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El documento presenta un diálogo entre dos mujeres que se encuentran en una cafetería. Una de las mujeres le pregunta a la otra sobre su experiencia siendo un demonio, a lo que la otra responde que no sabe cómo explicarlo. El diálogo continúa mientras las mujeres discuten sobre lo que significa y se siente al ser un demonio.
Ambrosia es una novela romántica que a través de cartas enviadas a un amigo.
Ambrosia crea las condiciones para describir aspectos relevantes de su vida. Su infancia y adolescencia en Armenia, su pueblo natal, de donde tuvo que emigrar a causa de la situación de violencia política en que se abatía El Salvador durante los años previos a la guerra. Durante esa época, sus padres ya mostraban su espíritu democrático, como opositores al gobierno; cosa que marcó la vida de Ambrosia y de sus hermanos.
El libro traslada remembranzas de esos tiempos difíciles y de la percepción que ella tiene ahora de esos hechos.
Ambrosia nos refleja, desde su nueva ubicación, cómo su espíritu democrático y de participación con el movimiento social y guerrillero, fue desenvolviéndose y tomando su propia perspectiva desde las diferentes instituciones donde estuvo ubicada.
Fue ahí, en esos tiempos cuando conoció a su “Trovador” y a su amigo Aureliano; dos personajes reales que llegaron a formar parte de la esencia de Ambrosia.
El “Trovador se convirtió en su gran amor, el amor de su vida, a quien pudo disfrutar por muy poco tiempo. Aún así, Ambrosia lo sigue buscando y esperando a través de diferentes expresiones artísticas: pintura, dibujo, poesía y las cartas enviadas a su gran amigo.
Ambrosia nos lleva a viajar con ella del pasado al presente constantemente y nos presenta tanto sus alegrías como sus tristezas: La muerte de su padre, la de su amado trovador y la de su madre. Todos momentos de enorme dolor.
El sentimiento profundo de Ambrosia la lleva a estar segura que en algún momento volverá a encontrar a su amado “trovador”, ella lo espera quizá en otro cuerpo y con otra cara pero con el mismo corazón. A la vez espera también la llegada de su querido amigo Aureliano, de quien una tarde cualquiera, ya cansada de esperar, por fin se despide de él y de su pasado.
Para leer más haz click aquí:
http://www.amazon.com/Ambrosia-Cartas-un-Amigo-Spanish-ebook/dp/B00KY3L6QA/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1403130909&sr=8-1&keywords=ambrosia+-+ena+alvarez
Ambrosia es una novela romántica que a través de cartas enviadas a un amigo.
Ambrosia crea las condiciones para describir aspectos relevantes de su vida. Su infancia y adolescencia en Armenia, su pueblo natal, de donde tuvo que emigrar a causa de la situación de violencia política en que se abatía El Salvador durante los años previos a la guerra. Durante esa época, sus padres ya mostraban su espíritu democrático, como opositores al gobierno; cosa que marcó la vida de Ambrosia y de sus hermanos.
El libro traslada remembranzas de esos tiempos difíciles y de la percepción que ella tiene ahora de esos hechos.
Ambrosia nos refleja, desde su nueva ubicación, cómo su espíritu democrático y de participación con el movimiento social y guerrillero, fue desenvolviéndose y tomando su propia perspectiva desde las diferentes instituciones donde estuvo ubicada.
Fue ahí, en esos tiempos cuando conoció a su “Trovador” y a su amigo Aureliano; dos personajes reales que llegaron a formar parte de la esencia de Ambrosia.
El “Trovador se convirtió en su gran amor, el amor de su vida, a quien pudo disfrutar por muy poco tiempo. Aún así, Ambrosia lo sigue buscando y esperando a través de diferentes expresiones artísticas: pintura, dibujo, poesía y las cartas enviadas a su gran amigo.
Ambrosia nos lleva a viajar con ella del pasado al presente constantemente y nos presenta tanto sus alegrías como sus tristezas: La muerte de su padre, la de su amado trovador y la de su madre. Todos momentos de enorme dolor.
El sentimiento profundo de Ambrosia la lleva a estar segura que en algún momento volverá a encontrar a su amado “trovador”, ella lo espera quizá en otro cuerpo y con otra cara pero con el mismo corazón. A la vez espera también la llegada de su querido amigo Aureliano, de quien una tarde cualquiera, ya cansada de esperar, por fin se despide de él y de su pasado.
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Presentecion referida al clima laboral.Se refiere a las percepciones compartidas por los miembros de una organización respecto:al trabajo,el ambiente físico,las relaciones interpersonales y las diversas regulaciones formales.
Presentecion referida al clima laboral.Se refiere a las percepciones compartidas por los miembros de una organización respecto:al trabajo,el ambiente físico,las relaciones interpersonales y las diversas regulaciones formales.
INFORME Nro. (15)
SEGUNDO VICEPRESIDENTE
Coordinador de DDHH –FECODE-
(Bogota, mayo 12 de 2014)
http://www.overdorado.com/
http://twitter.com/@OverDoradoC
Javier, un adolescente henchido de sentimientos románticos, es castigado por la mediocridad de un sistema en donde todos deben amoldarse según un tipo. El joven protagonista del relato centrado en los noventas, es un muchacho solitario que ama sus libros, los ambientes lóbregos y el mundo fantasmal. Está especialmente unido a su madre, protectora y anticuada, quien lo retiene en el ámbito de lo doméstico y la normalidad.
En medio de la crisis y los desengaños, aparece un amor delirante, imposible, que, sin embargo, es lo que mejor conjuga las aspiraciones del desbordado soñador.
POETALICA 9 FUCKZINE del TREN LITERARIO POETALICA (Edgar Cooper, Miguel Fegale, Lillian Carvo, Giovanni Relevo) y escritores invita2, poesia, narrativa, artiCULOS y demas cosas super interesantes ny cutres
3. CUENTOS PRELIMINARES
ISBN: 978-84-614-7142-3
Diseñador de portada: F.H. Navarro
Ilustración de portada: F. H. Navarro
Impreso en España/Printed in Spain
Impreso por Publidisa: http://www.publidisa.com
(C) 2011 Rakel Archer y Anna Raven
(C) Ilustraciones: F. H. Navarro
Asociación Cultural Acubillo
NIF: G70167887
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NOVEDADES RELACIONADAS CON ESTE COMPENDIO DE
RELATOS, CONSULTE NUESTRA PÁGINA WEB:
http://cuentospreliminares.blogspot.com/
4. A mi madre.
Rakel Archer
A mis madres, mi abuela y las
hermanas que nunca llegué a tener.
Anna Raven
A Gema, por creer en mí y soportarme
pacientemente todos los días.
Felipe H. Navarro
6. PRÓLOGO
DOS MUJERES ENTRAN EN UN BAR...
Es uno de esos locales atemporales,
preparados para gustar a turistas pero
que mantienen ese encanto y elegancia
del día a día que también engatusa a los
lugareños. Las dos visten de negro sin
necesitar ninguna razón de índole
mística o trascendental, las dos portan
enormes bolsos a rebosar de in-
necesarios artilugios de oficina y las
dos piden un café con leche, aunque es
sólo una de ellas la que habla. Fuera
llueve a cántaros. Aunque luzca el sol,
en esta ciudad, cuando recuerdas,
-8-
7. siempre llueve a cántaros.
–¿Cómo va todo?
–Necesito un empujón, una meta. Algo que
me motive, ya sabes.
–Podemos escribir un libro de cuentos.
–¿Cuentos?
–Cuentos o relatos. ¿Qué tal relatos sobre
mujeres?
Sendas libretas cruzan el aire y sendos
bolígrafos, esgrimidos por zurda y diestra,
generan una curiosa, aunque habitual, imagen
especular.
Desde ese momento, cercano en la
memoria pero ya bastante alejado en el
tiempo, muchos cambios se han tenido que
producir hasta llegar al punto en el que este
libro pueda estar entre tus manos. Como en
una gesta medieval, hubo tres féminas de gran
solera, que habrían de cruzar sus armas con
las nuestras.
La primera fue la inercia, esa elegante
dama newtoniana que prefiere sugerir a llevar
a cabo. Fue durante esos primeros meses
cuando Lola o Paula irrumpieron en nuestras
vidas, también lo hizo Marga, pero la historia
de Marga no estaba lista para ser contada y ,
acompañada de un par de criaturas
mitológicas y de un prefacio a lo preliminar
que jamás vería la luz, cogió sus maletas y nos
abandonó sin ni siquiera dedicarnos una breve
despedida. Inercia celebró su victoria
-9-
8. llevándose consigo otras historias, otras
mujeres cuyas voces no encontraríamos
mezcladas con nuestra tinta. Inercia nos guió
a un mundo laboral, carente de sueños y parco
en expectativas de cambio y, poco a poco, dio
paso a su segunda aliada en el camino, la
desidia.
Desidia, espada en mano, lanza en ristre y
con el peso de experiencias pasadas por
bandera, se hizo fuerte en nuestro reino,
condenando a vampiresas, bibliotecarias y
administrativas a cadena perpetua y enviando
a súcubos y artistas a que les cortasen la
cabeza. No mentiremos, el futuro de los
cuentos no pintaba bien, pero dos aguerridos
caballeros, sí, habéis oído bien, caballeros, nos
prestaron su fuerza, su ánimo y su saber. Es
menester del caballero andante no revelar su
nombre, más creemos que en esta ocasión, es
tan valiosa su aportación a la obra, que no
podemos callar, no por más tiempo. Uno,
imagino ya habrán imaginado, es el increíble
ilustrador Felipe H. Navarro. El otro libra sus
batallas en los campos de las letras y, sin su
apoyo y vista de águila, no hubiéramos podido
llegar a buen puerto. Por todo lo dicho, y todo
lo sobredicho en los silencios de estas letras,
muchas gracias Raule.
Por último, la burocracia. Porque cuando
todo está casi listo, ella sabrá cómo hacer que
lo fácil se convierta en un laberinto de
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9. papeleos, esperas y errores. Pese a ellas, y
gracias a vosotros, por fin podemos decir que
hemos terminado. Por fin, hemos terminado.
En esa cafetería ya no hay sólo dos
mujeres, hay muchas, muchas más. Están Lola
y Paula, está Laura, está Elly y, mirándonos a
través del cristal, también está Marga. Dejad
que os inviten a un café, o a un whisky doble.
Escuchad sus voces como nosotros lo hicimos
hace muchos meses. Poneos en su piel. Si os
gusta, acariciad su piel. Buscadlas en las
multitudes, en la ciudad, en las pequeñas
callejuelas o en vosotras mismas. Ellas han
abierto sus almas y sus corazones, se
muestran desnudas ante vosotros, sin pudor,
sin tapujos. Podéis ser sus jueces, pero
ninguna de ellas tendrá un verdugo.
-11-
10.
11. NO ME LLAMES
Rakel Archer
Cada vez que me sobreviene un
orgasmo —uno de los buenos, de esos
que vienen por dos frentes— y cierro
los ojos, me veo dentro de una jaima
lujosa, llena de cojines y alfombras, de
colores dorados, rojos y marrones,
escucho el rítmico sonido de los
dumbecs y percibo el aroma de una
buena cachimba. No es que tenga una
especial fijación con el mundo árabe, ni
siquiera con la anatomía masculina,
sobre todo teniendo en cuenta que mi
primera y última relación con un
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12. magrebí me llevó a sentirme como el trasero
de una gallina.
No siempre ha sido así.
En otras ocasiones, al cerrar los ojos, he
visto cosas tan variopintas como un unicornio,
la Biblioteca del Vaticano o uniformes de las SS
alemanas con más cuero del reglamentario.
Cuando abro los ojos no hay dumbecs ni
flautas, sólo transeúntes que hablan a gritos y
bocinas de automóviles a través de la ventana.
La fogosa jaima se convierte en una habitación
de diseño escandinavo y paredes blancas. Con
suerte, la cabeza que sale de entre las sábanas
me resulta familiar, o no.
—¿Te lo has pasado bien?
¡Ha sido el polvo de mi vida! El mejor, sin
duda. Te voy a hacer un monumento. Estoy
sudando como una cerda y apenas puedo
hablar.
—Ha sido horrible.
—Me alegro.
Nos reímos. Jamás le volveré a decir a un
hombre que es bueno en la cama. Todo lo que
consigo es que se lo crea, me trate como a una
cualquiera y vaya alardeando de sus cuitas.
Amén de no volver a verle el pelo, cosa que
tampoco me importa demasiado. Es más, lo
prefiero.
Llevo demasiado tiempo saltando de cama
en cama. Huyendo de compromisos de todo
tipo. Me gusta estar sola. La soledad no te
traiciona. No te deja de llamar. No te esconde
de sus amigos ni se inventa historias para
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13. dejarte plantada y compuesta la noche de un
viernes.
—¿Te puedo llamar?
Claro que puedes llamarme. Puedes
llamarme. Puedes quedarte. Ahora mismo, no
te lo pienses. Mandaremos a alguien a recoger
tus cosas. No quiero saber nada de tu vida. Ni
siquiera recuerdo como te llamabas. Sólo
quiero que duermas conmigo por las noches y
me hagas lo mismo que has hecho hoy. No te
haré preguntas a cambio de que tu tampoco
me las hagas. Con el tiempo, puede que incluso
nos demos cuenta de que nos llevamos bien, e
incluso que nos enamoremos.
—No, no puedes.
Ya estás liberado. Ahora, como todos, me
darás las gracias por ser tan racional y no
tomarme un revolcón como un acuerdo tácito
de compromiso.
—¿Por qué?
Mierda.
—Porque no.
No me hagas volver a repetirlo o romperé
a llorar.
—¿Tienes pareja? Es eso, ¿no?
—No es eso.
—Entonces hay algo que no te..., da igual.
No insistiré.
—Por el amor de dios, nos acabamos de
conocer. Y, y, y ni siquiera me acuerdo de tu
n...
—Pedro.
—¿Qué?
-15-
14. —Que me llamo Pedro.
Sonrió.
No sonrías así que me tiemblan las
rodillas. No me pases los brazos por la cintura.
No me abraces, no hagas eso.
No me sueltes.
No me sueltes.
No me sueltes.
No te vayas.
—¿No tenías que irte?
—No hasta que me des una respuesta.
—Ya te he dado una.
—Entonces dame un motivo.
Que tengo un miedo horrible a que alguien
como tú vuelva a hacerme daño. No creo poder
soportarlo una vez más.
—Ronco, ronco muchísimo. Y me huelen
los pies. Y tengo un humor de perros.
—No me digas más, y en las noches de luna
llena te conviertes en mujer lobo.
—Exacto, mujer lobo.
—Entonces podremos ir los dos a asustar a
los vecinos.
—Es una propuesta interesante.
—¿Entonces puedo llamarte?
—No...
Y no llamó. Jamás lo hizo. Sin embargo, al
salir de mi apartamento, cada día tropezaba
con una rosa roja que me deseaba buenos días.
Por tropezar, tropezaba con él en la cafetería
donde lo conocí, todos los días. Y todos los
días subía a mi apartamento. Y durante las
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15. noches de luna llena salíamos a la calle a
asustar a los vecinos.
Pero nunca me llamó.
-17-
16. NO ESTOY DE SERVICIO
Anna Raven
—Así que... ¿cómo es? ¿qué se
siente?
—¿Disculpa? —Preguntó con su
marcado acento del norte.
—¡Ser el demonio!, ¿a qué más
podría estar refiriéndome? —contesté
mientras le daba otro sorbo a mi té,
todavía caliente.
—No sé como explicarlo —añadió,
encogiéndose de hombros—. Siempre lo
he sido, no noto nada especial, nada
característico que pueda identificarse
como algo anormal, como algo que
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17. pueda explicarte. ¿Puedo tomar otra taza de
este café? Esta vez lo haré yo.
—¡Por Supuesto!
Y se fue a hacer café.
El día que conocí al demonio no era un día
especial, sino todo lo contrario. Creo que era
un día soleado. Sí, era un día soleado y casi
seguro que era en marzo. Un día soleado en el
mes de marzo, sí. Creo que estoy en lo cierto
porque recuerdo que yo estaba trabajando en
el jardín de la parte delantera de la casa,
arrancando algunos hierbajos que acababan de
nacer alrededor de mis pobres narcisos,
cuando lo vi por primera vez. Era un hombre
increíblemente apuesto. Mediría sobre metro
ochenta, pelo negro corto, hombros fuertes y
una sonrisa maravillosa. De hecho me
sorprendí, sonrojándome cual crédula
quinceañera, fantaseando con la posibilidad
de, siendo yo todavía joven, poder captar la
atención de unos ojos tan dulces y
encantadores.
Él subía por mi calle, su piel pálida se
enrojecía con facilidad bajo el sol de la
primavera. No dejaba de mirar a un lado y a
otro, como si estuviese buscando algo, o a
alguien. Creo que lo estuve mirando durante
un buen rato ir de aquí para allí, una y otra
vez, hasta que, por fin, se decidió a acercarse
a mí. Sin importarle mi precario aspecto de
mujer retirada cubierta de tierra hasta las
cejas, me sonrió. En ese momento pensé que
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18. jamás había visto una sonrisa más sincera,
más bella, más llena de sentimiento.
—Disculpe —comenzó. Su voz era dulce y
melosa, la voz de un encantador jovenzuelo.
—¿Puedo ayudarte en algo, querido?
—Pregunté. Era muy difícil no ser amable con
él. En mi interior sentía la necesidad de
complacerlo y ayudarlo en todo lo posible, en
todo lo que necesitase, en todo lo que pidiese.
—¿No sabría usted, por casualidad, dónde
está la calle Cojuel? —Fue entonces cuando me
percaté del pequeño mapa que apoyaba sobre
su bandolera. Lo sostenía entre su pulgar y el
anular de la mano izquierda, mientras el índice
y el corazón marcaban una de las páginas del
mismo. Probablemente el cuadrante que
correspondía con nuestro vecindario.
—¡Por supuesto que sí! —Me levanté,
sacudiéndome las manos para deshacerme de
restos de tierra y malas hierbas que
permanecían pegadas a mi piel—. ¡Esta es la
calle Cojuel!
—¡No es posible! —añadió sorprendido,
casi riéndose de la casualidad a la que se
enfrentaba.
—Me temo que sí —sonreí—, ¿qué número
estás buscando?
—El treinta y seis.
—¡Oh, la casa de las niñas! Supongo que
eres uno de los interesados en alquilar una
habitación, ¿no?. Es aquella de allí, la que está
junto al parque, justo después de la iglesia. Es
un poco lioso porque, tal y como está
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19. construida, la mayoría de la gente cree que es
una de las casas de la calle del Purgatorio, pero
es parte de Cojuel.
Él se limitó a asentir mientras yo me
explayaba con mis explicaciones. Agradecido
por mi ayuda se encaminó a la casa de las
niñas. Desde mi jardín podía verlo mientras
esperaba a que alguien atendiese a su llamada.
Ángela, la más joven, abrió la puerta y le dio
la bienvenida. Al parecer, lo estaban
esperando.
Las niñas se mudaron al barrio hace dos
años. Esta ciudad es bastante grande pero
nuestro barrio es uno de los más tranquilos. Al
estar en las afueras podemos disfrutar de las
ventajas de vivir en una casa, el aire no está
tan contaminado, hay más espacios verdes y
podemos dejar que los niños jueguen frente a
nuestras puertas. Sin embargo también
sufrimos del mal de los habitantes de chalet,
viéndonos obligados a planear con cautela,
más que minuciosa, cada uno de nuestros
viajes al centro en busca de comida, ropa o de
los demás enseres necesarios para la vida
cotidiana. Además los vecinos nos conocemos
los unos a los otros, no es como en el corazón
de la ciudad. Por supuesto que tenemos
nuestros más y nuestros menos, pero en
general, nos llevamos bastante bien.
Organizamos barbacoas en el parque, fiestas
para los más pequeños, concursos... y los que
ya entramos en el rango de tercera edad hemos
-28-
20. montado un grupo de teatro que se suele
reunir para los ensayos en la casa parroquial.
No es una mala vida, no lo es en absoluto.
Cuando las niñas llegaron, eran cuatro:
Ángela, Irene, Catalina y Julia. Julia era la
mayor, tendría unos treinta y tantos por lo
menos. Siempre lucía una larga melena castaña
salpicada de traviesas canas que brillaban a la
luz del sol como si fuesen hilos de diamantes
y, de hecho, parecía mayor de lo que realmente
era. Aunque esto no sólo se debía a su pelo,
sino también a la cansada expresión de sus
ojos verdes. Trabajaba en el hospital, una
médico. Su especialidad era la cirugía estética,
pero no era de esas cirujanas que sólo se
preocupan de remodelar los pechos de las
niñas tontas de dieciséis años, sino de las que
reconstruyen las caras y cuerpos de los
quemados. Nunca fue demasiado feliz. A
finales de año a su novio le habían ofrecido un
trabajo en el sur y habían decidido mudarse,
por eso las niñas buscaban a un cuarto
hombre, pues decían que un piso en el que
sólo conviviesen seres del mismo sexo acababa
siendo enfermizo, para compartir el alquiler.
Catalina e Irene eran hermanas. Las dos
habían sido criadas en el campo y estaban en
la ciudad para poder ir a la universidad. Las
dos estudiaban enfermería. Aunque Catalina
era dos años mayor que Irene, habían decidido
esperar a que ambas pudiesen permitirse
pagar la matrícula y la manutención en la gran
ciudad antes de embarcarse en la gran
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21. aventura, así que, al acabar el instituto, habían
trabajado durante más de tres años y medio en
uno de los supermercados de una villa cercana
a la casa de sus padres. Ambas eran muy
reservadas, Catalina tocaba el violín e Irene
gustaba de leer en el jardín, aunque pronto
buscaba refugio en su hogar si alguno de
nosotros mostraba algún tipo de interés en lo
que estaba haciendo.
Ángela era la más intrépida, la más vivaz,
la más parlanchina y, al mismo tiempo, a la
que menos conocíamos. Ella salía cada mañana
y cogía el autobús hacia la ciudad, tan sólo
para regresar bien entrada la noche. Sin
embargo recordaba los nombres de todos los
niños con los que se cruzaba en la pequeña
tienda de ultramarinos, se paraba a hablar con
los del grupo de teatro de camino a su casa y
colaboraba, tanto como podía, en las tareas de
la comunidad. Fue precisamente Ángela la que,
días después, me informó de que Alejandro
había sido aceptado en la casa.
—Eso está muy bien —le dije—. Espero que
no le hayáis dado la habitación tan sólo por ser
un chico. Eso no estaría demasiado bien visto
y, aunque no me gusta meterme en estos
asuntos, hay que ser consecuente con uno
mismo. ¿Qué pasó con aquella chica que estaba
estudiando matemáticas?
Ángela frunció el ceño, como intentando
recordar algo muy lejano en el tiempo y
bastante lejano en el espacio.
—¿Natalia? Oh... —de súbito su expresión
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22. se tornó la de una niña aterrada ante un
increíble abismo de locura— estaba
totalmente... en otra dimensión. Todo fue más
o menos bien hasta que empezó a hablar de
"los posibles psicópatas que nos acechan en la
calle". Ya sabe, Doña Eleonor, esa gente de mal
vivir que se hace la inconsciente en la calle
para que una, con su buena voluntad, se
acerque a ver qué les pasa y entonces...
—¿Entonces?
—Entonces, ¡zas! —gritó, saltando hacia mí
con las manos por delante, simulando las
afiladas garras de un malencarado
depredador—, te cogen por sorpresa para
violarte, matarte, atracarte y no sé cuántas
cosas más.
—¡Válgame Dios! —suspiré—. ¿Y dices que
eso pasa a menudo?
—Al parecer a ella ya le había pasado tres
veces en lo que va de año.
—Tienes razón, querida. No necesitáis a
una persona así viviendo con vosotros.
Ella se echó a reír, tenía una risa
contagiosa y cantarina, de las que te alegran el
día.
—Bueno, y... ¿cómo os va con Alejandro?
—lo cierto es que ya no podía disimular mi
curiosidad por saber algo más del apuesto
muchacho.
—A decir verdad —comenzó— no nos va.
Pasa bastante tiempo en casa —la pobre niña
se interrumpió cuando se percató de que quizá
estuviese hablando demasiado alto, así que se
-31-
23. FELIPE H. NAVARRO
FH Navarro nació en Madrid en
1971, donde estudió diseño grá-
fico.
Tras muchas hojas llenas de di-
bujos privados, en 2002, decide
sacar su primer fanzine: Jabber-
wocky - adaptación del poema
homónimo de Lewis Carroll. Le
seguirá, en 2003, la recopilación
parcial de su cómic online, THe
traGiCAL coMEdY oF tHe Fis-
hMaN & thE fiSh.
En 2007, se autoedita Catálogo
Cachalote Comix, recopilación
de bocetos, ilustraciones y có-
mics realizados entre el año
2000 y 2007.
Desde 2008, y hasta la fecha,
dirige y coordina la revista digi-
tal, Sushi Online.
En junio de 2008, realiza el
cómic, “Dos hojas”, para Coco
Press.
En 2011, colabora con sus histo-
rias en las publicaciones, Usted
está aquí, Colibrí, tbo4japan y
en los Webcómics de la editorial
Apa Apa.
En la actualidad prepara la edi-
ción en papel de su revista
Sushi .
24. RAKEL ARCHER
Rakel Archer es el alter ego artís-
tico y algo gamberro de Raquel
G., terapeuta y divulgadora de
salud natural, nacida en Barce-
lona en 1975. Archer vio la luz en
2005 a través del blog “Cuentos,
Desvaríos y Tormentos”, título
que prestó más tarde a su pri-
mera recopilación en papel, publi-
cada en "Tiempo de recreo" en
2007.Un año más tarde publica
“Battle Death” en el especial Erí-
dano Terrorífico de la revista de
ciencia ficción Alfaeridiani.
En 2010 debuta como guionista
de cómic con tres historias cor-
tas: Resistance, junto a la joven
ilustradora Mai Egurza(http://mai-
e.blogspot.com), Comercio exte-
rior, con el maestro Enrique
Fernandez (http://enriquefernan-
dez0.blogspot.com) y Bestiario,
junto al dibujante Ernest Sala
(http://ernestsalablog.blogspot.co
m). Todas ellas publicadas en
“Barcelona TM” por Norma Edito-
rial.
Aficionada al Terror, el Pulp, el
género Negro y a la primera
mitad del sXX, en la actualidad
reparte su tiempo entre la escri-
tura y la creación de complemen-
tos.
25. ANNA RAVEN
Anna Raven nació en Ourense en
1979 y conoció a Miss Archer en
algún oscuro momento entre el 2005
y el 2006.
Tras múltiples borradores y colabo-
raciones en pequeños fanzines, allá
en los años en los que la edición di-
gital era un lujo y la tendencia gene-
ral de publicaciones se basaba en
un cuidadoso uso de las fotocopias,
decide unir su pluma al enorme ta-
lento de Héctor Barros (www.mr-ma-
chen.deviantart.com/) y juntos
colaboran en la publicación a favor
de las víctimas del 11M “Marzo, en
tinta propia” con el relato ilustrado
“5 minutos” y en el segundo número
de la revista BOOM,con el cómic
“Male Manet”.
De la mano del maestro Mel
(http://elchistedemel.blogspot.com/)
colabora con la revista BD Banda
con la miniserie “Titiritracy” y con un
relato ilustrado por Felipe H. Nava-
rro en su revista Sushi Online.
Durante el 2011 publica el relato
“Fille Samedí”, ilustrado por Juan A.
Serrano, en la revista de relatos y
cómics de ciencia ficción oscura,
Chultulhu, editada por Diábolo edi-
ciones.
26. Liberadas, cautivas, dóciles, agresi-
vas, víctimas, asesinas, heridas y
curtidas, maestras y principiantes.
Once relatos en los que once mujeres
nos muestran, más allá de los
estereotipos, un abanico de modos
de ver la vida, el amor y el sexo.
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