1. Las transformaciones de los soportes documentales a través del tiempo y
los inexplorados medios para el manejo de la información
Cuando hablamos de soporte documental nos adentramos en un universo -con
innumerables formas, tamaños y materiales- de posibilidades para producir, conservar y
transmitir la información que ha existido a lo largo de la vasta historia que nos ha
acompañado como humanidad en este cosmos. Nos concretaremos en este trabajo
solo en el soporte que nos ha permitido trasferir la palabra escrita desde el volumen
hasta llegar al texto digital.
Sabemos gracias la historia escrita como nos menciona Chartier, que en la
antigüedad las técnicas para el manejo y lectura de los volúmenes -antepasado de los
que hoy llamamos libro- requería de una formación integral que iba desde el aspecto
físico, mental, y de locución, pues, implicaba tomar una postura específica, movimientos
precisos para que la lectura que se hacía se pudiera interpretar y saber emplear las
connotaciones acústicas para con ello trasmitir el efecto deseado de la lectura es decir,
-se necesitaba técnica para llevar a cabo una lectura- ser un buen locutor; la actualidad
digital nos brinda ahora el libro electrónico como medio difusor del saber, pero
entonces, que técnica o forma se debe utilizar para una correcta lectura y comprensión
del texto y más aún trasmitir lo que realmente se desea Chartier nos plantea esto “el
orden de los discursos cambia profundamente con la textualidad electrónica”
(2005:206).
Al hablar del libro debemos remontarnos al códex -llamado códice en el
continente europeo principalmente- que tuvo sus inicios en los siglos II al IV a. C., y el
cual suplantó al volumen de la antigüedad, este tipo de soporte permitió que el manejo
y empleo de este medio de información fuera más cómodo, al poder realizar la
paginación, así como, la interacción con otros soportes como imágenes, estatuas, o
tablillas, las cuales brindaban de igual forma información al lector. Por muchos siglos la
comunicación ha coexistido con todos los tipos de soportes documentales que
permitieron la transmisión de datos tanto de forma oral, escrita, visual o por medio del
tacto; esta transformación del soporte documental -del rollo o volumen a códice- logró
en determinado tiempo la diseminación e implantación de ciertas ideologías religiosas -
2. principalmente el cristianismo por la facilidad que daba su movilidad para la predicación
de rezos- mismas que tuvieron un gran impacto cultural en todo el mundo. Lo cual nos
permite visualizar que, de manera paralela a las innovaciones de los soportes
documentales, se generan también nuevas técnicas de uso y lectura de estos mismos
soportes, creándose de esta forma la historicidad de la cultura escrita y su arraigo, pero
también dando oportunidad a la adopción de esas inexploradas formas los medios de
información.
Al hablar de cultura escrita o impresa es forzosamente necesario mencionar la
invención de la imprenta en el siglo XV, la cual vino a revolucionar la reproducción de la
palabra escrita ayudando en el proceso de alfabetización, la propagación de
conocimientos, así como, de múltiples corrientes literarias; transformando o generando
nuevas formas de lectura de este soporte escrito. Chartier nos asegura que “somos
herederos de esta historia tanto para la definición del libro, es decir, a la vez un objeto
material y una obra intelectual o estética, identificada por el nombre de su autor, como
para la percepción de la cultura escrita” (2005:206). Una de las evoluciones que se
perciben claramente con el invento de Gutenberg, es la transformación de la modalidad
tanto física, como corporal del acto en sí de la lectura, dando pie a la lectura silenciosa
y visual, misma que se había practicado en los monasterios por los scriptoria; por otro
lado, se veía también la lectura en voz alta la cual subsistía como base fundamental de
las diversas formas de sociabilidad, de cultos, mundanos, y la vida pública. “Tal como
ocurría en Castilla, en el siglo de oro “leer y oír, ver y escuchar” y la lectura en voz alta
estaba implícita de múltiples géneros” (1995:253).
La continuidad en la transformación de los soportes documentales nos lleva
hasta el libro o texto electrónico, sinónimo de modernidad y avance tecnológico
brindando inconmensurables opciones de a través de la web, pero, llevándonos al
punto de generar confusiones en el mundo de los lectores de arraigados hábitos de
lectura -técnicas empleadas para leer, contextualizar lo leído y transmitir inclusive por
medio de la materialidad del mismo libro y sus formas y texturas- en todos los campos
de la sociedad. Comenzando esta confusión con la discontinuidad en la lectura de este
novedoso soporte -la pantalla electrónica normalmente de una computadora-
generando una pugna tanto física como intelectual para lograr la comprensión de lo que
3. se encuentra plasmado en la pantalla, perdiéndose muy a menudo en el lector la
identidad percibida de la coherencia textual encontrada en el libro al pasar de un
capítulo al otro en el efecto producido por la paginación. De tal forma que en la
actualidad el lector se inmerge en el mundo digital compuesto de la infinidad de
entidades textuales -mejor dicho, de otra manera la hipertextualidad del big data-
esparcidas en fragmentos que más que facilitar dificultan su comprensión; de ahí que
podemos observar una ruptura en la normalidad cultural basada en las herencias que
se han forjado con la evolución del libro y su compleja cultura escrita. Y Chartier lo deja
ver así “De ahí, a la vez, el desasosiego de los lectores, que deben transformar sus
hábitos y percepciones, y la dificultad para entender una mutación que lanza un
profundo desafío a todas las categorías que solemos manejar para describir el mundo
de los libros y de la cultura escrita” (2005:208).
Otro problema en que se enfrasca la comunidad lectora en este nuevo mundo
digital e inmenso caudal de textos electrónicos es precisamente la facilidad para cortar,
modificar, ampliar los contenidos de los mencionados textos electrónicos, surgiendo de
forma abrupta la interrogante ¿Dónde quedan plasmados en este nuevo soporte los
derechos de autoría? Viéndolo desde una perspectiva jurídica; ya que, en el libro
impreso hasta la actualidad, esta complejidad se encuentra debidamente regulada,
cosa que no se ve del todo en la era digital, según lo plantea Chartier, “el régimen de
propiedad que protege los derechos de los autores y de los editores. Es esta relación la
que pone en tela de juicio el mundo digital que propone textos blandos” (2005:211). Es
una gran tentación en la que el lector se ve muchas veces tentado a sucumbir, ya que
la facilidad que los textos digitales le brindan al permitir copiar, recomponer, e indizar un
nuevo texto convirtiéndose el lector en coautor -vulnerando con estas acciones la
autoría y derechos de los creadores de las obras originales- Chartier lo visualiza de esta
manera, “el lector se halla en posición de construir un texto nuevo a partir de los
fragmentos libremente recortados y ensamblados” (1995:259).
Por último, debemos considerar más allá de la reinvención del libro también de
relevante importancia el lugar donde se organizarán, localizarán y conservarán estos
soportes, nos referimos pues, a la biblioteca. Y no por que comience “la representación
4. electrónica de todos los libros de texto debemos considerar el confinamiento, desuso, o
hasta la destrucción de los objetos que los han portado […] la biblioteca tendría más
bien la imperiosa tarea de recolectar y proteger […] los antiguos entes y de ese modo
hacer accesible al orden de los libros primeros, ya que solamente de esa manera se
preservará la inteligencia de la cultura del códice” (1995:263).
En este pequeño trabajo trato de mostrar algunos de los impactos y
transformaciones que ha sufrido principalmente el soporte documental escrito en el
sendero de su historia, dejando de lado el impacto cultural que evidentemente estas
evoluciones han producido concretándome en las repercusiones individuales que el
lector o locutor ha tenido que sortear y no las que las sociedades han contextualizado
construyéndose unas o en otros casos eliminándose en otras, su forma actual de
cultura. Por lo que más que ver un entramado de dificultades en el mundo digital,
debemos plantear un abanico de oportunidades -formas de experimentar en campos
nuevos de incorporación e innovación en el extenso panorama de la cultura digital-, ya
que la misma tradición cultural escrita nos ha enseñado que las revoluciones en esta
cultura han permitido enriquecer la herencia de su propio devenir; motivo por el cual
considero que estamos ante una oportunidad incomparable para mostrar nuestra
capacidad de adaptación de forma paralela con el libro y con ello realizar nuestro aporte
generacional -crear nuestra propia utopía digital- a la grandiosa historia de este – en mi
opinión, el principal- soporte documental, y como herederos de este testimonio cultural
-el libro impreso- debemos vigilar que esta nueva era digital nunca propicie la
desaparición de los textos originales como los conocimos en el pasado.
Bibliografía.
Chartier, R. (1995), “Del códice a la pantalla: las trayectorias de lo escrito”, Sociedad y
escritura en la Edad Moderna. La cultura como apropiación, México, Instituto Mora, pp.
249-263.
Chartier, R. (2005), “Lenguas y lecturas en el mundo digital”, El presente del pasado.
Escritura de la historia, historia de lo escrito, México, Departamento de Historia-
Universidad Iberoamericana, pp. 195-220.
5. Alumno: Rolando Madrigal Vallejo.
Profesor: Antonio de Jesús Enríquez Sánchez.
Asignatura: Historia de los soportes documentales.