El resumen describe la experiencia de un piloto que se estrelló en el desierto y conoció a una criatura que le hacía preguntas. Medio siglo después, el autor visitó el mismo paisaje desértico y comprendió las preguntas de la criatura. A pesar de parecer vacío, el desierto está lleno de vida. Al abandonar el desierto, los humanos corren el riesgo de volverse vanidosos y soberbios nuevamente.

1. De niño Pepe Delgado nos contaba historias de un piloto que,
averiado su avión en el desierto, topó con una criatura que le hacía
ingenuas preguntas y que él, como todos los mayores, contestaba
maquinalmente.
Medio siglo después he conocido el paisaje por el que aquel extraño
personajillo caminaba desorientado y nostálgico. Igualmente nos
hemos hecho mil preguntas en íntimo soliloquio. Lo hemos definido
como espectacular, ilusionante, espacio abierto, cuento de hadas, sin
palabras…
El desierto nunca es desierto. La palabra desierto es contradictoria.
Todos lo hemos impregnado de vida, porque el desierto es vida.
Cuando abandonemos las tierras de los tuaregs, volveremos a padecer
los peligros de siempre: de vanidosos y soberbios. Y un nuevo
Principito volverá a dibujar sobre la arena incomprendidas realidades,
e ingenuamente intentará tocar con sus dedos la serpiente del
desierto,mientras nuestro eco resonará perdido en un mar de dunas.