Este documento discute la importancia de las costumbres en la cultura afrocolombiana y cómo algunas costumbres se han convertido en leyes a través del tiempo. Explica que las costumbres como el bullerengue surgieron como formas de entretenimiento para agricultores y pescadores y reflejan los valores de las comunidades. Aunque han pasado los años y ha habido cambios tecnológicos, las personas siguen compartiendo las mismas necesidades básicas y las costumbres continúan vigentes en la sociedad actual, por lo que no pueden
1. María La Baja, Bolívar
Siete (7) de Diciembre de dos mil doce (2012)
Conservación y Vida de las Costumbres
Buenos días, reciban todos y todas las presentes un cordial y fraterno saludo.
Cuando me propuse la tarea inicial de abordar un tema relacionado con el homenajeado y
con la expresión que sustenta este festival, me halle inmerso en un sin número de
planteamientos conflictivos. Se me presentó la idea de efectuar un esbozo del concepto o
de la conciencia del bullerengue desde el pensamiento y vida del Mañe. Después pensé en
realizar mejor, una investigación sobre el impacto que la obra de Manuel ha dejado en los
jóvenes investigadores, folcloristas y afro descendientes hasta el sol de hoy.
No obstante, dadas las experiencias adquiridas en este trasegar tras el folclor caribe
colombiano, evidencio que muchos factores sobre los cuales se manifestó Manuel siguen
vivos en nuestra sociedad contemporánea. Voy a explicar mejor esta afirmación.
Manuel fue un hombre que dedicó su vida a observar la cultura, a describirla, a
comprenderla y en últimas a inmortalizar los valores que de ella creyó imprescindibles e
inmejorables. En dicha dedicación encontró tanto aspectos resaltables como reprochables,
en
términos
de
lo
que
a
costumbres
se
refiere.
Como mi práctica profesional me obliga siempre a contextualizar, voy a desde la filosofía y
particularmente desde la filosofía del derecho, a abordar los temas del folclor y la
costumbre arrancando por esta última, para evidenciar su influencia en el derecho y así
finalmente en la cultura que observaba Manuel y en la que observo hoy en día, en lo que se
refiere
a
su
aspecto
filosófico.
En términos generales, comprendemos que estamos frente a una costumbre cuando nos
hallamos ante una conducta social, de la cual, es posible extraer el sentimiento de esa
2. sociedad o comunidad frente a un rasgo particular. Es decir, no concebimos aquí la
costumbre como una forma de conducta cualquiera, sino como aquella que es capaz de
mostrarnos los valores de una comunidad frente a algo. Reconocemos entonces, en ese
sentido, que la costumbre, rasgo típico de las comunidades humanas, tiene dos elementos a
saber. Uno subjetivo, que está representado por la convicción de que esa conducta tiene
fuerza obligatoria porque obedece a una necesidad, y otro objetivo, que hace referencia a
que dicha práctica debe ser de manera uniforme, constante y repetida, por los miembros de
esa
comunidad.
Como vemos, la costumbre, la práctica social que existe sin previo acuerdo, es nuestro
punto
de
partida
para
abordar
el
tema.
El maestro Zapata, como dijimos, dedicó su vida al estudio. Estudió como lo dice la
anécdota ‘’Al más grande de los animales’’ y su estudio lo hizo de tal forma que podemos
denominar como antropológica-filosófica, es decir, haciéndose la pregunta de quién es el
ser humano, de si es este un ser bueno o uno malo, y de cuál es entonces la fundamentación
axiológica que podemos denominar espiritual, de su sistema social. Todo esto lo hizo
dentro de un mundo magnifico de ciencia, arte y mística. Pero como resaltamos, nuestro
punto de origen es la costumbre, y es ella por cuanto es el nacimiento de todo aquello que
estos
modernos
festivales
reflejan.
Vox Poppuli los folcloristas, hablan del folclor en su concepto de conocimiento, o sabiduría
popular, y aluden al mismo ser tanto una categoría social como artística. No obstante, si
bien es cierto, el folclor guarda y recoge un sin número de datos sobre la sabiduría popular,
ello
es
así,
por
cuanto
el
mismo
nació
como
costumbre.
Como dijimos inicialmente, la costumbre es la manifestación del sentimiento de una
comunidad respecto a un tema determinado. Es decir, que esa práctica social de la que se
puede inferir el sistema de valores de una comunidad, cuando está vigente, obliga y por
ende involucra a todos los miembros de ese colectivo. Y como también resaltamos esa
costumbre, es ese sentimiento y no otro porque responde a una necesidad. Veamos esto con
más detalle.
3. Por ejemplo, después de 1851 cuando en el gobierno de José Hilario López se abolió la
esclavitud en Colombia, un gran número de afro descendientes emprendieron migraciones
hacia diferentes zonas buscando oportunidades económicas. Vemos como tomó gran
importancia la isla de Barú al servir como lugar de desembarque migratorio por el mar. De
allí vienen asentamientos como Puerto Escondido, hermano municipio Bullerenguero
fundado en 1854 por ‘’Libertos’’ procedentes de la Isla de Barú, quienes provocaron los
asentamientos de Puerto Escondido, Moñitos y Cristo Rey. Me gustaría agregar a esa altura,
que hoy en día es de Cristo Rey, de donde agrupaciones bullerengueras y legendarias, como
‘’Los Negritos del Caribe’’ traen a sus bailarinas para participar en el festival que en ese
municipio se celebra. Ese grupo de agricultores y pescadores, así como los agricultores que
asentaron en esta población de María la baja, compartían un sin número de necesidades
entre muchas otras cosas.
Tenían, como dice la tradición oral, que entretenerse por las noches. Por lo cual,
improvisaban cantos al son de palmas y tambores bajo la luna caribe. Y esta era su
costumbre. Y ese era su sustento y de ello narraban sus canciones. Era pues, su
manifestación del sentimiento, era su respuesta a la vida, era su configuración espiritual, era
así, su vida misma.
No es somera cosa esta de la costumbre. Las diferentes doctrinas sostienen de forma
compartida, que cuando una costumbre toma determinada fuerza, se convierte en ley, en
derecho. En una coerción mayor al ser su imperio generalizado para todas las personas y
garantizado por una persona superior que se llama Estado. Que en nuestro caso se llama
República de Colombia. Es decir, que cuando una costumbre esta tan fuertemente arraigada
en el sentir de las personas, cuando pertenece al sentir de la nación, se transforma en algo
superior. Se convierte en una regla válida y legitima para todas las personas con fuerza de
imponerse por sí misma, esto es, se transforma esa costumbre en derecho.
Sin embargo, reputamos que si esa misma costumbre, entra en desuso y pierde vigencia o
4. pierde valor por cualquier motivo, su uso será no ya por costumbre, sino por folclor. Esto
es, una categoría un poco carnestolendica un poco ridiculizante,
que incluso podría
quebrantar un principio que esa ley impone.
Piénsese por ejemplo, en el uso de la conducta de no parar ante un semáforo en rojo
después de 10 de la noche. Ese es un acto, que si bien no puede realizarse, por cuanto
quebranta el sistema de valores y el orden establecido, es un acto que habitualmente se usa
por folclor y comodidad, por la necesidad de no parar cuando se está andando en un
vehículo y no hay en su vía obstáculo alguno. O como la costumbre desueta hoy en día,
aunque se ve uno que otro caso, de resolver las diferencias entre vecinos con un duelo a
muerte con espadas o armas de fuego. En la costa Caribe, muchos “líos de faldas” se
resolvieron a machete. O tuya, o mía, o de ninguno. Sin embargo, como hoy en día ha
variado la escala de valores, no se resuelven así esas controversias, pues sería considerado
tal acto, no solo como homicidio doloso, sino además, el uso de una conducta por folclor.
Como se ve la conceptualización del folclor es de suma importancia para comprender el
valor de los festivales modernos, puesto que ello nos lleva a preguntarnos sobre el fin de los
mismos. Esa pregunta la dejo abierta para que cada persona se la responda en lo profundo
de
su
interior.
Lo que si me gustaría resaltar en esa oportunidad, es que sea cual fuere su respuesta, no
dejen de considerar, que si bien, en un principio podría parecer que las circunstancias por
las cuales se hacen bailes cantados han cambiado en su forma de manifestación como
costumbre de entretenimiento de agricultores y pescadores, esto no es tan cierto.
Que se esté en el siglo XXI y exista un alto influjo de tecnología, no quiere decir que la
mayoría de circunstancias de Colombia hayan cambiado, pues, más de medio país sigue
siendo zona rural, y en el fondo, siguen las personas teniendo las mismas necesidades.
Básicamente la necesidad de entretenerse y reunirse entre familia, vecinos y amigos.
Quiero poner en consideración de ustedes que en municipios como María la baja, Puerto
5. Escondido y San Juan de Uraba es muy difícil cambiar una costumbre por más que cambien
las condiciones tecnológicas, pues, y en esto quiero ser enfático, pueda que cambien las
circunstancias, pero no cambian los seres humanos y esos son hechos y no palabras.
De eso somos testigos de un lado en la existencia de grupos como “Juventud
“Bullerenguera y “Bullerengue Pa Vende”, conformados por adultos, jóvenes y
adolescentes, quienes reciben y crean diariamente en casi todos los ámbitos de su vida, la
influencia de las costumbres de sus pueblos, las cuales siguen estando vivas, y que en ese
sentido en su contexto, no pueden ser consideradas como folclor de una forma escueta,
como si fuese una regla en desuso.
Por otro lado podemos ver, que tampoco podemos considerar el hecho de que tengamos
festivales, o el hacer folclor como una mera deliberación estética o de un hecho simple de
recuerdo de algo que fue, pues atestiguamos con suma alegría, como leyendas vivas del
bullerengue, como La Señora Ustiquia Amaranto, como los Hermanos Pacheco, como Tito
Ávila y Julio Galván, como la Señora Pabla Flórez y la Señora Caferina Banquez entre
otros muchos vivos, que son pues, como podríamos decir, los de más respeto en razón a su
edad, dignidad y gobierno, hacen lo que hacen no en razón de un recuerdo, sino en razón de
lo que son, pues es ello lo que expresa el sentimiento que les han legado. Ese sentimiento
que bien nos describe y explica el maestro Zapata Olivella en su obra, y que es el
sentimiento que hoy nos convoca nuevamente a reflexionar y a vivir de él.
Es decir, que al ser esta, hoy por hoy, una práctica vigente, no podemos tenerla
simplemente por folclor en el sentido de recordar sentimientos colectivos que tuvieron
vigencia. Hoy en día la costumbre se mantiene viva, conservando su carácter subjetivo, esto
es, su rasgo de ser el sentimiento colectivo, o mejor la manifestación de un sentimiento
colectivo.
Esto por cuando son los jóvenes consientes del valor de sus tradiciones y de la importancia
de garantizar que se cumpla el sentido objetivo de su costumbre, cual es, su uso reiterativo.
6. Esto hay que evaluarlo, sin dejar de prever que al extenderse hasta el sol de hoy el uso de
estas costumbres, no se puede reputar de las mismas que sean folclor, por cuanto como
vemos no están en desuso, y muy por el contrario, son tradiciones que luchan diariamente
por mantener con vida su valor.
Además podemos ver, como en ese responder a las necesidades, las expresiones artísticas
de nuestras tradiciones y costumbres, conservan su fuerza y vigencia, más cuando en ellas
se versa o trata sobre las principales problemáticas sociales que afectan al colectivo por el
cual se manifiesta.
Los municipios de la costa caribe, en especial los de la zona de los Montes de María, y del
Urabá en particular, y en general toda la extensión del territorio, han padecido del flagelo
del conflicto armado. No solo por los agentes armados al margen de la ley, sino también
con influencia directa o indirecta del brazo estatal, y por la indiferencia de la sociedad en
general.
Recuerdo que el año pasado en el marco del festival aquí en María la baja, la maestra Pabla
Flórez, hija de la gran bullerenguera de éste municipio ‘’La Yaya’’, cantó un bullerengue
sentao llamado ‘’Óiganla llora’’, el cual presentó afirmando, que era un canto a las voces y
el padecimiento del secuestro, el cual, no solo es uno de los delitos que más hemos visto
incrementado en su uso en los últimos 20 años en Colombia, sino que además, es una
acción que perjudica la integridad y el espíritu mismo de la persona que se ve sometida a la
privación injusta de la libertad.
Como vemos entonces, no se hace simplemente folclor, no es esto simplemente un acto de
recordar nuestra herencia, de añorar nuestras costumbres en desuso, de recordar a los más
grandes exponentes de nuestra cultura, pues cuando canta Pabla Flórez, o cuando tocan el
maestro Emilsen Pacheco o el maestro Julio Galván, el tema no es que se recuerda un
pasado próximo, el tema es que se le da vigencia y permanencia a nuestras costumbres,
concretando el sentido objetivo que anotamos, y le dan fuerza a ese motor espiritual que es
7. la cultura, el cual, como muy bien dijo Husserl es para el hombre como el caparazón para la
tortuga.
Tanto así que hoy en día vemos como se efectúan ruedas callejeras en las grandes urbes
como Bogotá y Barranquilla, y como el uso de estas costumbres por personas de otros
contextos hace que cambie su sistema de valores y toda su percepción de la vida.
Todas estas reflexiones se realizan, para evidenciar, como se afirmó al principio, que
muchos de los temas y factores sociales y antropológicos filosóficos a los que se refirió el
maestro Zapata Olivella, siguen vivos en la sociedad contemporánea.
Y como tal, no podemos predicar que los mismos sean folclor como significando su
desuso, pues tanto el ser humano de la época de Manuel, como el ser humano de la época
en la que vivimos, siguen compartiendo entre muchas otras cosas como el territorio y la
cultura,
las
mismas
necesidades.
Soy un fiel convencido de que el Maestro Zapata Olivella dedico su vida a comprender
quien es el colombiano, de donde viene, en que cree, cual es su valor y cuál es su sistema
de valores. Y en lo largo de su obra y su extenso trabajo podemos apreciar que hoy en día,
si bien han variado ciertas circunstancias, no han cambiado las necesidades ni la forma de
responder, valga decir, de manifestarse colectivamente ese sentimiento respecto de ellas.
Podría poner como ejemplo el hecho mismo de que Carlos Contreras joven de San Juan de
Uraba es no solo un gran tambolero sino además un excelente pescador de “badbudo”,
como dice el, que a pesar, de estar permeado por la tecnología, no deja de ser el hombre
que es, y el cual responde a la cultura que le ha sido legada por sus ancestros y la cual
inmortaliza diariamente en su toque y en su vivir. Y así, como el podría poner un sin
número de ejemplos compuestos por las vidas de cada una de las personas que participan y
viven cotidianamente en esta tómbola loca que llamamos vida y que despliega nuestra
cultura.
8. El ser humano de la época de Manuel, y sobre el que Manuel hablaba, nos deja un legado
primordial. Pues no es un ser humano cualquiera. Es el ser humano que dota a América a
toda América de su valor más importante, el mas que vale, el que más guarda y el que más
hasta el sol de hoy, se limita y coarta. Y es la Libertad.
Nosotros como Colombianos, tenemos la fortuna de contar con el primer pueblo libre
después de la conquista de la historia del continente americano, y es San Basilio de
Palenque, no obstante, vemos como hoy en día San Basilio ni siquiera escoge su propio
Alcalde, pues, es un Corregimiento del Municipio de Mahates, y a pesar de ello es un
pueblo declarado como patrimonio intangible de la humanidad por la Unesco, el
reconocimiento es importante, si. Pero es más importante lograr efectivamente el
mejoramiento de las condiciones de vida de todas las personas de nuestros pueblos del
Caribe y del país, no solo por la preservación de las costumbres y la inmortalización de la
cultura, sino por la dignidad, que es un valor superior en la vida de los seres humanos.
El hermano pueblo de San Basilio, como la mayoría de los pueblos y municipios de
Colombia sigue padeciendo de fenómenos sociales destructivos como la discriminación,
como la falta de recursos económicos para el mejoramiento de sus condiciones de vida,
como el padecimiento del terrible conflicto armado que nos aqueja, en fin, seguimos
padeciendo los seres humanos de este colectivo social, los de la chalupa Amarillo, Azul y
Rojo del Maestro Emilsen Pacheco, de los mismos males del ser humano de la época de
Manuel y del ser humano sobre el que Manuel se refirió.
Pues día a día, como en el
pasado, se gestan y se mueven luchas por la libertad y la conservación y vigencia de
nuestras costumbres, por la conservación de nuestra cultura.
Es por eso, que las y los invito a reflexionar sobre el tema del folclor, no como algo desueto
o en desuso, pues como se nota, su vigencia y actualidad tiene vital importancia en la
definición de lo que somos, mas en este momento de álgida coyuntura política y social.
Definición que por mas buscó incansablemente el Maestro Zapata Olivella y a la que ahora
podemos acceder a través de sus escritos y enseñanzas, los cuales hoy, junto con toda
nuestra cultura y nuestras costumbres exaltamos en bellos espacios como este, pues, no se
9. puede negar, que ha sido y sigue siendo muy ardua la lucha en la comprensión de lo que
somos, pero que hemos tenido grandes avances gracias a la cultura misma, a la lucha de las
comunidades y a grandes personajes como nuestro querido Mañe.
Reitero entonces, que no se puede desfallecer en la lucha de exaltar y reescribir nuestra
historia desde lo que realmente somos. Pues, la historia que se ha escrito no describe la
realidad de los hechos, sino la conveniencia de los testimonios de los conquistadores y sus
terratenientes sucedáneos. Es allí donde radica la importancia de la historia de hombres
como Zapata Olivella y Sanchez Juliao, pues, gracias a ellos nos llega la historia más
próxima, la que nos parece más familiar, la historia que se cuenta de boca en boca, que se
canta de rueda en ruda, que se transmite de fandango en fandango y que por las mismas
circunstancias de la tradición oral no podemos sino narrar vívidamente por medio de estos
festivales y principalmente por medio de las personas que los realizan y que en ellos
participan activamente.
Cuando se canta y se baila una chalupa, no simplemente se está recreando una expresión
artística de nuestro pasado, se está principalmente manifestando en esta realidad
contemporánea lo que somos, lo que sentimos, se está manifestando pues, nuestro
sentimiento colectivo sobre un tema particular. Se está manifestando nuestra costumbre, la
cual, está muy viva como vemos.
Estas costumbres no están perdidas, no están muertas, no son repetidas por folclor, no se
practican porque estén en desuso. Estas costumbres tienen vivos a muchos de sus
exponentes y viven en los corazones de un sin número de seres humanos, que aun hoy,
dadas las diferencias tecnológicas, conservan la costumbre de reunirse en grupos a danzar y
cantar al son de tambores y palmas, puesto que tienen necesidad de expresar sus
sentimientos respecto de su diario acontecer y hacer de ello su medio cotidiano de
entretenimiento y su forma práctica de vida. Estas costumbres son nuestras costumbres, y si
bien, no son la regla general, no son la ley, no quiere decir que sean costumbres perdidas,
que sean meramente un folclor. Son costumbres a las que aun, a pesar de la influencia de
nuevas músicas y nuevos estilos de vida, les falta mucho para perder vigencia. Mas con
10. todo el rescate que se ha venido promoviendo en los últimos años y con la masiva
participación de jóvenes en el asunto.
Mientras no desaparezca, mientras no se extinga la costumbre, no sucederá tal cosa como el
folclor y es principalmente sobre lo que las y los convoco a pensar en esta ocasión, pues,
mientras cada uno de ustedes no pierda la convicción de la persona que es, mientras no deje
de creer que la mejor conducta es su costumbre y hacer lo que hace, mientras cada uno de
ustedes no deje ser quien es, no sucederá pues, tal cosa como el folclor, y seguiremos
teniendo viva nuestra costumbre, nuestra tradición. Su existencia constante les darán uso a
todas nuestras costumbres, por lo cual, seguirán vivas y no entraran en desuso fácilmente.
Su resistencia, su lucha cotidiana no permitirán que se extingan nuestros sentimientos
colectivos, muy por el contrario, harán como en el caso de Manuel una inmortalización del
ser que eran, son y serán.
Comprender el valor de nuestras costumbres, lo vital de su uso, nos permite ponernos en
contacto con lo que somos, con lo que realmente somos. Cuando se le da vida a un
bullerengue o a una chalupa o a un fandango, estamos perpetuando y dándole vida a
muchas formas de percepción del mundo que se fundieron en algo nuevo que se llama
América, que se llama Colombia, que se llama Caribe, que Se llama San Juan, o Maria La
Baja, o Arboletes o Puerto Escondido o Barranquilla o Bogotá, del cual hacemos parte, y le
damos vigencia, le damos actualidad e inmenso valor sobre todo, al concepto fundamental
que aportó el negro a nuestra sociedad, es decir, la libertad, la cual toca todos los aspectos
de la vida humana, pues como pudimos ver, también la libertad influyo en la migración del
bullerengue que hasta el sol de hoy, a pesar de todas las contradicciones de la vida, muy
vivo nos ha llegado y hoy celebramos.
Recuerdo las palabras con las que finaliza el Maestro Zapata Olivella “al compañero de
viaje” en Changó el Gran Putas, cuando dice:
Tarde o temprano tenías que enfrentarte a esta verdad: la historia
del hombre negro en América es tan tuya como la del indio o la
11. del blanco que lo acompañarán a la conquista de la libertad de
todos.
Resalto finalmente que el Maestro Zapata pone de manifiesto que nuestra historia está
compuesta sobre la tri-etnicidad, pero que solo se nos ha enseñado una cara de la historia.
Es por eso que las y los invito a pensar en términos de que esta historia, que viven y que
hacen, reviven y perpetuán, y que encontramos vivida en el legado de Manuel Zapata
Olivella, es tan de ustedes, tan nuestra, que con nuestros cantos y bailes resiste se evita su
extinción. Que esa historia es tan suya, que es su libertad la que les permite, en cuanto esa
costumbre es como se ha venido insistiendo la manifestación de un sentimiento, la
exteriorización plena de su consentimiento, de su voluntad, de su ser, lo que finalmente
permite la conservación y vida de las costumbres.
Muchas gracias.
Jorge Mauricio Donado Correa