2. Cronistas Indios
Son aquellos descendientes de los últimos incas, que rápidamente aprendieron la cultura
occidental, como el idioma y la religión, pero sin dejar de rememorar la grandiosidad del Imperio
de los Incas. Entre ellos tenemos:
Felipe Huamán Poma de Ayala
Es el más importante Cronista indígena. Fue hijo de Martín Huamán, Señor de Lucanas
(Ayacucho) y de Cusi Occllo, descendiente de Túpac Yupanqui.
Huamán Poma de Ayala nos ha legado una asombrosa crónica Nueva Crónica y Buen
Gobierno, sobre el encuentro de dos mundos que fue el Perú de los siglos XVI-XVII. Dicho
escrito no fue conocido en su momento, recién en 1908 fue descubierta por Richard
Pietschmann en la Biblioteca Real de Copenhague y editada por primera vez en 1936 bajo el
cuidado e interés de Paúl Rívet. No hay crónica que trasunte con más nitidez e intensidad, en
sus palabras y en sus centenares de dibujos, la cosmovisión andina, así como la complejidad y
originalidad con que dicha cosmovisión asimiló y reelaboró la cultura europea. Podría objetarse
las deficiencias verbales y, en general, artísticas de Huamán Poma, pero en él se yergue la voz
y nervio de la realidad andina, multilingüe, plagada de “encuentros” y “sincretismos” idiomáticos
(entremezcla el español, el quechua, el aymara, el puquina y otros idiomas autóctonos).
Francisco Carrillo en su Tratado Enciclopedia Histórica de la Literatura Peruana nos dice de
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3. Huamán Poma “Era poeta y se sentía inspirado cada vez que se desbordaba sus emociones. Y
este desborde era frecuente”. Aurelio Miro Quesada Sosa a la vez nos dice: “ .. En su lenguaje
abigarrado ensanchó la historia incaica, denunció los abusos de los corregidores, de
encomenderos y de curas, y que en sus cientos de grabados, inexpertos e ingenuos en forma y
sabrosísimos e intencionados en el fondo, nos ha dejado el mejor repertorio gráfico del Perú de
su tiempo”.
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4. Juan Santa Cruz Pachacuti
Collagua, bautizado como Juan de Santa Cruz, era de noble estirpe, con buena formación
intelectual.
Se carece de datos sobre la vida de Santa Cruz Pachacuti. Se sabe por él mismo que fue
natural de Santiago de Hananguaygua y Hurin guacinchi de Urcosuyo, cerca de Canchis en
Collasuyo.
Su padre era Diego Felipe Condorcanqui y dos ascendientes suyos estaban en Cajamarca en el
ejército de Atahualpa cuando entraron los españoles.
En 1613 escribió "Relación de antigüedades del reino del Perú", lo hizo
con lengua española andina que había surgido de la convergencia entre
esta con el quechua y el aymara.
Su obra fue publicada por primera vez en Londres, en 1873, vertida al
inglés por Clements Markham. Le siguió en 1879 otra edición, en
castellano, de Marcos Jiménez de la Espada. En ambas ediciones se
publicaron los textos en quechua contenidos en la Relación sin
traducción, con una mera trascripción paleográfica establecida en los dos
casos a partir de un examen del manuscrito original.
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5. A pesar de haber sido maltratado y denigrado en exceso como cronista, su obra es directa y
veraz, da la versión más pura de la historia incaica.
Titu Cusi Yupanqui
nació en el Cusco, hacia el año 1536. Fue hijo de Manco Inca, el primer
Inca de Vilcabamba. En 1559, después de que Sayri Túpac aceptó el
"Requerimiento", Titu Cusi Yupanqui asumió título de Sapa Inca, y
reactivó los ataques guerrilleros contra los encomenderos y
comerciantes españoles de los valles de Urubamba y Apurímac.
En 1565, el gobernador Lope García de Castro envió a Diego Rodriguez
de Figueroa para negociar la paz con Titu Cusi Yupanqui, ofreciéndole
privilegios idénticos a los que recibió Sayri Túpac (encomiendas, tierras
y rentas). El Sapa Inca lo recibió y aceptó conversar con el oidor Juan
de Matienzo en el Puente de Chuquichaca. Este encuentro trajo como consecuencia la firma del
Tratado de Paz de Acobamba (24-08-1566), donde Titu Cusi Yupanqui logró su reconocimiento
como Sapa Inca con derecho sucesorio, la propiedad definitiva de Vilcabamba y una renta anual
de 5000 pesos, perpetua y hereditaria. A cambio se comprometió a mantener la paz perpetua,
hacerse vasallo del rey de España, el ingreso de un corregidor español y frailes que predique la
fe cristiana en Vilcabamba. Por último se comprometió a vivir en el Cusco cuando el tratado sea
ratificado por el Rey de España.
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6. En 1568, Marcos García, uno de los sacerdotes agustinos que ingresó a Vilcabamba, lo bautizó
con el nombre de Diego de Castro Titu Cusi Yupanqui. En 1570, el mismo clérigo escribió una
crónica que le dictó el Sapa Inca, y que fue titulada "Instrucción del Inga don Diego de Castro
Titu Cusi Yupanqui".
A comienzos de 1571, Titu Cusi Yupanqui enfermó y falleció con la lengua hinchada y echando
sangre por la boca y la nariz. Angelina Palla Quilaco, esposa del Sapa Inca, denunció al fraile
agustino Diego de Ortiz de haberle dado un veneno llamado solimán. El cura fue capturado y
muerto a lanzazos.
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