Los aviones embarcados son diseñados específicamente para operar desde portaaviones, requiriendo mayor resistencia y capacidad para despegar y aterrizar en distancias cortas desde la cubierta. Estos aviones son más pesados que sus contrapartes terrestres, con trenes de aterrizaje y alas reforzadas, y están optimizados para el vuelo a baja altitud. Los pilotos requieren un entrenamiento especial para realizar las delicadas maniobras de aproximación y apontaje sobre la cubierta del portaaviones.