Arturo Alessandri Palma fue elegido presidente por un conglomerado de fuerzas políticas liberales, radicales y demócratas entre 1932 y 1938. Logró restaurar la armonía política y la normalidad institucional en Chile, superando también la crisis financiera y económica. Sin embargo, debió enfrentar complots y huelgas entre 1934 y 1935, gobernando con poderes extraordinarios lo que polarizó el clima político y llevó a los radicales a unirse a la oposición.