El lavado de manos es la medida más efectiva para prevenir la transmisión de infecciones. Históricamente, Semmelweis notó en 1846 que lavarse las manos redujo las tasas de mortalidad materna, mientras que en la década de 1970 se demostró que el lavado con agua y jabón elimina la mayoría de bacterias. Aunque es una medida sencilla y efectiva, el cumplimiento del lavado de manos sigue siendo bajo.