La cirrosis se produce principalmente por el consumo excesivo de alcohol o por hepatitis virales. Sus síntomas incluyen fatiga, debilidad, pérdida de apetito y de peso. El tratamiento se enfoca en detener su progresión mediante la abstención del alcohol y medicamentos antivirales o esteroides. Para casos graves, un trasplante de hígado puede ser necesario. La tendencia es a mejorar con el cumplimiento del tratamiento y empeorar si no se deja de beber o consumir drogas.