El documento ofrece recomendaciones sobre los cuidados personales durante el duelo tras la pérdida de un ser querido. Sugiere prestar atención a necesidades básicas como comer y dormir, mantener una rutina que incluya actividades placenteras y ejercicio, y buscar un equilibrio entre recordar al difunto, pasar tiempo con otros y cuidarse a sí mismo. Además, enfatiza la importancia de expresar sentimientos a través del habla y el llanto, y de contar con apoyo de familiares y amigos durante festividades
1. CUIDADOS DURANTE EL DUELO
Tras las primeras semanas en que el sobreviviente suele estar más
acompañado por la familia, aparece la soledad y la necesidad de
enfrentarse a la vida sin el apoyo del difunto. Es esta una etapa muy
estresante en que se deben poner en marcha una serie de autocuidados
(cuidados que se debe dar uno a sí mismo) para que las cosas vayan mejor:
1. Atiéndase. Esto quiere decir que no debe olvidarse de asuntos tan
elementales como descansar o dormir (al principio puede ser difícil
hacerlo, pero con ayuda de algún remedio tradicional se puede mejorar
el sueño, pudiendo consultar a su médico para casos más rebeldes), o
comer (aunque quizás le falte el apetito). Intente establecer una rutina
que incluya aquellas actividades con las que previamente solía
disfrutar, y también algo de ejercicio físico que provoca un placentero
cansancio y ayuda a no aislarse de los demás.
2. Guarde un equilibrio a tres bandas, es decir, entre lo que dedica al
recuerdo del difunto, a la convivencia con los vivos que le rodean (y le
quieren), y a usted mismo. Es fácil comprender que poco después del
fallecimiento se emplee bastante tiempo en recordar al difunto.
2. Igualmente a nadie le parecerá mal que más tarde siga pasando usted
algún momento del día dedicado a actividades que le recuerden al
fallecido (mirar las fotos de un álbum, conversar con una foto del
difunto, tocar objetos, oler o ponerse las ropas que le pertenecieron...).
Cuando haga esto, trate de recordar aspectos positivos o momentos
felices para que no todo sea triste porque, además, su vida con el
difunto tuvo también muy buenos momentos que merece la pena
recordar. Sin embargo debe procurar que, una vez transcurrido ese
tiempo dedicado al recuerdo, el resto del día se lo dedique a los que se
han quedado con usted o a usted mismo.
3. Hable y exprese sus sentimientos. Es bueno, y por tanto conveniente, si
se siente esa necesidad, hablar de quien ha fallecido recientemente.
Es importante que, si lo desean, las personas en duelo puedan hablar de
su pena y dolor y llorar ante alguien. También es importante que quien
escucha no reste importancia a la intensidad o a la duración del dolor.
Con el tiempo ellos solos se sobreponen, pero primero necesitan hablar
y llorar. En las festividades, aniversarios... hay que hacer un esfuerzo
especial por estar cerca de la persona afligida porque para ellos suelen
ser momentos especialmente duros y dolorosos.
3. Las siguientes preguntas hacen referencia a los cuidados que uno mismo debe
darse: ¿Se alimenta bien?, ¿Qué tal le va con el sueño?, ¿Hace algo de
ejercicio?, ¿Dedica algún momento especifico del día a llorar o a quejarse
de su suerte?, ¿Intenta esta con otras personas como amigos, familiares,
vecinos..?, ¿Practica algún hobby o afición?, ¿Se siente escuchada por la
familia?, ¿Y por los amigos?,¿Intenta usted hablar de cómo se siente?, ¿Se
lo facilitan?