Santa Luisa de Marillac nos muestra: Los escollos a evitar
Donde anida el cormorán
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Donde anida el cormorán
Su peculiaridad como ave acuática, brava en cualquier caso al divisar sus capturas
con mar de fondo, empieza a adquirir dimensiones cual pajarraco. Justo en el momento
comparativo con la excéntrica subsistencia de aquellos individuos guarecidos tras un
pensamiento inducido, interesado tras la excitación. De las pocas aves de su condición
cuyo plumaje no es impermeable, y sin embargo les permiten ganar peso para sumergirse
con mayor propulsión. Entiéndase: presión, dominio, empellón…
Allí donde el límite terrestre se ahoga, en el lado costero, comparan fuerzas la
tierra y el agua entre la quietud y el movimiento. Confrontan atributos hasta conseguir su
«statu quo», regulado por un oleaje entre oleadas. No siempre es posible escribir en el
polvo, o dictarle a la arena una alusión, a menudo un «te quiero». Por lo que haya sido,
advertimos momentos en los que existe un cantil. Precipita la visión por un escalón hasta
el fondo del piélago. Correctamente acantilado. Escarpado a plomo; para beneficio a
término; de cualquier pájaro a merced de su oportunismo. Preposiciónpara todo.
Si Cicerón estuvo en lo cierto, así lo creo en boga hasta el presente, la verdad no
solo se corrompe por la mentira, sino tanto o más con el silencio. Más que por afonía, por
mutismo. Más que por voluntariedad, por imposición. Tras sigilar como cobardes
poniendo sello cauteloso la marcha y vuelta a la escena: ‘mutis por el foro’. El cormorán
vuelve a tierra tras el zambullido para tragarse toda la presa. No es que se moje, es que se
empapa, y así vuelvea abalanzarse.
Casi todos los entornos inmediatos para brote de la prole, entre parientes y afines,
saben y callan cuando divisan a esos individuos actuando como originales cormoranes. Los
que piensan lo que piensan para obtener mayores favores incívicos. Con vuelo rasando
cada escollo, aproximándose certero hasta las grutas cuya conjunción forman verdaderas
cavernas. Moradas naturales donde poder afilar el pico, estirar el cuello, sacudirse la
mojadura y ocultar al sol cierto aspecto lóbrego, mimetizado con el interior de la guarida.
Allá donde viérase corpúsculos del poder desgranado por toda la circunscripción,
compréndase el gránulo que ha salido, soportado o admitido en las villas, ya que va por
grutas. Y cuando fuera de admirar tal cautivadora cualidad, permitiéndole ser libre sin
supremacías, el cormorán sorprende a la mayoría dejándose domesticar como un lerdo.
Un procurador de la ley del mínimo esfuerzo anúdele bramante en la garganta su fiel
compromiso. Úsele para pescar de lo lindo, porque el pez apresado ha quedado capturado
entre el pico y el gallete. Recibirás lo tuyo, por descontado.
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Al pasar entre individuos, seres políticos poco comunitarios, estos cormoranes son
capaces de poner a disposición del mandamás, con antifaz de dirigente, hasta su gentilicio.
Y así se construye un tradicionalismo perdido en relámpagos pasados de las fases
sucesivas de nuestra evolución como colectividad. Y así se construyen hasta las modernas
autocracias rurales, comarcales y provinciales, con personalidades cuya profesión vital,
década tras década sin dejar el mandato, ha sido la de saber de quién rodearse para poner
nudos en el cuello. No impide respirar, sino seguir haciendo de forma somática lo que a ti y
a mí nos haga existir en mejores circunstancias que el resto de recientes. Alguno de estos,
no se mojan en la vida. Si lo hacen, tan solo convencerles de la suerte si desearan
empaparse.
Jueves, 12 de octubre de 2017
Félix Sánchez Paredes
Un ciudadano más.