1. Agueda Leal Quiñones
Cuentos y Metáforas para usar en terapia
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Aurora y sus “principios”
En una antigua ciudad de esas tradicionales, turísticas y alargadas del año 2046, vivió
Aurora, una chica triste y un poco arisca que decía odiar su urbe natal, Cádiz, porque en su
infancia había pasado muy pocos momentos jugando con sus amistades y demasiados
observando por ventana veraneantes y colapsos masivos en Carnavales por lo que decía sentir
una fuerte aversión dirigida hacia la celebración esas efemérides.
Autoría propia: imágenes de edificio real en la ciudad de Cádiz e imagen distorsionada de Cabalgata de Carnaval.
Menos ganas de fiesta aun le quedaron desde que perdió a su padre tras una agresiva
enfermedad de esas que la ciencia aún no había conseguido curar. Esta muchacha, durante
años importantes de su vida, en plena adolescencia, vivió en el seno de una pequeña familia
compuesta por su ausente madre y su moribundo padre.
Su madre, Penélope, era una mujer que bebía y se medicaba más de la cuenta sobre todo
desde que su marido enfermó ya que ella estaba muy angustiada porque no aceptaba la
posibilidad de perderle y tenía mucho miedo a enfrentar la vida sólo con su hija. Ella creyó que
el camino más fácil sería refugiarse más aún en las pastillas y alcohol que siempre habían
sido esos traidores compañeros que parecían prometerle alivio pero que al final, sólo
conseguían empeorar su situación y hacer que la joven Aurora, se sintiera abandonada por lo
que la pobrecilla se pasaba todo el día sin el cariño suficiente ni los necesarios límites,
jugando al “scrachball” con su “play virtual” mientras observaba la psicodélica lámpara de la
sala de estar o se asomaba desde la enorme altura de ese edificio donde habitaba estirando la
cabeza para poder ver el azul del mar de la Bahía desde su barriada cercana a la Zona Franca.
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Imagen tomada de canal 95 Imagen extraída de DHgate.com
Aurora, tenía un gran amor por su padre, Joaquín y le encantaba recordar los momentos en
los que se había sentido feliz, los paseos en flying-skater, aquellos rituales con el helado tras
tomar una hamburguesa. Su padre era un hombre que había sido admirado por ella
enormemente y de forma especial, por su sentido del humor ya que ni su devastadora
enfermedad, borró esa sonrisa que siempre le caracerizaba . Ella nunca olvidó que su padre
sólo le ofrecía palabras de paz, incluso el último día de su vida. El cariño por él era enorme y
antes de morir Joaquín cuando Aurora tan sólo tenía 16 años, le dijo lo que creyó que era lo
mejor para la familia que dejaba reflejando los principios que para él eran importantes:
“Aurora, cuida de tu madre y fórmate para poder llevar bien el negocio familiar y trabaja duro,
en Cádiz hay mucho paro y siempre lo habrá porque así ha sido durante muchas generaciones
y si cuidas nuestro negocio, funcionará y tendrás sustento”.
Joaquín era un hombre muy bien intencionado, pero sus palabras configuraron un proyecto
sentido en Aurora que la ató de por vida queriendo cumplir ese mandato. Esta pobre
muchacha, sintió una gran carga pues su madre Penélope, a los pocos años del fallecimiento
del marido, casi había enloquecido y cada vez, descuidaba más ese negocio, la casa y
cualquier aspecto emocional relacionado con su hija.
Aurora, tenía un proyecto muy claro gobernado por los que decía eran sus principios y
decidió invertir la vida en estar pendiente de su madre y también en ese negocio. Todo su
tiempo, toda su energía,….todo,..y ese negocio le daba muy escasamente para vivir pero en
absoluto le hacía feliz. Vivía en una sociedad que se consideraba moderna porque tenía
muchas y cada vez más máquinas y robots pero que era una sociedad con poca alma, la gente
se sentía muy sola y muy desesperanzada y las familias, en su gran mayoría eran muy
pequeñas, como la joven Aurora y su madre.
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La sociedad , olvidaba la dimensión emocional y espiritual y lo que más valoraba , era
conseguir grandes fortunas y tener empresas conocidas. En este entorno, a Aurora le pasó
algo que siempre había soñado, tuvo la fortuna de que le tocó la lotería y entonces, decidió
invertir más aún en ese negocio familiar pues ya a sus 36 años, llevaba 20 años luchando por
el mismo y cada vez se iba más a pique. Justamente el día que le tocó la lotería salió a
celebrarlo con su amiga Rebeca y con esa sonrisa circunstancial de oreja en oreja, conoció a
un hombre de esos que a Aurora le gustaba, acicalado, sofisticado, con un habla gentil y
correcta. Pero Aurora estaba tan obcecada en conseguir sacar a flote su negocio, que no quiso
distraerse con una relación por lo que alejó a este hombre de su vida pensando que ya
aparecería otro en el momento más oportuno.
Fueron algunos los meses de gran felicidad al ver cómo invertía en ese negocio todo lo que
necesitaba para mejorarlo, comprar productos, contratar más personal, etc….Pero pronto, el
negocio comenzó a ir a pique de nuevo y entre tanto, esa madre seguía ausente y apenada por
la muerte de su esposo aun habiendo transcurrido muchos años y estaba habitualmente
enferma y adicta a medicamentos. Pero ella no podía abandonar a su madre ni a su negocio,
tenía que seguir adelante y cada día, perdía más la sonrisa y se dejaba la vida para que este
fuera adelante.
Un día, su buena y presente amiga Rebeca, que era de las pocas que en su trayectoria de vida
le habían soportado , siempre decía que por ser amigas de la infancia, le planteó otra
oportunidad de negocio que tenía visión de futuro. Pero Aurora, seguía obsesionada con el
suyo. Había invertido tantos millones que ¿cómo iba a abandonarlo?. Rebeca que era una
mujer comprensiva y cariñosa, emprendió sola su negocio que en dos años, comenzó a
funcionar a las mil maravillas.
Un día, Rebeca le invitó a su boda y Aurora, se sentía fracasada y se quejaba de la mala
suerte que había tenido ella frente a la buena suerte que había tenido su amiga que se casaba
un hombre que se ve que la quería y que además tenía un negocio que funcionaba. Aurora
pensaba que su vida era un desastre que tenía que estar pendiente de su madre y que encima
su negocio no funcionaba y que cada vez se sentía más sola, y como no se le apetecía salir a
la calle ni hacer actividades de ocio, buscó como compañía a un gato.
Ella y su gato fueron observando la vida de su amiga Rebeca cada vez con más recelo, pronto
tenía un par de hijos, un pequeño unifamiliar en Chiclana, con un huerto urbano , un lujo casi
inexistente en esos tiempos y encima, un par de mascotas.
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Imagen que representa a casa rural de su amiga Rebeca extraída de desigboom.com
Aurora, luchaba contra su parte envidiosa para no odiarla y por eso, siguió hablando con ella y
manteniendo contacto con la familia de Rebeca pero siempre, con ese carácter un poquito
agrio y escueto en cariños. El día que la madre de Aurora falleció, sólo acudió al entierro
Rebeca. En días posteriores, Rebeca le insistió en que desistiera de ese negocio que estaba
acabando con ella y que se fuese a trabajar a su empresa pero Aurora, seguía insistiendo en lo
mismo, ya había invertido toda su vida en ese negocio y no podía abandonarlo ni ahora, ni
jamás.
Aurora, comenzó a envejecer sola ,como siempre, un poco arisca con las personas y casi tan
amargada como fue su madre, con su gato , su otro gato y su tercer gato de sustitución
llamado “Copito” y pronto, a sus 55 años se vio afectada por la misma enfermedad que su
padre por lo que en su lecho de muerte, tomó conciencia de que allí sólo estaba su amiga
Rebeca y en ese momento le dijo: “por favor, cuida de mi gato que está enfermo” y Rebeca
muy amablemente le dijo: lo siento, soy alérgica al pelo de gato, siempre que vengo a verte,
tengo que tomar un antihistamínico pero no podría tenerlo en casa, no te preocupes, buscaré
otra solución. Pronto, antes de morir, de repente, se dio cuenta de varias cosas. La primera es
que tenía que agradecer la compañía de su amiga en su vida ya que siempre estuvo ahí, que
no debió envidiarla pues su amiga buscó su camino y su fortuna y además, le ofreció una
posible nueva oportunidad como aquella que tuvo al conocer a aquel hombre que alejó de su
vida, la segunda, que su padre con las mejores intenciones del mundo, aún siendo muy buena
persona, se había equivocado al dejarle ese mandato, o ella al seguirlo tan fielmente haciendo
suyos esos principios de forma incuestionable y lo tercero, es que ella con mucho amor, podría
haber rehusado la petición del padre y haberse aventurado a una vida más feliz y más plena tal
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y como había hecho su amiga Rebeca y seguía haciendo rehusando a la petición de cuidar a
su gato “Copito”.
Aurora, se preparó para la marcha , aceptó que su gato quedaría en manos de alguien que no
fuera Rebeca, le agradeció toda su presencia en la vida , aceptó los errores que había
cometido y por primera vez en la vida, sintió que esta puede ser maravillosa si tú decides
crearla así por lo que por primera vez, dio un gran abrazo a su amiga para despedirse y decidió
pasar a otra dimensión con un nuevo aprendizaje sobre las efímeras oportunidades y el amor
hacia una misma y hacia los demás y de pronto,….
Aurora, escuchó la voz de su madre decirle: Ester, cielo…,y vio como esa mujer dulce y
gozosa, distinta a Penélope a la que de pronto quería una barbaridad , se acercaba a ella con
mucha ternura,… era otro principio…tenía casi tres años , un gato recién adoptado al que ella
hace unos meses aun siendo tan pequeña quiso bautizar como “Copito” porque decía que ya
lo conocía y que se llamaba así , y un padre sano… y esa casa era muy diferente a la que
conoció… y entonces ella,…. comenzó a contar que no se llamaba Ester, sino Aurora. La
madre escuchaba atentamente a su pequeña que afirmaba que le hablaba de su pasada vida,
pero luego, sus padres y todos sus seres queridos, con todo el cariño y comprensión del
mundo, le decían que no tuviese miedo que eso que contaba sobre Aurora, era tan solo un
sueño o una amiga imaginaria. Era algo que ella a sus tres años seguía recordando como muy
real, pero pronto, se fue desdibujando y de esta forma, no transcurrió más de un año antes de
comenzar a olvidar el pasado más inmediato de la última vida de su esencia que fue quedando
lejana como la misma eternidad y que se desvanecía como si realmente fueran recuerdos
procedentes del mundo onírico. El alma de una pequeña niña tierna y de mirada alegre aún no
lo sabía, pero tenía toda una vida por delante para construir otro futuro y hacer otros
aprendizajes, desde un ser más sabio y en un contexto, totalmente diferente.
Imagen extraída de purina