Un cuento estilo gótico, basado en un hecho real que me platicara mi mejor amigo, Alejandro Lucero, a quien agradezco compartirme su experiencia y acercamiento con el sufriente mundo de los fantasmas.
A la memoria de las relaciones amorosas que se convierten en fantasmas que encuentran la luz en la belleza del recuerdo y en la experiencia y el aprendizaje.
A Gaudencio Escamilla, en los recuerdos de mi madre.
Surgió a partir de la lectura de la novela de Alfaguara "Cuidado con lo que deseas" en el curso de Comunicación de de 4° año A de la I.E "R.P.B" del Callao-Perú.. Tres estudiantes se aventuraron a escribir la segunda parte de la obra; colocando sus perspectivas e intereses personales.
Un cuento estilo gótico, basado en un hecho real que me platicara mi mejor amigo, Alejandro Lucero, a quien agradezco compartirme su experiencia y acercamiento con el sufriente mundo de los fantasmas.
A la memoria de las relaciones amorosas que se convierten en fantasmas que encuentran la luz en la belleza del recuerdo y en la experiencia y el aprendizaje.
A Gaudencio Escamilla, en los recuerdos de mi madre.
Surgió a partir de la lectura de la novela de Alfaguara "Cuidado con lo que deseas" en el curso de Comunicación de de 4° año A de la I.E "R.P.B" del Callao-Perú.. Tres estudiantes se aventuraron a escribir la segunda parte de la obra; colocando sus perspectivas e intereses personales.
Subi este cuento pensado en las personas que les cuesta encontrar Libros.
Cualquier cooperación que desee hacer, se los agradeceré.
Banco Estado cuenta rut 15753919 mi mail es el s_alicia2008@hotmail.com
Varias piezas de teatro breve que nacen del encuentro de los personajes de mi obra VEINTE MONÓLOGOS ESTUDIANTILES Y UN DIÁLOGO INESPERADO. Teatro juvenil.
10 guiones de obras de teatro cortas (ejemplos gratis)portesp
En esta recopilación les traemos algunas de las obras publicadas en nuestro sitio. Son 10 ejemplos de obras de teatro cortas y de calidad. Para ver más: http://www.obrascortas.com
Subi este cuento pensado en las personas que les cuesta encontrar Libros.
Cualquier cooperación que desee hacer, se los agradeceré.
Banco Estado cuenta rut 15753919 mi mail es el s_alicia2008@hotmail.com
Varias piezas de teatro breve que nacen del encuentro de los personajes de mi obra VEINTE MONÓLOGOS ESTUDIANTILES Y UN DIÁLOGO INESPERADO. Teatro juvenil.
10 guiones de obras de teatro cortas (ejemplos gratis)portesp
En esta recopilación les traemos algunas de las obras publicadas en nuestro sitio. Son 10 ejemplos de obras de teatro cortas y de calidad. Para ver más: http://www.obrascortas.com
Portafolio final comunicación y expresión ll - ivan alarcon .pptxivandavidalarconcata
Los muros paramétricos son una herramienta poderosa en el diseño arquitectónico que ofrece diversas ventajas, tanto en el proceso creativo como en la ejecución del proyecto.
1. CABEZABAJO
Eduardo Frías Etayo
Papá se puso bravo y viró la casa al revés, ahora todos tenemos que andar con
la cabeza para abajo. Hasta hace una semana mi apartamento era uno más en el
edificio. Un apartamento corriente y moliente. Bueno, lo de corriente pasa, pero
lo de moliente. En mi casa no se muele ni el maíz, todo se compra ya listo para
cocinar. No es que seamos vagos, el asunto es que papá y mamá trabajan fuera,
el abuelo tiene su taller de mecánica al doblar la esquina, Adrián va al jardín de
la infancia, y yo voy a tercer grado. Por eso casi nunca estamos en casa, sólo en
las noches y los fines de semana.
Hace una semana papá se enojó mucho y dijo algo como: ¡En esta casa vivimos,
pero se perdió la convivencia! Acto seguido viró la casa al revés, y empezaron los
problemas. En un inicio pensé que aquello había sido para buscar la convivencia.
Cuando algo no aparece y papá le pregunta si lo buscó, mamá le contesta que
ha vuelto la casa al revés y no lo ha encontrado. Pues no, me había equivocado,
papá no buscaba la convivencia esa porque, si así hubiera sido, se hubiese
quedado registrando la casa, pero lo que hizo fue bajar y sentarse en el banquito
del parque a mirar el mar, como cuando las cosas no le salen bien.
Los primeros días no me preocupé mucho por la dichosa cosa que se había
perdido. Era muy divertido andar cabeza abajo. Mamá ya no nos mandaba para
el parquecito cuando iba a limpiar, ni decía que subiéramos los pies, ahora no
limpiaba el piso, sino el techo, que era lo primero que veían las visitas antes de
entrar al apartamento. Lo que más tenía que limpiar era la sala porque la
alfombra, que papi trajo en uno de sus viajes, con esto de vivir en las alturas del
piso (que ahora estaba en el lugar del techo) se las pasaba mareada, pues nadie
supo hasta ese momento que padecía de vértigo. Cada vez que tragaba un poco
de polvo lo expulsaba entre contorsiones, provocándole coriza a la lámpara que
ahora se encontraba debajo de ella, por eso se formaba el caos en el techo entre
2. la agüita de la lámpara y el polvo de la alfombra para disgusto de mami que es
quien limpia.
Otra de las diversiones era mirar por la ventana. Eso de tener el cielo bajo tus
pies te da una sensación de permanecer flotando, bueno, si no se levanta la
cabeza. Si mirabas hacia arriba parece que la tierra completa se te viniera
encima.
Como les decía, los primeros días fueron divertidos, pero con el paso del tiempo
se fue volviendo fastidioso. Los vecinos no venían, tal vez les era incómodo
vernos comer tratando de que los frijoles no se nos escaparan del plato, o
temían tropezar con el ventilador de techo. Si por cualquier razón alguno tenía
que visitarnos, se quedaba parado en la puerta sin atreverse a cruzarla. Lo
extraño era que apenas traspasabas el umbral te ponías cabezabajo casi sin
notarlo. El problema era que ya la gente del edificio nos miraba raro y cuando
pasábamos decían entre sí cosas como: excéntricos, o snobs. Realmente no sé
que quieren decir ninguna de las dos, más no me agradaba nada tener que oír
los cuchicheos.
A papá casi no podía dirigírsele la palabra en esos días, cuando uno intentaba
hablar te preguntaba si habías hecho algo en la casa. Mamá se la pasaba
limpiando el techo del agüita sucia que soltaba la alérgica alfombra, Adrián se la
pasaba saltando para tratar de tocar el techo porque decía que como ahora
estaba debajo de él sería más fácil llegar. El abuelo, en cambio, se llevó un catre
para el taller explicando que andar en esa posición haría que la sangre se le
fuera para la cabeza. No podía contar con nadie, y la dichosa convivencia sin
aparecer. Entonces me alumbró el bombillo, claro ahora la claridad más grande
para la cama era la del bombillo porque el sol sólo daba en la cama al amanecer
y al atardecer ya que la ventana estaba por debajo. Lo que tenía que hacer era
buscar un detective.
La búsqueda de un detective es una tarea muy detectivesca, fue lo primero que
pensé tras un día de recorrer la ciudad tratando de hallar uno. El teniente Pérez
3. se encontraba del otro lado de un oscuro túnel tras la pista de unos
desaparecidos libros de escritores noveles. Florecita Chang se había tomado unas
merecidas vacaciones y su pareja de caso, la oficial Olga, estaba en el peliagudo
caso conocido como "Operación anti–buró", y la archiconocida Coti no pudo
atenderme, quizás creyó que le iba a pedir un autógrafo. Gracias a ciertas
recomendaciones, me dirigí al barrio chino, tras las huellas del conocido Chan Li
Po. Después de pasar cuatro puestos de maripositas chinas, dos tiendas de
pececitos, más de quince restaurantes en sólo una cuadra, y atravesar un
mercado agropecuario arribé a lo que fuera la oficina del detective. Se
encontraba en un desvencijado edificio, al que se llegaba pasando el parqueo de
un antiguo restaurante. La decepción me atrapó: el ! edificio estaba en ruinas y
en medio de ellas sólo había un quiosco de refrescos. Un anciano chino de obvia
descendencia asiática, creo que era el tercero que veía en todo el barrio chino,
me comentó el fallecimiento del famoso investigador. ¿Qué hacer sin detective?
Tenía que hallar la convivencia para poner normal otra vez la casa.
Al ver mi desesperación, el anciano me recomendó que fuera dos calles más allá,
y que preguntara por Pancho. ¿Pancho? Bueno, le dicen así, pero su nombre es
Pan Cho Li, y es nieto del detective Li Po –fue su comentario. Con un poco más
de esperanza seguí caminando.
–Por favor, dónde vive Pancho –pregunté a unos niños de mi edad que bailaban
trompo en una calle por la que parecía que no pasaba un carro hacía siglos.
–El chino vive en la esquina, ¿qué pasó, perdiste algo?
–Algo así –respondí un poco cortado para no explicar que mi casa estaba cabeza
abajo.
La casa de Li estaba abierta. Toqué suavemente la puerta. La voz no cambiaba
la R por la L.
–Pasa que está abierto.
4. El señor Li estaba sentado en un sillón junto a la ventana, sus rasgos eran de
chino, pero su piel tenía el tinte del mulato como mis primos.
–¿En que puedo ayudarte? –me preguntó con delicadeza, pero con un tono que
me quitó las ganas que tenía de decir: Me equivoqué de puerta.
–Buenoenmicasaseperdiólaconvivenciaymipapálavirócabezabajo –dije de carretilla
para no tartamudear.
–Así que tu casa está cabeza abajo porque se perdió la convivencia.
–Sí, y quisiera que usted viniera para que me ayude a encontrarla –le expliqué
un poco más calmado ante su paciencia.
–Para eso no tengo que ir hasta tu casa.
Mi asombro llegó al límite en ese instante, no sé por qué, pero recordé que un
día papi me habló de un detective con un nombre raro, extranjero. Algo así como
Cherlojolmes que descubría las cosas haciendo preguntas, sin ir a los lugares
donde sucedían. Lo que no sabía era que ese tipo de investigadores abundara.
Pancho me invitó a sentarme y gritó para dentro: –Vieja, trae refresco para el
niño. Después dirigiéndose hacia mí preguntó:
–¿Dónde vives?
–En un apartamento cercano al mar.
–A mí me encanta el mar, por allá atrás tengo un par de abanicos de mar y dos
o tres piedras que he recogido en playas donde hemos estado mi esposa y yo.
–A mí también me gusta, pero donde vivo está muy contaminado, y casi no
vamos porque los fines de semana mi mamá los dedica a lavar, limpiar y hacer
cosas de la casa, y mi papá busca los mandados que antes no pudo recoger y a
preparar las clases para sus alumnos.
–¿Y tienes hermanitos?
5. La conversación comenzaba a preocuparme porque preguntando cosas de mi
familia no veía por dónde iba a aparecer la convivencia, y no me gustaba que
sospechara de mi familia, por lo que respondí:
–Sí, pero es pequeñito y no pudo esconder la convivencia, pues ni el mismo sabe
dónde deja sus juguetes.
–Yo no sospecho de tu hermanito –me dijo sonriendo–. Solo te preguntaba para
conocer quienes viven en tu casa.
–En mi casa somos mami, papi, el abuelo, Adrián, y yo.
–¿A qué hora sales de la escuela? Y cuéntame bien detallado lo que haces hasta
que duermes. Es muy importante para la investigación.
–Salgo de la escuela a las cinco, que es la hora en que el abuelo va a recogerme.
Caminamos por la orilla del mar hasta llegar a nuestra cuadra. Abuelo me deja
en la puerta del edificio y se va al taller, yo subo, dejo mis libros de la escuela y
bajo a jugar en el solar de la esquina. ¿Todo esto usted lo va a poner en la
investigación?
–Quizás no todo ¿por qué?
–Es que a veces Rafael y yo nos entretenemos en tocar algunos timbres de
puertas y salimos corriendo y nos escondemos en el vestíbulo del edificio.
–No te preocupes, eso no es correcto, pero muchos niños, incluido yo, lo
hicimos. Trata de no molestar mucho.
–Mami llega a las 5 y media con Adrián y me llama a las 6 para que me bañe. Me
pongo un short cuando salgo del baño, como a las siete, papi me ayuda a hacer
las tareas, veo la televisión, y me acuesto a las 9 y media.
–¿Y Adrián?
–Adrián está en el círculo, lo único que hace es pedir a papi que juegue con él,
que le dé caramelos, y llorar si no le gusta la comida.
–¿Dónde dejaste la ropa cuando te bañaste ayer y los libros de la escuela?
6. Lo miré sorprendido, ¿se me habría perdido la ropa y los libros junto con la
convivencia? Lo único que faltaba era que me dijera que había perdido mi
camión de pilas nuevo.
–La ropa en el piso del baño, y la mochila en la sala –dije casi susurrando.
–Al terminar la comida, ¿llevaste los platos para la cocina, y estiraste la cama al
levantarte? ¿Tal vez jugaste con Adrián?
–Con Adrián es muy difícil jugar porque casi no entiende los juegos. ¡Ah! Dejé los
platos en la mesa, y la cama la estira mi mamá, no me diga que todo eso se
perdió.
–No, no se ha perdido –la respuesta de Li hizo soltar el aire que estaba
aguantando– creo que tengo la solución del caso.
–¿Y se enderezará la casa? Dije casi con alivio.
–Eso espero. La solución es fácil, juega con Adrián, si él no entiende tus juegos,
trata de tú comprender los suyos, y así ayudas a papá con sus tareas –al
decirme esto me quedé pensando, yo suponía que como él es profesor es el que
pone tareas, pero Li siguió–. Tu plato no pesa mucho, puedes llevarlo al
fregadero, y estirar la cama por la mañana. También, dejar la ropa sucia donde
suele ponerla tu mamá.
–¿Y con eso aparecerá la convivencia?
–Tal vez haga falta un poquito más, pero es un comienzo.
Salí no muy seguro y caminé hasta mi casa. Fui directo al baño, y al terminar
recordé el consejo de Pan Cho Li, a pesar de que casi lo olvido jugando a que el
barquito flotara con la bandera bajo el agua, como si navegara con la tripulación
sumergida. Lancé con un movimiento de muñeca, como me enseñó el profesor
de baloncesto, el short dentro de la ropa sucia, y después de comer hice
equilibrios por una línea de losas del piso con mi plato en la mano cual si
caminara por la cuerda floja.
7. A la hora de dormir mami vino con papi y me preguntaron cómo me sentía. Les
dije que bien, sólo un poco cansado. Se miraron y fueron a dormir. Yo me quedé
observando las estrellas debajo de mí, imaginaba estar en una nave espacial.
El resto de la semana seguí practicando tiros al aro con mi ropa y el cesto, y
equilibrio con los platos, la cama no me salía también. El abuelo, hasta me pidió
que le alcanzara sus herramientas cuando arregló la cocina de la casa. Hace
quince días de eso, papá ya no anda molesto y no habla de la perdida
convivencia, por cierto dentro de un rato nos vamos a la playa, lo único que
siento es que ya no veo el cielo bajo mis pies cuando miro por la ventana.