El autor argumenta en contra de la noción de "muerte cerebral", señalando que el cuerpo humano está interconectado y no puede haber muerte por secciones. Afirma que diagnosticar la "muerte cerebral" se usa para justificar la eutanasia y extraer órganos de pacientes que todavía están vivos. Proporciona evidencia de que continúa habiendo actividad cerebral a pesar de la ausencia de reflejos o un electroencefalograma plano. Concluye que no existe la "muerte cerebral" y que desconectar a un pac