello los intercambios
internacionales se facilitarían.
Las medidas de cuarentena suficientemente rigurosas (tiempo, ausencia de con-
tacto) durante las cuales los animales se examinan y se someten a las pruebas de
detección antes de entrar como nuevos reproductores en los efectivos de un CIA,
asociados al control periódico relativamente frecuente (trimestral, semestral o anual
según la enfermedad considerada), procuran una protección que sólo el desconoci-
miento por el personal, de las leyes de la contaminación, podrá romper.
— 108 —
Los animales recelas para la monta utilizados en el centro deben sufrir los mis-
mos controles.
La higiene de la recogida y de la preparación del semen condiciona el contenido
en microorganismos ubicuitarios no patógenos u ocasionalmente patógenos.
El personal de los CIA debe estar formado en el respeto a estas normas y reglas
higiénicas y a los métodos a seguir con vistas a su aplicación.
Ostachko (1983), ha puesto en marcha en el CIA de Kharkov (URSS) todo un
conjunto de medidas que le permiten reducir considerablemente el contenido en
microorganismos del esperma recolectado. Diferentes autores han propuesto tam-
bién medidas que pueden ser reagrupadas así (Parez, 1963) :
— los toros que se utilicen para la producción de semen no realizarán monta
natural;
— en el momento de su puesta en servicio, los toros serán examinados particu-
larmente a nivel del saco y del orificio prepucial. Los animales que presentan bala-
nitis y/o acrobustitis no se someterán a la recogida de esperma;
— los toros que presentan un prepucio pendiente o una eversión de la mucosa
prepucial (condiciones favorecedoras de la contaminación prepucial) no serán utili-
zados en recogidas;
— la región abdominal y prepucial (cuyos pelos habrán sido cortados) se lim-
piará con agua jabonosa y secada antes de la recogida;
— el lavado prepucial con 250 mi de solución salina estéril se efectuará aproxi-
madamente 15 minantes de la recogida. La utilización de soluciones desinfectantes
o de antibióticos puede reducir momentáneamente el contenido microbiano del pre-
pucio, pero los niveles precedentes de contaminación se volverán a encontrar dos
semanas después. El uso repetido de estas soluciones desinfectantes puede entrañar
la implantación de una flora resistente, hasta patógena con complicación de bala-
nopostitis;
— la litera será cambiada frecuentemente y los mismos cuidados higiénicos se
aplicarán a las literas de los toros que los aplicados a la literas de las hembras para
reducir la frecuencia de las infecciones;
— la recogida se hará bien sea sobre un suelo herbáceo, bien sea sobre un suelo
antideslizante fácilmente lavable y desinfectable (evitar arena y virutas de madera);
— el maniquí deberá desinfectarse en su parte posterior (susceptible de entrar en
contacto con el pene) después de cada recogida o mejor recubierto de un plástico
cambiado en cada recogida;
— el maniquí no deberá defecar antes ni durante la recogida;
— el operador utilizará una vestimenta protectora limpiable (plástica o de
goma) y la mano con la cual el retrae el forro estará provista de un guante de un
solo uso;
— la recogida se hará con una sola penetración del pene en la vagina artificial;
— la vagina artificial se desinfectará antes de cada empleo;
— el material desechable estéril se preferirá al material de goma;
— el material seminal recogido será inmediatamente colocado al abrigo de todo
contacto con el aire ambiente;
— el laboratorio de preparación del semen no tendrá entrada común en el local
de monta;
— 109 —
— la preparación del diluyente se hará extemporáneamente con el material y los
productos esterilizados. El diluyente es un medio biológico que presenta condicio-
nes ideales para el desarrollo bacteriano;
— el material de preparación y acondicionamiento de las dosis estará estéril y el
proceso de acondicionamiento se hará al abrigo del aire ambiente;
— las dosis serán estancas, individuales.
Desde finales de los años 40, el empleo de los antibióticos en el diluyente ha sido
propuesto y adoptado. Fué en la época un medio eficaz de controlar la presencia de
campilobacter en el semen. Este gérmen es muy corrientemente venido a ser una
rareza; la técnica de congelación se ha generalizado; el empleo de la estreptomicina
y de la penicilina G es permanente. El valor de esta adición puede plantear la cues-
tión : ¿ los tiempos de contacto a una temperatura superior a 5°C (30 min) o supe-
rior a 0°C (3 h) son suficientes para permitir la actividad de los antibióticos ?, ¿ el
espectro de actividad de estos antibióticos está adaptado a los germenes a los que se
quería dirigir el control (clamidias, micoplasmas, listeria, leptospiras, salmonelas, o
simplemente gérmenes banales...) ? Truscott y col. (1983) han demostrado el efecto
de la lincomicina, la espectinomicina, la minociclina, solas o asociadas frente al
micoplasma y al ureaplasma. Ellos han fijado los límites de actividad de estos anti-
bióticos; deberían emprenderse nuevos trabajos sobre esta cuestión teniendo en
cuenta del arsenal de antibióticos actualmente disponibles. Otras líneas de investi-
gación deberían igualmente iniciarse a partir -de las posibilidades que aporta la
inmunologiá, bien sea por la utilización de anticuerpos específicos (sueros hiperin-
munes de los primeros ensayos que nosotros hemos hecho realizar pueden ser pro-
metedores), bien sea por la adición a los diluyentes de fracciones séricas activas
(inmunoglobulinas).
No obstante, "el empleo de antibióticos en el semen no debería suponer una
sustitución para hacer declarar un grupo de toros como indemnes de
enfermedades" (Bell, 1984).
AGRADECIMIENTOS
Este informe ha sido elaborado a partir de los informes que los Países Miem-
bros han remitido a la O.I.E. y de los elementos bibliográficos recientes a nuestra
disposición. Debemos agradecer por su colaboración a : O.C. Straub y G. Witt-
mann (República Federal de Alemania), F. Fischerleitner (Austria), K. Polydorou
(Chipre), R.A. Bell (Gran Bretaña), F.M. Cancellotti, G. Gagliardi, P . Dalvit y C.
Turilli (Italia), J. Uwland (Países Bajos),Ta delegación de Rumania, L. Polak y M.
Rysanek (Checoslovaquia), N.G. Balachov y V.N. Rodina (URSS).
*
* *
B I B L I O G R A F I Á
(véase pág. 65)

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  • 1. Rev. sci. tech. Off. int. Epiz., 1985, 4 (1), 89-109. Las más importantes enfermedades genitales de los bovinos (profilaxis, tratamiento, higiene de la recogida del esperma)* M. PAREZ** Resumen : Esta ponencia presenta para cada una de las enfermedades bovinas infecciosas (bacterianas, parasitarias, víricas) transmisibles por el coito y/o por el semen, los aspectos más importantes en relación con sus consecuencias patológicas y sus diagnósticos. Se contemplan las medidas de profilaxis sus- ceptibles de mayor eficacia. Mientras que la brucelosis, la campilobacteriosis y la tricomoniasis se con- sideran en general bien controladas (aunque algunos focos esporádicos pueden observarse), se discuten las dificultades de cada uno de los diagnósticos. Se señala la dificultad de controlar IPV-IBR. La existencia esporádica de los trastornos debidos a las clamidiosis y a las micoplasmosis, es necesario que no sea olvidada. Se contempla el riesgo sanitario que entraña la transferencia embrionaria. Se discute la contaminación del semen con microorganismos ocasional- mente patógenos y se proponen las medidas higiénicas que permitan producir semen con riesgo sanitario controlado. PALABRAS CLAVES : Bovinos - Europa - Fecundidad - Enfermedades genitales - Profilaxis - Inseminación artificial - Transferencia de embriones. I N T R O D U C C I Ó N Los resultados de la reproducción juegan un papel fundamental en la rentabili- dad de los rebaños bovinos y lo esencial de la pérdida económica, consecuencia de la infecundidad o de la subfecundidad, está representada por el alargamiento del intervalo entre partos. Muy numerosos trabajos han sido consagrados al estudio de los parámetros sus- ceptibles de modificar la fecundidad (alimentación, manejo del rebaño, vigilancia veterinaria, etc.) y de intervenir finalmente sobre la tasa media de eliminación por infecundidad. Esta tasa media está habitualmente comprendida entre el 3% y el 7% (Rollinson, 1955; Withers y col., 1959; Boyd y col., 1961), asociada a tasas de un * Ponencia de síntesis sobre el tema II de la 11a Conferencia de la Comisión regional de la O.I.E. para Europa. Viena, 25-28 de septiembre de 1984. Traducción de la ponencia original titulada : « Les plus importantes maladies génitales des bovins (prophylaxie, traitement, hygiène de la recolte du sperme) ». ** Doctor Veterinario, 7, rue de Planoy, Voinsles, 77540 Rozay-en-Brie (Francia).
  • 2. — 90 — 1% a un 5% de abortos. Según Erb y col. (1980), una revisión de 2.960 lactaciones referente a la incidencia de la infecundidad relativa y a las enfermedades de la reproducción, sugiere que del 10 al 30% de todas las lactaciones están afectadas por estos trastornos, ocasionando anualmente la eliminación del 397o al 6% del rebaño lechero. De manera semejante a otros numerosos informes, este trabajo (y aquellos que le complementan en 1981), reagrupa los trastornos según sus manifestaciones clíni- cas (quistes ováricos, metritis, distocias, retenciones placentarias, abortos...) y no según los agentes patógenos causantes de estos trastornos. Bretzlaff y col. (1982) estudiando la incidencia de los problemas de reproducción en el post-partum esta- blecieron la lista de gérmenes observados de estas ocasiones. Pero la lista no con- cierne más que a los gérmenes clásicos, ocasionalmente patógenos (E. coli, Strepto- coccus sp., Corynebacterium sp., etc.), sin indicación de la intervención de los gérmenes específicos concernientes a lo que se ha convenido en llamar las grandes enfermedades de la reproducción. Martinez (1983) estudiando durante dos años la reproducción en dos grandes rebaños que él seguía mediante visitas semanales, constata que los trastornos de la reproducción afectan al 80% de los animales, que la metritis post-partum tiene una frecuencia del 30% al 47% relacionada además al anoestrus verdadero, y que son los trastornos post inseminación artificial (IA) (anoestrus post IA y « repeat- breeding ») los que son responsables en primer lugar de los malos rendimientos de la reproducción. La retención placentaria, la distocia, los trastornos ováricos, par- ticipan también grandemente a esta reducción de la fertilidad. Estas situaciones podrían conducir a pensar que las grandes enfermedades de la reproducción no juegan ningún papel y se sabe en efecto que para las principales de entre ellas, la erradicación o al menos el control (vacunación sistemática, sacrificio, medidas de policía sanitaria) han permitido reducir la intervención sistemática. Para las otras, su carácter ocasional no tiene incidencias económicas graves a nivel de los focos limitados que ellas provocan. La desaparición (o la disminución de frecuencia) de los grandes azotes de la reproducción ha supuesto una mejora de la fertilidad. Pero esta mejora se encuen- tra compensada en un plan general por la prevalencia que han tomado los factores higiénicos banales (gérmenes corrientemente no específicos) y los factores de manejo del rebaño (vigilancia, sobrepoblación, aumento de la productividad...) en la génesis de los trastornos de la reproducción (Uwland, 1984). Estos factores son, ellos mismos, por una parte, responsables del agravamiento y del incremento de frecuencia de algunas enfermedades generales a efectos de la reproducción, más marcadas ahora que anteriormente. Si se admite actualmente que la responsabilidad de los trastornos de la repro- ducción resulta ahora más de un desequilibrio (o de una inadecuación) de los facto- res fisiológicos relacionados con el manejo del rebaño que de factores infecciosos sensu stricto, no debe desconocerse que estos desequilibrios permiten el estableci- miento de cepas microbianas con virulencia nueva (metritis por Pseudomonas aeru- ginosa) y pueden favorecer la eclosión de epizootias a partir de gérmenes patógenos momentáneamente solamente esporádicos (IBR/IPV, Clamidias). Ya no tiene valor la separación en enfermedades de transmisión venérea y otras enfermedades de la reproducción : algunas enfermedades del aparato reproductor sólo son transmitidas ocasionalmente por el acto sexual (brucelosis), y una mayoría
  • 3. — 91 — de hembras no pueden ser infectadas ya por el coito, puesto que muy a menudo es sustituido éste por la inseminación artificial. Así, pues, conviene conceder ahora especial importancia a las enfermedades transmisibles por el esperma. Después de un recordatorio de los rasgos más marcados de cada una de estas enfermedades específicas en el macho y en la hembra, se examinarán las incidencias de la polución del esperma con gérmenes ocasionalmente patógenos o no. El riesgo sanitario representado por la transferencia embrionaria será estudiado y, final- mente, se abordarán los aspectos de la producción de un « esperma con riesgo sani- tario controlado ». L A B R U C E L O S I S Esta enfermedad ha sido generalmente objeto de programas de erradicación que manifiestan sus frutos en la mayoría de los países. Así es por ejemplo, en Dina- marca, Gran Bretaña, Países Bajos, Rumania que han sido declaradas indemnes. Para otros países la tasa de infección de los animales es inferior al 0,5% y las tasas de infección de los rebaños inferiores al 3 % . Finalmente, en Europa, las reglamen- taciones imponen generalmente que los Centros de inseminación artificial (CIA) no admitan en sus efectivos más que reproductores que hayan respondido negativa- mente a las pruebas serológicas de la sero-aglutinación (SA) y/o a la fijación del complemento (FC). Deben igualmente provenir de ganaderías oficialmente indem- nes o indemnes de la enfermedad. Las medidas adoptadas para hacer la profilaxis de la brucelosis hacen que, actualmente, no represente un papel importante entre las enfermedades de la repro- ducción. La detección de la afección, bien planteada en sus líneas generales, es efi- caz. Por lo tanto, conviene señalar que en Gran Bretaña (Bell, 1984) y en Francia (Parez, 1981) han sido observadas las reacciones « no específicas » a la prueba de sero-aglutinación entre los toros de Centros de inseminación artificial. Estas reac- ciones conducen a tasas superiores a las 30 UI e inferiores a 80 UI en SA, pero con resultados negativos en FC. Aparecen esporádicamente sobre toros aislados desde más o menos tiempo en los CIA (1, 2, 3 años, a veces más) y desaparecen en un plazo de 1 a 6-8 meses. Parece que estas observaciones no se han hecho en los países en los que la erradicación de la brucelosis se ha realizado desde hace varias genera- ciones de bovinos (Dinamarca, Suecia). Convendría estudiar muy exactamente la historia sanitaria de las madres de los animales para saber que no se trata de anima- les nacidos de hembras vacunadas o contaminadas jóvenes. Bell (1984) señala que la causa debería ser investigada del lado de una anomalía del equipo inmunitario especialmente en IgM. Las suero-reacciones positivas a continuación de una vacunación contra la fie- bre aftosa con un material contaminado con la vacuna B19 han sido señaladas igualmente. L A C A M P I L O B A C T E R I O S I S Es probablemente el tipo mismo de la infección venérea con incidencia sobre la fecundidad del rebaño, ya que lo más corrientemente se traduce por la infecundi- dad del establo, la infecundidad enzoótica. Ha sido encontrada en el conjunto de
  • 4. — 92 — Europa y en América del Norte. Se presenta actualmente esporádicamente en Rumania, Checoslovaquia, Países Bajos, Francia, Chipre y Gran Bretaña. Diferentes especies y subespecies de Campylobacter se han diferenciado actual- mente a partir de sus serotipos y de sus caracteres culturales y bioquímicos. Estos son : C. fetus venerealis, C. fetus fetus serotipo A, C. fetus fetus serotipo B, C. fetus sputorum bubulus. La incidencia y el papel de estas diferentes especies y subespecies pueden variar de un país a otro o de una región a otra. Bell (1984) señaló que en Gran Bretaña el C. fetus subsp. venerealis es el causante de la clásica infecundidad de los rebaños, mientras que el C. fetus subsp. fetus está asociado a los abortos esporádicos pero puede, en algunas regiones, encontrarse relacionado con los problemas de la infe- cundidad del rebaño. Polak y Rysanek (1984) observaron en Checoslovaquia el C. fetus fetus en rebaños importados. Vanderlasche (1982) esquematiza la incidencia de las diferentes cepas de la forma siguiente : — infecundidad : 90% causadas por C. fetus venerealis A, 10% causadas por C. fetus fetus B, excepcionalmente C. fetus fetus A; — abortos solamente : C. fetus fetus A y B. C. sputorum bubulus es un gérmen considerado como saprofito que ha sido ais- lado de las secreciones vaginales y prepuciales, del esperma, del feto, de las placen- tas, y cuya presencia puede ocasionar ciertas dificultades para la precisión del dia- gnóstico etiológico. La infección por Campylobacter hace aparecer en los animales convalecientes las aglutininas séricas del tipo O, termoestables, pertenecientes a las tres clases IgG, IgM e IgA, mientras que las aglutininas locales son termoestables y termolábiles, pertenecientes a la clase IgA. No obstante, las hembras que no hayan estado en contacto con la enfermedad pueden desarrollar en su suero los anticuerpos agluti- nantes de tipo O como secuela de su « infección » por el biotipo intestinalis o por la subespecie C. sputorum bubulus. El carácter insidioso de la infección en el macho, en el que es generalmente ina- parente, sin lesiones, sin síntomas, sin modificación de la calidad del esperma que el Campylobacter puede contaminar, asociado a la labilidad del gérmen fuera del organismo vivo (destruido rápidamente por la luz, destruido en 5 minutos a 58°C), hacen difícil su detección. La transmisión se hace casi exclusivamente por el coito o por el esperma (se han señalado contaminaciones de macho a macho por cohabita- ción muy estrecha). Es evidente que el diagnóstico clínico basado en la sintomato- logía del rebaño (alargamiento de los ciclos estrales, vueltas en calores repetidas, aumento del índice coital, alargamiento del intervalo parto-fecundación, aumento de los abortos entre el 3 o y el 8 o mes) es imposible. Por otra parte, en las crianzas extensivas y en los rebaños de vacas lactantes, la enfermedad estará tanto mejor establecida cuanto que el diagnóstico se hará más tardíamente que en los rebaños lecheros. Solamente en el 25% de las vacas el gérmen quedará localizado a nivel vaginal (dejando la posibilidad de una gestación normal). Lo más corrientemente, el gérmen emigra en las vías genitales, invade el cuerpo del útero, y afecta a los cuernos uterinos una semana a diez días después de la contaminación vaginal. En el 15% al 20% de los casos aproximadamente éste alcanzará los oviductos produ- ciendo una salpingitis.
  • 5. — 93 — Se habla de enfermedad de « autolimitación » queriendo dar a entender que los animales « se autocuran ». De hecho, hay allí una elevación diferencial de las clases de anticuerpos : las IgA se desarrollan y persisten durante unos 10 meses al nivel del segmento cervicovaginal mientras que las IgG predominan a nivel uterino. Estos mecanismos pueden prevenir la reinfección de la hembra, pero no significan que la hembra respectiva no elimine más el Campylobacter. El diagnóstico se basa sobre la investigación del microorganismo por examen microscópico directo, cultivo e identificación. Las técnicas y el material necesario han sido detallados en una norma estable- cida en marzo de 1984 por la Comisión de Normas de la O.I.E. presentada a la Sesión General del 21-25 de mayo de 1984. La toma de muestras que sirve para el examen es más generalmente el lavado prepucial (caldo, solución fisiológica, etc.). Tedesco y col. (1977) han comparado tres métodos de toma de muestras en los toros y constatado que el método del « scraping », ya propuesto por Sutka y col. (1969) para la investigación de la trico- moniasis, daba los resultados más constantes y más precisos. El empleo de este pro- cedimiento de muestreo por raspado de la mucosa del saco prepucial con un vas- tago ranurado (metálico o de plástico) ha dado excelentes resultados (Guérin, 1984). Su empleo no puede no obstante ser generalizado en los servicios que tengan efectivos importantes a controlar mientras que no se proponga el uso de un material de empleo único. Clark y col. (1978) detallan la técnica de la puesta en evidencia del Campylobac- ter en los toros. La técnica de inmunofluorescencia, aplicada directamente a la muestra o des- pués de ser puesta en cultivo, permite obtener resultados precisos, fiables y específi- cos. Su empleo debería generalizarse teniendo en cuenta la fácil respuesta que ella facilita al tratamiento de las muestras sucias y/o conteniendo pocos Campylobacter más allá de la duración de la vida de este gérmen en las muestras. La correcta conservación de las muestras a enviar al laboratorio plantea efecti- vamente un problema serio. La supervivencia del Campylobacter en esta muestra es inferior a 6 horas. En consecuencia, para asegurar la fiabilidad de los resultados de la puesta en cultivo, es necesario hacer el examen y el cultivo en el establo, o bien utilizar un medio conservador y de enriquecimiento para realizar el examen en dife- rido. En Francia, el Laboratorio de Control de Reproductores utiliza un medio de conservación SBL derivado del medio propuesto por Gastrin y col. (1968). Otros medios (sólidos, para muestreo sobre escobillones, o líquidos) han sido también propuestos (Clark y col., 1978), bien sea para la conservación, bien sea para la con- servación y enriquecimiento de las muestras (Bell, 1984). Esta forma de proceder permite tener, después de 48 horas, un 9 5 % de supervivencia de gérmenes con lími- tes útiles de 6 a 7 días. La polución de la muestra puede influenciar esta duración. En cultivo puro, el Campylobacter se conserva en estos medios alrededor de 3 semanas. Los medios de conservación y/o de enriquecimiento deben contener los antibióticos que limitarán la contaminación (bacitracina, polimixina, novobiocina, cicloheximida, por ejemplo). Las condiciones de cultivo a 37°C influyen igualmente ampliamente sobre el resultado. Cultivadas en atmósfera controlada (87% de nitrógeno, 5% de oxigeno, 8% de C 0 2 ) sobre medio al thiol adicionado de una mezcla de antibióticos para
  • 6. — 94 — limitar el desarrollo de los contaminantes, las muestras se observarán después de 48 horas, 3, 4, 5 y 6 días de cultivo. Es generalmente al 4 o día cuando se desarrollan mejor las colonias observables. Las pruebas de muco y/o de sero-aglutinación son métodos menores en razón de la inconstancia de sus resultados, y de la ambigüedad concerniente al origen de los anticuerpos puestos en evidencia (cepas no patógenas). El tratamiento clásico basado en el empleo de los antibióticos (estreptomicina, eritromicina) ha sido puesto en duda por causa de las falsas curaciones que puede provocar tanto en el macho como en la hembra y las desfavorables consecuencias que puede tener sobre la producción de semen del toro. La sola vacunación de los machos afectados de C. fetus fetus no permite una curación segura y definitiva. Por el contrario, Fischerleitner (1984) muestra que la vacunación contra C. fetus fetus con « recordatorio » al mes siguiente, combinado con una aplicación prepucial de antibióticos (fórmula utilizada en el tratamiento de las mamitis) o con la adminis- tración de antibióticos por vía general intramuscular (estreptomicina) o intravenosa (eritromicina) conduce a una buena curación bacteriológica de los reproductores, sin gran alteración de la producción de semen. El empleo de tales tratamientos necesita siempre el recurso de las pruebas dia- gnósticas frecuentes y fiables de investigación del gérmen para asegurarse de la total curación antes de retorno a la actividad reproductora. El tratamiento de las hembras normalmente no se hace, salvo la vacunación renovada anualmente. La enfermedad es una autolimitación a nivel individual, pero con ondas de recrudecimiento en el rebaño. La hembra puede excretar Campy- lobacter durante dos años después de una infección. La profilaxis asienta en el aislamiento del rebaño de reproductores, bajo el con- trol riguroso de los nuevos machos introducidos en los efectivos y sobre la utiliza- ción de la inseminación artificial con el semen de toros indemnes. Generalmente, los toros deben estar controlados, antes de su puesta en servicio (deben proceder de un efectivo reconocido como indemne por la ausencia de trastornos de la reproduc- ción y los resultados negativos a las pruebas de detección sobre un efectivo repre- sentativo) y durante su utilización (dos veces por año). En Gran Bretaña, antes de su puesta en servicio, durante su aislamiento en cua- rentena, los reproductores son tratados sistemáticamente por lavado prepucial con un gel oleoso de penicilina-estreptomicina durante tres días consecutivos (Bell, 1984). La generalización de la IA con la aplicación rigurosa de un plan de vigilancia técnica y sanitaria ha llevado a la casi erradicación en los países anteriormente con fuerte contaminación. Esta situación no debe permitir ignorar ciertos accidentes ocasionalmente observados, como incluso cierta tendencia de recrudecimiento (puede ser con cepas nuevas) (Bell, 1984). Conviene también tener en cuenta que en la monta natural un macho vacunado puede ser un vector pasivo si monta a una hembra contaminada. L A TRICOMONIASIS La tricomoniasis estaba considerada, antes de la Segunda Guerra mundial, en numerosos países, como una causa cierta de la infecundidad infecciosa de los bovi-
  • 7. — 95 — nos por endometritis, piometra, aborto precoz, y esterilidad, con transmisión únicamente venérea. Actualmente, en algunos países por lo menos (Gran Bretaña, Países Bajos, Francia, Chipre, Checoslovaquia), la afección ha venido a ser, en el curso de los 10 o 15 últimos años, una rareza clínica y un descubrimiento excepcional en los exáme- nes de laboratorio. Por el contrario, en otros, sigue siendo una causa seria de infe- cundidad, particularmente en razas lecheras, en crianzas poco controladas, en zona de montaña, en regiones de utilización de toros comunales, etc. La enfermedad ha regresado considerablemente, incluso desaparecido, sobre todo si la explotación está vigilada, la reproducción controlada sanitariamente y la inseminación artificial utilizada de forma masiva. En el macho, el parásito flagelado, Trichomonas foetus, coloniza solamente las criptas de la mucosa prepucial y peneana sin síntomas clínicos visibles, sin entrañar la producción de anticuerpos locales y sin desarrollar las aglutininas sanguíneas específicas. En la hembra, en alrededor del 2 5 % de los casos de contaminación por la monta natural, el parásito puede quedar a nivel vaginal sin penetrar en el útero, mientras que con la IA con un semen contaminado, se desarrolla directamente a nivel ute- rino. Allí causa la muerte del embrión, bien sea directamente, bien sea como conse- cuencia de la modificación del endometrio, suponiendo la vuelta en celo. Si el feto está más desarrollado, habrá aborto o maceración del feto con acúmulo de pus (piometra) mientras que el cuerpo amarillo permanece en actividad como conse- cuencia de los trastornos de la mucosa uterina, perturbando la secreción de prosta- glandina. La secreción de anticuerpos locales, a nivel vaginal, puede permitir el superar la infección, pero esta secreción es no obstante insuficiente para proteger de una reinfestación eventual. El diagnóstico clínico no conduce más que a la sospecha en el rebaño, especial- mente a partir de la combinación o coincidencia de excesivos retornos en celo, endometritis, descargas vaginales purulentas, abortos y piometras. Es, lo más cor- riente, el examen del toro utilizado en la explotación lo que permitirá establecer la confirmación del diagnóstico por el examen directo del líquido de lavado prepucial y su puesta en cultivo. La investigación del parásito en los flujos vaginales purulentos y / o en el estó- mago del abortón conducirá igualmente a la confirmación del diagnóstico. Por otra parte, este diagnóstico, aunque es de fácil interpretación, requiere el empleo de una muestra correctamente recogida (lavado con un masaje vigoroso del saco prepucial) y examinada muy rápidamente (el trichomonas muere en menos de 6 horas fuera del organismo) a temperatura correcta (37°C), estando el movimiento del flagelado ampliamente disminuido, incluso suprimido a temperaturas inferio- res. El recurrir a laboratorios móviles que permiten hacer el examen y el cultivo « en plaza » confiere una elevada seguridad y una fiabilidad mucho mayor a los resultados obtenidos. El diagnóstico serológico o por muco-aglutinación es muy aleatorio teniendo en cuenta el débil poder inmunogénico del trichomonas (incluso a nivel de los anticuer- pos locales).
  • 8. — 96 — Los tratamientos a base de aplicaciones de pomadas con acriflavina o tripafla- vina repetidamente en los machos están actualmente superados, relegados y reem- plazados por el tratamiento general con dimetridazol, administrado oralmente (50 mg/kg por día) durante 4 a 6 días. Permite obtener la curación de la mayoría de los machos y/o de las hembras tratadas. En la hembra, la utilización de las prosta- glandinas luteolíticas constituye un adyuvante terapéutico excelente que permite el restablecimiento de una ciclicidad normal de la mucosa uterina. La profilaxis y la erradicación de la tricomoniasis reposan sobre la ruptura de la contaminación venérea, recurriendo a la inseminación artificial realizada con ani- males indemnes. Para que les sea reconocido este estado, los toros deben provenir de rebaños indemnes, incluso ser escogidos por el CIA y puestos en período de cua- rentena antes de su pubertad. En el curso de su período de cuarentena los toros deben sufrir 2 ó 3 veces las pruebas de investigación del Trichomonas foetus mediante lavado prepucial. En el curso de su servicio no deben tener contacto sexual con las hembras bovinas (recelas) no controladas. Estas condiciones com- prenden las indicadas para la lucha contra la campilobacteriosis. En algunos países europeos (Checoslovaquia), los animales eventualmente cono- cidos como positivos no son tratados, sino eliminados (Polak, 1984) mientras que en la mayoría de los países en que se utiliza el tratamiento con el dimetridazol, la reposición en servicio del reproductor no tiene lugar más que después del conoci- miento de dos o tres resultados negativos a la prueba del lavado prepucial en los dos meses que siguen al tratamiento. Es evidente que, si un toro aparece como posi- tivo en los efectivos de un CIA, la totalidad de su producción de semen almacenada debe eliminarse como « sospecha » hasta la fecha del último resultado negativo obtenido precedentemente sobre el animal. La tricomoniasis es en Rumania una enfermedad sujeta a declaración oficial. Esta declaración supone el tratamiento de los machos y hembras adultas con efica- cia que se aprecia por los exámenes de laboratorio renovados y reiterados hasta la extinción del foco. Está prohibida la salida del foco de los toros de más de seis meses, salvo para el sacrificio. El levantamiento de la prohibición se hace a los tres meses después de que sea reconocido como indemne el último caso de tricomoniasis tratado. EL E X A N T E M A COITAL Infección viral (Herpesvirus) genital del macho con balanopostitis infecciosa, o de la hembra con vulvovaginitis pustulosa infecciosa (IPV), conocida desde hace numerosos decenios, el exantema coital representa el tipo de enfermedad compleja, desconcertante, evolutiva, dando lugar a controversia y cuya profilaxis por este hecho es difícil de precisar y establecer. El virus responsable no es selectivo del aparato genital ya que es idéntico al que se localiza a nivel del aparato respiratorio (produciendo entonces una rino-tráqueo- bronquitis infecciosa : IBR), del encéfalo o de la mama. No diferenciables serológi- camente, estas diferentes cepas no son, no obstante, indiferentemente ubicuitarias ya que una cepa típicamente IPV no afecta más que al aparato genital y a la mama, mientras que una cepa IBR puede indiferentemente producir lesiones respiratorias, genitales, mamarias o/y encefalíticas (Straub, 1978). Los stress de la crianza y las condiciones de manejo juegan un papel importante en la eclosión de la afección.
  • 9. — 97 — Es éste un virus poco resistente, cuya transmisión puede hacerse por vía directa (respiratoria, venérea, buco-genital) o indirecta (manos del criador, manos del reco- lector de semen). La infección puede desarrollarse tanto en el macho como en la hembra sin signos clínicos evidentes y sin que se observe el cuadro generalmente descrito de inflamación, granulaciones, vesículas, ulceraciones, que son muy frecuentemente la consecuencia de la infección por gérmenes no específicos sobreañadidos. Rápidamente después de la infección (8o a 10° día) aparecen los anticuerpos específicos cuya tasa se eleva hasta el día 20 ó 30, para disminuir enseguida, incluso desaparecer. La observación de la disminución de estas tasas de anticuerpos mues- tra que ella no se hace regularmente, progresivamente, sino, por el contrario, con variaciones, incluso con tiempos de remanencia, o con recrudecimientos ocasiona- les no explicables. Podrá ser necesario esperar de 18 meses a dos años para no detectar más estos anticuerpos. Por lo tanto, los animales así serológicamente nega- tivos permanecerán como infectados latentes. Bajo la acción de cualquier stress, la producción de anticuerpos será reactivada simultáneamente con la excreción del virus. Nosotros hemos así observado 4 toros volviendo a ser serológicamente positi- vos en un efectivo totalmente indemne varios meses, incluso varios años, después de su importacièn y sus respuestas anteriores regularmente negativas. Pero, despus del tratamiento con la dexamethasona, los ttulos seroneutralizantes de estos ani- males se han elevado considerablemente (aumento muy significativo) y, simultánea- mente, aparecía una excreción viral, bien sea de las secreciones nasales (3), bien sea a la vez en las secreciones nasales y en las secreciones prepuciales (Goffaux, 1984). La prueba únicamente de la seronegatividad momentánea no traduce pués con certidumbre la ausencia de contagio posible del animal. Los trabajos de Bitsch y de Straub han puesto particularmente bien en evidencia lo aleatorio de esta excreción del virus en el tiempo, y las modificaciones de las tasas de anticuerpos sanguíneos. En consecuencia, conviene considerar que un animal contaminado se hace por- tador latente de por vida, y que un animal que haya reaccionado serológicamente en un momento de su vida permanece como un animal sospechoso toda su vida (pero ¿ cómo saber que un animal hoy en día serológicamente negativo era positivo dos años antes ?). El diagnóstico se basa esencialmente en : — la investigación del virus por cultivo de las materias eventualmente contami- nantes (semen diluido para evitar el efecto citotóxico del esperma, lavado prepucial, secreciones vaginales, etc.); — la puesta en evidencia de la acción neutralizante del suero del animal estu-: diado (seroneutralización) frente al efecto citodestructor de una cepa de virus IPV cultivada sobre células de riñon de ternero. Debería hacerse un esfuerzo para que sean normalizadas las condiciones de realización de esta prueba de seroneutraliza- ción por depender su límite de detección, su sensibilidad y su repetibilidad de las condiciones de realización de la prueba (dilución del suero, tiempos y temperaturas de calentamiento del suero, plazo de observación del efecto neutralizante, etc.) (Bitsch, 1970). Teniendo en cuenta la muy amplia difusión del virus en el mundo y las conse- cuencias económicas que ello puede significar por los trastornos que ocasiona, aun-
  • 10. — 98 — que, en ciertos países, no sea actualmente encontrado más que esporádicamente (Yugoslavia, Checoslovaquia, Rumania), las autoridades veterinarias responsables se preguntan sobre las medidas profilácticas a tomar : — por algunas (Suiza, Dinamarca, por ejemplo), el sacrificio progresivo de los animales positivos está decidido; — por otras (Francia, Gran Bretaña, por ejemplo), teniendo en cuenta que el virus IPV se elimina y transmite por el esperma, los reproductores de los CIA deben ser indemnes. Para ello, deben haber sido, en su edad jóven, sometidos a la sero- neutralización, resultando negativos a esta prueba, y permanecer siéndolo durante su vida; — por otras, finalmente (República Federal de Alemania), se utiliza un pro- grama de vacunación de los reproductores. En lo que concierne a las hembras, sólo Dinamarca y Suiza parecen actualmente metidas en un programa de erradicación por el sacrificio. En otras partes, se utiliza la vacunación bien sea libremente (República Federal de Alemania, Gran Bretaña, Países Bajos), bien lo sea de forma limitada, controlada (Francia). Es muy difícil, casi imposible, el proponer un programa común de profilaxis. La finalidad ideal es ciertamente la erradicación del virus en las estaciones de crianza, los CIA y en las explotaciones productoras de reproductores. La estrategia dependerá del grado de contaminación en la región y/o el país. El recurrir a la vacunación no deberá ser contemplado más que en las zonas de alto riesgo y alto nivel de contaminación. Los machos no deberían vacunarse más que después de haber tenido la seguridad de que ellos no eran portadores de virus. Las vacunas no serán entonces más que vacunas con virus inactivados. Periódicamente la investiga- ción del virus en el esperma permitirá asegurarse de la inocuidad del semen. Es cierto que la problemática de una profilaxis en el medio de cría es totalmente diferente de la que se aplicará en una explotación de engorde de bovinos jóvenes. En este último caso se investiga esencialmente el evitar las pérdidas económicas, sabiendo que, in fine, los animales irán al matadero, mientras que en una explota- ción de cría, no sólo es necesario evitar las pérdidas económicas, sino evitar tam- bién la extensión de los resultados positivos a la prueba de la seroneutralización (la vacunación suprime esta posibilidad). L A S CLAMIDIOSIS Aunque menos frecuentes entre los bovinos que entre los ovinos, las infecciones por Chlamydia son susceptibles de provocar en la hembra y en el macho trastornos de la reproducción cuya frecuencia es señalada más corrientemente parece ser en Europa desde los años 70 (Polak y col., 1984). Conocida desde hace mucho tiempo como responsable de un aborto epizoótico bovino en los Estados Unidos, Chlamydia psittaci está asociada, en Europa, al aborto normalmente esporádico (entre 3 y 7 meses) debido a una placentitis necró- tica y un ataque directo del feto, con lesiones hepáticas. Jaskowski (1973) ha des- crito además, así como Jahn y col. (1972) trastornos de infecundidad con vaginitis y endometritis. En el toro la infección supone la balanopostitis, la semino-cistitis y sobre todo la orquitis las que en numerosas epizootias han sido reconocidas en Europa (Polonia,
  • 11. — 99 — Checoslovaquia) y que han sido bien estudiadas por Jaskowski y col. (1980), así como por Rob y Rozinek (1976). La Chlamydia contamina el esperma de los anima- les afectados, pero parece que lo hace de forma irregular, intermitente y débil. De 4 animales clínicamente afectados, serológicamente positivos, Guérin (1983) aisló la C. psittaci solamente una vez entre 8 eyaculados para un toro y una vez de cada 12 para un segundo toro. Simultáneamente, los cultivos realizados a partir de dosis de semen congelado (134) de 10 toros han dado todos los resultados negativos. Ello señala la dificultad del aislamiento de la Chlamydia a partir del esperma a conse- cuencia de la siempre débil contaminación y de la presencia de proteasas que obliga a diluir el esperma al 1/10 y reduce todavía más las concentraciones en gérmenes infectantes. A partir del semen diluido y congelado el aislamiento es igualmente difícil por el hecho de los antibióticos del diluyente, que, a las dosis normalmente utilizadas, son tóxicos para la Chlamydia. Las condiciones de la transmisión de macho a macho y de aparición de trastor- nos están todavía mal precisadas, aunque la vía oral parece frecuente, completada ocasionalmente por una transmisión indirecta debida a las garrapatas. En efecto, a pesar del empleo de cepas de Chlamydia aisladas a partir de animales clínicamente infectados, la reproducción experimental de la enfermedad es difícil y por otra parte se pueden encontrar Chlamydia en el esperma de toros clínicamente indem- nes. La utilización de semen contaminado puede llevar consigo los trastornos en las hembras inseminadas (infecundidad con vaginitis y endometritis) sin que se pueda en absoluto en estos momentos precisar las nociones de dosis infectantes o de ter- reno receptivo. El diagnóstico es relativamente fácil en el caso de abortos, a partir del examen bacteriológico del hígado del abortón (impronta y coloración, cultivos sobre huevos embrionados). Es difícil a partir del esperma en el toro. Spencer y col. (1983), pro- ponen un medio de transporte que puede ayudar al aislamiento de las clamidias en las muestras. Este medio conserva la Chlamydia durante 30 días al ambiente y durante 34 días a + 5 ° C . La fijación del complemento es el método serológico empleado habitualmente, pero los títulos obtenidos son de interpretación difícil, muy corrientemente débiles y de persistencia limitada (algunas semanas). Los anticuerpos detectados son tam- bién los de Chlamydia intestinalis (saprofita, no patógena) así como los de C. psit- taci. La fijación del complemento no permite un diagnóstico individual sino única- mente un diagnóstico de rebaño. Los tratamientos recomendados están basados en los antibióticos (tetraciclina, cloramfenicol) pero su eficacia y su inocuidad (trastornos de la producción de esperma) exigen que sean confirmados en el macho. En la hembra, por el contrario, el empleo de la tetraciclina a razón de 3 a 5 g por día, durante 4 a 5 días consecuti- vos, prevendrá el aborto en las gestantes congéneres de una hembra infectada de clamidiosis (Vanderlasche, 1982). Aunque la transmisión de Chlamydia a los bovinos a partir de los ovinos sigue siendo discutible aún, parece prudente el prohibir la cohabitación de carneros (u ovejas) y de toros en el mismo CÍA.
  • 12. — 100 I AS M I C O P L A S M O S I S Numerosos micoplasmas intervienen en la patología bovina creando una gran complejidad tanto desde el punto de vista lesional como desde el punto de vista de gérmenes en causa. Presentan una posibilidad de intervención al nivel genital : Mycoplasma bovigenitalium, Mycoplasma bovis, Acholeplasma laidlawii, y Urea- plasma entre los más frecuentemente encontrados en Europa. Bell (1984) señala la intervención de M. canadense en un efectivo de toros con localización prepucial y uretral. Corrientemente el papel etiológico de los micoplasmas se ha supuesto más que demostrado a partir de la relativa frecuencia de los gérmenes en los cultivos de pla- centas o de exudados vaginales así como en los exudados prepuciales y uretrales o en el esperma. Es difícil de situar exactamente la incidencia económica de los mico- plasmas ya que ellos se encuentran normalmente en los animales aparentemente sanos. Jurmanova y col. (1979) encuentran Ureaplasma en el 80% de 3.000 dosis de semen que ellos examinaron y Mycoplasma en el 40%. Rae (1982) encuentra Myco- plasma en 39 (71 %) de las 55 muestras de esperma puro suministradas por 10 toros. Nueve muestras dieron un cultivo combinado de M. bovigenitalium y Ureaplasma y dos una combinación de M. bovigenitalium y M. canadense. El autor no señala, no obstante, la eventual relación entre estos « hallazgos » y la fecundidad de los repro- ductores. Ruhnke y Doig (1978) veían una frecuencia elevada del Ureaplasma y de Mycoplasma bovigenitalium en los casos de vulvitis aguda con hipertermia y granu- laciones. Los casos de semino-vesiculitis han sido seialados (Erno y Blom, 1967; Al Aubaidi y col., 1972) y se consiguiè la reproduccièn experimental de los trastornos por inoculación intravesicular de estas cepas (Parez y col., 1977). La infección entraña una reducción de la motilidad del esperma producido. Los micoplasmas sobreviven en el esperma congelado. Los antibióticos habitualmente utilizados en los diluyentes (penicilina, estrepto- micina) son generalmente ineficaces para controlar la contaminación en micoplas- mas del semen. Truscott (1983) ha estudiado la actividad de los diferentes antibióti- cos. Él muestra la acción de la minociclina contra Ureaplasma y de la lincomicina (0,3 mg/ml) asociada a la spectinomicina (0,6 mg/ml) contra Mycoplasma. Los tiempos de contacto (15 min a 35°C), el papel de la naturaleza del diluyente (acción real de la minociclina solamente en diluyente leche) plantean los problemas de la aplicación práctica de estos resultados. Así el estudio serológico de los reproductores, ni la investigación de los microor- ganismos del esperma no pueden ser la base de una profilaxis teniendo en cuenta las incertidumbres todavía existentes sobre la significación de sus resultados. OTRAS E N F E R M E D A D E S Diarrea bovina a virus — Enfermedad de las mucosas. Ampliamente extendido, el virus de la diarrea bovina (BVD) infecta principal- mente a los jóvenes de 8 a 18 meses pero puede ser patógeno en la vaca gestante produciendo los abortos hacia el 3 o ó 4 o mes de la gestación. Podría ser también
  • 13. — 101 — responsable de la mortalidad embrionaria precoz. Sin embargo, si el feto está infec- tado tardíamente el nacimiento se producirá a término. El virus puede eliminarse por el esperma en el macho infectado sin ninguna alte- ración ni de los órganos genitales ni del esperma. Whitmore y col. (1978), dos, cua- tro y diez días después de una contaminación experimental intranasal, intraoral e intramuscular de los toros (9) de edades de 2 a 4 años serológicamente positivos o no frente al virus BVD previamente a la contaminacièn, han reencontrado el virus en el esperma de tres de los toros previamente seropositivos y de uno de los toros previamente seronegativos. Ninguna lesión del aparato genital ni alteración de la calidad del semen ha sido observada. La inseminación con el semen contaminado parece reducir las posibilidades de fecundación (Archbald y col., 1977). McClurkin (1977) ha demostrado que los trastornos de la fecundidad no se observarían en las hembras serológicamente positivas antes de la inseminación. El control serológico de los reproductores no puede ser la base de una profilaxis en los efectivos de toros de IA; el virus es de difícil aislamiento en cultivo. Listeriosis. Encontrada en los bovinos bajo la forma genital, se caracteriza por los abortos esporádicos. El germen responsable, Listeria monocytogenes, es muy resistente y ubicuitario. Parece que la frecuencia de casos de listeriosis en los bovinos ha podido ser relacio- nada con la utilización de ensilajes de calidad mediocre de almacenamiento (pH superior a 5). El aborto es la consecuencia de una placentitis necrótica, acompañada de lesio- nes del hígado y del bazo que entrañan el aborto entre el 6 o y el 8 o mes. La excre- ción de Listeria es constante y persistente después del aborto complicado o no con metritis. En Francia, los abortos por Listeria representarían el 1% al 2 % de los abortos no brucelósicos (Goyon, 1980). El tratamiento es muy corrientemente aleatorio incluso con los antibióticos. La profilaxis reposaría particularmente sobre la preparación y el almacena- miento de los ensilajes. La eliminación de Listeria en el esperma no ha sido actualmente demostrada. Leptospirosis. La patogenicidad y la virulencia de los diferentes serotipos varían grandemente de uno a otro país. Es así como el L. pomona se ha señalado por Uwland como ausente en los Países Bajos mientras que es el más frecuente en los EE.UU. L. grip- potyphosa y L. canicola son los más frecuentemente citados en Europa. La excreción de las leptospiras por el animal contaminado se hace por la vejiga (orina), la mama (leche), el aparato genital (esperma). La contaminación usual se hace por la ingestión de los alimentos ensuciados bien sea por la orina de un bovino excretor o sea por las deyecciones de los roedores. Las posibilidades prácticas de contaminación de la vaca a partir del semen con- teniendo las leptospiras no son demostradas netamente, especialmente por el hecho
  • 14. — 102 — de los débiles títulos constatados y de la presencia de los antibióticos en los diluyen- tes eficaces contra las leptospiras (estreptomicina). Abortos micósicos. Podrían representar aproximadamente el 10% de los abortos esporádicos (Van- derlasche, 1982) y serían principalmente debidos al Aspergillus fumigatus asociado a la distribución de forrajes y de henos averiados. El aborto es consecuencia de la infección placentaria, y sobreviene hacia el 7°-8° mes. Diferentes tipos de mohos y hongos se han encontrado en el semen sin que haya sido verdaderamente posible precisar si se trataba de una polución o de una conta- minación. La eliminación de los forrajes enmohecidos de la ración debe prevenir las posi- bilidades de aparición de los trastornos. Salmonelosis. Ninguna transmisión por el esperma parece haber sido señalada de Salmonella dublin o Salmonella typhimurium que, en la vaca, son responsables de abortos esporádicos. Lengua azul. El virus contamina el esperma y es transmisible a las hembras por vía uterina. Particularmente frecuente en América del Norte, este virus está actualmente ausente de la patología europea. Enfermedad de Akabane. Primeramente señalada en el Japón, después en Australia, finalmente observada en Israel, esta enfermedad no ha sido todavía señalada en Europa. Caracterizada por un síndrome de artrogryposis, de hidranencefalia y de atrofia muscular, en 1979-1980 ella ha provocado verdaderas epizootias de abortos (50.000 casos), de nacimientos prematuros y de síndrome de artrogryposis congénita (Inaba, 1980). El virus podría ser eliminado por el esperma. La detección se haría por la puesta en evidencia serológica de los anticuerpos neutralizantes. Leucosis bovina enzoótica. El virus de la leucosis está generalmente reconocido como no transmisible por el esperma, a pesar de la transmisión al cordero obtenida por Lucas y col. (1980) des- pués de la inoculación de cantidades elevadas de semen y de secreciones seminales (2 a 10 ml) procedentes de un toro afectado. No obstante, hay que remarcar que el esperma manchado de sangre (y por consiguiente de polinucleares) puede presentar un peligro por el hecho de la existencia de virus en estas células y de la débil canti- dad necesaria para asegurar la transmisión.
  • 15. — 103 — Frecuencia Enfermedad Prueba antes de Muestreo antes de en la entrada servicio Campilobac- Examen directo 2 veces 2 veces/ Esperma teriosis Inmunofluorescencia Cultivo sobre medio al thiol en atmósfera controlada a 6 sem. año Lavado prepucial « Scraping » (raspado) Utilización de un medio de conservación y de enriquecimiento Tricomoniasis Examen directo 2-3 veces 2 veces/ Lavado del forro Cultivo a 6 sem. año Esperma Brucelosis Detección de anticuerpos específicos Sero-aglutinación Fijación de complemento Rosa de Bengala Antígeno tamponado Cultivo 1 vez 1 vez/año Sangre Esperma IPV-IBR Seroneutralización 2-3 veces 2 veces/ Sangre Cultivo a 6 sem. año Esperma Leptospirosis Micro-aglutinación frente a Ocasionalmente Suero los serotipos respectivos Prueba ELISA Cultivo Orina - esperma Tuberculosis Tuberculinización intradérmica 1 vez 1 vez/año Micoplasmosis Prueba serológica Ocasionalmente Sangre Cultivo sobre medio especial Esperma Clamidiosis Microtitulación por fijación Ocasionalmente Esperma de complemento Medio de conservación Inmunoñuorescencia Cultivo sobre huevo embrionado Listeriosis Cultivo sobre medio Ocasionalmente Esperma selectivo Esperma Fijación de complemento Sangre Inmunoñuorescencia indirecta Gérmenes Cultivo sobre medio Ocasionalmente Esperma banales triptosa soja-agar adicionado de sulfonato de polianetol de sodio Leucosis Inmunodifusión sobre gelosa 1 vez 1 vez/año Suero Salmonelosis Cultivo Ocasionalmente Esperma CUADRO I Pruebas de diagnóstico utilizables
  • 16. — 104 — G É R M E N E S H A B I T U A L M E N T E N O P A T Ó G E N O S C O N T E N I D O S E N EL E S P E R M A El muestreo estéril muestra que a nivel de las ampollas seminales el esperma no contiene gérmenes (Nibart, 1976). La presencia de gérmenes habitualmente no patógenos, ubicuitarios al nivel del prepucio y de la porción terminal de la uretra, entraña la contaminación bacteriana del esperma eyaculado. La contaminación bacteriana del esperma está, por esta causa, bajo la dependencia de las condiciones higiénicas de mantenimiento de los toros y de las condiciones higiénicas de la recogida de semen para la inseminación artificial. El nivel medio de contaminacièn bacteriana varà considerablemente segn los autores y, en una revista muy documentada, Wierzbowski (1981) indica que varà de 150.000 a 650.000 gérmenes/ml de esperma recientemente recolectado y de algu- nos cientos a más de 500.000 gérmenes/ml para el esperma diluido. El autor señala solamente el 4 % de eyaculados indemnes de contaminación bacteriana. Las cifras suministradas por Balachov (1984) son fundamentalmente diferentes ya que, para este autor, el contenido bacteriano medio del esperma fresco es de 3.094 gérmenes/ml y que el 28% de las muestras estarían totalmente indemnes. Estas cifras son verdaderamente la consecuencia de la utilización de un procedimiento de recogida del esperma particular, no indicado por el autor. Los gérmenes más frecuentemente encontrados son los Pseudomonas aerugi- nosa, Corynebacterium pyogenes, Streptococcus beta haemolyticus, Staphylococ- cus sp., Escherichia coli, Proteus sp. que son igualmente los más frecuentemente citados en los casos de trastornos del aparato genital de la hembra. El papel pató- geno de estos gérmenes del esperma para el aparato genital de la hembra ha sido raramente puesto en evidencia, hechas las excepciones de los casos para los cuales el agente microbiano (E. coli) era eliminado en el esperma por el hecho de una infec- ción genital del macho (vesiculitis) (Blom y col., 1964; Thal y col., 1959). Del mismo modo ninguna demostración ha sido suministrada de la relación precisa que existiría entre la presencia de estos gérmenes potencialmente patógenos y la capaci- dad fecundante de las dosis de semen. Por el contrario, ha sido demostrado que la polución del semen a nivel de 5.000 gérmenes (Pseudomonas aeruginosa) no influencia en absoluto los resultados de la inseminacièn artificial (Kondrastow, 1975). Es evidente que el objetivo debe ser la producción de semen conteniendo los menos posibles microorganismos ubicuitarios, ocasionalmente patógenos. Pero en el estado de nuestros conocimientos, no parece posible el determinar los límites admisibles de esta contaminación salvo, puede ser, el precisar la tasa máxima de células que traduzca la reacción inflamatoria (polinucleares) aceptable. La eleva- ción de esta tasa más que el contenido en microorganismos es en efecto revelador del aparato genital macho. La presencia de microorganismos en el semen utilizado en inseminación artifi- cial plantea el problema de las posibles contaminaciones para las hembras insemi- nadas y especialmente de la eventualidad de la aparición posterior a la inseminación de metritis por gérmenes no específicos. El papel de estas bacterias en la aparición de las metritis está todavía fuertemente discutido teniendo en cuenta que estas mis- mas bacterias (Escherichia coli, Pseudomonas, Staphylococcus, Proteus, etc.) se
  • 17. — 105 — encuentran en el útero de las vacas normales, en los de las vacas infecundas y en el esperma del toro normal (Dawson, 1975; Easley y col., 1951). Recientemente el estudio de los lquidos de lavado utilizados para la recogida de los embriones sobre las vacas donantes (por consecuencia fecundas) ha demostrado que puestas a parte las contaminaciones eventuales en el momento del muestreo, muy raramente eran las muestras uterinas bacteriológicamente negativas (Mallek, 1984) y que los por- centajes de frecuencia de los gérmenes encontrados diferirían poco de los indicados para el contenido prepucial del toro o el esperma. Durante el oestrus, la flora ute- rina de la vaca normal está aumentada por la apertura del cuello pero los mecanis- mos (locales y/o generales) de defensa del útero intervienen : — aumentando el número de macrófagos a nivel de la pared uterina que van a entrañar la fagocitosis; — intervención de la inmunidad celular en esta movilización y de la inmunidad humoral IgG e IgA que, sobre todo, impide la fijación de los microorganismos sobre la pared endometrial; — intervención de las aglutininas normalmente presentes en el mucus uterino de la vaca, y activas contra los gérmenes no específicos. Parece que la metritis o la endometritis por gérmenes no específicos en la vaca aparece esencialmente cuando estos mecanismos de defensa están perturbados (nivel de progesterona elevado, desequilibrio nutricional...) o cuando la patogenici- dad de los gérmenes está exacerbada bien sea por el hecho de sus asociaciones, o sea por el hecho de su excesivo número, o sea por el poder patógeno de algunas cepas. Estos elementos no están aclarados pero justifican que se tomen las precauciones en cuanto al contenido bacteriano del esperma. El objetivo debería ser : 1 0 normalizar un método de examen del contenido bacteriano del esperma y del semen; 2° precisar la eventual relación entre contenido bacteriano del esperma y la fecundidad; 3o precisar las condiciones de la eventual patogenicidad del contenido bacte- riano a nivel uterino de la vaca (y/o ternera) en oestrus; 4 o proponer las medidas higiénicas a poner en marcha para reducir el contenido bacteriano del esperma. Estos son los objetivos que la reunión de expertos convocada bajo los auspicios de la FAO en Roma en 1981 sobre el control de las enfermedades en el esperma y los embriones ha reagrupado implicitamente en sus recomendaciones. Los esfuerzos de la Organización Internacional de Standardización (ISO) concerniente a los movi- mientos internacionales tienden a los mismos resultados. La dificultad de fijación de un valor límite del contenido bacteriano se expresa en la recomendación : « Solamente en el caso en que el importador desee que el semen esté indemne de microorganismos ocasionalmente patógenos y/o no patógenos, la lista y el número máximo admisible de estos gérmenes serán establecidos por acuerdo entre las par- tes » (ISO, Kharkov, 1983). G É R M E N E S T R A N S M I T I D O S P O R EL E M B R I Ó N E N LOS C A S O S D E T R A N S F E R E N C I A E M B R I O N A R I A El reciente desarrollo de la transferencia embrionaria plantea el problema del riesgo sanitario susceptible de ser introducido por esta técnica y ha llevado a las autoridades a contemplar las bases de su reglamentación.
  • 18. — 106 — Las exigencias de esta reglamentación deben apoyarse sobre el conocimiento de la situación sanitaria de los padres (donante y toro o semen) y sobre los conoci- mientos científicos relativos a las posibilidades de infección del embrión (D7) obte- nido a partir de los padres infectados de una enfermedad genital. Las considerables investigaciones de estos últimos años muestran que el embrión en el estadio blastocitario (zona pelúcida intacta) preimplantable no es cor- rientemente susceptible de ser infectado. El no es portador de gérmenes de infec- ción general y/o genital más que de los cuales la madre puede presentar las manifes- taciones (serológicas y/o clínicas) : Campylobacter, Brucella, Trichomonas, etc. Si corre el riesgo el embrión de ser portador de virus adsorbidos sobre la zona pel- úcida (IBR-IPV, BVD), los adecuados tratamientos (antisuero, tripsina) pueden eli- minar estos gérmenes sin dañar a la supervivencia del embrión (Singh, 1984). Estos resultados dejan entrever las posibilidades de recurrir a la transferencia embrionaria para la obtención de productos indemnes cuando los padres están infectados y de controlar y permitir así la reproducción de los individuos de alto valor genético genitalmente infectados. No obstante, nuevas investigaciones deben precisar mejor todavía las interacciones entre embriones y microorganismos patóge- nos (Hare, 1984). Una serie de pertinentes recomendaciones relativas al control de los agentes infecciosos en la transferencia embrionaria ha sido presentada por Hare (1983). HIGIENE D E L A P R O D U C C I Ó N D E S E M E N C O N RIESGO S A N I T A R I O C O N T R O L A D O Parece necesario contemplar la higiene de la producción de semen que incluya las diferentes etapas del riesgo sanitario más bien que el solo aspecto de la higiene de la recogida, ciertamente importante, pero fragmentario. La utilización cotidiana de la IA en los bovinos ha sustituido muy corriente- mente de manera total a la monta natural (habría en Europa anualmente unos 65 millones de hembras bovinas que se fecundan por inseminación artificial) lo que ocasiona numerosos movimientos internacionales (alrededor de un millón de dosis representarían estos intercambios europeos anuales) y exige la obtención de una fecundidad óptima juntamente con una protección sanitaria rigurosa. Es así como contemplando este objetivo, la Comunidad Económica Europea acaba reciente- mente de proponer a sus Estados miembros una directiva relativa a los problemas de policía sanitaria en materia de intercambios intracomunitarios y de importacio- nes procedentes de terceros países de semen de origen bovino y porcino (Consejo Económico y Social, CEE, 1984). Es evidente que la seguridad sanitaria proporcionada por el semen es tributaria : — del estado de indemnidad de los reproductores; — de las condiciones de aislamiento en las que estos reproductores serán mante- nidos; — de las condiciones higiénicas de recolección del semen; — de las precauciones higiénicas aportadas en el momento de la preparación de las dosis.
  • 19. — 107 — La importancia de las condiciones higiénicas del acto mismo de la IA por el técnico es igualmente considerable tanto para la hembra correspondiente como para los rebaños visitados. El respeto de las reglas clásicas de llevar ropas apropia- das, desinfectables entre cada explotación (pantalones plásticos y botas) y el empleo de guantes (o guantes de pulgar independientemente solo) desechables así como material de un solo uso, constituyendo la seguridad que el ganadero tiene derecho a exigir para evitar las grandes contaminaciones de las que algunos han podido sufrir. El estado indemne de los toros frente a las grandes infecciones (generales o geni- tales) es garantizado lo más corrientemente sobre la base de los resultados suminis- trados por las pruebas biológicas, alérgicas o serológicas. El valor de esta garantía depende de la precisión de las condiciones de aplicación de estas pruebas (inocula- ciones, muéstreos, técnicas de laboratorio, criterios y niveles de evaluación de los resultados), hasta incluso de la fiabilidad de los resultados. Las dificultades pueden surgir cuando aparecen las reacciones "aberrantes" (brucelosis, IPV-IBR) para las cuales las pruebas más modernas, más complejas, más precisas deben permitir obviar sin el riesgo de llevar daño al capital genético. El cultivo del esperma, bajo condiciones de respeto de las reglas precisas, puede levantar dudas (fiebre aftosa, IPV-IBR) incluso si no aporta la prueba absoluta (la única prueba aportada por el cultivo es la positividad por la puesta en evidencia del gérmen). La lista de afecciones clásicamente controladas en los toros en la mayor parte de los países europeos incluye : tuberculosis, fiebre aftosa, .brucelosis, campilobacte- riosis, tricomoniasis, leucosis, exantema coital. No parece que deba actualmente ser contemplada la inclusión o incorporación de otras afecciones a esta lista. Las nue- vas incorporaciones, si las hay, serián motivadas por el incremento de las frecuen- cias de casos clínicos y por los resultados de encuestas que demuestren la excreción de gérmenes por los toros de CIA (y no solamente la frecuencia de los portadores de anticuerpos). Los caracteres esporádicos de los abortos y/o de los trastornos de la fecundidad en las vacas debidos a clamidias, micoplasmas, leptospiras, virus BVD, aunque jus- tifican la vigilancia y la revisión de todos los casos clínicos en el toro de CIA, no parece deban actualmente significar, a la vista de estas afecciones por parte de las autoridades sanitarias, ninguna decisión de control sistemático, incluso en Checos- lovaquia donde, sin embargo, la clamidiosis participaría de la etiología de las enfer- medades crónicas en el toro (distrofia e inflamación del testículo) y se manifestaría por un porcentaje elevado de reacciones serológicas positivas después de abortos (más del 20%) (Polak, 1984). Las ambigüedades serían eliminadas y las comparaciones internacionales serían posibles, si la normalización de las pruebas diagnósticas mejor adaptadas a la puesta en evidencia de estas afecciones, fuese realizada. Con ello los intercambios internacionales se facilitarían. Las medidas de cuarentena suficientemente rigurosas (tiempo, ausencia de con- tacto) durante las cuales los animales se examinan y se someten a las pruebas de detección antes de entrar como nuevos reproductores en los efectivos de un CIA, asociados al control periódico relativamente frecuente (trimestral, semestral o anual según la enfermedad considerada), procuran una protección que sólo el desconoci- miento por el personal, de las leyes de la contaminación, podrá romper.
  • 20. — 108 — Los animales recelas para la monta utilizados en el centro deben sufrir los mis- mos controles. La higiene de la recogida y de la preparación del semen condiciona el contenido en microorganismos ubicuitarios no patógenos u ocasionalmente patógenos. El personal de los CIA debe estar formado en el respeto a estas normas y reglas higiénicas y a los métodos a seguir con vistas a su aplicación. Ostachko (1983), ha puesto en marcha en el CIA de Kharkov (URSS) todo un conjunto de medidas que le permiten reducir considerablemente el contenido en microorganismos del esperma recolectado. Diferentes autores han propuesto tam- bién medidas que pueden ser reagrupadas así (Parez, 1963) : — los toros que se utilicen para la producción de semen no realizarán monta natural; — en el momento de su puesta en servicio, los toros serán examinados particu- larmente a nivel del saco y del orificio prepucial. Los animales que presentan bala- nitis y/o acrobustitis no se someterán a la recogida de esperma; — los toros que presentan un prepucio pendiente o una eversión de la mucosa prepucial (condiciones favorecedoras de la contaminación prepucial) no serán utili- zados en recogidas; — la región abdominal y prepucial (cuyos pelos habrán sido cortados) se lim- piará con agua jabonosa y secada antes de la recogida; — el lavado prepucial con 250 mi de solución salina estéril se efectuará aproxi- madamente 15 minantes de la recogida. La utilización de soluciones desinfectantes o de antibióticos puede reducir momentáneamente el contenido microbiano del pre- pucio, pero los niveles precedentes de contaminación se volverán a encontrar dos semanas después. El uso repetido de estas soluciones desinfectantes puede entrañar la implantación de una flora resistente, hasta patógena con complicación de bala- nopostitis; — la litera será cambiada frecuentemente y los mismos cuidados higiénicos se aplicarán a las literas de los toros que los aplicados a la literas de las hembras para reducir la frecuencia de las infecciones; — la recogida se hará bien sea sobre un suelo herbáceo, bien sea sobre un suelo antideslizante fácilmente lavable y desinfectable (evitar arena y virutas de madera); — el maniquí deberá desinfectarse en su parte posterior (susceptible de entrar en contacto con el pene) después de cada recogida o mejor recubierto de un plástico cambiado en cada recogida; — el maniquí no deberá defecar antes ni durante la recogida; — el operador utilizará una vestimenta protectora limpiable (plástica o de goma) y la mano con la cual el retrae el forro estará provista de un guante de un solo uso; — la recogida se hará con una sola penetración del pene en la vagina artificial; — la vagina artificial se desinfectará antes de cada empleo; — el material desechable estéril se preferirá al material de goma; — el material seminal recogido será inmediatamente colocado al abrigo de todo contacto con el aire ambiente; — el laboratorio de preparación del semen no tendrá entrada común en el local de monta;
  • 21. — 109 — — la preparación del diluyente se hará extemporáneamente con el material y los productos esterilizados. El diluyente es un medio biológico que presenta condicio- nes ideales para el desarrollo bacteriano; — el material de preparación y acondicionamiento de las dosis estará estéril y el proceso de acondicionamiento se hará al abrigo del aire ambiente; — las dosis serán estancas, individuales. Desde finales de los años 40, el empleo de los antibióticos en el diluyente ha sido propuesto y adoptado. Fué en la época un medio eficaz de controlar la presencia de campilobacter en el semen. Este gérmen es muy corrientemente venido a ser una rareza; la técnica de congelación se ha generalizado; el empleo de la estreptomicina y de la penicilina G es permanente. El valor de esta adición puede plantear la cues- tión : ¿ los tiempos de contacto a una temperatura superior a 5°C (30 min) o supe- rior a 0°C (3 h) son suficientes para permitir la actividad de los antibióticos ?, ¿ el espectro de actividad de estos antibióticos está adaptado a los germenes a los que se quería dirigir el control (clamidias, micoplasmas, listeria, leptospiras, salmonelas, o simplemente gérmenes banales...) ? Truscott y col. (1983) han demostrado el efecto de la lincomicina, la espectinomicina, la minociclina, solas o asociadas frente al micoplasma y al ureaplasma. Ellos han fijado los límites de actividad de estos anti- bióticos; deberían emprenderse nuevos trabajos sobre esta cuestión teniendo en cuenta del arsenal de antibióticos actualmente disponibles. Otras líneas de investi- gación deberían igualmente iniciarse a partir -de las posibilidades que aporta la inmunologiá, bien sea por la utilización de anticuerpos específicos (sueros hiperin- munes de los primeros ensayos que nosotros hemos hecho realizar pueden ser pro- metedores), bien sea por la adición a los diluyentes de fracciones séricas activas (inmunoglobulinas). No obstante, "el empleo de antibióticos en el semen no debería suponer una sustitución para hacer declarar un grupo de toros como indemnes de enfermedades" (Bell, 1984). AGRADECIMIENTOS Este informe ha sido elaborado a partir de los informes que los Países Miem- bros han remitido a la O.I.E. y de los elementos bibliográficos recientes a nuestra disposición. Debemos agradecer por su colaboración a : O.C. Straub y G. Witt- mann (República Federal de Alemania), F. Fischerleitner (Austria), K. Polydorou (Chipre), R.A. Bell (Gran Bretaña), F.M. Cancellotti, G. Gagliardi, P . Dalvit y C. Turilli (Italia), J. Uwland (Países Bajos),Ta delegación de Rumania, L. Polak y M. Rysanek (Checoslovaquia), N.G. Balachov y V.N. Rodina (URSS). * * * B I B L I O G R A F I Á (véase pág. 65)