"Lo que tú quieras", biografía ilustrada de Montse Grases.
Bautismo
1.
2. Los sacramentos de iniciación en la
Iglesia son tres:
el Bautismo, la Confirmación y la
Eucaristía.
3. Una persona que ha sido iniciada en
la Iglesia tiene lo que necesita para
vivir su identidad cristiana como hijo
amado de Dios, como parte del
Cuerpo Místico de Jesús, y como
miembro de la Iglesia, por medio de
la gracia que recibe en estos tres
sacramentos.
5. En los sacramentos, lo
trascendente invade lo temporal.
El mundo espiritual se mezcla con
nuestro mundo tan imperfecto y
confuso, y por un momento
dejamos de ser peregrinos en el
mundo.
6. De Iglesia Peregrina, disfrutamos por
un momento nuestra última identidad
como miembros de la Iglesia Triunfal.
Estamos presentes en el templo
celestial donde reina Jesús a la
derecha del Padre.
7. Cada sacramento tiene su aspecto
visible, que nos ayuda a poder ver y
creer en la parte invisible, la parte
trascendente. El que quiere ser
peregrino hacia la Iglesia Triunfal, o
que quiere ayudar a otra persona a
aprender este camino de
peregrinaje, empieza con el símbolo
del agua.
8.
9. Si piensas en el Bautismo como algo
que hicieron tus padres hace mucho
tiempo cuando eras niño, no estás
empleando este gran poder en tu vida
actual.
10. En la cárcel necesitas todo el poder
que la gracia de Dios te ha dado, y es
importante entender qué tanto poder
tienes.
11. Si estás pensando en bautizar a un
hijo, es importante reconocer lo
grande del regalo que le estás dando.
12. Si te toca ser un padrino o
madrina, reconoce la importancia de
este papel en la vida de la niña o el
niño bautizado. Estás prometiendo
ayudar a dirigir a este niño en la fe
por medio de tu ejemplo y palabra.
13. El plan de Jesús va más allá de
lo que puedes imaginar, algo
que ni siquiera se atreve a
anhelar el ser humano.
14. “Lo que el ojo no vio, ni el oído
oyó, ni al hombre se le ocurrió
pensar lo que Dios podía tener
preparado para los que lo aman”
(1 Cor 2, 9).
15. Tristemente, en el lenguaje popular se
escucha maneras triviales de entender
el Bautismo. Dicen que se quita el
demonio, o que se mocha la cola;
dicen que es para poder ir al cielo, o
para recibir la protección de Dios.
16. Todo eso es en parte
cierto, pero el bautismo va
mucho más allá de estas
definiciones.
17. El bautismo es una acción
de un Dios amoroso, no
una manipulación de Dios
por el hombre.
18. Es impresionante todo lo que
somos por el bautismo. El ser
humano es una creación de
Dios y por eso no tiene ningún
derecho ante Dios.
19. El ser humano no tiene derecho
de opinar ni quejar de la voluntad
de Dios.
20. Pero con el bautismo, la situación
cambia. Recibimos el estatus de hijos
de Dios, y por eso, podemos hablar
con Dios con todo el derecho de un
hijo, compartiendo nuestros anhelos y
deseos, nuestros miedos y luchas, y
sabemos que Dios nos esta
escuchando.
21. En el bautismo Dios invita al ser
humano a responder a la
invitación de Dios de tener una
relación amorosa. Este deseo en si
es una gracia.
22. Jesús nos ha revelado que nuestro
Dios nos ama apasionadamente, a
nosotros, su creación. Por eso Dios
nos ha hecho capaces de conocer su
revelación y percibir su amor.
23. El Papa Benedicto XVI, en su mensaje
de Cuaresma 2011, ha dicho:
“El hecho de que en la mayoría de los
casos el Bautismo se recibe en la
infancia pone de relieve que se trata
de un Don de Dios: nadie merece la
vida eterna con sus fuerzas. La
misericordia de Dios, que borra el
pecado y permite vivir en la propia
existencia „los mismos sentimientos
de Cristo Jesús‟ (Flp 2, 5) se
comunica al hombre gratuitamente”.
26. La forma en que se celebra el
sacramento aquí en México
muchas veces deja pobre la
experiencia por el minimalismo:
mínimo uso de agua (casi ni se
moja), mínimo uso de los
sagrados oleos.
27. Pero aun cuando se celebra
pobremente el
sacramento, cuando casi no se ve
evidencia de óleo, ni percibe el
olor del Santo Crisma, Dios en su
grandeza derrama su gracia con
su acostumbrada amplia
generosidad.
28. Cuando entras en una celebración
del bautismo y miras a los que
están por ser bautizados, debes
sentir un escalofrío, porque estás
mirando a personas que, frente a
tus ojos, ¡van a morir!
29. “¿Ignoran acaso que todos
nosotros, a quienes el bautismo ha
vinculado a Cristo, hemos sido
vinculados a su muerte?” (Rom 6, 3).
“Si hemos muerto con
Cristo, confiemos en que también
viviremos con él” (Rom 6, 9).
30. Dice la introducción general, párrafo
22: “Se puede usar con todo
derecho, tanto el rito por
inmersión, que es más adecuado para
significar la participación en la muerte
y resurrección de Cristo, como el rito
de infusión”.
31. De todos maneras, la persona sufre la
suerte de una persona que se
sumerge en las aguas del caos, como
el día del diluvio: ¡se Muere! Pero
morimos con una esperanza; la
esperanza de una nueva vida.
32. “Por el bautismo hemos sido
sepultados con Cristo quedando
vinculados a su muerte, para que así
como Cristo fue resucitado de entre
los muertos por el poder del
Padre, así también nosotros llevemos
una vida nueva.
33. Dice el Catecismo de la Iglesia
Católica: “Si el agua de manantial
simboliza la vida, el agua del mar es
un símbolo de la muerte” (CIC 1220).
El agua es un beneficio, y la vida en
nuestra tierra no puede existir sin el
agua.
34. En una cárcel, si pasa algo al abasto
de agua, todos se sienten
desesperados, igual como los hebreos
en el desierto. Pero también el agua
puede ser un símbolo de
destrucción, como hemos visto en los
dramáticos videos de los tsunamis.
35. Con toda la fuerza para el bien y el
mal que existe en el agua, Jesús es
quien tiene dominio sobre las aguas.
Las aguas lo obedecen (Mc 4, 39).
36. San Pablo nos recuerda como los
hebreos, en su huida, lograron llegar hasta
las orillas del Mar Rojo, y se dieron cuenta
que no había salida posible de su
situación. Por ser esclavos
desobedientes, los egipcios los iban a
matar. Para que Dios los liberara, era
precisamente necesario introducirse en las
aguas del mar: “Al atravesar el mar, todos
fueron bautizados como seguidores de
Moisés” (1 Cor 10, 2).
37. Era un grupo de esclavos los que se
metieron en el mar, y era un pueblo
libre el que salió. Así
nosotros, reconociendo nuestra
derrota ante la crueldad de un mundo
que no conoce ni acepta a
Dios, encontramos una gran fuerza en
el poder de Dios que actúa en
nosotros por medio del bautismo.
38. Igual como los hebreos, puede ser
que no reconoscamos todo lo que
Dios ha hecho por nosotros, como
cuando los hebreos tenían sed en el
desierto.
39. La roca, que dio de beber a los
hebreos en el desierto, estaba en
medio de ellos aun en el momento en
que ellos se desesperaban y Moisés
reveló el poder de Dios escondido en
la roca, de donde salió agua para todo
el pueblo y sus animales (Ex 17, 1-7).
40. Nosotros, en nuestra
desesperación, no hacemos caso de
nuestro bautismo y lo miramos
solamente como una roca, aunque de
ella Dios quiere que brote agua viva.
41. Otra gran muestra de agua en el
antiguo testamento es el diluvio. La
maldad había incrementado en el
mundo tanto, dice la parábola de
génesis 6—8, que Dios, para purificar
su creación del pecado, tenía que
limpiar todo con agua.
42. San Pedro nos dice en 1 Pe 3, 20-21:
“El arca en la que unos pocos (ocho
personas) se salvaron navegando por
el agua . . . anunciaba
anticipadamente el bautismo que
ahora nos salva y que no consiste en
limpiar la suciedad corporal sino en
implorar de Dios una conciencia limpia
en virtud de la resurrección de
Jesucristo”.
43. Bautismo y la Iglesia domestica.
Cuando unos padres de familia piden
a la Iglesia el Bautismo para sus
hijos, están reconociendo la realidad
de la familia como Iglesia domestica.
44. Uno no quiere dejar afuera de la
Iglesia domestica algunos miembros
de la familia basado en su edad, igual
como uno no niega pertenencia a la
familia a los bebes, aunque los bebes
no son conscientes de su pertenencia
a una familia particular.
45. En los Hechos de los Apóstoles
encontramos esta visión de Iglesia
domestica. Por eso, cuando un padre de
familia pide el bautismo en los Hechos de
los Apóstoles, toda la familia está
bautizado; como Cornelio, que reunía a
toda la familia para recibir el bautismo
(Hch 10, 24); la familia de Lidia (Hch
16, 15); la familia del celador (Hch
16, 33); y la familia de Crispo, el jefe de la
sinagoga (Hch 18, 8).
46. Cuando se bautiza un
bebé, obviamente su formación en la
fe está por lograrse, durante su
desarrollo. En un momento, cuando
llega a la edad del estar en la
escuela, tu hijo requiere una
formación formal, las clases de
catecismo que ofrecen en la
parroquia.
47. Pero cuando tu hijo esta todavía
demasiado pequeño para participar en
la escuela, sin embargo él está
aprehendiendo sobre su fe por medio
de observar tus acciones y las
acciones de tu pareja.
48. El niño se da cuenta cuando papá o
mamá lo da una bendición. Se
reconoce como normal que en la
familia se bendicen los alimentos
antes de comer. Se ve la imagen de la
Virgen de Guadalupe en la sala y de la
Santa Cena en el comedor.
49. En el cuarto donde duerme tu niño a
lo mejor has puesto un crucifijo o tal
vez una imagen del Sagrado Corazón
o el Ángel de la Guarda. Si papá o
mamá tiene un escapulario, medalla o
crucita, el niño lo ha notado.
50. Todo eso, tanto las devociones de la
casa más sencillas, como los
momentos grandes; los días cuando
se hace rosario durante los 46
rosarios o cuando se acuesta y
levanta el Niño de Belén; todo eso es
formación en la fe.
51. Cuando hay catecúmenos en
medio de nosotros. Cuando una
persona ya ha llegado a la edad de la
razón, y pide por su propia cuenta ser
bautizado, el proceso es diferente.
52. Le toca a la persona recibir, antes de
celebrar los sacramentos, un periodo
de formación en la fe, y la persona
está registrada como un
catecúmeno—un miembro de la
Iglesia en proceso de formación.
53. Los catecúmenos tienen un lugar
privilegiado en la Iglesia, porque
todos nosotros los bautizados somos
responsables de ayudarlos a crecer en
su conocimiento de Jesucristo. ¡Es
una responsabilidad muy grande!
Todos nos ponemos a reflexionar en
lo que nuestra vida sacramental
significa para nosotros.
54. En las Misas durante el tiempo de
formación, los catecúmenos están
presentados ante la comunidad
entera, y el sacerdote pide a la
comunidad rezar por ellos.
55. Cuando llega el tiempo de la
cuaresma, hay una serie de oraciones
y acciones—exorcismos y
bendiciones—que se celebra con los
catecúmenos durante la Misa
dominical.
56. Normalmente los bautismos de
adultos se celebran en la Vigilia
Pascual, pero cuando las condiciones
son especiales, como cuando uno se
encuentra en el cautiverio, puede ser
que es necesario un arreglo diferente.
Sin embargo, los catecúmenos
merecen un tiempo de
estudio, oración, y
acompañamiento, y es una injusticia
acelerar el proceso. Es una etapa
inolvidable en la vida.
57. Una buena preparación muestra
reconocimiento de nuestra propia
dignidad. Por eso la Iglesia exige
que la persona que quiere ser padrino
o madrina, si es persona casada, que
sea casada por la Iglesia.
58. La Iglesia también acepta personas
solteras como padrinos y madrinas.
Por ejemplo, el hermano soltero de la
madre y la hermana soltera del padre
del niño pueden ser padrinos.
59. Dos hermanos, hermano y
hermana, pueden ser padrinos. Un hombre
casado puede ser padrino y una madre
casada puede ser madrina aunque no sean
matrimonio; por ejemplo, mi hermana
casada y el hermano casado de mi esposa
pueden ser los padrinos de mi
hijo, aunque están casados por la Iglesia
con otras personas. Pero la Iglesia insiste
que sean hombre y mujer, no dos padrinos
ni dos madrinas.
60. “Al recibir la fe y el bautismo, los cristianos
acogemos la acción del Espíritu Santo que lleva a
confesar a Jesús como Hijo de Dios y a llamar a
Dios „Abba‟. Todos los bautizados y bautizadas de
América Latina y el Caribe, a través del
sacerdocio común del Pueblo de Dios, estamos
llamados a vivir y transmitir la comunión con la
Trinidad, pues la evangelización es un llamado a
la participación de la comunión trinitaria”.
(Aparecida, 157)
61. El agua en que la persona está sumergida
o que está derramada sobre la cabeza de
la persona; las palabras “yo te bautizo en
el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo”. Normalmente se unge la persona
con el santo crisma, porque la persona ha
recibido el Espíritu Santo, pero si no es
posible, sin embargo es válido el
sacramento.
62. En la Iglesia, el sacramento del
Bautismo ha sido siempre la puerta de
entrada y el fundamento de toda vida
cristiana (ver CDC 849).
63. "El Bautismo es el sacramento de la fe
(ver Mc 16, 16). Pero la fe tiene
necesidad de la comunidad de
creyentes. Sólo en la fe de la Iglesia
puede creer cada uno de los fieles. La
fe que se requiere para el Bautismo
no es una fe perfecta y madura, sino
un comienzo que está llamado a
desarrollarse" (CIC 1253).
64. Los creyentes desde los primeros
tiempos formaron comunidad. La fe
se vive en la nueva relación de
hermanos, como hijos de Dios (ver He
2, 41-47). El grupo de creyentes se
hace luz para otros por su fe.
65. Por el Bautismo venimos a ser
sacerdotes, profetas y reyes, significa
que en el ejercicio de esta misión
ayudamos a todos los hombres a
descubrir y reconocer al verdadero
sacerdote, profeta y rey, que es Cristo
el Señor.