1. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Diciembre de 2016.
Querid@s chic@s:
Por esas lindas coincidencias de la vida hemos compartido dos años de
la maravillosa aventura de aprender, compartir sueños y alcanzar objetivos.
Hoy llegaron a cumplir una de las primeras metas de sus vidas, muchos
dirán que es el fin de una etapa, yo prefiero decirles que es el comienzo de
muchas otras.
Durante todo éste tiempo, traté de ser para ustedes mucho más que un
simple instructor, porque la instrucción en sí misma se encuentra a nuestro
alcance en los libros o través de internet, no obstante, grandes figuras han sido
autodidactas. Pero considero que la formación, los ejemplos de vida, las
lecciones de paciencia y el ánimo de la templanza solo se consiguen a través
de un diálogo permanente y sensitivo.
Hoy, quizás sienten que esta despedida es una marca a fuego, sin
embargo, no será así. Con el curso de los años, pasaré a ser solo un recuerdo,
pero un recuerdo vivo en cada uno de ustedes. Para algunos, será un recuerdo
con un acento simpático, para otros con un tono nostálgico; pero espero que a
todos les haya quedado alguna enseñanza sobre la amistad, la lealtad y la
lucha por los más altos ideales, aunque no siempre lleguemos a alcanzarlos.
Algunos me preguntaron ¿valió la pena el sacrificio? Yo digo que sí.
Todo sirvió: el reto, el reconocimiento, el ajuste de notas, los largos dictados,
las aburridas lecturas, la sonrisa, la palmada y hasta el guiño cómplice…
Seguramente ante los ojos de varios, cometí muchos errores. Les pido
disculpas por todas mis faltas, esta etapa a mí también me hizo crecer. Solo
traté de ser un simple maestro, un maestro comprometido con mi profesión,
apasionado por la carrera que elegí y vuelvo a elegir cada día, leal a mis
convicciones, un maestro con un profundo sentido de justicia, uno como el que
yo quisiera que tuviera mi hijo. Intenté ser un maestro que les hable de frente,
con mucho respeto, pero que no tenga miedo de ser humano y exprese sus
sentimientos. Un maestro que sueñe y sea capaz de despertar emociones y
pasiones. Un maestro que no solo cree en ustedes sino que hizo que cada uno
creyera en sí mismo.
2. Intenté que aprendieran a quererse y aceptarse con todas sus
diferencias, con sus individualidades. Pero por sobre todas las cosas, que se
respetaran mutuamente.
Despedirlos no es fácil, Uds., la 4º Generación de la querida “23” son un
grupo memorable de egresados en mi carrera profesional, nunca podría
olvidarlos. En este momento quisiera decirles muchas cosas, pero los
mensajes se agolpan en mi garganta. Es quizás el momento de entregarles mi
herencia, porque Uds. son los herederos de mis conocimientos, de mis anhelos
y forman parte del sueño de la Civilización del Amor y de un Mundo Mejor, en
el cuál quiero que viva mi hijo.
Recuerden siempre que este corto, pero intenso tiempo que vivimos
juntos tuvo algo mágico, algo especial que los acompañará siempre, porque así
lo deseamos…
Un día, alguien me preguntó: ¿cómo los vas a despedir? Aquí está la
respuesta. Así me despido, con la misma conducta que tuve durante todo este
tiempo, con las manos extendidas, con el corazón esperanzado, con el alma
asomada a la mirada y un montón de consejos y mensajes pujando por salir en
palabras.
A partir de ahora, cuando las aulas parezcan en silencio, aún seguirán
vibrando en los espacios sus nombres tan queridos, que se unirán a los de los
otros egresados. Aquí no hacen falta pañuelos, ni los grandes discursos, me
alcanza con solo recordar sus miradas y sonrisas…
Quiero desearles que el camino les sea menos áspero, darles un
caluroso abrazo junto a sus familias quienes los quieren mucho y junto a
quienes ponemos todas nuestras fuerzas con los mejores deseos de éxitos,
comprensión y luz.
También quisiera que partan, pero con un boleto de regreso. Quizás no
me vuelvan a cruzar. Pero siempre, todos los maestros que acompañamos este
camino, seguiremos pasándoles lista desde el fondo de nuestro corazón.