Las catacumbas eran cementerios subterráneos utilizados por las primeras civilizaciones cristianas entre los siglos III y V d.C. debido a que practicaban su religión en la clandestinidad. Estas catacumbas consistían en galerías y pasillos excavados bajo tierra para el enterramiento de los fieles. Más tarde, con el aumento de creyentes, la Iglesia cristiana comenzó a construir basílicas de superficie.