2. Uno de los objetivos gubernamentales es lograr el desarrollo económico y social de un país, el incremento
de densidad poblacional ha sido sin lugar a duda uno de las mayores causantes de la problemática
urbanístico en muchas ciudades en el mundo sobre todo en Latinoamérica.
La escases de los recursos financieros y humanos imposibilita la aplicación simultanea de un plano único
en un país; por otra parte es importante por lo tanto diferenciar claramente las causas que han
determinado el origen y el crecimiento de las ciudades de las que han ocasionado su deterioro y
desaparición; así como de aquellas que ahora las están trasformando poco a poco para ‘casarlas’, por así
decirlo, con su entorno.
El intercambio de mercancías que se llevaba a cabo a estos lugares de encuentro se convirtió en un
incentivo adicional, más allá de la necesidad instintiva de vida social, para la formación de nuevos núcleos
de población entre las sociedades primitivas. Además, estos inicios de comercio venían generalmente
acompañados de cierta industria incipiente: un yacimiento de sílex para tallar y pulir armas y otras
herramientas, una capa de arcilla o loza para hacer hacer vasijas o pipas de barro cocido, una veta de
metal que podría ser fundida o forjada para hacer baratijas, un montón de bellas conchas adecuadas para
hacer adornos o dinero. Todos ellos son alicientes que atraen al ser humano a estos lugares que, si al
mismo tiempo, son adecuados como centros de suministro de alimentos, combinan todos los requisitos
necesarios para la construcción de una ciudad.
3. La idea de la ciudad considerada como asiento de civilización, y como
centro integrador y dinamizador de un gran proyecto nacional, respondió
a los modelos de vida que cristalizaron hacia fines del siglo XIX y
comienzos del XX, en los momentos de mayor éxito de una fase histórica
en que el progreso general descansaba sin contrapesos en la
exportación de productos primarios. Esta visión representó el triunfo de
la imaginación político-social de la oligarquía liberal criolla.
La ciudad fue concebida como el símbolo y a la vez como el instrumento de las grandes metas de transformación
social, como la matriz receptora y generadora de los impulsos modernizantes, como el almácigo que haría germinar
las instituciones, los hombres y la cultura que se requerían para lograr la articulación interior del país y su
integración en las corrientes civilizadoras que surgían en las sociedades industriales. De acuerdo a esta nueva
óptica, las ciudades eran antes que nada el asiento del sistema de dominación, de modo que en las condiciones
que caracterizaban a un proceso de desarrollo concentrador, el metabolismo urbano engendraba un sector de la
población que vivía en condiciones de marginalidad. Por así decirlo, en lo esencial operaba un verdadero sistema
de vasos comunicantes, que gradualmente convertía a la marginalidad rural en marginalidad urbana, ambas con
rasgos cualitativos distintos, pero esta interconexión demostraba que la ciudad tenía serias limitaciones para
cumplir su papel de centro civilizador.
4. Hacia fines de 1970 se hizo evidente que este asalto intelectual se había
convertido en conquista: la ciudad ya no tenía defensores. Mientras el
concepto de la urbe civilizadora simbolizó las esperanzas y la voluntad
de creación de una etapa histórica formativa, la imagen de la "dudad
subdesarrollada" tradujo el estado de ánimo que resultó de las
frustraciones de la industrialización, es decir, de una fase de la evolución
social mucho más compleja y avanzada. La verdad es que desde la
década de los años cincuenta la acumulación de nuevos problemas
condujo a que las aglomeraciones humanas se percibieran en forma
creciente como el subproducto latente de una revolución subterránea y
contradictoria, cuyos efectos abrumadores sobrepasaban las
posibilidades de imponer dirección y control. Fue, antes que nada, una
reacción sicológica y cultural frente a tendencias cuyo sino,
aparentemente fatal, alentó a su vez toda suerte de interpretaciones
negativas y mecanicistas.
5. Al cabo de más de medio siglo, la industrialización y la tecnología moderna alteraron las bases productivas y
sociales de la ciudad, de modo que el drama cotidiano de los grandes centros de población tuvo entonces
nuevos papeles y actores y surgieron, como es natural, otras aspiraciones, frustraciones y conflictos. Lo que es
significativo en estas variaciones de la imaginería urbana de los latinoamericanos, es el estado de ánimo que
reflejan. El ciclo se inició en el pasado cuando los grupos liberales que dominaban la sociedad oligárquica
percibieron a la ciudad como el paradigma de la vida civilizada, y se cierra en nuestros días, cuando el público y
los analistas del fenómeno tienden a pensar que la ciudad, como matriz social de la existencia humana,
responde cada vez más a una inalterable mecánica interna que distorsiona los modelos y excede las
posibilidades de control.
6. El ciclo histórico de lo que con propiedad podría llamarse el período de la
ciudad civilizadora se caracterizó por una radical transformación de las
sociedades latinoamericanas. En lo esencial fue una etapa de rápida
expansión, de ruptura de los patrones y de los cauces tradicionales, de
surgimiento de nuevas jerarquías sociales, y de reestructuración del medio
físico. No fue el producto de una revolución profunda, sino más bien la
superación de una fase en que todavía eran precarias las bases del orden
establecido, de modo que no hubo un período de desestabilización, sino
más bien un aumento de la fluidez social y de la riqueza “sobre todo de la
nueva riqueza”· de obsolescencia de algunas pautas culturales y de
introducción de otras metas y valores. La integración de los países en los
mercados internacionales constituyó el motor de esta evolución, que en
algunos casos duró más de setenta años, y que a veces por su intensidad y
su prolongada incidencia creó la impresión de ser el prototipo mismo del
progreso. La nueva coyuntura permitió consolidar alguna forma de orden
político y a la vez aumentar rápidamente la riqueza material.
7. Si bien aumentó significativamente el ritmo de crecimiento de las ciudades, el fenómeno no tomó la
forma de una implosión urbana (sobre todo en las primeras fases de la implantación del modelo
exportador), sino más bien de una gradual y sostenida acumulación. Esta tendencia no afectó a todas
las aglomeraciones históricas por igual. Si bien en el promedio la población del sector urbano no
aumentó en forma acelerada, hubo, sin embargo, algunas ciudades que crecieron con rapidez, de
modo que, al cabo de varias décadas, habían concentrado en ellas a una población relativamente
importante. Hubo lo que podría llamarse un efecto centrífugo inicial y luego un efecto centrípeto,
dependiendo ambos de una variedad de factores, tales como la naturaleza de las exportaciones, su
distribución regional y las relaciones de esas actividades con el resto de la sociedad. Algunas
variables políticas contribuyeron también a condicionar el desarrollo de la economía exportadora,
dependiendo del grado de consolidación del poder que ya ejercían algunas élites urbanas.
8. LA CIUDAD PREINDUSTRIAL: Pasará por varias etapas:
Primeras ciudades: Las más antiguas aparecieron en los valles de los grandes ríos, como el Nilo
en Egipto y el Tigris y el Éufrates en Mesopotamia. Eran ciudades amuralladas en las que convivían
agricultores, comerciantes y artesanos. Con el tiempo, se embellecieron con edificios públicos y
monumentos que expresaban el poder de sus gobernantes.
La ciudad en Grecia: Las primeras ciudades crecieron sin un plano establecido alrededor del ágora o
plaza y de la acrópolis donde se situaban los templos. A partir del siglo V a. C. se empezó a aplicar en las
nuevas ciudades el llamado plano hipodérmico, un plano ortogonal que debe su nombre al arquitecto
Hipódamo de Mileto.
La ciudad Romana: En los campamentos militares romanos y en las ciudades de nueva fundación
también fue utilizado el plano Hipodérmico. En el trazado en cuadrícula destacaban 2 calles: el
Cardo (orientación Norte-Sur) y el decúmano (orientación Este-Oeste) que se cruzaban en el foro o plaza
donde se situaban los edificios públicos.
9. La ciudad Medieval: Las ciudades crecieron con un trazado irregular, rodeadas por murallas y
presididas por la catedral y el castillo. Se convirtieron en núcleos comerciales en los que residían
los artesanos y la naciente burguesía.
La ciudad en la Edad Moderna: En el siglo XVI, y con el humanismo renacentista, resurgió el gusto
por lo clásico. En el siglo XVII, con el barroco, y las monarquías absolutistas, las ciudades se
embellecieron con edificios que querían transmitir grandiosidad. Se diseñaron los alrededores de
estos edificios (grandes avenidas, plazas y jardines) para contribuir a darles relieve. Se extendió el
uso del plano radio céntrico.
10. LA CIUDAD A PARTIR DEL S. XIX: En este siglo, la revolución
industrial había extendido la industrialización por Europa. Así hubo de
albergar una serie de construcciones: Fábricas, estaciones de ferrocarril,
almacenes etc.. Además creció la población a causa del éxodo rural, es
decir, la emigración del campo a las ciudades, para trabajar en las fábricas.
Para alojar a tanta población, hubo que ganar espacio y crecieron fuera de
las murallas que acabaron destruidas. Se construyeron barrios obreros
cerca de las fábricas con viviendas pequeñas y de poca calidad, y
nuevos barrios para la burguesía los ensanches. La ciudad era
insalubre(falta de cloacas, se hacinaron obreros en minúsculas viviendas) lo
que causó altos índices de mortalidad. Para solucionarlo a finales de siglo,
comenzaron a construirse infraestructuras: cloacas, suministros de agua
corriente, electricidad.
En el siglo XX: continuaron las mejoras y también el
crecimiento de las ciudades que fueron absorbiendo
núcleos agrícolas cercanos e influyendo sobre el resto del
territorio. Con fenómenos conocidos como peri
urbanización, reurbanización.
11. el resultado de la intensa acción humana, muchas veces prolongada y multiforme, sobre un espacio físico
reducido que tiene como resultado unas determinadas condiciones para la vida. Cada sociedad, cada
cultura, establece una serie de interacciones con los componentes de orden físico y biológico y entre los
propios agentes sociales para crear su propio sistema vital.
El ser humano en su actividad modifica las condiciones del medio natural para adaptarlas a sus exigencias
y provoca considerables cambios en el medio físico urbano. Los cambios, además de satisfacer
determinadas necesidades de la especie humana, tienen muchas veces consecuencias no deseadas o
impactos negativos.
El estudio del ecosistema urbano, además de los posibles impactos y el correcto aprovechamiento de los recursos del
medio natural, debe tener necesariamente en cuenta los factores económicos, sociales, políticos, la necesaria
reglamentación jurídica
Al tratarse, muchas veces, de comportamientos humanos,actitudes, creencias, esquemas culturales, valores simbólicos,
estéticos, afectivos y de identidad, modos de vida, no pueden ser analizados, casi nunca, con técnicas cuantitativas y
resultan difíciles de medir y comunicar de modo operativo. Sin embargo, son precisamente estas nociones las que hay que
comprender mejor si se quiere alcanzar un desarrollo sostenible y pacífico.
12. Fase física.
Desde esta perspectiva, el medio urbano no representa más que un nuevo medio adaptado a las necesidades
de la especie dominante humana a las que se someten las condiciones naturales del relieve, el clima y las
aguas, así como las especies animales y vegetales. Los ecosistemas urbanos están definidos por la elevada
producción y el consumo de energía secundaria -puede denominarse como un sistema accionado por
combustible, generalmente fósil; la gran importación y exportación de materiales y la generación de enorme
cantidad de desechos; la fuerte contaminación del aire, suelo y agua, y el desarrollo de un clima típicamente
urbano, caracterizado sobre todo por el aumento de la temperatura y descenso de la humedad relativa respecto
a los terrenos circundantes ("isla térmica urbana"); los cambios en el perfil de la superficie del suelo y en la
formación natural del suelo debidos a la pavimentación, rellenado, excavación y compresión y la consiguiente
creación del "estrato cultural"; drásticos cambios en el ciclo hidrológico debido a la construcción de redes de
abastecimiento, de alcantarillado y de drenaje, extracción de las aguas subterráneas, construcción de
superficies impermeables, modificaciones de la red hidrográfica.
La planificación del medio físico urbano comprende el conjunto de acciones encaminadas al cuidado de la
calidad de los sistemas vitales, la previsión y corrección de las repercusiones no deseables de la actividad
humana sobre el medio, el estudio de las aptitudes y limitaciones del territorio frente a los diferentes usos y la
investigación de los potenciales recursos. Este conjunto de acciones difícilmente puede emprenderse sin la
consideración de la fase cultural.
13. Fase cultural.
La ciudad es ante todo una gran productora de información, entendida ésta como oportunidad de
intercambio entre los elementos y factores del sistema. La importancia social y económica de la ciudad
reposa en la facilidad de comunicación que ofrece la densidad espacial y la gran variedad de personas e
instituciones que pueden explotar estas oportunidades.
La información cultural, a diferencia de la materia y la energía que pueden medirse en unidades sencillas,
no puede aprehenderse de forma simple y es difícil de estimar. El análisis de algunas funciones urbanas
puede proporcionar algunos indicadores de la capacidad de intercambio de información y de la
organización del territorio.
La fase cultural se expresa en la estructura urbana. Es el resultado de largos procesos históricos, cuya
memoria queda registrada en disposiciones legales, en el sentimiento social, en las estructuras
económicas y, materialmente, en el urbanismo y arquitectura, configurando espacios diversos. Desde el
punto de vista del medio físico, la estructura representa un condicionante importante para el flujo de
materia y energía (modificación del flujo del viento, de la radiación recibida, de las condiciones
hidrológicas)
El nuevo orden de la ciudad como retícula compleja, difícilmente definida por confines territoriales y
caracterizada por todo tipo de flujos, entre los que destacan por su impronta física los sistemas de
transporte vinculados a la energía y movilidad de personas y mercancías, no puede desarrollarse sin el
respeto e integración del medio rural circundante y las fuerzas y la dinámica del medio físico sin caer en
el despilfarro de los recursos y sin increpar a las catástrofes llamadas naturales.
14. la política urbana liberal se “adhiere” a la tendencia de la lógica del mercado y la competencia espacial
de actividades. Los procesos de localización o desplazamientos de las empresas tienen temporalidades
y potencialidades distintas en la franja periférica salpicada, no se trata propiamente de la difusión del
desarrollo, el relativo desprendimiento económico avanza conforme el potencial de consumo de los
mercados extra-urbanos, de manera que la segmentación o descentralización residencial y habitacional
no contiene economía y los ejes no integran el tejido urbano ni espacial, ni socialmente. Los sectores
pudientes resuelven lo que culturalmente consideran calidad de vida, mientras los sectores con menores
posibilidades viven en un tejido desprendido y sin atención del desarrollo urbano que cuando mucho
alcanza el área urbana que ha “quedado distante”. El proceso de su urbanización, la ampliación de la
periferia tentacular, el posterior desprendimiento del tejido habitacional y la llegada de actividades de
perfil urbano, se vienen estudiando con grados diversos de comprobación empírica social y económica.
Aunque se suele confundir el marco teórico que acompaña a cada proceso: urbanización con su
mecanismo centro-periferia donde se sitúa la metropolización hasta el proceso megalopolitano; la contra
evolucion y se acompaña del ciclo urbano o clean break que reporta difusión del desarrollo en el
territorio y; recientemente, la “ciudad difusa” que refiere a la urbanización de la sociedad bajo lógicas
descentradas con auto organización que ya no es propiamente una ciudad.
15. Esta experiencia latinoamericana sugiere la necesidad de elaborar teorías interpretativas de la localización
geográfica de la población que tomen en cuenta el peso de los factores históricos que han determinado la
ocupación del suelo, las relaciones geográficas entre la organización económica y la estructura de la
dominación y, por último, la conveniencia de revisar algunas teorías de la localización de la población y de
las inversiones, tomando en cuenta sus implicaciones dentro de distintos contextos socio-demográficos.