Este documento analiza cómo los políticos utilizan la televisión y los medios de comunicación para manipular emocionalmente a los ciudadanos durante las campañas electorales, vendiendo falsas promesas de cambio y progreso para ganar votos. Tanto Juan Manuel Santos como Óscar Iván Zuluaga apelaron a los sentimientos durante sus campañas presidenciales de 2014 para las elecciones de segunda vuelta, en lugar de tener debates críticos sobre problemas reales. Esto muestra cómo la democracia se reduce a un proyecto de sentimentalismo
Cómo la tele-política afecta el desarrollo infantil
1. UNIVERSIDAD DISTRITAL FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS
FACULTAD DE CIENCIAS Y EDUCACIÓN
PROYECTO CURRICULAR: Licenciatura En Pedagogía Infantil
SEMINARIO TALLER: Juego, tecnología y conocimiento infantil
DOCENTE: Alexandra Martínez
ESTUDIANTE: Alejandra López Galvis CÓDIGO: 20122187023
ESTUDIANTE: Kelly Johana Ordoñez CÓDIGO: 20122187031
Cuando gobernar es una emoción televisiva y las campañas electorales del 2014.
Vivimos en una sociedad en donde el poder es la capacidad que tiene un determinado grupo para imponer su interpretación de la verdad, como la verdad para todos, que ha sido instaurada mediante la repetición infinidad de veces hasta que se naturaliza, para dominar a los hombres (Foucault, 1966). Los políticos y gobernantes, quienes poseen los recursos para mantener ese poder, han ido modificándose con los medios de comunicación, en donde hay que fingir una cercanía afectiva para la transformación de la realidad social, y de ese modo mantener dichas relaciones de poder.
Los dirigentes y gobernantes (sobre todo los latinoamericanos) transforman la opinión pública con ayuda de los medios masivos de comunicación convocando a lo simbólico- afectivo, en donde estos medios se prestan para la manipulación de los ciudadanos por parte de los dirigentes, quienes a través de falsas promesas se convierten en personajes heroicos y las personas en simples espectadores. Los dirigentes de cada uno de estos partidos se mueven en la Tele-política con el objetivo de ganar credibilidad y aumentar su auge político, manipulando cada uno de los rincones de los medios de comunicación, utilizándolo para bienes propios, y llevando ignorancia y sumisión a sus espectadores; es decir, a la sociedad.
Juan Manuel Santos y Óscar Iván Zuluaga, convirtieron la campaña política de las elecciones presidenciales en segunda vuelta, como todo un show mediático a manera de sinóptico, en donde lo más importante era desprestigiar al otro y mostrarse como la única salvación del país. Tanto en la propaganda de Santos (quien habla de no enviar más jóvenes a la guerra) como en la de Zuluaga, (quien maneja la educación como eje principal para el progreso y bienestar de la sociedad), se busca apelar al sentimiento de la sociedad (en especial las mujeres que son madres), y conmover emocionalmente para apoyar la propuesta sentimental de nación que se está vendiendo, exponiendo fuertemente dichas emociones hacia sus seguidores con el objetivo de que ellos se apropien de su situación y tomen una posición crítica frente a dicha problemática política.
Claramente sus discursos como candidatos presidenciales están ligados fuertemente por la razón como mecanismo para dominar y controlar, con el único objetivo de crear un
2. bienestar social y popular; de esta manera crea populismo y credibilidad en su audiencia, especialmente en la audiencia que tanto acoge en sus prioridades sociales.
Ambos candidatos conocen los problemas que existen, pero los disfrazan para crear una realidad de que estaremos mejor, para así mostrar mediante su discurso de la “esperanza de la paz” y la “educación de calidad” como únicas alternativas de cambio y progreso con los que la sociedad sueña, haciéndola realidad por medio de su gobierno. Como lo plantea Omar Rincón, ellos venden salvaciones simbólicas que surgen para las distintas dificultades reales de la sociedad; sin importar que dicha solución real llegue de verdad, simbólicamente la dificultad está resuelta.
Esto es un claro ejemplo de como la democracia se transforma, en un proyecto de sentimentalismo y simpatías exageradas y se disminuyen los espacios para la discusión crítica y objetiva. El resultado general de estas tendencias es que se está llevando la política a su grado cero de significación y que la banalización de los modos de gobierno está haciendo tambalear ya no a los presidentes, sino a la democracia misma. (Omar Rincón, 2006).
Como se dijo anteriormente los políticos utilizan la tele-política para objetivos de beneficios propios, donde no se tiene muy en cuenta la verdadera solución de los problemas que surgen en la sociedad; aunque hablen de mejorar la educación, no la piensan mejorar sino sacarle frutos para ellos, afectando las nuevas generaciones, haciéndolas parte de la era donde la tele-política es la que gobierna, evitando que su desarrollo sea intuitivo y algo natural, donde la verdad nos experimenta por sí mismo sino que no la generan los medios de comunicación.
La tele-política afecta las infancias desde el sentido que se deja de pensar en un sujeto autónomo y crítico, que es capaz de razonar por sí mismo gracias a las experiencias vividas en su entorno, para formar y transformar estos sujetos en especie de maniquíes que ignoran la realidad y viven en la mentira que otros han creado. Además se está forjando una humanidad consumista donde el tener es poder, haciendo que las diferencias se noten aún más, el pobre se convierte en más pobre y el rico en más rico, una humanidad donde el beneficio propio es lo único importante y dando así paso a una niñez deshumanizada, y de cierta formar volviendo al comienzo de las cosas donde no se tenía ni un concepto de humanidad y mucho menos de niñez.
Referencias bibliográficas:
RINCÓN, Omar. Cuando gobernar es una emoción televisiva. Recuperado Junio de 2011, de http://www.lainsignia.org/2006/diciembre/cul_035.htm
FOUCAULT, Michel. Las palabras y las cosas. 1966. Recuperado de http://es.slideshare.net/psicologalula/foucault-1966-las-palabras-y-las-cosas-trad-esp