La Primera Edad del Hierro en la península ibérica se caracteriza por la generalización de la metalurgia del hierro introducida por colonos fenicios y mercaderes griegos, y el desarrollo de culturas como Tartessos en el sur y la cultura castreña en el noroeste. Tartessos alcanza su apogeo entre los siglos VIII y VI a.C. gracias a los intensos vínculos comerciales con Fenicia, mientras la cultura castreña se define por sus poblados fortificados de viviendas de piedra conocidos
1. TEMA 24. LA PRIMERA EDAD DEL HIERRO
Cronología general
Edad del Bronce Reciente: h. 1250 - h. 750 aC.
Primera Edad del Hierro: h. 750 - h. 500 aC.
Segunda Edad del Hierro: h. 500 aC - romanización.
La Primera Edad del Hierro no es exactamente la del primer surgimiento del
trabajo de este metal, que ya se había usado esporádicamente en períodos anteriores sin
que ello implicara el asentamiento de colonos orientales. Lo que ocurre ahora es la
generalización de su metalurgia mediante técnicas desarrolladas que sí son introducidas
por colonos fenicios y mercaderes griegos.
Los colonos fenicios entran en contacto con las islas Baleares, el levante y el sur
de la Península, a partir del siglo VII aC. y en el siglo V aC se produce la presencia
griega. Las regiones que reciben a fenicios y griegos sufren cambios tecnológicos,
económicos, sociales y culturales, ya plenamente encuadrados en las sociedades
complejas, e insertos en las redes comerciales de larga distancia del Mediterráneo.
Al igual que las materias primas metálicas precedentes, el hierro fue al principio
un material de lujo empleado principalmente para objetos suntuosos que integran los
ajuares funerarios y solo se aplica a los objetos utilitarios cuando su industria se
generalice. Las primeras manufacturas férricas corresponden al siglo VIII a.C. en las
necrópolis del sudeste peninsular y su difusión se inicia en el siglo VII aC, cuando está
especialmente presente en los yacimientos tartésicos como elemento característico de
los ajuares funerarios del cuchillo afalcatado con hoja de hierro y frecuentes remaches
de bronce o plata. Entre los objetos de adorno destacan los broches, que durante la
Primera Edad del Hierro son mayoritariamente de bronce con contados ejemplares de
hierro que indican la experimentación gradual con el nuevo metal.
En el centro y noroeste de la península Ibérica el comienzo de la metalurgia del
hierro es poco conocido, pero se sabe que su industria se generaliza en la Segunda Edad
del Hierro cuando se constituyen las culturas ibéricas y celtíberas y se aplican
sistemáticamente el hierro a utensilios de importancia productiva como los aperos
agrícolas.
En la mayor parte de Europa central y occidental la Primera Edad del Hierro es
la de la constitución de los pueblos celtas, con culturas propias emparentadas con la de
los Campos de Urnas de la Edad del Bronce Reciente, que reciben el nombre de
Cultura de Hallstatt en la Primera Edad del Hierro, y de Cultura de La Tène en la
segunda.
En la península Ibérica los celtas tuvieron diferentes formas de relación con las
comunidades indígenas hasta constituir una cultura peculiar, llamada celtíbera por los
romanos, que no se identifica claramente con las de Hallstatt y La Tène.
Su origen y forma de penetración en la Península no estan consensuados:
Siguieron los itinerarios de las comunidades de la Cultura de los Campos de
Urnas en algún momento posterior a la separación de la lengua celta del tronco
común indoeuropeo
En su penetración en la Península se unieron a grupos de incineradores de los
campos de urnas, con los que colonizaron parte del centro y el noroeste.
En el levante y el sur la aplicación del hierro a fines utilitarios en la Segunda
Edad del Hierro supone la constitución de los pueblos ibéricos que encontrarán
cartagineses y romanos en su conquista de la Península.
EL NOROESTE: LA CULTURA CASTREÑA
2. Se extiende por las regiones que ya en época romana se llamarían lusitanas,
galaicas y
astur por territorios de Galicia, norte de Portugal, Asturias y el noroeste de Castilla y
León.
Se caracteriza por los poblados fortificados en altura de viviendas circulares de
piedra denominados castros:
Primera Edad del Hierro: fase de formación en la que se constituyen los castros
Segunda Edad del Hierro: mantenimiento
Inicio del dominio romano. Apogeo con las innovaciones técnicas introducidas
por Roma (horno de alfarería, generalización de la metalurgia del hierro)
Romanización plena: ya bien entrado el siglo I d.C. los castros van dando lugar a
explotaciones agropecuarias del tipo de la villa romana.
Desde la Edad del Bronce Reciente, los poblados del noroeste están constituidos
por casas de planta circular y cubierta cónica. Al principio, se construyen con materiales
perecederos: viguería de troncos, paja impermeabilizada y reforzada con barro, etc. que
se va sustituyendo progresivamente por la piedra, aunque se mantiene la estructura
general de las casas con alguna compartimentación interior más compleja, que son el
elemento característico de la Cultura Castreña. El castro que le da nombre es el
poblado, en el que también hay espacios productivos y
algunos edificios públicos de utilidad dudosa denominados sauna o balnearios, con salas
para baños de vapor y agua que algunos autores consideran centros para la iniciación de
jóvenes guerreros.
Los castros suelen tener planta circular u oval, y se protegen con una muralla,
inicialmente de tierra y posiblemente dotada de frentes de piedras hincadas, que en
momentos más avanzados
son de piedra y más complejas, con fosos y terraplenes. Se sitúan en alturas medias que
controlen recursos económicos diversificados: áreas agrarias, ganaderas, para
recolección, caza, pesca y marisqueo, y con con buena defensa natural, preferentemente
en la región costera y los valles de los ríos que se abren hacia el interior.
Hay un cierto excedente agropecuario objeto de intercambio además de la
exportación del plomo y el estaño, muy abundantes en la región y que son
especialmente valiosos para la sociedad tartésica, que dispone de cobre para la aleación
triple del bronce. En los yacimientos de la Cultura Castreña se detectan objetos de
adorno (broches, etc.) de bronce de influencia fenicia, traídos por comerciantes
tartésicos, que son los primeros importadores de hierro al noroeste.
En la Segunda Edad del Hierro la Cultura Castreña conocerá una gran expansión
con un
importante desarrollo demográfico y económico que traerá cerámicas griegas y
cartaginesas, vino, aceite y salazones de pescado como consecuencia de los
intercambios con el golfo de Cádiz
EL SUR: TARTESSOS
La distribución geográfica del núcleo tartésico original abarca las cuencas de los
ríos Tinto y Odiel y el valle bajo del Guadalquivir, que en su máxima expansión se
extiende entre los ríos Guadiana y Segura. El origen de la cultura tartésica tiene dos
hipótesis:
3. Colonización: Tartessos fue la manifestación en el sudoeste de la PI de las
grandes redes comerciales de las sociedades del Mediterráneo oriental en su
búsqueda de metales
Evolución: Tartessos es el resultado del desarrollo autónomo de las culturas
locales de la Edad del Bronce por sus relaciones comerciales con las sociedades
complejas del Mediterráneo oriental y de su implantación en el golfo de Cádiz
En cualquier caso, los antecedentes de Tartessos estarían en la Edad del Bronce
Reciente con los primeros contactos esporádicos con fenicios (de Tiro), y su apogeo
corresponde a la Primera Edad del Hierro caracterizada por estrechos vínculos
comerciales con Tiro y Focea:
Período Inicial o Geométrico en el Bronce Reciente: siglos X y IX a.C.
Período Orientalizante en la Primera Edad del Hierro: siglos VIII y VI
a.C. con el apogeo de las influencias culturales de Tiro y Focea
Período Final: siglo V a.C. período de decadencia
Periodo inicial o geométrico
En la Edad del Bronce Reciente la organización social de los habitantes de la
Andalucía occidental es de tipo tribal basada en los grupos de parentesco que explotan
un territorio rico para la agricultura y la ganadería con una importante minería metálica
de cobre, estaño, oro y plata en poblados pequeños de casas circulares sin
compartimentación interna, hechas con barro y madera.
La acumulación de riqueza propiciada por la metalurgia y los intercambios hace
que gradualmente los poblados se vayan fortificando con murallas dobles de
mampostería con relleno de tierra y piedras al tiempo que la sociedad se va
jerarquizando.
La cerámica es rudimentaria, a mano o con el torno lento en un repartorio
de cazuelas anchas y vasos y otros recipientes de base convexa y carretes1
, con
decoración geométrica pintada que da nombre al período, destacando el estilo
llamado de El Carambolo (UD, p. 385) con decoración de dibujos rojos sobre
fondo ocre estructurados en registros horizontales con frisos y metopas
compartimentadas según diseños geométricos. La cerámica de estilo de El
Carambolo, procedente principalmente del curso bajo del Guadalquivir, es de
fabricación local pero sin precedentes indígenas, lo que se interpreta como
influencia del estilo geométrico contemporáneo del Egeo.
La cultura espiritual o religiosa indígena es muy poco conocida, apenas
indicios sobre un posible rito funerario de abandono de los cadáveres de guerreros en
barcas a la deriva en los ríos (v. el tema anterior), y se consideran centros de culto
varios yacimientos provistos de huevos de avestruz, que en la cultura fenicia se vinculan
al ámbito funerario.
Período Orientalizante: siglos VIII - VI a.C.
En la Primera Edad del Hierro se produjo una importante transformación cultural
con un gran desarrollo, atribuido tradicionalmente al impacto del comercio fenicio y
más recientemente las comunidades indígenas en su evolución desde la Edad del Bronce
Reciente, antes de las relaciones externas.
Los fenicios son tirios, que se asientan formando colonias en los
principales centros costeros y de los cursos fluviales bajos, sobre todo
1
Soportes bicónicos de cerámica para el encaje de los recipientes de fondo aguzado adecuados para
asentar en arena
Ilustración 3: Tesoro de la Aliseda.
Cáceres
Ilustración 2: Fragmento
cerámico. El Carambolo
4. Cádiz, desde donde se organiza el comercio hacia el interior del territorio, posiblemente
a través de estaciones integradas en asentamientos de grupos autóctonos indígenas con
los que debieron tener relaciones intensas. También hay en los asentamientos indígenas
artesanos y comerciantes orientales que fabrican e intercambian objetos de lujo e
introducen innovaciones técnicas como la copelación2
, lo que propició una orfebrería
muy desarrollada cuyas mejores muestras son los tesoros de La Aliseda, Cáceres y El
Carambolo, Sevilla, ambos datados en el paso del siglo VII al VI a.C.
El intercambio también se aplicó a los excedentes de una agricultura
especializada y bien explotada basada en el vino y el aceite, así como a la industria de la
salazón de pescado, de la que los colonos fenicios eran grandes consumidores e
intercambiaban por manufacturas metálicas
orientales.
A finales del siglo VIII a.C. existe ya una sociedad de tipo complejo y
jerarquizado de carácter urbano, regida por una monarquía y una aristocracia
hereditaria. En ese momento se incorporan comerciantes griegos al intercambio con
Tartessos y aparece la figura legendaria del rey Argantonio como símbolo de la
heroización de las jefaturas en las fuentes griegas, que definen a este rey por conceptos
que corresponden a las tiranías griegas contemporáneas.
Parece haberse dado una implantación de los valores ideológicos griegos
aportados por comerciantes foceos, en un intento de consolidar una organización social
jerárquica para la explotación eficaz de los recursos estratégicos sobre la base de una
monarquía de origen sagrado que, aunque tiene alguna forma de autoridad superior
sobre el conjunto del territorio, carece de un poder absoluto, ya que se mantienen las
jefaturas locales y se desarrolla una aristocracia enriquecida con el comercio oriental. Al
final de este período desaparece la monarquía y la organización social la encabeza una
elite de guerreros.
Los asentamientos tienen ya carácter urbano, y las casas se construyen con
materiales más duraderos, como piedra, tapial y adobe, adoptando la planta
rectangular con compartimentación interior por influencia fenicia, aunque se sigan
cubriendo con fibras vegetales. Las ciudades se fortifican con murallas que se
convierten en símbolo de riqueza y poder.
En el asentamiento del Período Orientalizante de El Carambolo hay una
aldea de habitantes indígenas que utilizan una cerámica aún muy rudimentaria,
coexistiendo con una colonia fenicia más compleja que incluye un santuario fenicio
con un patio y dos capillas provistas de altar de donde procede la estatuilla de
bronce de Astarté de El Carambolo.
A pesar de la cerámica rudimentaria de este poblado, se conoce ya el torno
rápido debido a las influencias alóctonas y hay varios estilos cerámicos, que
parecen estar especializados en usos de vajilla o rituales (sacrificios animales),
cerámica bicónica y vasos de importación griega.
Los ritos funerarios son bien conocidos y aportan muchos datos sobre la estructura
social. Son orientalizantes con cremación de cadáveres depositados con ajuares que
reflejan la jerarquización social y se convirte en un medio de ostentación del estatus.
Los ajuares más ricos tienen objetos variados: bronce, plata, recipientes de alabastro
para perfumes, joyería, etc., muchos de ellos orientales. La presencia de platos vacíos en
las necrópolis se interpretan como indicio de banquetes
funerarios que remarcaran la importancia de los actos de acompañamiento del cadáver.
2
Separación del oro y la plata del plomo
Ilustración 4:
Astarté de El
Carambolo. Sevilla
5. Hay dos modalidades de enterramiento: en la primera las cenizas se depositan en
una urna que se entierra con el ajuar en un hoyo que se cubre con un túmulo; en la otra
se quema el cadáver una vez colocado en la tumba y se cierra con un túmulo. Ambos
ritos se limitan a las altas capas de la sociedad, muy influenciadas por los colonos
fenicios de los que posiblemente adoptaron usos o creencias religiosos, y no se conocen
las creencias del conjunto de la sociedad indígena que no se entierra en
las necrópolis orientalizantes. Entre las necrópolis tartésicas de esta
época destaca la de La Joya (Huelva)
La orfebrería tiene una altísima calidad, y es también un signo
importante de la jerarquización social. El tesoro de La Aliseda
(Cáceres) es un ajuar funerario, mientras que el tesoro de El Carambolo
estaba en un edifficio identificado como lugar de culto. Ambos
depósitos tienen una
gran calidad, con procedimientos técnicos: granulado, filigrana y
repujado, introducidos a través de los intercambios orientales ya que en
lugar de las piezas macizas propias de la Edad del Bronce, se emplean
ahora soportes laminares, que dan menor peso a las joyas y permiten
trabajos más esmerados.
Estos conjuntos de orfebrería tan elaborados indican la existencia de una elite
que controlaba la producción y distribución de los recursos del bajo Guadalquivir y
Extremadura, así como de una clase artesanal muy especializada, que trabaja al servicio
de la aristocracia elaborando multitud de objetos de lujo en soportes variados metal,
marfil, cerámica...
En estelas, cerámicas y otros objetos se encuentran decoraciones con incisión o
impregnación de grafito de una escritura ideográfica aún no descifrada.
Período Final: siglo V aC
En el siglo VI a.C. comienza la decadencia de Tartessos por múltiples razones:
Agotamiento de los filones superficiales de las minas
paralización de las extracciones por falta de tecnología para la minería de
profundidad
encarecimiento de la producción y desinterés del comercio internacional
Conflictos internos generados por la creciente jerarquización social
Expansión de las comunidades celtíberas por el interior peninsular
Dependencia de Tartessos del comercio tirio primero, y foceo después
573 a.C.: Tiro cae en manos de Nabudonosor y abandona el comercio
occidental.
546 a.C.: Los persas conquistan Focea que abandona las bases
mediterráneas.
Tartessos perdió los mercados orientales aunque su cultura continuó presente en
el territorio a través de los pueblos ibéricos del sur de la Península, y especialmente el
turdetano, que proceden de la sociedad tartésica.
Examen:
Los castros del noroeste en la edad del hierro
La cultura castreña del noroeste. Asentamientos y actividad económica
Ilustración 5: Elementos de ajuar.
La Joya. Huelva
6. Hay dos modalidades de enterramiento: en la primera las cenizas se depositan en
una urna que se entierra con el ajuar en un hoyo que se cubre con un túmulo; en la otra
se quema el cadáver una vez colocado en la tumba y se cierra con un túmulo. Ambos
ritos se limitan a las altas capas de la sociedad, muy influenciadas por los colonos
fenicios de los que posiblemente adoptaron usos o creencias religiosos, y no se conocen
las creencias del conjunto de la sociedad indígena que no se entierra en
las necrópolis orientalizantes. Entre las necrópolis tartésicas de esta
época destaca la de La Joya (Huelva)
La orfebrería tiene una altísima calidad, y es también un signo
importante de la jerarquización social. El tesoro de La Aliseda
(Cáceres) es un ajuar funerario, mientras que el tesoro de El Carambolo
estaba en un edifficio identificado como lugar de culto. Ambos
depósitos tienen una
gran calidad, con procedimientos técnicos: granulado, filigrana y
repujado, introducidos a través de los intercambios orientales ya que en
lugar de las piezas macizas propias de la Edad del Bronce, se emplean
ahora soportes laminares, que dan menor peso a las joyas y permiten
trabajos más esmerados.
Estos conjuntos de orfebrería tan elaborados indican la existencia de una elite
que controlaba la producción y distribución de los recursos del bajo Guadalquivir y
Extremadura, así como de una clase artesanal muy especializada, que trabaja al servicio
de la aristocracia elaborando multitud de objetos de lujo en soportes variados metal,
marfil, cerámica...
En estelas, cerámicas y otros objetos se encuentran decoraciones con incisión o
impregnación de grafito de una escritura ideográfica aún no descifrada.
Período Final: siglo V aC
En el siglo VI a.C. comienza la decadencia de Tartessos por múltiples razones:
Agotamiento de los filones superficiales de las minas
paralización de las extracciones por falta de tecnología para la minería de
profundidad
encarecimiento de la producción y desinterés del comercio internacional
Conflictos internos generados por la creciente jerarquización social
Expansión de las comunidades celtíberas por el interior peninsular
Dependencia de Tartessos del comercio tirio primero, y foceo después
573 a.C.: Tiro cae en manos de Nabudonosor y abandona el comercio
occidental.
546 a.C.: Los persas conquistan Focea que abandona las bases
mediterráneas.
Tartessos perdió los mercados orientales aunque su cultura continuó presente en
el territorio a través de los pueblos ibéricos del sur de la Península, y especialmente el
turdetano, que proceden de la sociedad tartésica.
Examen:
Los castros del noroeste en la edad del hierro
La cultura castreña del noroeste. Asentamientos y actividad económica
Ilustración 5: Elementos de ajuar.
La Joya. Huelva