Este documento discute la formación pedagógica en la vida de la iglesia. Propone que la educación cristiana debe enfocarse en formar valores basados en el evangelio y aplicar esos valores a la vida personal, familiar y social. También destaca la importancia de planificar y organizar bien las clases, usar métodos como presentaciones bien planificadas y reconocimiento a los estudiantes, y evaluar si los objetivos se lograron mediante un cambio real en la vida de los estudiantes y su aplicación del evangelio a las decisiones diarias.