Este documento describe los cuatro temperamentos principales: sanguíneo, colérico, melancólico y flemático. Cada temperamento tiene características distintivas en áreas como la personalidad, hábitos de estudio y alimentación, y forma de corregir a los hijos. Conocer el propio temperamento es importante para descubrir las fortalezas y debilidades, y tener mejores relaciones interpersonales. Solo el Espíritu Santo puede ayudar a controlar los temperamentos de manera equilibrada.