El documento describe la oración cristiana como una relación personal con Dios, el Padre, Hijo y Espíritu Santo, que implica la elevación del alma, peticiones conformes a la voluntad de Dios, y la comunicación con Él a través de la alabanza, acción de gracias, petición e intercesión. También destaca las formas principales de oración como la Eucaristía y la Liturgia de la Horas, así como los momentos propuestos por la Iglesia para alimentar la oración continua.