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REVISTA CHILENA DE TERAPIA OCUPACIONAL
ISSN 0717-6767
VOL. 13, Nº. 2, DICIEMBRE 2013, PÁG. 11 - 19
DESARROLLO DE LA COGNICIÓN SOCIAL EN PERSONAS
CON TRASTORNO DE ESPECTRO AUTISTA
DEVELOPMENT OF SOCIAL COGNITION IN PEOPLE WITH AUTISM SPECTRUM
DISORDER
Rosario Aguirre Martínez1
Resumen:
Introducción. El objetivo del artículo es realizar una revisión bibliográfica y responder a la pregunta ¿existen programas de intervención
probados para desarrollar la cognición social en personas con trastornos del espectro autista (TEA)? Se define autismo según Kanner,
Asperguer y Wing, este último que formuló la tríada sintomática del autismo. La Teoría de la mente (ToM), que es la capacidad
para atribuir estados mentales a otras personas, distintos a los propios, da explicación a los 3 síntomas de Wing. Aportes desde
la ToM. Se revisan distintos autores que aportaron en la investigación empírica de la ToM desde Premack y Woodruf (1978) que
ocupan el concepto por primera vez, hasta Baron-Cohen (2001) que ha centrado sus investigaciones en estudios de la ToM en
niños con autismo. Tratamientos propuestos para desarrollar la cognición social en personas con TEA. Se revisan 5 estudios que
proponen diversas intervenciones para desarrollar la ToM en niños con TEA, el último realizado por Stichter y colaboradores el año
2012. Discusión. Se analiza la escasez de estudios con pequeñas poblaciones, lo que dificulta extrapolar los resultados. Se destaca la
necesidad de realizar evaluaciones en contextos reales, profundizar los estudios de programas sistematizados que consideren grupo
control, muestras representativas y seguimientos prolongados para evaluar la generalización de los aprendizajes. Finalmente se exponen
aportes potenciales de la terapia ocupacional a los estudios y programas de tratamiento.
Palabras claves:
Trastorno espectro autista, teoría de la mente, cognición social.
Abstract:
Introduction. The aim of this paper is to review the literature and answer the question: Do programs of intervention prove to develop
social cognition in persons with disorders of the autistic spectrum? Autism is defined by Kanner, Asperguer and Wing, who formulated
the symptomatic triad of autism. The Theory of the Mind (ToM), is the ability to attribute mental states to other persons, different
from oneself, gives an explanation for three symptoms (Wing, Contributions of ToM). We review various authors who contributed by
empirical research of ToM from Premack and Woodruff (1978) occupying the concept for the first time, to Baron-Cohen (2001) that
centred his research on studies of ToM in children with autism. Treatments proposed to develop social cognition in persons with ASD.
We reviewed 5 studies that propose diverse interventions to the development of ToM in children with ASD, the last one undertaken by
Stichter and collaborators, in 2012. Discussion. We analyze the scarcity of studies with small populations, which makes it difficult to
extrapolate results. The need for assessments in real contexts is analized; further studies of systematized programs of what is considered
to be the control group; representative samples and follow-ups with a group prolonged to evaluate the generalization of the learning.
Finally, we report potential contributions to occupational therapy research and treatment programs.
Key word:
Autism spectrum disorder, theory of mind, social cognition.
1
Terapeuta Ocupacional, licenciada en Modelo de Ocupación Humana, especialista en salud mental, postítulo en Integración Sensorial e
Hipoterapia, candidata a Magíster en Desarrollo Cognitivo. E mail rosario_aguirrem@yahoo.es
UNIVERSIDAD DE CHILE
FACULTAD DE MEDICINA
ESCUELA DE TERAPIA OCUPACIONAL
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INTRODUCCIÓN
El autismo infantil fue descrito por primera vez en
1943 por Leo Kanner como una patología caracteri-
zada por “falta de contacto con las personas, ensimis-
mamiento y soledad emocional”; en 1944, Asperger
describió el autismo como “un trastorno que produce
dificultades considerables y muy típicas de integración
social”. Finalmente en 1981 Wing formuló la tríada sin-
tomática del autismo que se refiere a deficiencias en: 1.
relaciones sociales, 2. la comunicación y 3. la capaci-
dad de crear juegos de ficción (Portela, 2003).
La Teoría de la mente, abreviado ToM (theory of
mind), que es la capacidad para atribuir estados menta-
les a otras personas, distintos a los propios, da explica-
ción a los 3 síntomas descritos por Wing, sin embargo
hay síntomas en el autismo que son independientes de
las alteraciones sociales y pragmáticas como las reaccio-
nes al sonido, a la luz, al calor, y el tacto, que muestran
algunas personas autistas, sin embargo en este artículo
nos referiremos a la sintomatología propia de la ToM.
El objetivo de este artículo es realizar una revisión
bibliográfica y responder a la pregunta ¿existen progra-
mas de intervención probados para desarrollar la cog-
nición social en personas con trastornos del espectro
autista (TEA)? Para dar respuesta a esta inquietud se
buscaron artículos científicos que aborden el tema de
Teoría de la Mente en personas con trastorno de espec-
tro autista y tratamientos propuestos para los mismos.
Aportes desde la Teoría de la Mente
Premack y Woodruf (1978 citado en Tirapu-Ustá-
rroz, Pérez, Erekatxo & Pelegrín, 2007) ocupan por pri-
mera vez el concepto de ToM a raíz de estudios que
realizaron con chimpancés, refiriéndose a la capacidad
de atribuir estados mentales y predecir el comporta-
miento de otros. Realizaron un experimento con chim-
pancés de laboratorio, a los que les mostraron un vídeo
en el que se veía a uno de sus cuidadores encerrado en
una jaula intentando alcanzar dos plátanos, uno que
estaba colgando por encima del techo de la jaula y
otro en el suelo, ambos fuera del alcance de la persona
enjaulada. El humano tenía un piso para subirse y un
palo manipulable a través de los barrotes. Cuando la
persona iniciaba la acción para alcanzar los plátanos,
los experimentadores fijaban la imagen y mostraban al
chimpancé dos fotografías, una de ellas con la solución
correcta que en el caso de los plátanos fuera de la jaula,
mostraba la imagen del ser humano tomando un palo
largo y sacándolo entre las rejas para alcanzar la fruta.
La chimpancé Sarah acertó 21 veces de 24. Este estudio
permitió concluir que los chimpancés poseen ToM, es
decir son capaces de comprender las intenciones de las
personas y anticipar sus acciones.
Posterior a estos estudios la ciencia cognitiva co-
mienza los estudios sobre la ToM en seres humanos.
Wimmer y Perner (1983, citado en Baron-Cohen,
1990), desarrollaron una prueba experimental sobre la
comprensión del estado mental de “falsa creencia” por
niños normales. La prueba se basa en una historia de
muñecas que se le muestra a los niños, Sally y Anne
(Figura 1), una vez explicada la historia se le pide al
niño que señale dónde buscará Sally su pelota. Si el
niño contesta que Sally buscará en su canasto, el niño
puede entender que Sally tiene una creencia distinta
a la suya, y por tanto falsa, entonces podemos decir
que ha desarrollado ToM. Si el niño contesta que Sally
buscará en la caja de Anne, el niño no puede entender
que Sally no ha visto que Anne cambió la pelota a su
caja, en este caso el niño no ha desarrollado ToM. Esta
prueba no requiere lenguaje verbal, ya que se le pide
al niño que señale el lugar y determina que la ToM
se encuentra presente a los 4 años aproximadamente.
Posterior a este estudio se realizan múltiples variacio-
nes de la misma prueba para explorar los alcances de
la ToM.
13
DESARROLLO DE LA COGNICIÓN SOCIAL EN PERSONAS CON TRASTORNO DE ESPECTRO AUTISTA
REVISTA CHILENA DE TERAPIA OCUPACIONAL
Figura Nº 1
Escenario de un test simple de teoría de la mente (Baron-Cohen, 1990)
A la prueba de falsa creencia de Sally y Anne, se la
clasifica como “falsa creencia de primer orden”, ya que
pretenden medir la atribución a otros de creencias dife-
rentes con las propias. Existen pruebas más complejas
como “falsa creencia de segundo orden”, que intentan
medir la atribución a segundos de creencias de un ter-
cero (Portela et al., 2003), como la prueba del heladero
diseñada por Baron-Cohen (1989) donde se le relata a
los niños la siguiente historia:
“Es un día caluroso de verano. Juan y
María están sentados en el parque cuando
ven llegar una furgoneta de helados.
Como no llevan dinero encima, María
decide ir a buscar la cartera a su casa.
Baron-Cohen, Leslie y Fritz (1985) han centrado sus
estudios en el autismo, son los primeros que desarrollan
la prueba de Sally y Anne con niños normales, autistas
y con síndrome de Down, encontrando que el 86% de
los niños con síndrome de Down da la respuesta co-
rrecta (falsa creencia), y el 85% de los niños norma-
les superaron la prueba, sólo el 20% de niños autistas
acierta, a pesar de que este grupo tenía la misma edad
mental y cronológica. Este resultado, proporciona una
base preliminar a la hipótesis de que en el autismo hay
un fallo en el desarrollo de una ToM, simultáneamente
los datos de los grupos control revelan que tal déficit
debe ser específico del autismo, y no el resultado de
un retraso del desarrollo general, aplicando este criterio
para el diagnóstico del los TEA.
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El heladero le asegura que esperará en
el parque, pero al cabo de unos minutos
Juan ve cómo el heladero arranca la
furgoneta para irse. Al preguntarle dónde
va, el heladero contesta que se marcha a
la zona de la iglesia porque en el parque
apenas hay gente. Cuando el heladero
va conduciendo camino de la iglesia,
María le ve desde la puerta de su casa y
le pregunta dónde va. Así, María también
se entera de que estará en la iglesia. Por
su parte, Juan, que no sabe que María ha
hablado con el heladero, va a buscarla a
su casa pero no la encuentra. El marido
de María le dice a Juan que ella se ha ido
a comprar un helado” (Tirapu-Ustárroz
et al., 2007 p 481).
Una vez relatada la historia se le pregunta al niño
¿Dónde piensa Juan que María habrá ido a buscar al he-
ladero? Esta prueba resulta más compleja porque el niño
tiene que hacer una atribución de lo que María piensa
que Juan piensa. La atribución de creencia de segundo
orden podrían resolverla niños normales de más de 7
años. Cuando el niño con autismo desarrolla la ToM,
aunque a ritmo retrasado, puede seguir la misma secuen-
cia del desarrollo normal (Baron-Cohen, 1990).
Happé (1995, citado en Tirapu-Ustárroz et al., 2007)
crea la prueba de “historias extrañas” que son cuentos
con ironía, mentiras y mentiras piadosas que buscan
evaluar la habilidad de los niños autistas de atribuir in-
tenciones a los demás. Un ejemplo de estas historias de
mentiras piadosas es:
“Hoy tía Amelia ha venido a visitar a
Pedro. Pedro quiere mucho a su tía pero
hoy lleva un nuevo peinado que Pedro
encuentra muy feo. Pedro cree que su
tía está horrorosa con este pelo y que
le quedaba mucho mejor el que llevaba
antes. Pero cuando tía Amelia le pregunta
a Pedro: ‘¿Qué te parece mi nuevo
peinado?’, Pedro dice ‘¡Oh, estás muy
guapa!’. Pregunta: ¿por qué le dice eso
Pedro?” (Tirapu-Ustárroz et al., p. 482).
Con esta prueba Happé plantea la necesidad de co-
herencia central o global, donde el niño debe superar
la literalidad de la historia para generar un significado
en un contexto concreto.
Howlin (2008) cita en su artículo, un estudio no pu-
blicado Read (1996) donde se prueba que las personas
con TEA dan más importancia a las claves físicas que
a las claves sociales. En la prueba presentó a tres gru-
pos de adultos jóvenes (TEA, esquizofrenia y desarrollo
típico, igualados en edad y cociente intelectual) una
serie de historias ilustradas que implicaban situaciones
sociales difíciles o problemáticas (fig. 2). Se les pidió a
los participantes que completaran cada historieta con
uno de los dos dibujos que se les daba como alterna-
tivas. Las personas con TEA, tenían en cuenta la clave
física (p. ej., la vela es más grande en el dibujo final o la
bañera desbordándose) y respondían menos en función
del contexto social de la historieta. Los otros participan-
tes con desarrollo típico o esquizofrenia, tendían a no
notar la clave física anómala, sino que respondieron a
las claves sociales.
15
DESARROLLO DE LA COGNICIÓN SOCIAL EN PERSONAS CON TRASTORNO DE ESPECTRO AUTISTA
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Figura Nº 2
Relevancia de las claves visuales frente a las sociales (Howlin, 2008)
Se le pregunta al niño: ¿Ha dicho alguien algo que no
debería haber dicho o algo inoportuno? Esta prueba eva-
lúa la capacidad de comprender el significado no literal
de las aseveraciones y ponerse en el lugar de los diferen-
tes protagonistas (empatía). En este estudio se muestra
que las puntuaciones de faux pas eran significativamente
más altas en los niños de 11 años y que las calificaciones
fueron mayores para las mujeres que los varones.
Baron-Cohen (2001, citado en Tirapu-Ustárroz et
al., 2007) avanza en sus estudios y el año 2001 crea el
test de la mirada, que valora aspectos más complejos
que son el reconocimiento de las emociones y senti-
mientos. Esta prueba consta de 28 fotografías para ni-
ños y 38 para adultos en las que se observan las mira-
das de hombres y mujeres que expresan un sentimiento
o pensamiento. Cada fotografía tiene cuatro respuestas
posibles que aparecen en la pantalla y el sujeto debe
elegir la más adecuada. En este estudio se constata que
los adultos con autismo o síndrome de Asperguer pun-
tuaban bajo en el test de la mirada (Valdez, 2001).
Un precursor de la ToM sería la habilidad para com-
prender estados atencionales de las personas, como de-
muestra Bruner (1983, citado en Baron-Cohen, 1990)
El grupo de Baron-Cohen (1999) propuso un nue-
vo test para la valoración de la sensibilidad social, que
permitía diferenciar la ejecución de niños normales de
la ejecución de niños de 7 a 11 años, afectados por el
síndrome de Asperger. En esta prueba, los sujetos de-
ben leer 10 historias en las que el protagonista “mete la
pata” en distintas situaciones sociales y 10 historias de
control de tipo “aséptico”. Una de las historias de faux
pas es la siguiente:
“Julia compró a su amiga Esther un jarrón
de cristal como regalo de bodas. Esther
hizo una gran boda y había tal cantidad
de regalos que le fue imposible llevar la
cuenta de qué le había regalado cada
invitado. Un año después, Julia estaba
cenando en casa de Esther. A Julia se le
cayó una botella de vino sin querer sobre
el jarrón de cristal y éste se hizo añicos.‘Lo
siento mucho. He roto el jarrón’ dijo Julia.
‘No te preocupes, dijo Esther, nunca me
gustó; alguien me lo regaló por mi boda.’”
(Tirapu-Ustárroz et al., 2007 p. 482).
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en la prueba “atención conjunta” en niños pequeños,
estas conductas implican la coordinación visual propia
con la de otro, incluyen dar y mostrar objetos, y señalar
objetos. Señalar se produce cuando una persona extien-
de su dedo índice hacia un objeto, esto involucra dos
funciones al menos: la primera es para obtener un ob-
jeto, llamada “señalar protoimperativo”2
, mientras que
la segunda es para llamar la atención con la intención
de comentar o mostrar interés por un objeto, llamada
“señalar protodeclarativo”. Esta conducta se desarrolla
muy tempranamente, y está presente alrededor de los
10-14 meses de edad.
Charman y cols. (2000, citado en Howlin, 2008) de-
talla el desarrollo de la atención conjunta, que surge de
seguir la mirada de otro, alrededor de los 6 meses; com-
partir la mirada, 9 a 12 meses y de la indicación pro-
todeclarativa, señalar para dirigir la atención de otros a
objetos de interés, más o menos a los 12 meses de edad.
Los niños autistas son muy pobres en cuanto a la
cantidad de conductas de atención conjunta, mientras
que usan y comprenden el señalar protoimperativo,
casi nunca utilizan o comprenden el señalar proto-
declarativo (Baron-Cohen, 1990). Esto sugiere que el
diagnóstico temprano del autismo podría ser posible en
base a la ausencia de conductas de atención conjunta.
Los distintos estudios revisados anteriormente nos
han demostrado que la ToM nos permite:
t Sintonizar con la mirada de otro.
t Entender estados mentales y predecir el comporta-
miento de otras personas.
t Superar la literalidad de comportamientos sociales
para comprender ironías, bromas, mentiras y men-
tiras piadosas.
t Pasar por alto detalles del ambiente físico para
comprender claves sociales.
t Reconocer emociones y sentimientos de otras per-
sonas en su mirada.
t Empatizar.
2
Proto, prefijo procedente del griego “prótos” que significa primero.
Los conceptos “protoimperativo” y “protodeclarativo” han sido
utilizados por la comunidad científica para referirse a actos
comunicativos intencionales en el periodo preverbal del desarrollo.
Todas estas conductas son fundamentales en la vida
de las personas, son necesarias desde encontrar la mi-
rada de otra persona para pedir un objeto o señalar in-
terés, por ejemplo cuando se va a comprar, participar
en instancias grupales como la educación, entender las
emociones de los otros para establecer vínculos con
familiares, etc. Las dificultades en la cognición social
afectan todas las áreas de desempeño de las personas.
Frente a este escenario surge la pregunta: ¿se pue-
de desarrollar la cognición social en personas con TEA?,
¿Qué tipo de intervención es más efectiva? Para dar res-
puesta a estas preguntas, se realizó una revisión biblio-
gráfica de estudios que han documentado intervenciones
terapéuticas con base empírica, en los últimos 20 años.
Tratamientos propuestos para desarrollar la
cognición social en personas con TEA
Frith (1994, citado en Miguel, 2006) plantea que la
actuación en tareas que impliquen la comprensión de
emociones, creencias e intenciones de los demás, se
encuentra estrechamente relacionada con el nivel de
competencia social, por lo cual los niños que resuel-
van con éxito estas tareas, lograrán mayores niveles de
adaptación social, por ello la labor de los estudiosos es
acercarnos al mundo autista para que los sujetos con
TEA, puedan comprender las emociones y facilitarles
el proceso comunicativo, utilizando todos los medios
disponibles y que permite la tecnología existente.
Son múltiples las investigaciones que abordan las
deficiencias de la ToM en las personas con TEA (véase
Portela et al., 2003; López  Rejón, 2005; Lecanne-
lier, 2004 y Gómez, 2010), sin embargo son escasos
los estudios que profundizan en abordajes terapéuticos
efectivos a partir de estos modelos explicativos, es por
este motivo que se ha querido sistematizar estas expe-
riencias, que aunque son escasas, resultan orientadoras
en la intervención. A continuación se detallan estudios
empíricos que han detallado programas para desarro-
llar la ToM en personas con TEA.
Fisher y Happé (2005) realizaron un estudio de
entrenamiento con niños diagnosticados con TEA, 10
niños fueron capacitados en la teoría de la mente, 10
fueron entrenados en la función ejecutiva y 7 niños fue-
ron asignados a un grupo de control, que no recibió la
intervención. Los programas de entrenamiento se ad-
ministraron de forma individual, durante 5 y 10 días
con una duración de 25 minutos. Los niños fueron eva-
luados antes del entrenamiento, después del entrena-
17
DESARROLLO DE LA COGNICIÓN SOCIAL EN PERSONAS CON TRASTORNO DE ESPECTRO AUTISTA
REVISTA CHILENA DE TERAPIA OCUPACIONAL
miento en un período de dos meses de seguimiento. Se
observaron mejoras significativas en el rendimiento en
tareas de teoría de la mente en el 50% de los niños de
ambos grupos, mientras que el grupo control no mostró
mejoría, y tampoco se observó mejoría de la función
ejecutiva en ningún grupo.
Chin y Opitz (2000) realizan un estudios con 3 niños
con autismo de alto funcionamiento, donde se les en-
seña cómo iniciar una conversación, turnarse durante
la conversación, escuchar con atención, mantener un
tema de conversación, y cambiar el tema de conversa-
ción apropiadamente. Los niños fueron evaluados para
ToM utilizando tareas de falsa creencia antes y después
de las sesiones de entrenamiento. Las sesiones se lle-
varon a cabo dos veces por semana durante 1 hora, no
se especifica el número de sesiones totales. Los resulta-
dos indican que la cantidad de interés común mostrada
por los niños con autismo durante la conversación con
sus cuidadores se incrementó durante las sesiones de
entrenamiento. Los niños también dieron un mayor nú-
mero de respuestas apropiadas para el contexto de la
conversación, sin embargo el rendimiento en las tareas
de falsa creencia se mantuvo constante durante todo el
estudio. Ozonoff y Miller (1995) realizaron un estudio
parecido con 5 niños y obtuvieron similares resultados.
Lacava, Golan, Baron-Cohen y Smith-Myles (2007)
realizaron un estudio donde utilizaron el DVD “Lectu-
ra Mental: Una Guía Interactiva sobre las Emociones”
para enseñar el reconocimiento de emociones a 8 niños
con TEA de edades comprendidas entre los 8 y 11 años.
La intervención consistió en 10 semanas de uso del pro-
grama informático, en el hogar o el entorno escolar. Se
evaluó pre y post intervención, los resultados indicaron
que después de la intervención, los participantes mejo-
raron su capacidad para reconocer emociones comple-
jas en la cara y la voz.
Lozano y Alcaraz (2010) realizan un estudio de 3
casos, dos alumnos de educación primaria y una alum-
na de educación secundaria con TEA, donde se dise-
ñaron y elaboraron materiales didácticos dirigidos a la
enseñanza de la comprensión de emociones y creen-
cias, y un protocolo de entrevista de valoración de ha-
bilidades sociales para personas con TEA. El entrena-
miento se realizó 2 veces por semana en sesiones de 45
minutos, por 11 semanas, con un total de 22 sesiones;
la metodología consistió en la utilización de recurso di-
dáctico “Aprende con Zapo. Propuestas didácticas para
el aprendizaje de habilidades emocionales y sociales”3
creado por la misma autora, la enseñanza se realizó
en un entorno multimedia-interactivo como apoyo al
material impreso y seminarios de acción y reflexión.
Los alumnos fueron evaluados antes y después del pro-
ceso de intervención educativa sobre sus niveles de
comprensión de emociones y creencias y habilidades
sociales. Se recurrió a la estadística descriptiva para el
procedimiento de análisis de datos cuantitativos, y al
análisis de contenido de las observaciones, entrevistas
y comentarios de maestros y padres para el análisis de
datos cualitativos. Los resultados indican que, tras el
proceso de intervención educativa, los alumnos partici-
pantes en la investigación mejoraron su rendimiento en
la comprensión de emociones y creencias.
Stichter et al. (2012) describen el desarrollo y la im-
plementación de una intervención de grupo basada en
competencia social, enfocándose en función ejecutiva
y ToM. Participaron 20 estudiantes con edades entre 11
y 14 años con diagnóstico deTEA de alto funcionamien-
to; el tratamiento se llevó a cabo durante 10 semanas, 2
veces por semana, con un total de 20 horas. Al final del
estudio los padres y los profesores reportaron mejorías
significativas en las habilidades sociales y función eje-
cutiva de los hijos (evaluada con test específicos).
Hasta ahora se han revisado estudios que se refie-
ren a la dificultad de los niños con TEA para manejar
la ToM y trabajos en los que se proponen programas
para enseñar habilidades de cognición social. Browler
y Stromm (1998 citado en Howlin, 2008) refieren que
la mayoría de los estudios en este campo se concentran
en la enseñanza de la prueba de falsa creencia, mejo-
rando el rendimiento en estas pruebas, sin embargo no
se produce generalización a otras conductas requeridas
cotidianamente. Para los mismos fines se utilizaron los
globos de pensamiento que se ocupan comúnmente en
libros de niños, sin embargo Wellman y colaboradores
(2002 citado en Howlin) aseveran que no en todos los
niños con TEA son útiles estas estrategias.
3
Aprende con Zapo, es un recurso didáctico creado por Josefina
Lozano y Salvador Alcaraz, autores del artículo citado, que ha sido
comercializado por la editoral Wolters Kluwer España Educación.
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DISCUSIÓN
En esta revisión se ha presentado información actua-
lizada referente a las implicaciones del déficit de ToM
en las personas con TEA, intentado dar respuesta a la
pregunta ¿existen programas de intervención probados
para desarrollar la cognición social en personas con
trastornos del espectro autista (TEA)?
En los estudios experimentales revisados se ha ob-
servado resultados positivos en poblaciones pequeñas,
de 3 a 20 personas, con intervenciones de una vez por
semana durante 10 días como mínimo, sin embargo las
técnicas de intervención propuestas y el alcance de las
mismas han sido poco exploradas, lo que no permite
extrapolar los resultados en otras poblaciones.
Por otro lado, la mayoría de los autores advierten la
necesidad de métodos adicionales para mejorar la gene-
ralización de los aprendizajes, ya que los seguimientos
más prolongados son de 2 meses. Rogers (2000 citado en
Lozano  Alcaraz, 2010) refiere que las dificultades de
generalización de los aprendizajes en los niños y jóvenes
con TEA, es posible que respondan a la falta de enseñan-
za sistemática y explícita en contextos naturales.
Se requiere profundizar los estudios de programas sis-
tematizados que consideren grupo control, muestras re-
presentativas y seguimientos prolongados para evaluar la
generalización de los aprendizajes en la vida cotidiana.
Sería conveniente desarrollar evaluaciones de la
cognición social, que cuantifiquen estas habilidades en
contextos cotidianos, ya que las estimaciones en am-
bientes experimentales añaden un grado de dificultad
a la expresión de la conducta social. Se requiere mayor
coherencia entre las evaluaciones y los tratamientos
propuestos para desarrollar la ToM.
En lo referente a la intervención grupal para desa-
rrollar habilidades de cognición social en personas con
TEA, surge la inquietud si esta será la modalidad más
adecuada como primera aproximación terapéutica en
personas que precisamente tienen “ceguera de la men-
te” (Baron-Cohen, 1990) para leer las emociones y las
intenciones de otras personas.
Con los antecedentes estudiados, y mi experiencia
profesional, se plantea desarrollar habilidades de cog-
nición social en niños con TEA, con programas siste-
máticos, que deben realizarse en 2 momentos: primero
una intervención individual donde se entreguen herra-
mientas a las personas con TEA para comprender el len-
guaje de las emociones y/o claves sociales utilizando
material de apoyo visual y posteriormente intervencio-
nes grupales o prácticas en la vida cotidiana, donde se
ponga en práctica la interacción con otros utilizando
estrategias de acción y reflexión.
La terapia ocupacional es una disciplina que se ha
dedicado a estudiar el desempeño de las personas en
las actividades de la vida cotidiana (autocuidado, ocio,
juego, trabajo y estudio) y a la intervención en cada
una de estas áreas para mejorar su calidad de vida.
Dada esta versatilidad de ambientes en que se sitúa el
terapeuta ocupacional es posible aportar en programas
de evaluación y desarrollo de la cognición social en la
vida diaria de las personas con TEA, con estrategias de
acción y reflexión propias de la profesión.
El Ministerio de Salud de Chile, en la Guía Clínica de
detección y diagnóstico oportuno de los TEA (2011), re-
comienda la participación de los terapeutas ocupaciona-
les en el diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de las
personas con TEA, sin embargo existen escasas publica-
ciones que documenten la experiencia de los colegas en
esta área, en la revisión bibliográfica en Lilacs y Ebsco,
se encontraron solo 2 artículos que abordan esta proble-
mática: “La alimentación en los trastornos del espectro
autista desde la terapia ocupacional” (Cáceres, 2012) y
“Déficit de procesamiento sensorial en el espectro del
autismo” (Imperatore  Reinoso, 2007).
Conociendo programas de terapia ocupacional de-
dicados a tratar y rehabilitar personas con TEA en varios
hospitales para niños de Santiago, no queda duda que
hace falta documentar dichos programas.
AGRADECIMIENTOS
A Sonia Oyarzún, psicóloga y amiga que me intro-
dujo en el tema de la cognición social, y Natalia Salas
por la motivación a escribir este artículo.
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19
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REVISTA CHILENA DE TERAPIA OCUPACIONAL
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  • 1. 11 REVISTA CHILENA DE TERAPIA OCUPACIONAL ISSN 0717-6767 VOL. 13, Nº. 2, DICIEMBRE 2013, PÁG. 11 - 19 DESARROLLO DE LA COGNICIÓN SOCIAL EN PERSONAS CON TRASTORNO DE ESPECTRO AUTISTA DEVELOPMENT OF SOCIAL COGNITION IN PEOPLE WITH AUTISM SPECTRUM DISORDER Rosario Aguirre Martínez1 Resumen: Introducción. El objetivo del artículo es realizar una revisión bibliográfica y responder a la pregunta ¿existen programas de intervención probados para desarrollar la cognición social en personas con trastornos del espectro autista (TEA)? Se define autismo según Kanner, Asperguer y Wing, este último que formuló la tríada sintomática del autismo. La Teoría de la mente (ToM), que es la capacidad para atribuir estados mentales a otras personas, distintos a los propios, da explicación a los 3 síntomas de Wing. Aportes desde la ToM. Se revisan distintos autores que aportaron en la investigación empírica de la ToM desde Premack y Woodruf (1978) que ocupan el concepto por primera vez, hasta Baron-Cohen (2001) que ha centrado sus investigaciones en estudios de la ToM en niños con autismo. Tratamientos propuestos para desarrollar la cognición social en personas con TEA. Se revisan 5 estudios que proponen diversas intervenciones para desarrollar la ToM en niños con TEA, el último realizado por Stichter y colaboradores el año 2012. Discusión. Se analiza la escasez de estudios con pequeñas poblaciones, lo que dificulta extrapolar los resultados. Se destaca la necesidad de realizar evaluaciones en contextos reales, profundizar los estudios de programas sistematizados que consideren grupo control, muestras representativas y seguimientos prolongados para evaluar la generalización de los aprendizajes. Finalmente se exponen aportes potenciales de la terapia ocupacional a los estudios y programas de tratamiento. Palabras claves: Trastorno espectro autista, teoría de la mente, cognición social. Abstract: Introduction. The aim of this paper is to review the literature and answer the question: Do programs of intervention prove to develop social cognition in persons with disorders of the autistic spectrum? Autism is defined by Kanner, Asperguer and Wing, who formulated the symptomatic triad of autism. The Theory of the Mind (ToM), is the ability to attribute mental states to other persons, different from oneself, gives an explanation for three symptoms (Wing, Contributions of ToM). We review various authors who contributed by empirical research of ToM from Premack and Woodruff (1978) occupying the concept for the first time, to Baron-Cohen (2001) that centred his research on studies of ToM in children with autism. Treatments proposed to develop social cognition in persons with ASD. We reviewed 5 studies that propose diverse interventions to the development of ToM in children with ASD, the last one undertaken by Stichter and collaborators, in 2012. Discussion. We analyze the scarcity of studies with small populations, which makes it difficult to extrapolate results. The need for assessments in real contexts is analized; further studies of systematized programs of what is considered to be the control group; representative samples and follow-ups with a group prolonged to evaluate the generalization of the learning. Finally, we report potential contributions to occupational therapy research and treatment programs. Key word: Autism spectrum disorder, theory of mind, social cognition. 1 Terapeuta Ocupacional, licenciada en Modelo de Ocupación Humana, especialista en salud mental, postítulo en Integración Sensorial e Hipoterapia, candidata a Magíster en Desarrollo Cognitivo. E mail rosario_aguirrem@yahoo.es
  • 2. UNIVERSIDAD DE CHILE FACULTAD DE MEDICINA ESCUELA DE TERAPIA OCUPACIONAL 12 INTRODUCCIÓN El autismo infantil fue descrito por primera vez en 1943 por Leo Kanner como una patología caracteri- zada por “falta de contacto con las personas, ensimis- mamiento y soledad emocional”; en 1944, Asperger describió el autismo como “un trastorno que produce dificultades considerables y muy típicas de integración social”. Finalmente en 1981 Wing formuló la tríada sin- tomática del autismo que se refiere a deficiencias en: 1. relaciones sociales, 2. la comunicación y 3. la capaci- dad de crear juegos de ficción (Portela, 2003). La Teoría de la mente, abreviado ToM (theory of mind), que es la capacidad para atribuir estados menta- les a otras personas, distintos a los propios, da explica- ción a los 3 síntomas descritos por Wing, sin embargo hay síntomas en el autismo que son independientes de las alteraciones sociales y pragmáticas como las reaccio- nes al sonido, a la luz, al calor, y el tacto, que muestran algunas personas autistas, sin embargo en este artículo nos referiremos a la sintomatología propia de la ToM. El objetivo de este artículo es realizar una revisión bibliográfica y responder a la pregunta ¿existen progra- mas de intervención probados para desarrollar la cog- nición social en personas con trastornos del espectro autista (TEA)? Para dar respuesta a esta inquietud se buscaron artículos científicos que aborden el tema de Teoría de la Mente en personas con trastorno de espec- tro autista y tratamientos propuestos para los mismos. Aportes desde la Teoría de la Mente Premack y Woodruf (1978 citado en Tirapu-Ustá- rroz, Pérez, Erekatxo & Pelegrín, 2007) ocupan por pri- mera vez el concepto de ToM a raíz de estudios que realizaron con chimpancés, refiriéndose a la capacidad de atribuir estados mentales y predecir el comporta- miento de otros. Realizaron un experimento con chim- pancés de laboratorio, a los que les mostraron un vídeo en el que se veía a uno de sus cuidadores encerrado en una jaula intentando alcanzar dos plátanos, uno que estaba colgando por encima del techo de la jaula y otro en el suelo, ambos fuera del alcance de la persona enjaulada. El humano tenía un piso para subirse y un palo manipulable a través de los barrotes. Cuando la persona iniciaba la acción para alcanzar los plátanos, los experimentadores fijaban la imagen y mostraban al chimpancé dos fotografías, una de ellas con la solución correcta que en el caso de los plátanos fuera de la jaula, mostraba la imagen del ser humano tomando un palo largo y sacándolo entre las rejas para alcanzar la fruta. La chimpancé Sarah acertó 21 veces de 24. Este estudio permitió concluir que los chimpancés poseen ToM, es decir son capaces de comprender las intenciones de las personas y anticipar sus acciones. Posterior a estos estudios la ciencia cognitiva co- mienza los estudios sobre la ToM en seres humanos. Wimmer y Perner (1983, citado en Baron-Cohen, 1990), desarrollaron una prueba experimental sobre la comprensión del estado mental de “falsa creencia” por niños normales. La prueba se basa en una historia de muñecas que se le muestra a los niños, Sally y Anne (Figura 1), una vez explicada la historia se le pide al niño que señale dónde buscará Sally su pelota. Si el niño contesta que Sally buscará en su canasto, el niño puede entender que Sally tiene una creencia distinta a la suya, y por tanto falsa, entonces podemos decir que ha desarrollado ToM. Si el niño contesta que Sally buscará en la caja de Anne, el niño no puede entender que Sally no ha visto que Anne cambió la pelota a su caja, en este caso el niño no ha desarrollado ToM. Esta prueba no requiere lenguaje verbal, ya que se le pide al niño que señale el lugar y determina que la ToM se encuentra presente a los 4 años aproximadamente. Posterior a este estudio se realizan múltiples variacio- nes de la misma prueba para explorar los alcances de la ToM.
  • 3. 13 DESARROLLO DE LA COGNICIÓN SOCIAL EN PERSONAS CON TRASTORNO DE ESPECTRO AUTISTA REVISTA CHILENA DE TERAPIA OCUPACIONAL Figura Nº 1 Escenario de un test simple de teoría de la mente (Baron-Cohen, 1990) A la prueba de falsa creencia de Sally y Anne, se la clasifica como “falsa creencia de primer orden”, ya que pretenden medir la atribución a otros de creencias dife- rentes con las propias. Existen pruebas más complejas como “falsa creencia de segundo orden”, que intentan medir la atribución a segundos de creencias de un ter- cero (Portela et al., 2003), como la prueba del heladero diseñada por Baron-Cohen (1989) donde se le relata a los niños la siguiente historia: “Es un día caluroso de verano. Juan y María están sentados en el parque cuando ven llegar una furgoneta de helados. Como no llevan dinero encima, María decide ir a buscar la cartera a su casa. Baron-Cohen, Leslie y Fritz (1985) han centrado sus estudios en el autismo, son los primeros que desarrollan la prueba de Sally y Anne con niños normales, autistas y con síndrome de Down, encontrando que el 86% de los niños con síndrome de Down da la respuesta co- rrecta (falsa creencia), y el 85% de los niños norma- les superaron la prueba, sólo el 20% de niños autistas acierta, a pesar de que este grupo tenía la misma edad mental y cronológica. Este resultado, proporciona una base preliminar a la hipótesis de que en el autismo hay un fallo en el desarrollo de una ToM, simultáneamente los datos de los grupos control revelan que tal déficit debe ser específico del autismo, y no el resultado de un retraso del desarrollo general, aplicando este criterio para el diagnóstico del los TEA.
  • 4. UNIVERSIDAD DE CHILE FACULTAD DE MEDICINA ESCUELA DE TERAPIA OCUPACIONAL 14 El heladero le asegura que esperará en el parque, pero al cabo de unos minutos Juan ve cómo el heladero arranca la furgoneta para irse. Al preguntarle dónde va, el heladero contesta que se marcha a la zona de la iglesia porque en el parque apenas hay gente. Cuando el heladero va conduciendo camino de la iglesia, María le ve desde la puerta de su casa y le pregunta dónde va. Así, María también se entera de que estará en la iglesia. Por su parte, Juan, que no sabe que María ha hablado con el heladero, va a buscarla a su casa pero no la encuentra. El marido de María le dice a Juan que ella se ha ido a comprar un helado” (Tirapu-Ustárroz et al., 2007 p 481). Una vez relatada la historia se le pregunta al niño ¿Dónde piensa Juan que María habrá ido a buscar al he- ladero? Esta prueba resulta más compleja porque el niño tiene que hacer una atribución de lo que María piensa que Juan piensa. La atribución de creencia de segundo orden podrían resolverla niños normales de más de 7 años. Cuando el niño con autismo desarrolla la ToM, aunque a ritmo retrasado, puede seguir la misma secuen- cia del desarrollo normal (Baron-Cohen, 1990). Happé (1995, citado en Tirapu-Ustárroz et al., 2007) crea la prueba de “historias extrañas” que son cuentos con ironía, mentiras y mentiras piadosas que buscan evaluar la habilidad de los niños autistas de atribuir in- tenciones a los demás. Un ejemplo de estas historias de mentiras piadosas es: “Hoy tía Amelia ha venido a visitar a Pedro. Pedro quiere mucho a su tía pero hoy lleva un nuevo peinado que Pedro encuentra muy feo. Pedro cree que su tía está horrorosa con este pelo y que le quedaba mucho mejor el que llevaba antes. Pero cuando tía Amelia le pregunta a Pedro: ‘¿Qué te parece mi nuevo peinado?’, Pedro dice ‘¡Oh, estás muy guapa!’. Pregunta: ¿por qué le dice eso Pedro?” (Tirapu-Ustárroz et al., p. 482). Con esta prueba Happé plantea la necesidad de co- herencia central o global, donde el niño debe superar la literalidad de la historia para generar un significado en un contexto concreto. Howlin (2008) cita en su artículo, un estudio no pu- blicado Read (1996) donde se prueba que las personas con TEA dan más importancia a las claves físicas que a las claves sociales. En la prueba presentó a tres gru- pos de adultos jóvenes (TEA, esquizofrenia y desarrollo típico, igualados en edad y cociente intelectual) una serie de historias ilustradas que implicaban situaciones sociales difíciles o problemáticas (fig. 2). Se les pidió a los participantes que completaran cada historieta con uno de los dos dibujos que se les daba como alterna- tivas. Las personas con TEA, tenían en cuenta la clave física (p. ej., la vela es más grande en el dibujo final o la bañera desbordándose) y respondían menos en función del contexto social de la historieta. Los otros participan- tes con desarrollo típico o esquizofrenia, tendían a no notar la clave física anómala, sino que respondieron a las claves sociales.
  • 5. 15 DESARROLLO DE LA COGNICIÓN SOCIAL EN PERSONAS CON TRASTORNO DE ESPECTRO AUTISTA REVISTA CHILENA DE TERAPIA OCUPACIONAL Figura Nº 2 Relevancia de las claves visuales frente a las sociales (Howlin, 2008) Se le pregunta al niño: ¿Ha dicho alguien algo que no debería haber dicho o algo inoportuno? Esta prueba eva- lúa la capacidad de comprender el significado no literal de las aseveraciones y ponerse en el lugar de los diferen- tes protagonistas (empatía). En este estudio se muestra que las puntuaciones de faux pas eran significativamente más altas en los niños de 11 años y que las calificaciones fueron mayores para las mujeres que los varones. Baron-Cohen (2001, citado en Tirapu-Ustárroz et al., 2007) avanza en sus estudios y el año 2001 crea el test de la mirada, que valora aspectos más complejos que son el reconocimiento de las emociones y senti- mientos. Esta prueba consta de 28 fotografías para ni- ños y 38 para adultos en las que se observan las mira- das de hombres y mujeres que expresan un sentimiento o pensamiento. Cada fotografía tiene cuatro respuestas posibles que aparecen en la pantalla y el sujeto debe elegir la más adecuada. En este estudio se constata que los adultos con autismo o síndrome de Asperguer pun- tuaban bajo en el test de la mirada (Valdez, 2001). Un precursor de la ToM sería la habilidad para com- prender estados atencionales de las personas, como de- muestra Bruner (1983, citado en Baron-Cohen, 1990) El grupo de Baron-Cohen (1999) propuso un nue- vo test para la valoración de la sensibilidad social, que permitía diferenciar la ejecución de niños normales de la ejecución de niños de 7 a 11 años, afectados por el síndrome de Asperger. En esta prueba, los sujetos de- ben leer 10 historias en las que el protagonista “mete la pata” en distintas situaciones sociales y 10 historias de control de tipo “aséptico”. Una de las historias de faux pas es la siguiente: “Julia compró a su amiga Esther un jarrón de cristal como regalo de bodas. Esther hizo una gran boda y había tal cantidad de regalos que le fue imposible llevar la cuenta de qué le había regalado cada invitado. Un año después, Julia estaba cenando en casa de Esther. A Julia se le cayó una botella de vino sin querer sobre el jarrón de cristal y éste se hizo añicos.‘Lo siento mucho. He roto el jarrón’ dijo Julia. ‘No te preocupes, dijo Esther, nunca me gustó; alguien me lo regaló por mi boda.’” (Tirapu-Ustárroz et al., 2007 p. 482).
  • 6. UNIVERSIDAD DE CHILE FACULTAD DE MEDICINA ESCUELA DE TERAPIA OCUPACIONAL 16 en la prueba “atención conjunta” en niños pequeños, estas conductas implican la coordinación visual propia con la de otro, incluyen dar y mostrar objetos, y señalar objetos. Señalar se produce cuando una persona extien- de su dedo índice hacia un objeto, esto involucra dos funciones al menos: la primera es para obtener un ob- jeto, llamada “señalar protoimperativo”2 , mientras que la segunda es para llamar la atención con la intención de comentar o mostrar interés por un objeto, llamada “señalar protodeclarativo”. Esta conducta se desarrolla muy tempranamente, y está presente alrededor de los 10-14 meses de edad. Charman y cols. (2000, citado en Howlin, 2008) de- talla el desarrollo de la atención conjunta, que surge de seguir la mirada de otro, alrededor de los 6 meses; com- partir la mirada, 9 a 12 meses y de la indicación pro- todeclarativa, señalar para dirigir la atención de otros a objetos de interés, más o menos a los 12 meses de edad. Los niños autistas son muy pobres en cuanto a la cantidad de conductas de atención conjunta, mientras que usan y comprenden el señalar protoimperativo, casi nunca utilizan o comprenden el señalar proto- declarativo (Baron-Cohen, 1990). Esto sugiere que el diagnóstico temprano del autismo podría ser posible en base a la ausencia de conductas de atención conjunta. Los distintos estudios revisados anteriormente nos han demostrado que la ToM nos permite: t Sintonizar con la mirada de otro. t Entender estados mentales y predecir el comporta- miento de otras personas. t Superar la literalidad de comportamientos sociales para comprender ironías, bromas, mentiras y men- tiras piadosas. t Pasar por alto detalles del ambiente físico para comprender claves sociales. t Reconocer emociones y sentimientos de otras per- sonas en su mirada. t Empatizar. 2 Proto, prefijo procedente del griego “prótos” que significa primero. Los conceptos “protoimperativo” y “protodeclarativo” han sido utilizados por la comunidad científica para referirse a actos comunicativos intencionales en el periodo preverbal del desarrollo. Todas estas conductas son fundamentales en la vida de las personas, son necesarias desde encontrar la mi- rada de otra persona para pedir un objeto o señalar in- terés, por ejemplo cuando se va a comprar, participar en instancias grupales como la educación, entender las emociones de los otros para establecer vínculos con familiares, etc. Las dificultades en la cognición social afectan todas las áreas de desempeño de las personas. Frente a este escenario surge la pregunta: ¿se pue- de desarrollar la cognición social en personas con TEA?, ¿Qué tipo de intervención es más efectiva? Para dar res- puesta a estas preguntas, se realizó una revisión biblio- gráfica de estudios que han documentado intervenciones terapéuticas con base empírica, en los últimos 20 años. Tratamientos propuestos para desarrollar la cognición social en personas con TEA Frith (1994, citado en Miguel, 2006) plantea que la actuación en tareas que impliquen la comprensión de emociones, creencias e intenciones de los demás, se encuentra estrechamente relacionada con el nivel de competencia social, por lo cual los niños que resuel- van con éxito estas tareas, lograrán mayores niveles de adaptación social, por ello la labor de los estudiosos es acercarnos al mundo autista para que los sujetos con TEA, puedan comprender las emociones y facilitarles el proceso comunicativo, utilizando todos los medios disponibles y que permite la tecnología existente. Son múltiples las investigaciones que abordan las deficiencias de la ToM en las personas con TEA (véase Portela et al., 2003; López Rejón, 2005; Lecanne- lier, 2004 y Gómez, 2010), sin embargo son escasos los estudios que profundizan en abordajes terapéuticos efectivos a partir de estos modelos explicativos, es por este motivo que se ha querido sistematizar estas expe- riencias, que aunque son escasas, resultan orientadoras en la intervención. A continuación se detallan estudios empíricos que han detallado programas para desarro- llar la ToM en personas con TEA. Fisher y Happé (2005) realizaron un estudio de entrenamiento con niños diagnosticados con TEA, 10 niños fueron capacitados en la teoría de la mente, 10 fueron entrenados en la función ejecutiva y 7 niños fue- ron asignados a un grupo de control, que no recibió la intervención. Los programas de entrenamiento se ad- ministraron de forma individual, durante 5 y 10 días con una duración de 25 minutos. Los niños fueron eva- luados antes del entrenamiento, después del entrena-
  • 7. 17 DESARROLLO DE LA COGNICIÓN SOCIAL EN PERSONAS CON TRASTORNO DE ESPECTRO AUTISTA REVISTA CHILENA DE TERAPIA OCUPACIONAL miento en un período de dos meses de seguimiento. Se observaron mejoras significativas en el rendimiento en tareas de teoría de la mente en el 50% de los niños de ambos grupos, mientras que el grupo control no mostró mejoría, y tampoco se observó mejoría de la función ejecutiva en ningún grupo. Chin y Opitz (2000) realizan un estudios con 3 niños con autismo de alto funcionamiento, donde se les en- seña cómo iniciar una conversación, turnarse durante la conversación, escuchar con atención, mantener un tema de conversación, y cambiar el tema de conversa- ción apropiadamente. Los niños fueron evaluados para ToM utilizando tareas de falsa creencia antes y después de las sesiones de entrenamiento. Las sesiones se lle- varon a cabo dos veces por semana durante 1 hora, no se especifica el número de sesiones totales. Los resulta- dos indican que la cantidad de interés común mostrada por los niños con autismo durante la conversación con sus cuidadores se incrementó durante las sesiones de entrenamiento. Los niños también dieron un mayor nú- mero de respuestas apropiadas para el contexto de la conversación, sin embargo el rendimiento en las tareas de falsa creencia se mantuvo constante durante todo el estudio. Ozonoff y Miller (1995) realizaron un estudio parecido con 5 niños y obtuvieron similares resultados. Lacava, Golan, Baron-Cohen y Smith-Myles (2007) realizaron un estudio donde utilizaron el DVD “Lectu- ra Mental: Una Guía Interactiva sobre las Emociones” para enseñar el reconocimiento de emociones a 8 niños con TEA de edades comprendidas entre los 8 y 11 años. La intervención consistió en 10 semanas de uso del pro- grama informático, en el hogar o el entorno escolar. Se evaluó pre y post intervención, los resultados indicaron que después de la intervención, los participantes mejo- raron su capacidad para reconocer emociones comple- jas en la cara y la voz. Lozano y Alcaraz (2010) realizan un estudio de 3 casos, dos alumnos de educación primaria y una alum- na de educación secundaria con TEA, donde se dise- ñaron y elaboraron materiales didácticos dirigidos a la enseñanza de la comprensión de emociones y creen- cias, y un protocolo de entrevista de valoración de ha- bilidades sociales para personas con TEA. El entrena- miento se realizó 2 veces por semana en sesiones de 45 minutos, por 11 semanas, con un total de 22 sesiones; la metodología consistió en la utilización de recurso di- dáctico “Aprende con Zapo. Propuestas didácticas para el aprendizaje de habilidades emocionales y sociales”3 creado por la misma autora, la enseñanza se realizó en un entorno multimedia-interactivo como apoyo al material impreso y seminarios de acción y reflexión. Los alumnos fueron evaluados antes y después del pro- ceso de intervención educativa sobre sus niveles de comprensión de emociones y creencias y habilidades sociales. Se recurrió a la estadística descriptiva para el procedimiento de análisis de datos cuantitativos, y al análisis de contenido de las observaciones, entrevistas y comentarios de maestros y padres para el análisis de datos cualitativos. Los resultados indican que, tras el proceso de intervención educativa, los alumnos partici- pantes en la investigación mejoraron su rendimiento en la comprensión de emociones y creencias. Stichter et al. (2012) describen el desarrollo y la im- plementación de una intervención de grupo basada en competencia social, enfocándose en función ejecutiva y ToM. Participaron 20 estudiantes con edades entre 11 y 14 años con diagnóstico deTEA de alto funcionamien- to; el tratamiento se llevó a cabo durante 10 semanas, 2 veces por semana, con un total de 20 horas. Al final del estudio los padres y los profesores reportaron mejorías significativas en las habilidades sociales y función eje- cutiva de los hijos (evaluada con test específicos). Hasta ahora se han revisado estudios que se refie- ren a la dificultad de los niños con TEA para manejar la ToM y trabajos en los que se proponen programas para enseñar habilidades de cognición social. Browler y Stromm (1998 citado en Howlin, 2008) refieren que la mayoría de los estudios en este campo se concentran en la enseñanza de la prueba de falsa creencia, mejo- rando el rendimiento en estas pruebas, sin embargo no se produce generalización a otras conductas requeridas cotidianamente. Para los mismos fines se utilizaron los globos de pensamiento que se ocupan comúnmente en libros de niños, sin embargo Wellman y colaboradores (2002 citado en Howlin) aseveran que no en todos los niños con TEA son útiles estas estrategias. 3 Aprende con Zapo, es un recurso didáctico creado por Josefina Lozano y Salvador Alcaraz, autores del artículo citado, que ha sido comercializado por la editoral Wolters Kluwer España Educación.
  • 8. UNIVERSIDAD DE CHILE FACULTAD DE MEDICINA ESCUELA DE TERAPIA OCUPACIONAL 18 DISCUSIÓN En esta revisión se ha presentado información actua- lizada referente a las implicaciones del déficit de ToM en las personas con TEA, intentado dar respuesta a la pregunta ¿existen programas de intervención probados para desarrollar la cognición social en personas con trastornos del espectro autista (TEA)? En los estudios experimentales revisados se ha ob- servado resultados positivos en poblaciones pequeñas, de 3 a 20 personas, con intervenciones de una vez por semana durante 10 días como mínimo, sin embargo las técnicas de intervención propuestas y el alcance de las mismas han sido poco exploradas, lo que no permite extrapolar los resultados en otras poblaciones. Por otro lado, la mayoría de los autores advierten la necesidad de métodos adicionales para mejorar la gene- ralización de los aprendizajes, ya que los seguimientos más prolongados son de 2 meses. Rogers (2000 citado en Lozano Alcaraz, 2010) refiere que las dificultades de generalización de los aprendizajes en los niños y jóvenes con TEA, es posible que respondan a la falta de enseñan- za sistemática y explícita en contextos naturales. Se requiere profundizar los estudios de programas sis- tematizados que consideren grupo control, muestras re- presentativas y seguimientos prolongados para evaluar la generalización de los aprendizajes en la vida cotidiana. Sería conveniente desarrollar evaluaciones de la cognición social, que cuantifiquen estas habilidades en contextos cotidianos, ya que las estimaciones en am- bientes experimentales añaden un grado de dificultad a la expresión de la conducta social. Se requiere mayor coherencia entre las evaluaciones y los tratamientos propuestos para desarrollar la ToM. En lo referente a la intervención grupal para desa- rrollar habilidades de cognición social en personas con TEA, surge la inquietud si esta será la modalidad más adecuada como primera aproximación terapéutica en personas que precisamente tienen “ceguera de la men- te” (Baron-Cohen, 1990) para leer las emociones y las intenciones de otras personas. Con los antecedentes estudiados, y mi experiencia profesional, se plantea desarrollar habilidades de cog- nición social en niños con TEA, con programas siste- máticos, que deben realizarse en 2 momentos: primero una intervención individual donde se entreguen herra- mientas a las personas con TEA para comprender el len- guaje de las emociones y/o claves sociales utilizando material de apoyo visual y posteriormente intervencio- nes grupales o prácticas en la vida cotidiana, donde se ponga en práctica la interacción con otros utilizando estrategias de acción y reflexión. La terapia ocupacional es una disciplina que se ha dedicado a estudiar el desempeño de las personas en las actividades de la vida cotidiana (autocuidado, ocio, juego, trabajo y estudio) y a la intervención en cada una de estas áreas para mejorar su calidad de vida. Dada esta versatilidad de ambientes en que se sitúa el terapeuta ocupacional es posible aportar en programas de evaluación y desarrollo de la cognición social en la vida diaria de las personas con TEA, con estrategias de acción y reflexión propias de la profesión. El Ministerio de Salud de Chile, en la Guía Clínica de detección y diagnóstico oportuno de los TEA (2011), re- comienda la participación de los terapeutas ocupaciona- les en el diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de las personas con TEA, sin embargo existen escasas publica- ciones que documenten la experiencia de los colegas en esta área, en la revisión bibliográfica en Lilacs y Ebsco, se encontraron solo 2 artículos que abordan esta proble- mática: “La alimentación en los trastornos del espectro autista desde la terapia ocupacional” (Cáceres, 2012) y “Déficit de procesamiento sensorial en el espectro del autismo” (Imperatore Reinoso, 2007). Conociendo programas de terapia ocupacional de- dicados a tratar y rehabilitar personas con TEA en varios hospitales para niños de Santiago, no queda duda que hace falta documentar dichos programas. AGRADECIMIENTOS A Sonia Oyarzún, psicóloga y amiga que me intro- dujo en el tema de la cognición social, y Natalia Salas por la motivación a escribir este artículo. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Baron-Cohen S. (1990) Autismo: un trastorno cognitivo específico de “ceguera de la mente”. International Review of Psychiatry, 2, 81-90. Baron-Cohen, Leslie, A. Frith, U. (1985) Does the autistic child have a “theory of mind”? Cognition, 21, 37-46. Baron-Cohe S.; O’Riordan, M.; Stone, V.; Jones, R. Plaisted, K. (1999) Recognition of Faux Pas by Normally Developing Chil-
  • 9. 19 DESARROLLO DE LA COGNICIÓN SOCIAL EN PERSONAS CON TRASTORNO DE ESPECTRO AUTISTA REVISTA CHILENA DE TERAPIA OCUPACIONAL dren and Children with Asperger Syndrome or High-Functio- ning Autism. Journal of Autism and Developmental Disorder, 29 (5), 407-417. Cáceres, I. (2012). La Alimentación en los Trastornos del Espectro Autista desde la Terapia Ocupacional. Rev Retocyl 3, 11-13. Chin, H. Opitz, B. (2000). Teaching conversational skills to chil- dren with autism: effect on the development of a theory of mind. Journal of Autism and Developmental Disorders. 30 (6), 569-583. Gómez, I. (2010). Ciencia Cognitiva, teoría de la mente y autismo. Pensamiento Psicológico, 8 (15), 113-123. Howlin, P. (2008). ¿Se puede ayudar a los niños con trastornos del espectro autista a adquirir una teoría de la mente? Revista de Logopedia, Foniatría y Audiología, 28 (2), 74-81. Imperatore, E. Reinoso, G. (2007). Revisión de la Literatura: Dé- ficit de procesamiento sensorial en el espectro del autismo. Rechto, N°7, 59- 68. Lacava, P.; Golan, O.; Baron-Cohen Smith, B. (2007). Using As- sistive Technology to Teach Emotion Recognition to Students With Asperger Syndrome. A Pilot Study. Remedial and Spe- cial Education. 28 (3), 174–181. Lecannelier, F. (2004). Los aportes de la teoría de la mente a la psi- copatología del desarrollo. Terapia psicológica, 22 (1), 61-67. López, JM. Rejón, C. (2005). Origen y destino de la teoría de la mente: su afección en trastornos distintos del espectro autis- ta. Psiquiatría Biológica, 12 (5), 42-54. Lozano, J. Alcaraz, S. (2010). Enseñar emociones para beneficiar las habilidades sociales de alumnado con trastornos del es- pectro autista. Educación Siglo XXI, 28, 261-268. Miguel, A. (2006). El mundo de las emociones en los autistas. Re- vista Electrónica Teoría de la educación y Cultura en la Socie- dad de la Información, 7(2), 169-180. Extraído el 13 de mayo, 2013 de http://campus.usal.es/~teoriaeducacion/rev_nume- ro_07_02/n7_02_ana_miguel.pdf Chile, Ministerio de Salud (2011). Guía de práctica clínica. Detec- ción y diagnóstico oportuno de los trastornos del espectro autista (TEA). Portela, V.; Vírseda, A. Gayubo, L. (2003). Revisión sobre el es- tudio de la teoría de la mente y trastornos generalizados del desarrollo y esquizofrenia. Actas Psiquiatría, 31 (6), 339-346. Stichter P. et al. (2012). Social Competence Intervention for Elemen- tary Students with Aspergers Syndrome and High Functioning Autism. J Autism Dev Disord, 42, 354–366. Tirapu-Ustárroz, Pérez, G.; Erekatxo, M. Pelegrín, C. (2007). ¿Qué es teoría de la mente? Revista de neurología, 44 (8), 479-489. Valdez, D. (2001). Teoría de la Mente y espectro autista. En Autis- mo: enfoques actuales para padres y profesionales de la salud y la educación. Extraído el 13 de mayo, 2013 de Espectroau- tista.info: http://campus.usal.es/~teoriaeducacion/rev_nume- ro_07_02/n7_02_ana_miguel.pdf