El documento discute cómo el clima de negocios de un país afecta el éxito de las empresas. Los países con regulaciones que facilitan la apertura de negocios, protegen los derechos de propiedad y permiten contratar y despedir trabajadores libremente tienden a tener economías más prósperas. Por el contrario, los países con regulaciones excesivas o deficientes a menudo se encuentran entre los más pobres del mundo. El autor argumenta que Uruguay ha caído en los rankings de facilidad para hacer negocios debido a un clima de negocios menos
1. Edición del jueves, 23 de febrero de 2012
¿Dónde “plantar” una empresa?
por Guillermo Sicardi i
Ante la opción de iniciar una producción de soja, carne o trigo en la pampa húmeda Argentina o en el desierto
de Néguev en Israel, nadie en su sano juicio escogería el desierto. Allí el clima que impera es inhóspito y las
probabilidades de obtener buenos frutos son casi nulas.
Lo mismo sucede cuando uno decide “plantar” una empresa: ¿quién quiere hacerlo en un lugar donde el
“clima de negocios” es hostil al emprendedor (productor)? ¿A quién le gusta que sus vecinos, los gobernantes o
los sindicatos lo traten de explotador, le cobren impuestos exorbitantes o le dificulten contratar a los más
aptos y despedir a los haraganes, cuando su única intención es ganarse la vida intercambiando valor por valor?
Los países de primera crean sus propios climas de negocios, estableciendo buenas regulaciones que estimulan
a los emprendedores a llevar adelante sus proyectos en forma ágil, rentable y transparente.
El Ranking Doing Business del Banco Mundial nos muestra claramente cuáles son los “países de primera” y los
“países de cuarta”. La lista la encabezan Singapur, Hong Kong, Nueva Zelandia, Estados Unidos, Dinamarca,
Noruega y Reino Unido. Las regulaciones que se dieron estos países a través de leyes, decretos y reglamentos,
facilitan los trámites para abrir una empresa, protegen los derechos de propiedad, permiten contratar
trabajadores en forma libre y despedir sin vueltas a los que no agregan valor, cobran razonables impuestos y
los devuelven en forma inteligente a la sociedad y tienen mecanismos ágiles para el cumplimiento de los
contratos.
Es muy interesante ver la correlación que existe entre las buenas regulaciones para emprender negocios y los
mejores índices de no corrupción (Transparency International), calidad de vida (Quality of Life Index),
Desarrollo Humano (PNUD), desarrollo tecnológico (Global Information Technology Report), competitividad
(World Economic Forum) o ingreso per cápita (The World Bank).
Por otro lado, los peores 20 del ranking pertenecen casi todos al África Subsahariana. Son los llamados “países
pobres”. Como si la pobreza fuera una condición dada por la naturaleza, de la cuál es imposible escapar por
medios propios. Australia era un país pobre cuando Argentina era un país rico. Hoy es al revés. Angola tiene
petróleo, diamantes y un gran territorio. Japón no tiene nada de esto, pero desarrollaron neuronas. Uno nació
pobre y se hizo rico. El otro nació rico y se hizo pobre.
A fines de los `70 Nueva Zelandia tenía 4.000 empleados públicos en su Ministerio de Transporte, pagaba
subsidios a los pequeños productores y tenía un Estado gordo y pesado. En la década del 80 encararon una
gran reforma entre partidos políticos, empresarios y sindicalistas. Dos años después, quedaban 53 funcionarios,
los mejores y bien remunerados. Hoy Nueva Zelandia es un “país rico”.
Uruguay ha venido cayendo en el Ranking Doing Business durante los últimos años. Y la relación causa-efecto
entre, libertad para hacer negocios más buenas regulaciones por un lado y crecimiento o crisis anunciada por
otro, es inevitable.
Nada nos impide facilitar la actividad de los emprendedores, disminuir el peso del estado y poner las miras en
los mejores mercados, con los mejores socios y las mejores personas. Pero mientras nos sigamos sintiendo
“víctimas” de oscuras fuerzas multinacionales o teniendo una visión pobre de nosotros mismos como “paisito”,
jamás lograremos ser un país de primera.
Y lo peor será, que casi sin darnos cuenta, terminaremos al lado de Venezuela, Níger, Angola o Haití,
compartiendo los últimos lugares de la lista por no haber hecho lo que todos saben que hay que hacer, pero
muy pocos se animan a decirlo, y menos aún, a hacerlo.
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Guillermo Sicardi es Abogado, Máster en Administración de Empresas, Docente del Instituto de Innovación y Desarrollo Emprendedor de
la Universidad de la Empresa (UDE) y co-fundador de INICIADOR Montevideo, ONG que promueve el “Emprendizaje”: aprender a
emprender.