La Historia puede ser contada de manera consciente y explícita, pero su relato también puede revestir rasgos más sutiles, sobre todo cuando éste aparece implícito en otros relatos. Hace mucho tiempo que me di cuenta de que mis manuales de literatura clásica, publicados entre los años finales de siglo XVIII y los primeros decenios del XX, contaban un doble historia: aquella que propiamente nos relatan, es decir, la de las literaturas clásicas, y otra historia que tiene más que ver con las circunstancias de su composición.