El documento critica la Alianza del Pacífico como una expresión del imperialismo estadounidense y del mercantilismo basado en la moral judeocristiana. Compara a los líderes de los cuatro países que forman la alianza (México, Colombia, Chile y Perú) como los cuatro jinetes del apocalipsis, que traerán hambre, guerra y muerte a sus pueblos para beneficiar los intereses económicos de las élites y de Estados Unidos. También señala que otros países como Panamá, Costa Rica y Guatemala apoy
Alianza del pacífico los 4 del apocalipsis imperial
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Alianza del Pacífico: Los 4 jinetes del apocalipsis imperial
(Moral judeo-cristiana, mercantilismo y corporativismo fascista)
rubèn ramos
El único “destino manifiesto” para hacer del mundo lo que la moral judeo-
cristiana anticipaba en los llamados libros sagrados del Torá o de la Biblia (que
no es lo mismo pero es igual), es el mercantilismo. Esa moral construye
relaciones de agiotaje y de egoísmo, que se expresan fundamentalmente en
las relaciones de intercambio tanto a nivel micro como macro. Haré algunas
referencias al respecto. Luego abordaré el tema que me convoca esta vez: la
reunión de la Alianza del Pacífico en Cali-Colombia, paraíso del narcotráfico.
Uno
En tanto moral, la acción mercantilista en la economía se atiene al principio
que, en los viejos libros del Antiguo Testamento, establece que toda acción de
venta o de cambio se rige por el lucro (Levíticos 27, entre otros).
Las normas de la moral judeo cristiana aplicadas al mercantilismo micro
económico, condicionan el actuar de las personas en las relaciones de
intercambio. No importa la necesidad ni su satisfacción. Lo que hay es un
desplazamiento de la necesidad a “satisfactores” que socavan su preexistencia
a través de ventajas, descuentos, ofertas, premios. Esto funciona así, en
cualquiera de nuestras economías. La motivación condicionada hace
desaparecer la verdadera necesidad e incita a sustituirla por la oportunidad.
Incluso en economías en proceso de transición hacia el cambio, como en
Venezuela, las normas de esa moral franquean comportamientos que atentan
gravemente contra la estabilidad económica y la equitativa satisfacción de las
necesidades. Por algo, los vicios del acaparamiento y la especulación aparecen
como normas en los libros del Antiguo Testamento y en los Evangelios. Todos
los guajiros o colombianos que se turnan en las interminables colas de los
supermercados, de Maracaibo, para ingresar una y otra vez, en procura de los
alimentos con precios regulados, se declaran fervientes creyentes en Dios. Y
aunque no lo fueran, están convencidos que es Dios el que les ha dado la
oportunidad que hoy tienen de poder acceder a todo tipo de productos, no sólo
alimentos, sino artefactos, ropa, menaje, zapatillas, zapatos, utensilios, licores,
conservas, y todo cuanto puedan financiarles los especuladores y
contrabandistas dueños del capital con que aquellos realizan sus compras.
Unos y otros, son identificados como “bachacos”, en alusión a un tipo de
hormiga que traslada hojas y desperdicios más grandes que su tamaño. Los
habilitadores del capital, son verdaderos profesionales del cohecho y la
corrupción pero, igualmente, profundamente católicos, y cristianos de las
diversas sectas. Para los primeros, parte de su “fidelidad”, son los enormes
crucifijos que cuelgan de sus pechos (de oro, plata o lata, dependiendo del
capital que manejan); o las estampitas en el bolsillo, con la imagen del santo o
santa de su devoción. Para los segundos, su profunda fé, porque “eso es lo
único que salva”. En uno y otro caso, todos se persignan, dan gracias y besan
sus símbolos en señal de gratitud por el bien que reciben de manos del Señor.
“Siempre fue lo mismo, afirman, porque Dios está por encima de los hombres
sean Chávez, Maduro o Capriles.
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En la macroeconomía, la moral judeo-cristiana se expresa:
En el “Decálogo de Washington” o Consenso de Washington, porque fueron los
dueños del capital, reunidos aquí, los únicos que consensuaron la imposición
de las diez “máximas” del modelo neoliberal al mundo.
En los Planes de Ajuste Estructural (PAE) que obligó a las economías
“deudoras” a insertarse en el mercantilismo internacional, privatizando y
entregando a los monopolios empresas públicas industriales, de construcción y
de servicios; imponiendo el pago estricto de la deuda externa bajo supervisión
del FMI y del BM; flexibilizando el trabajo, el tipo de cambio, los precios de los
combustibles, la energía, el agua, la salud, la educación; acabando con los
derechos laborales de los trabajadores y el sindicalismo.
En las “Estrategias de Alianza País” que impone el BM, para ordenar nuestras
economías en función de la inversión extranjera convocada por esta institución,
por el BID y por la USAID y sus respectivos grupos financieros.
Dos
Históricamente, el mercantilismo fue el sistema económico que impulsó la
moral judeo-cristiana en Europa en el siglo XVI y XVII. Que trajeron los judíos,
marranos y cristianos a América y que ha prevalecido desde entonces.
Ya en la época moderna, el “mercantilismo significa la traslación del afán de
lucro capitalista a la política... El Estado procede como si estuviera única y
exclusivamente integrado por empresarios capitalistas” (Weber, 1978)
El mercantilismo, presupone un “Estado racional”, como único terreno sobre el
cual puede prosperar el capitalismo moderno. Fueron las “logias”, en los
orígenes del capitalismo, las que posibilitaron la creación de los “Estados
racionales” como asociación del mercantilismo, la ley, y la fuerza armada para
imponer sus exigencias de dominio.
En los “Estados racionales” del capitalismo, la premisa fundamental de la
empresa privada corporativa y mercantilista es el aprovechamiento del mayor
número posible de recursos con posibilidad lucrativa en el propio país donde
realiza sus inversiones (Ibid, 292).
La finalidad más alta es robustecer hacia el exterior el poderío del Estado
dominante, habida cuenta de que es en el comercio exterior donde descansa el
principio de aventajar al adversario, comprándole lo más barato posible y
vendiéndole lo más caro que se pueda. Principio básico de los TLC de los que
se congratulan los gobiernos corporativos y fascistas.
Tres
En el mercantilismo se busca la seguridad del lucro a través de la intervención
del gobierno. Los gobiernos son manejados por grupos de presión corporativos
que sustentan modelos políticos fascistas como los de México, Colombia,
Chile, Perú. En el mercantilismo, el poder coercitivo de los gobiernos es
utilizado por las grandes corporaciones para evitar la competencia, lograr
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seguridad en las ganancias, obtener privilegios oligopólicos amparados en
leyes, reglamentos, disposiciones.
Los gobiernos mercantilistas de modelo corporativo y fascista como los que he
indicado, no pueden respetar los derechos del pueblo, porque no pueden tratar
a todos por igual. Son gobiernos por licencia, no por derecho. De allí que el
discurso “nacionalista” del presidente del Perú, resultaba siendo una
contradicción, habida cuenta de que se trata de un gobierno mercantilista y
fascista.
Los gobiernos corporativos y fascistas los promueven, respaldan y manejan los
beneficiarios del orden mundial capitalista: las élites bélico-industriales, las
instituciones financieras internacionales y sus inversionistas de impacto, los
empresarios privados nativos, los medios de comunicación, las ONGs que
lucran con el financiamiento extranjero, a cambio de su entreguismo y
obsecuencia.
En el caso de la Alianza del Pacífico, como expresión del mercantilismo a
escala internacional, es innegable que el mayor interesado es Estados Unidos,
pero Piñera y Santos no se quedan atrás por ser los que directamente verán
beneficiados sus intereses económicos familiares. Los otros dos, sus
ambiciones de poder. Estas no son poca cosa tratándose de dos advenedizos
a la política. Nieto, digitado por el CAP-CFR (think thank norteamericano para
América latina), que opera en el Instituto Tecnológico de Monterrey, donde
también fue digitado su antecesor Felipe Calderón; y Humala, de-formado en la
Escuela de las Américas del gobierno norteamericano y bendecido por la
Trilateral, vía Vargas Llosa, el premio nobel de las intrigas. El primero, para
intentar volver a perpetuar al PRI corporativo y fascista en el gobierno, y el
segundo, para intentar su continuidad presidencial conyugal.
Cuatro
Los cuatro gobernantes semejan a los jinetes de un “apocalipsis” no revelador,
pero sí resucitador de aquel engendro que fue la ALCA.
Cuatro jinetes a los que el Imperio no juntó por casualidad, sino por ser la
expresión “cabal” de lo que en el último libro del Nuevo Testamento se anuncia
como la “victoria” del “hambre”, de la “guerra” y de la “muerte”.
Nada más preciso, para referirse a lo que pretende la Alianza del Pacífico
respecto de los esfuerzos integracionistas de la era Chávez, y de lo que se
espera hagan los actuales y futuros gobernantes de esos cuatro países con la
pobreza de sus pueblos y con la integración de la Patria grande.
Nada más exacto, para anunciar la “victoria” del crecimiento económico del que
se ufanan los cuatro jinetes, y que sólo ha traído hambre, guerra y muerte. ¿No
es esta acaso la realidad de los pueblos de Colombia, de Chile, de Perú, de
México?
Pero los cuatro jinetes son apenas la avanzada de la victoria del hambre, de la
guerra, de la muerte de nuestros pueblos. Los verdaderos “templarios” de la
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cruzada Alianza del Pacífico, son las siete plagas: EEUU, Japón, Corea del
Sur, Canadá, Australia, España y Nueva Zelanda.
Panamá, Costa Rica y Guatemala, cual dragón de tres cabezas, harán nuevos
aprendizajes, aunque experiencia sobre entreguismo, traición y genocidios les
sobra. Todos juntos exceden el número 12 de la perfección destructora y
decadente que sostiene la moral judeo-cristiana. Esto no le resta validez al
simbolismo que he utilizado para dar cuenta de los nuevos “Herodes”, respecto
de la historia que los pueblos y sus gobernantes dignos han empezado a
construir en América latina y el Caribe, y respecto también, y sobre todo, de la
alternativa histórica que representan el Mercosur, el Alba, la Unasur y la
CELAC en procura de un mundo multipolar sin hegemonías mesiánicas
trasnochadas.
http://www.alizorojo.com
Ref. bibliográfica:
Weber, Max (1978)
El origen del capitalismo moderno, en Historia económica general (1923-24), México, F.C.E.,