PPT GESTIÓN ESCOLAR 2024 Comités y Compromisos.pptx
Afrontar la realidad
1. La tolerancia es la expresión más clara del respeto por los demás, y como tal es un valor
fundamental para la convivencia pacífica entre las personas.
Tiene que ver con el reconocimiento de los otros como seres humanos, con derecho a ser
aceptados en su individualidad y su diferencia. El que es tolerante sabe que si alguien es de
una raza distinta de la suya o proviene de otro país, otra cultura, otra clase social, o piensa
distinto de élCuando se presentan conflictos, las personas tolerantes no acuden a la violencia
para solucionarlos, porque saben que la violencia sólo engendra más violencia. Prefieren
dialogar con sus oponentes y buscar puntos de acuerdo. Sin embargo, debemos ser tolerantes
pero no pasivos. Hay situaciones frente a las cuales nuestro deber, lejos de quedarnos
callados, es protestar con energía., no por ello es su rival o su enemigo.
La honestidad, santo y seña del abogado
El ejercicio de la abogacía se encuentra informado por una serie de valores o virtudes que
constituyen los principios que rigen el comportamiento ético de nuestra profesión, valores que
representan el modelo de profesión al que todos debemos aspirar y que dotan de verdadero
significado y contenido a nuestro ejercicio profesional.
Una maza junto a una balanza
Como señala Santiago de los Caballeros, los deberes son exigencias, imposiciones
indeclinables, recaídos sobre la responsabilidad del individuo que mientras mejor los cumple,
más derecho tiene a la feliz convivencia social. Como medio más apropiado para organizar una
verdadera actuación profesional, cada profesional tiene la obligación de convertirse en medio
ejecutor del imperativo categórico de su investidura, por lo cual es esencial disciplinar sus
actuaciones técnicas y científicas, perfeccionar su carácter y fortalecer su conducta dentro de
las normas éticas.
Estos valores, fiel reflejo de la tradición y cultura profesional, nutren nuestro Código
Deontológico, en cuyo determina en su preámbulo lo siguiente:
La honradez, probidad, rectitud, lealtad, diligencia y veracidad son virtudes que deben adornar
cualquier actuación del Abogado. Ellas son la causa de las necesarias relaciones de confianza
Abogado-Cliente y la base del honor y la dignidad de la profesión. El Abogado debe actuar
siempre honesta y diligentemente, con competencia, con lealtad al cliente, respeto a la parte
contraria, guardando secreto de cuanto conociere por razón de su profesión. Y si cualquier
Abogado así no lo hiciere, su actuación individual afecta al honor y dignidad de toda la
profesión".
2. Normalmente, el día de nuestra jura como letrados es cuando mantenemos el contacto más
intenso con dichos valores a cuyo respeto nos comprometemos con ilusión. Mas tarde, los
acontecimientos que jalonarán el desarrollo de nuestra práctica profesional serán los que nos
irán permitiendo la interiorización de esos valores a través de una actitud comprometida con
los mismos y por ende con la profesión. Sin embargo, como consecuencia de la progresiva
adaptación de la abogacía a los principios de la empresa y la influencia de las normas de
mercado en el desarrollo de nuestra profesión (también llamada "mercantilización"), es un
hecho incuestionable que el sector se está liberalizando a expensas de unas normas
deontológicas cuya incidencia se pretende reducir al máximo por el mercado. Ante esta
tendencia, por otra parte inevitable, se corre el peligro de que el comportamiento de los
abogados, orientados por intereses puramente económicos pueda relajar la observación de los
principios y valores deontológicos de la abogacía. Precisamente por este nuevo contexto en el
que nos encontramos es por lo que en todas las instancias, tanto personales (a través de los
propios abogados) como colectivas (universidades, Colegios de Abogados, etc...) debe
fomentarse la vigencia y necesidad de estos valores.
Como veíamos en el preámbulo del Código Deontológico, la honradez es uno de los valores
que estructuran nuestro comportamiento profesional, virtud ésta que para el abogado
significa comportarse con integridad, apegado a la realidad y en función de la verdad. Por ello,
el buen abogado, es realista y objetivo en su asesoramiento y no ocultará jamás la verdad a su
cliente, a quien informará con realismo con el fin de no crear falsas expectativas. De esta
forma, siendo honesto, se ganará la confianza y el respeto necesario para actuar con
independencia en el ejercicio profesional.
En nuestra actividad profesional, la honradez adquiere especial importancia en las relaciones
con los distintos operadores jurídicos, pero muy especialmente en los siguientes supuestos en
los que interactúa con el cliente:
- A la hora de tomar la decisión de aceptar un encargo, informando al cliente con absoluta
veracidad sobre las posibilidades de éxito del asunto, sin mas sometimiento que a las reglas de
su profesión y los dictados de su experiencia, quedando excluido cualquier comportamiento
que, poniendo por encima nuestros intereses sobre los del cliente, lo llevemos a un escenario
perjudicial.
3. - Igualmente, en dicha fase del encargo, el abogado, ante la duda en conciencia de que el
cliente pretende que el abogado lleve a cabo una defensa poco ética o contraria a las normas
deontológicas de la profesión, deberá, bien disuadirlo y aceptar la línea de defensa del letrado
o, en caso contrario, no aceptarlo.
- Durante la dirección y defensa del cliente, el abogado deberá informarlo de todos los
pormenores del asunto, incluyendo tanto aquellas incidencias que puedan afectar el curso del
procedimiento o gestión como aquellas noticias perjudiciales para sus intereses, puesto que lo
contrario podría suponer cercenar el sagrado derecho de defensa del cliente.
- Como consecuencia de la rectitud y probidad con la que el abogado debe desempeñar su
cargo, no podrá, por acción u omisión, perjudicar de forma manifiesta los intereses que le
fueren encomendados por su cliente.
Pero la honradez u honestidad profesional no se agota con la actividad profesional. El abogado
deberá igualmente seguir una conducta honesta en su vida privada ya que un comportamiento
inadecuado en este ámbito puede tener afectar gravemente a su reputación, trascendiendo al
ámbito profesional. Así lo indica el abogado Roland Boyd en la famosa carta que dirige a su
hijo:
Recuerda, para ser un buen abogado primero tienes que ser un buen hombre: Tu principal
ambición tiene que estar relacionada con ser un buen marido, un buen padre, un buen vecino,
un buen ciudadano y un buen abogado. Si logras esto, habrás logrado todo el éxito que se
puede lograr: el placer de la vida.
Por ello, es nuestro deber actuar siempre de forma honesta e íntegra a través de todos los
actos que desarrollemos en nuestra vida profesional y privada, sean importantes o menudos,
ya que la honestidad, como valor que informa nuestra profesión, forma parte de nuestra
identidad, y hoy más que nunca, estamos obligados a defenderlos e incentivarlos.