La Alta Edad Media se caracterizó por la consolidación del régimen feudal en Europa, con la formación de reinos germano-romanos y el desarrollo de una economía de subsistencia en torno a los señores feudales, que ejercían un poder personal sobre sus súbditos. También se desarrolló el ideal de la unidad de Occidente en torno a la Iglesia Católica, con la formación del Imperio de Carlomagno.