El documento presenta un cuadro comparativo entre una persona mentalmente sana y una persona mentalmente enferma, destacando que las personas mentalmente sanas aceptan las decepciones sin alterarse, controlan la ira y el estrés, fijan metas realistas, y tienen relaciones personales satisfactorias, mientras que las personas mentalmente enfermas reaccionan negativamente a las decepciones, no controlan la ira ni el estrés, tienen dificultad para establecer metas y relacionarse con los demás.