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171
Introducción
El asma es una enfermedad crónica inflama-
toria de las vías aéreas en la que están impli-
cados una gran cantidad de células y elemen-
tos celulares y que en los individuos suscepti-
bles provoca episodios recurrentes de sibilan-
cias, falta de aire al respirar, sensación de
opresión de pecho y tos. Estos episodios se
asocian habitualmente a una obstrucción del
flujo aéreo reversible, espontáneamente o
con medicación, y la inflamación de la vía
aérea a una hiperrespuesta bronquial a diver-
sos estímulos.
Esta definición, totalmente aceptable a partir
de los 6 años de edad, puede ser inadecuada
en niños pequeños en los que, desde un punto
de vista práctico, es mejor aplicar la utilizada
en el III Consenso Internacional Pediátrico
que considera al asma como el “cuadro clíni-
co caracterizado por sibilancias recurrentes
y/o tos persistente en una situación en la que
se han excluido otras enfermedades menos
frecuentes”.
Por los datos obtenidos en el estudio ISAAC
(International Study of Asthma and Allergies in
Childhood) llevado a cabo en España en el año
1994, en dos grupos de edad, uno de 6-7 años,
en los que se pasó un cuestionario escrito, y
otro de 13-14 años, en los que se sumó además
un videocuestionario, podemos decir que, en
el primer grupo, el porcentaje medio de sibi-
lancias en el último año era del 6-7%, mien-
tras que en los niños de 13-14 años oscilaba
alrededor del 10%, con una clara diferencia
entre determinadas ciudades como Barcelona,
Bilbao, Cádiz, Cartagena y Valencia, donde
los porcentajes alcanzados por los niños de
mayor edad fueron del 11-14,6%, frente a los
de Almería, Castellón, Madrid, Valladolid y
Pamplona que estuvieron entre 5,5 y 7,6%.
En la actualidad se están tabulando los resul-
tados de la fase II, recién concluida, en la que
han participado cuatro centros, Cartagena,
Almería Madrid y Valencia, y donde, además
de ampliar el cuestionario anterior, se han
incluido una serie de medidas objetivas como
prick test, IgE total, IgE específica y tests de
provocación bronquial. Este estudio se com-
pleta con la fase III, repetición de la fase I,
también a punto de concluir, por lo que muy
pronto podremos disponer de datos compara-
tivos que nos permitan valorar si la prevalen-
cia de asma está aumentando en nuestro país
y si se mantienen las diferencias geográficas
mostradas.
Diagnóstico del asma bronquial
en la infancia
Diagnóstico clínico
Como en cualquier tipo de enfermedad, para
hacer un diagnóstico clínico es fundamental
realizar una buena historia clínica.
Historia clínica
Debe ser metódica y minuciosa, encaminada
a esclarecer los siguientes puntos:
1
Protocolos diagnósticos en
asma bronquial
Marcel Ibero Iborra **, Amparo Escribano Montaner *, José Sirvent Gómez*, Gloria
García Hernández*, Antonio Martínez Gimeno*, Margarita Fernández Benítez**
(* SENP, ** SEICAP)
Anamnesis
_ Constatación de los síntomas y signos de
asma, precisando sus características, dado
que la disnea, ruidos respiratorios sibilan-
tes, tos y opresión torácica son muy suges-
tivos de asma, pero por sí solos no son
diagnósticos; hay que tratar de definir si
los episodios son de disnea sibilante de
predominio espiratorio, procurando evi-
tar la utilización de términos confusos
(“padece bronquitis”, por ejemplo).
_ Características de las crisis: modo de pre-
sentación, tanto en su inicio como en su
desarrollo, duración, intensidad, variación
horaria, patrón perenne o estacional...
_ Valoración de la gravedad de los episodios:
frecuencia, asistencia a urgencias, hospita-
lizaciones, necesidad y respuesta a la medi-
cación (beta-2, corticoides, etc.).
_ Valoración de los periodos intercrisis: asin-
tomáticos o no, tolerancia al ejercicio,
necesidad de medicación ocasional o fre-
cuente, despertares nocturnos por los sín-
tomas, etc.
_ Identificación de factores precipitantes o
agravantes: infecciones respiratorias, expo-
sición a alergenos (polvo doméstico, epi-
telios de animales, pólenes etc.) o a con-
taminantes ambientales (humo de tabaco,
olores, etc.), relación con cambios de
ambiente (vacaciones, segunda residen-
cia), factores emocionales (llanto, risa,
etc.), alimentos y aditivos, fármacos (aspi-
rina) y factores inespecíficos (aire frío,
ejercicio, cambios climáticos, etc.).
_ Evaluación del desarrollo de la enfermedad:
edad de inicio, carácter progresivo o no,
diagnósticos y tratamientos, previos y
actuales.
_ Valoración de la familia y del propio
paciente en el conocimiento de la enferme-
dad, su cronicidad, manejo de los medica-
mentos (sistemas de inhalación...).
_ Impacto de la enfermedad: en el mismo
paciente (absentismo escolar, participa-
ción en juegos y deportes, trastornos del
sueño, desarrollo, crecimiento y conduc-
ta) y en la familia (alteración de la vida
familiar, pérdidas de horas de trabajo, cos-
tes económicos, etc.).
_ Encuesta ambiental. Vivienda (urbana o
rural; casa o piso; antigüedad), localiza-
ción geográfica, calefacción, etc. Descrip-
ción del dormitorio del paciente (tipo de
colchón, almohada, alfombras, peluches,
libros, etc.). Animales domésticos (gato,
perro, etc.). Tabaquismo familiar (número
de fumadores, importancia).
_ Historia pediátrica general, insistiendo en
los antecedentes familiares y personales
relacionados con el asma o atopia (derma-
titis, rinitis, alergia alimentaria, etc.),
ambiente tabáquico, en la lesión previa del
aparato respiratorio (en el periodo neona-
tal, prematuridad, ventilación mecánica,
displasia broncopulmonar, etc.; reflujo gas-
troesofágico; infecciones, bronquiolitis,
laringitis o catarros descendestes, etc.),
que faciliten el diagnóstico diferencial.
Exploración física
Dentro del examen general centraremos la
exploración física en el aparato respiratorio,
en el área ORL y el aspecto de la piel. Los
datos que orientan sobre la probabilidad de
padecer asma, incluyen:
_ Hiperexpansión del tórax (tórax cilíndri-
co) u otras deformidades torácicas que
denoten insuflación pulmonar.
172
Protocolos diagnósticos y terapéuticos en pediatría
_ Auscultación de sibilancias o espiración
alargada.
_ Examen ocular y de vías altas: ojeras, doble
pliegue parpebral, aspecto conjuntival,
etc. Secreción nasal, aspecto de la mucosa
y/o cornetes nasales, surco nasal transver-
so, aspecto de la membrana timpánica
(otitis serosa), etc.
_ Aspecto de la piel: eczema en zonas de fle-
xión, retroauricular, etc.
Una exploración física normal, en los perio-
dos de intercrisis, no impide el diagnóstico
de asma.
Diagnóstico funcional (ver tema 10)
Pruebas basales
La exploración funcional respiratoria nos
sirve para confirmar el diagnóstico de asma,
cuantificar la gravedad de la enfermedad,
monitorizar la evolución y objetivar la res-
puesta al tratamiento.
Cualquier definición de asma bronquial nos
habla de la existencia de una obstrucción
reversible al flujo aéreo, espontánea o tras
broncodilatador. Por este motivo, en todo
niño en el que se sospeche asma, siempre que
la edad lo permita, debería realizarse una
prueba de función respiratoria, concretamen-
te una espirometría basal seguida de otra tras
administrar un broncodilatador. En los lac-
tantes y niños pequeños que no cooperan en
este tipo de pruebas pueden utilizarse otras
como dilución de gases, pletismografía o cha-
leco insuflable. Estas técnicas son de mayor
complejidad y precisan de sedación.
Espirometría
Es la técnica más utilizada por su sencillez y
coste y la "prueba reina" en el estudio del
asma. Con ella medimos los volúmenes y flu-
jos pulmonares generados en una maniobra de
espiración máxima voluntaria, que puede ser
simple o forzada (cuando pedimos al niño que
la realice en el menor tiempo posible).
Existen dos tipos de aparatos para medir el
volumen de aire que sale de los pulmones y la
velocidad a la que es expulsado: los espiróme-
tros, que miden volúmenes, registrando el que
entra o sale de la boca al tiempo, y los neu-
motacógrafos que, tras medir el flujo, integran
esta señal electrónica en volumen y por
medio de un cronómetro lo relacionan con el
tiempo. Estos últimos son los más utilizados y
con ellos podemos obtener dos curvas básicas
para interpretar los valores espirométricos
(figura 1).
_ Curva volumen/tiempo.
_ Curva flujo/volumen.
Los parámetros obtenidos de ambas curvas
son los siguientes:
_ Capacidad vital forzada (FVC). Es el
máximo aire que puede ser espirado de
forma forzada tras una inspiración máxi-
ma.
_ Volumen espiratorio máximo en el primer
segundo (FEV1). Es el volumen espirado
en el primer segundo desde que comienza
la espiración. Está disminuido en los pro-
cesos obstructivos como es el caso del
asma.
_ Cociente FEV1/FVC. Es el porcentaje de
la capacidad vital forzada que se espira en
el primer segundo. En condiciones nor-
males este porcentaje es del 75-80%. Está
disminuido en los procesos obstructivos y
aumentado o es normal en los restricti-
vos, porque en ellos la FVC suele estar
disminuida.
173
Inmunología clínica y alergología/neumología
_ Pico espiratorio de flujo (PEF). Es el flujo
máximo instantáneo en una maniobra de
espiración forzada. Suele ser dependiente
del esfuerzo y su valor es por lo tanto limi-
tado. Suele estar disminuido en los proce-
sos obstructivos.
_ Flujo espiratorio forzado entre el 25% y
el 75% de la FVC (FEF25-75%). Se obtiene
en la curva volumen/tiempo. Es un pará-
metro muy sensible a la obstrucción de
las vías aéreas más finas y en muchas oca-
siones es el único que está afectado (asma
leve, asma por ejercicio...).
_ Flujos espiratorios forzados al 50% y al
25% de la FVC (MEF50%, MEF25%). Tam-
bién valoran las vías finas y se obtienen de
la curva de flujo/volumen (son los flujos
instantáneos, medidos cuando el pulmón
tiene el volumen correspondiente a este
tanto por ciento de la capacidad vital)
(fig. 1).
Para valorar una espirometría es fundamental
que esté bien realizada y con equipo y perso-
nal adecuados. Hay una serie de condiciones
mínimas que se deben tener en cuenta:
_ Niño mayor de 5-6 años para que pueda
colaborar.
_ Ambiente tranquilo, libre de distracciones
_ Adiestramiento previo del paciente
_ Misma posición en todas las determinaciones
_ Pinza en la nariz.
_ Boca adaptada a una boquilla que conecta
con el espirómetro/neumotacógrafo
_ Debe hacer:
• una inspiración máxima y mantener el
aire al menos 2-3 segundos;
• una espiración máxima hasta el vacia
miento pulmonar alcanzando el volumen
residual.
174
Protocolos diagnósticos y terapéuticos en pediatría
Figura 1. Curvas básicas para la interpretación de los valores espirométricos.
CURVA DE VOLUMEN FRENTE A
TIEMPO
CURVA DE FLUJO FRENTE A VOLUMEN
VOLUMENTIEMPO
FEF25-75% = a/b
FVC
FVCFEV1
1s
a
b
PEF
_ Repetir esta maniobra al menos tres veces
para obtener tres curvas superponibles
(variación del FEV1 ≤ 5 %).
_ Valorar el grado de colaboración para poder
interpretar la prueba.
Para interpretar una espirometría hay que
tener unos valores de referencia adecuados,
que se obtienen de estudios amplios en pobla-
ción sana, en función de una serie de pará-
metros antropométricos (edad, sexo, raza,
talla, peso...). Los valores espirométricos
dependen fundamentalmente de la talla, por
lo que la mayoría de las ecuaciones utilizan
este dato como variable en el cálculo de
regresión.
En general, se consideran valores normales
para el FEV1 cifras entre el 80% y el 120%.
El patrón obstructivo se considera leve cuan-
do el valor porcentual del FEV1 está entre 65-
80 %, moderado entre el 50-64 %, o grave si
es menor del 50%) (ver tema 5).
Pletismografía
Es otra técnica de gran utilidad en el diagnós-
tico del asma que complementa la espirome-
tría. Mediante ella podemos conocer el gas
que queda atrapado en el pulmón tras la espi-
ración, que equivale a la capacidad residual
funcional (FRC) y que, en condiciones nor-
males, se corresponde con el gas intratorácico
(ITGV). Dicho gas no puede medirse con la
espirometría puesto que no podemos movili-
zarlo de forma voluntaria con la espiración.
Esta técnica también podemos utilizarla para
medir la resistencia de la vía aérea (Raw), que
equivale a la presión necesaria en el alvéolo
para conseguir un determinado flujo aéreo en
la boca, y podemos hallar su inversa, la con-
ductancia (Gaw) y la conductancia específica
(SGaw), que es el resultado de dividir Gaw
por el volumen pulmonar al que se ha hecho
la medición; así eliminamos el efecto que
pueda tener el volumen al interpretar los
175
Inmunología clínica y alergología/neumología
TABLA I. Valores espirométricos y pletismográficos en el asma bronquial
FVC Normal o ↓
FEV1 ↓
FEV1/FVC ↓
FEF25-75% ↓
MEF50% ↓
MEF25% ↓
FRC o TGV ↑
RV ↑
TLC ↑
RV/TLC ↑
Raw ↑
Gaw ↓
SGaw ↓
Espirometría Pletismografía
resultados ya que, como es sabido, a volúme-
nes altos los bronquios están más dilatados y
la resistencia es menor, y a volúmenes pulmo-
nares bajos, los bronquios están comprimidos
y la resistencia está aumentada.
En la tabla I reflejamos los valores de la fun-
ción pulmonar propios del asma (enfermedad
obstructiva) en condiciones basales.
Pruebas broncodinámicas
En el asma, además de demostrar la limitación
al flujo aéreo, debemos demostrar también
que la obstrucción bronquial es reversible y/o
que existe cierto grado de hiperreactividad
bronquial (HRB) a diversos estímulos, físicos,
químicos o inmunológicos. Para ello utiliza-
mos las llamadas pruebas broncodinámicas:
test de broncodilatación y los tests de hiper-
reactividad bronquial inespecífica (véase más
adelante).
Test de broncodilatación (TBD)
Consiste en realizar una espirometría y, tras
comprobar que existe un patrón obstructivo,
repetirla a los 10-20 minutos de haber admi-
nistrado un beta-adrenérgico inhalado de
corta duración (salbutamol o terbutalina).
No existen normativas para realizar el TBD
en los niños y las dosis que deben adminis-
trarse varían de un autor a otro, aunque la
más utilizada es la de 0,4 mg de salbutamol.
El parámetro espirométrico más empleado
para valorar el TBD es el FEV1 y, en menor
medida, la FVC porque ambos son fácilmente
reproducibles. El PEF, al ser dependiente del
esfuerzo, es menos fiable. Los mesoflujos tam-
poco se utilizan ya que el incremento de la
FVC tras el broncodilatador puede inducir a
error en la interpretación de los resultados o
habría que tener en cuenta y relacionar su
aumento con la FVC.
Hay distintos métodos o índices para expresar
la respuesta broncodilatadora y, de ellos, el
más utilizado es el cambio porcentual respec-
to al valor inicial en el FEV1:
% = FEV1 post - FEV1 pre / FEV1 pre x 100
aunque parece más correcto utilizar el cambio
porcentual respecto al valor teórico,
% = FEV1 post - FEV1 pre / FEV1 teórico x 100
En el primer caso consideramos positivo un
incremento del FEV1 de un 15-20 % y en el
segundo caso el FEV1 debería aumentar
como mínimo un 10 % sobre el FEV1 teóri-
co del sujeto.
Diagnóstico alergológico
Pruebas complementarias in vivo
Podríamos definir las técnicas in vivo, como
las que se realizan en el propio paciente, bien
sea con el fin de determinar el alergeno impli-
cado en el desarrollo de la enfermedad, o de
confirmar la sospecha del alergeno desenca-
denante, puesta de manifiesto en la historia
clínica. Entre las pruebas in vivo tenemos: las
pruebas cutáneas y las pruebas de provoca-
ción. Estas últimas incluyen, a su vez, dos
tipos: las pruebas de provocación específica,
que son las que se realizan con alergenos sos-
pechosos de desencadenar la sintomatología y
las pruebas de provocación inespecífica que se
efectúan, entre otros, con ejercicio, metacoli-
na, histamina, etc., con el fin de poner de
manifiesto la presencia de hiperreactividad
bronquial.
Pruebas cutáneas
Un alergeno es un antígeno (Ag) capaz de
inducir una respuesta de anticuerpos IgE. El
descubrimiento del Ag y su correspondiente
176
Protocolos diagnósticos y terapéuticos en pediatría
Ac específico, responsable de la reacción Ag-
anticuerpo (Ac) y por lo tanto de la sintoma-
tología clínica, es la base del diagnóstico etio-
lógico en las enfermedades alérgicas. Una
anamnesis detallada nos puede ayudar a valo-
rar el grado de agresividad del antígeno sospe-
choso y a decidir la prueba diagnóstica ade-
cuada, evitando así riesgos innecesarios para
el paciente. Si no existe una sospecha concre-
ta de cuál es el alergeno, tendremos que reali-
zar las pruebas diagnósticas con los alergenos
predominantes en el entorno del niño.
Tipos de tests cutáneos
Para el diagnóstico del asma bronquial, los
tests cutáneos que utilizaremos serán los que
pongan de manifiesto una reacción de tipo
inmediato, mediada por IgE: el prick-test y/o
las pruebas intracutáneas. En ambos casos, la
reacción objetivada está inducida fundamen-
talmente por la degranulación de los mastoci-
tos cutáneos al contacto con el alergeno, con
la consiguiente liberación de mediadores res-
ponsables de la respuesta inmediata. Podemos
encontrar una respuesta tardía a las 6-8 horas,
ya que muchos de los mediadores liberados
por los mastocitos activados tienen efecto
quimiotáctico y actúan atrayendo hacia el
lugar de la reacción células inflamatorias
como eosinófilos, neutrófilos y macrófagos,
que contribuyen a perpetuar la inflamación.
Los linfocitos CD4+ desempeñan un papel en
la puesta en marcha y regulación de la res-
puesta tardía, por la generación y liberación
de citocinas.
Prick test
El prick test es una técnica rápida, sencilla y
segura, en la que es raro que se desencadenen
reacciones sistémicas. Se realiza colocando
gotas de los extractos que queremos estudiar y
de las soluciones de control positivo y negati-
vo sobre la superficie volar del antebrazo. Pos-
teriormente, con lancetas estandarizadas,
derivadas de la aguja de Morrow-Brown, se
hace una puntura a través de la gota insertán-
dola en la epidermis con un pequeño ángulo.
Hay que tener la precaución de colocar las
gotas con una separación adecuada con el fin
de evitar la superposición de las reacciones
que se obtengan. Es necesario utilizar para
cada extracto una lanceta diferente para evi-
tar falsas positividades.
Intracutánea
Consiste en la inyección intradérmica de
0,05-0,07 ml de extracto alergénico con jerin-
gas de 1 ml y agujas intradérmicas desechables
del calibre 27-30, formando una pápula de
2-3 mm de diámetro. Las pruebas se pueden
realizar en el antebrazo o en la espalda, man-
teniendo entre ellas una distancia de, al
menos, 2 cm con el fin de evitar superposicio-
nes en caso de que se produzcan positividades;
si se realizan en la espalda, hay que cuidar
también la distancia a la línea vertebral ya
que se pueden dar falsos positivos debido a los
reflejos axónicos.
A diferencia del prick test, las pruebas intra-
cutáneas pueden desencadenar reacciones sis-
177
Inmunología clínica y alergología/neumología
TABLA II. Precauciones en los
tests cutáneos
• Supervisión del médico
• Utilizar extractos estandarizados
• Utilizar concentraciones adecuadas
• Utilizar control negativo y positivo
• Técnica adecuada
• Control de medicación por parte
del paciente
• Registrar reacciones
témicas (0,5% de los pacientes testados), por
lo que en la anamnesis se deben obtener los
datos precisos con el fin de realizar las dilu-
ciones adecuadas de los extractos, y evitar así
posibles reacciones; hay que tener en cuenta
que la concentración utilizada en las pruebas
intracutáneas es de 10 a 10.000 veces menor
que la necesaria para una prueba de prick
positiva.
Las precauciones y errores más frecuentes, así
como las diferencias existentes entre las dos
técnicas de pruebas cutáneas para el estudio
de hipersensibilidad inmediata, podemos ver-
los en las tablas II y III.
Extractos alergénicos y soluciones control
En la actualidad se dispone de una gran can-
tidad de extractos alergénicos con la ventaja,
sobre años atrás, de que la mayoría están
estandarizados biológicamente y son de alta
calidad. Esto permite un diagnóstico fiable y
que las técnicas sean reproducibles.
Cualquier estudio con tests cutáneos requie-
re realizar un control negativo y un control
positivo.
El control negativo habitualmente es el dilu-
yente utilizado para los extractos alergénicos
y nos permite valorar que no da una reacción
inespecífica. En aquellos pacientes con un
importante dermografismo, la positividad del
control negativo nos sirve para evaluar los
resultados con los extractos e interpretar los
posibles falsos positivos.
Para el control positivo habitualmente se uti-
liza histamina. Permite valorar la respuesta
cutánea y compararla con el resto de positivi-
dades encontradas a los extractos alergénicos,
así como detectar la supresión de reactividad
en los pacientes tratados con fármacos que
puedan inhibir la respuesta cutánea, o en
aquellos que presentan una baja reactividad a
la histamina. Permite, además, valorar si la
técnica está bien realizada.
Medición e interpretación de los tests cutáneos
La respuesta cutánea inmediata frente a
extractos alergénicos, caracterizada por la
presencia de pápula y eritema en el lugar de la
prueba, se obtiene en los primeros 20 minutos
(entre 8-10 minutos para la histamina y entre
15-20 para los alergenos). Habitualmente uti-
lizamos una regla milimetrada y calculamos la
media entre el diámetro mayor y menor de la
pápula y/o eritema. Con el fin de dejar cons-
tancia en la historia clínica del paciente, se
dibuja la pápula con un rotulador sobre un
papel cello transparente colocado sobre la
178
Protocolos diagnósticos y terapéuticos en pediatría
TABLA III. Ventajas prik/intracutáneas
Fácil realización Sí Sí
Rapidez Sí ±
Molesta No Sí
Falsos positivos Raro Posible
Falsos negativos Posible Raro
Seguridad Sí ±
PRICK INTRACUTÁNEA
reacción y se deja registrado en la historia.
Esto sirve para comparar, de forma objetiva,
las respuestas posteriores.
En términos generales, se consideran positi-
vas aquellas respuestas iguales o superiores al
valor de la respuesta obtenida con la histami-
na. Para algunos alergenos (hongos, ciertos
alimentos), se aceptan como positivas res-
puestas de hasta 2/3 del valor histamina, valo-
rándose como dudosas o negativas las respues-
tas de menor tamaño. En la interpretación de
estas positividades hay que ser cautelosos, ya
que la positividad cutánea frente a un antíge-
no sólo implica sensibilización al mismo, sin
que ello quiera decir que dicha sensibilización
tenga una significación clínica y/o etiológica.
En todos los casos debe valorarse la relación
existente entre una determinada sensibiliza-
ción y la aparición de síntomas. Si no hay una
clara relación sensibilización-anamnesis,
puede tratarse de una positividad subclínica o
apatógena que merece seguir su evolución. En
otras ocasiones nos obligará a reinterrogar al
paciente y tratar de confirmar si existe reper-
cusión clínica mediante una prueba de provo-
cación. No obstante, en el caso de los alerge-
nos inhalantes podemos afirmar que los test
cutáneos representan el método diagnóstico
más efectivo siempre que exista una historia
sugestiva.
Factores que pueden modificar la respuesta
cutánea
En la tabla IV podemos ver los factores que
modifican la respuesta.
El primer factor que hay que tener en cuenta
es la edad del paciente. Se sabe que a partir de
los 3 meses se puede obtener por prick una
pápula significativa con el control positivo
(histamina); no obstante, esta pápula va a ser
más pequeña que en edades posteriores, por
eso cuando realizamos pruebas cutáneas en
lactantes, debido a esta menor reactividad, los
criterios de positividad frente a los extractos
alergénicos van a tener que compararse con la
reactividad frente al control positivo.
Otro de los factores que puede modificar la
respuesta es que la técnica no haya sido
correcta; en este sentido sabemos que la reac-
tividad cutánea no es la misma en todas las
partes del cuerpo, que la espalda es más reac-
tiva que el antebrazo, la zona cubital es más
reactiva que la radial, y la zona distal de la
muñeca es menos reactiva que la proximal.
Además, ya hemos dicho que la utilización de
los extractos influye en la reactividad: extrac-
tos no estandarizados pueden dar reacciones
mayores que los estandarizados, muchas de
ellas inespecíficas por contener irritantes o
liberadores inespecíficos de histamina, o fal-
sos negativos por no contener todos los aler-
genos relevantes del producto a estudiar. Hay
que tener en cuenta el ritmo circadiano, ya
que existe un pico de reactividad a última
hora de la tarde y que la reactividad es menor
en la primera hora de la mañana.
Las estaciones del año son otros factores que
influyen en la respuesta, dependiendo de los
alergenos que estemos probando. Por ejem-
plo, en pacientes con sensibilización a póle-
nes, encontraremos una mayor reactividad en
las épocas de exposición natural al polen res-
ponsable.
179
Inmunología clínica y alergología/neumología
TABLA IV. Factores que modifican
la respuesta cutánea
• Edad
• Localización de la punción
• Ritmo circadiano
• Variaciones estacionales
• Toma de fármacos
• Tratamiento con inmunoterapia específica
También ha de tenerse en cuenta la toma de
medicación por parte del enfermo. Los
antihistamínicos modifican o anulan la
respuesta frente a los alergenos por lo que,
dependiendo del tipo de antihistamínico,
deberá suspenderse el tratamiento días antes
de realizar las pruebas, a saber: astemizol,
entre 30-60 días; loratadina y cetirizina,
entre 3-10 días; difenhidramina, 1-3 días;
hidroxicina, 7-10 días; ketotifeno 5 días, por
nombrar algunos de ellos. Otros fármacos
como los beta-adrenérgicos no influyen en la
respuesta, y los corticoides únicamente
influyen sobre la respuesta retardada cuando
se administran por vía tópica cutánea o
cuando se utilice corticoterapia prolongada
por vía sistémica. Los corticoides inhalados
no modifican la respuesta cutánea y, por
tanto, no es necesario suprimirlos antes de
un estudio. La inmunoterapia específica
mantenida un tiempo prolongado también
puede disminuir la respuesta cutánea al
alergeno en estudio.
Pruebas de provocación
bronquial
Las pruebas de provocación bronquial son
técnicas de exploración funcional respiratoria
que pretenden demostrar la presencia o ausen-
cia de hiperreactividad bronquial inespecífica
y/o específica, valorando la respuesta del indi-
viduo asmático a distintos estímulos que pue-
den condicionar una broncoconstricción.
Pruebas de provocación bronquialinespe-
cíficas
Prueba de esfuerzo o de ejercicio
El ejercicio actúa como estímulo de la limita-
ción al flujo aéreo y es uno de los principales
desencadenantes de asma. Un porcentaje ele-
vado de niños asmáticos tiene broncocons-
tricción inducida por el ejercicio, bien como
único desencadenante o bien asociado a otros
estímulos.
180
Protocolos diagnósticos y terapéuticos en pediatría
TABLA V. Test de ejercicio con carrera libre
Condiciones previas
• Ausencia de síntomas de asma en el momento de inicio de la prueba
• No haber tomado ningún fármaco para el asma 12 horas antes, excepto corticoides inhalados
• Vestir ropa y calzado adecuados para el ejercicio
• Espirometría basal normal
Realización de la prueba
• Ambiente adecuado (humedad y temperatura controladas)
• Carrera libre durante 6 a 8 minutos (según protocolos) procurando que se alcance una
frecuencia cardíaca superior a 150 por minuto
• Espirometrías a los 3, 5, 10, 15 y 30 minutos
• Valorar la positividad del test según vayan descendiendo los parámetros
Criterios de positividad
• Descenso del FEV1 > 20 % del basal
• Administrar un broncodilatador de acción corta si no se recupera el broncospasmo en 15 minutos
• Repetir la espirometría posbroncodilatador para valorar la respuesta
En pediatría las pruebas más usadas son la de
carrera libre (esfuerzo constante) y la de ejer-
cicio utilizando un tapiz rodante o bicicleta
ergométrica (esfuerzo incremental). Sea cual
sea el método utilizado, para poder realizar la
prueba se de realizar una espirometría basal
previa que debe ser normal. En la tabla V
exponemos una forma de realizar la prueba de
esfuerzo utilizando el método de carrera libre;
toda la sistemática y las condiciones para
hacer la prueba se pueden superponer a cual-
quier otro método utilizado (excepto el tipo
de ejercicio a realizar).
Provocación bronquial con metacolina o con his-
tamina
La metacolina es un fármaco colinérgico que
produce, en todos los humanos, una bronco-
constricción proporcional a la dosis adminis-
trada por vía inhalatoria. La relación entre la
intensidad de la broncoconstricción y la dosis
varía de unos sujetos a otros, que de tal mane-
ra, que unos necesitan altas dosis para tener
broncoconstricción mientras que otros la pre-
sentan con dosis mínimas. Estos últimos son
los que presentan hiperreactividad bronquial.
La histamina es un mediador biológico prefor-
mado en los mastocitos responsable del bron-
cospasmo inicial en los pacientes asmáticos.
Aunque existen numerosas recomendaciones
por parte de las sociedades neumológicas y
alergológicas para estandarizar las pruebas de
provocación bronquial con metacolina, no
existe unanimidad sobre cuál es el mejor
método y la forma de realizarlo; tampoco exis-
te un acuerdo unánime en cuanto al punto de
corte entre personas sanas y personas hiperre-
activas. A pesar de ello, todos los protocolos
comparten la base conceptual y fisiológica y
son útiles para el diagnóstico de la hiperreac-
tividad bronquial. En general se prefiere la
metacolina a la histamina por sus menores
efectos secundarios (distintos a la bronco-
constricción).
En términos generales la prueba consiste en:
_ Realizar una espirometría basal para ase-
gurar que es normal (FEV1 >80 % del
valor teórico).
_ Inhalar mediante nebulizador, suero fisio-
lógico tamponado a pH fisiológico.
Nueva espirometría. Si el FEV1 se modi-
fica más de un 5 %, debe hacerse la prue-
ba otro día.
_ Administrar cantidades crecientes de
metacolina o histamina inhaladas median-
te un nebulizador, realizando tras cada
dosis una nueva espirometría.
_ En el momento en que el descenso del
FEV1 sea igual o superior al 20 % del FEV1
tias suero fisiológico, se considera la prue-
ba positiva.
_ Si no hay cambios en el FEV1, se repiten
las inhalaciones de metacolina hasta
alcanzar la dosis máxima y se considera la
prueba como negativa.
_ Para revertir la broncoconstricción provo-
cada se administran broncodilatadores de
acción corta.
_ El resultado se expresa construyendo una
curva de dosis/respuesta y calculando la
PD20% o PC20% (dosis o concentración
de metacolina que provoca un descenso
del FEV1 del 20 %).
_ Según la dosis de metacolina o histamina
que hayamos necesitado para provocar
dicho descenso del FEV1 se cataloga la
hiperreactividad como leve, moderada o
grave.
181
Inmunología clínica y alergología/neumología
Pruebas de provocación bronquial específicas
Este tipo de pruebas tratan deliberadamente
de inducir broncospasmo con el fin de confir-
mar la etiología de la enfermedad. Se utilizan
cuando existe una discordancia entre la histo-
ria clínica y los resultados de las diferentes téc-
nicas in vivo e in vitro. No están indicadas en
asmas ya filiadas, en pacientes síntomaticos,
cuando existe un alto grado de sensibilización,
ni en pacientes con otros factores de riesgo.
La metodología es similar a la provocación
con metacolina o histamina pero, dado que se
administra un alergeno, el riesgo es mayor y se
pueden detectar reacciones tardías, a las 4-8
horas, e incluso retardadas, a las 24 horas.
Como estas respuestas suelen ser más profun-
das y duraderas que las inmediatas, es conve-
niente ingresar al paciente o, en su defecto,
monitorizar el PEF durante al menos 24 horas.
En este tipo de pruebas es obligatorio solicitar
el consentimiento informado.
La prueba se inicia con una espirometría
basal. A continuación se inhala el diluyente
utilizado para el alérgeno y si la espirometría
permanece inalterable (variaciones del FEV1
≤ 5 %), se continúa la prueba administrando
concentraciones crecientes del antígeno,
valorando la respuesta tras cada concentra-
ción. Una caída del FEV1 > 20 % del obteni-
do tras el diluyente se considera positiva,
dando por finalizada la prueba.
Prueba de provocación
conjuntival
La prueba consiste en depositar en el fondo
del saco conjuntival el alergeno sospechoso, a
concentraciones crecientes (habitualmente
entre 1/1.000 y 1/1 de la concentración de
prick), utilizando como control negativo el
diluyente del alergeno. Las instilaciones se
realizan a intervalos de 15 minutos y en ojos
alternos. Se considera una prueba positiva
cuando se objetiva inyección conjuntival,
epífora, prurito ocular y fotofobia.
Al igual que en otras pruebas de provoca-
ción, el enfermo debe estar asintomático y
evitar fármacos que puedan enmascarar los
resultados.
Prueba de provocación nasal
La prueba consiste en nebulizar en la nariz el
alergeno en estudio, a concentraciones cre-
cientes como en la provocación bronquial.
Hay que adoptar precauciones debido a que
pequeñas partículas del aerosol de alergeno
pueden alcanzar la vía aérea bronquial y des-
encadenar un broncospasmo. La respuesta se
puede presentar de forma inmediata a la pro-
vocación, o de forma tardía. El enfermo tiene
que estar asintomático y no tomar medica-
ción que pueda enmascarar los resultados.
En la interpretación de la prueba podemos
valorar síntomas clínicos como salvas de
estornudos, rinorrea acuosa, prurito nasal y
datos objetivos como el aumento de la resis-
tencia de la vía aérea nasal mediante rinoma-
nometría. Se puede efectuar además un estu-
dio de la secreción nasal, de las células y de
los diferentes mediadores que se liberan en la
respuesta inmediata y tardía de las reacciones
mediadas por IgE.
Tanto la prueba de provocación conjuntival
como nasal se pueden utilizar en pacientes
que presentan asma para demostrar su sensibi-
lización alergénica, evitando inducir una cri-
sis de broncospasmo. Es recomendable solici-
tar el consentimiento informado, dado que
ninguna de ellas está libre de riesgo.
182
Protocolos diagnósticos y terapéuticos en pediatría
Pruebas complementarias
in vitro
Hoy en día contamos con una serie de técni-
cas inmunológicas que permiten establecer un
correcto diagnóstico alergológico y sirven de
ayuda en la monitorización del enfermo alér-
gico y de su respuesta al tratamiento. Como
con cualquier otra técnica, hay que ser muy
cauto en la interpretación y ser conscientes de
que son un complemento diagnóstico a la his-
toria clínica y a las pruebas realizadas in vivo.
Podríamos clasificar las técnicas in vitro en
dos grandes grupos: las que detectan cifras de
anticuerpos (IgE sérica total, IgE e IgG espe-
cíficas), y las que permiten cuantificar los
mediadores que se liberan en la reacción Ag-
Ac (test de liberación de histamina, determi-
nación de leucotrienos, determinación de
triptasa, test de degranulación de basófilos,
proteína catiónica del eosinófilo, etc.). Otras
técnicas como el Inmunoblotting permiten
estudiar las reacciones cruzadas de diferentes
antígenos y la detección de determinantes
antigénicos. Comentaremos brevemente las
que tienen mayor interés clínico.
Inmunoglobulina E sérica total
La cuantificación de esta inmunoglobulina en
suero constituye hoy una técnica de rutina en
el diagnóstico alergológico. No obstante, hay
que tener en cuenta que la elevación de la IgE
no es patognomónica de los procesos alérgi-
cos, ya que se pueden observar cifras altas en
otras afecciones (tabla VI) . Por otra parte, es
posible observar niveles normales de IgE en
pacientes alérgicos, como en el caso de algu-
nos pacientes sensibilizados a polen, cuando
la cuantificación de IgE se hace fuera de la
estación polínica.
Los valores de la IgE se modifican con la edad,
el sexo, los antecedentes familiares de patolo-
gía alérgica y por el propio proceso alérgico,
por lo que deben siempre compararse con
unos patrones de normalidad que varían
según la técnica utilizada. En los niños, el
aumento de una desviación estándar en fun-
ción de la edad aumenta diez veces el riesgo
de desarrollar una enfermedad alérgica.
La valoración de la IgE total también sirve
para evaluar la evolución o respuesta al trata-
miento etiológico, ya que el descenso de las
cifras de IgE se considera un criterio de remi-
sión de la enfermedad.
183
Inmunología clínica y alergología/neumología
TABLA VI. Causas de aumento de la IgE total
1. Atopia
2. Parasitosis
3. Algunas enfermedades infecciosas (aspergilosis broncopulmonar alérgica, coccidiomicosis,
infección por el virus de Epstein-Barr, por HIV o por citomegalovirus, lepra, etc.)
4. Neoplasias (enfermedad de Hogdkin, mieloma IgE, postransplante de médula ósea, etc.)
5. Inmunodeficiencias (síndrome de Wiskott-Aldrich, síndrome hiper-IgE, síndrome de Di
George, etc.)
6. Algunas enfermedades cutáneas (penfigoide ampolloso, dermatitis acra crónica, eritema
nodoso estreptocócico, etc.)
7. Otras: síndrome nefrótico con cambios mínimos, nefritis intersticial por fármacos, muco-
viscidosis, enfermedad de Kawasaki, poliarteritis nodosa infantil, etc.
Inmunoglobulina E antígeno específica
RAST® y CAP Sytem®
Estas técnicas, que en la actualidad se utilizan
de rutina en el diagnóstico alergológico, hay
que interpretarlas con cautela, dado que
puede haber falsos positivos, como ocurre en
los pacientes con tasas muy altas de IgE total,
y falsos negativos, en los pacientes con cifras
altas de IgG antígeno específica que compiten
con la IgE por fijar el antígeno. Disponemos
de otras técnicas para cuantificar las IgE espe-
cíficas, pero presentan problemas de sensibili-
dad y especificidad para determinados alerge-
nos (sobre todo mohos y alimentos). En resu-
men, podemos decir que la determinación de
la IgE antígeno específica no es diagnóstica
por sí sola, pero sí muy útil para confirmar el
diagnóstico etiológico sospechado por la his-
toria clínica y las pruebas cutáneas.
Phadiatop®
Se trata de un multi-RAST cualitativo que
contiene los principales neumoalergenos, y
que da un resultado positivo o negativo. Su
elevada sensibilidad y especificidad lo hacen
ideal, como analítica de detención a nivel de
asistencia primaria en pediatría, a la hora de
decidir la derivación del paciente a Unidades
donde pueda realizarse un estudio alergológi-
co completo.
IgG4 antígeno específica
La determinación de lgG4 se utiliza funda-
mentalmente para el seguimiento de la res-
puesta a la inmunoterapia específica, obser-
vándose un aumento de la misma en el curso
del tratamiento frente al antígeno que se está
administrando.
Test de liberación de histamina
La histamina es uno de los mediadores bioló-
gicos que liberan los mastocitos y los basófilos
cuando se activan por una reacción antígeno-
anticuerpo IgE. Por tanto, el test de libera-
ción de histamina (TLH) permite estudiar de
una forma directa, in vitro, la respuesta alérgi-
ca y conocer la reactividad de un paciente
frente a diferentes alergenos. Los resultados
obtenidos en diferentes estudios muestran que
existe una buena correlación entre el TLH,
las pruebas cutáneos y el RAST, pero su coste
y complejidad relegan esta técnica para
pacientes en quienes esté contraindicada la
realización de pruebas cutáneas. Se utiliza
también en la monitorización de la inmuno-
terapia específica, observándose cómo dismi-
nuyen las cifras de histamina liberada.
Proteína catiónica del eosinófilo
La proteína catiónica del eosinófilo (ECP) es
una proteína que se encuentra en los gránulos
de los eosinófilos junto a otras proteínas. La
activación de los eosinófilos produce la libe-
ración de productos oxidativos y de proteínas
catiónicas responsables del daño tisular y de
la hiperreactividad bronquial inespecífica. El
aumento de la proteína catiónica del eosinó-
filo se relaciona bien con el aumento de eosi-
nófilos, mientras que su descenso guarda rela-
ción con la disminución de las crisis de asma
y la mejoría de la función pulmonar. Se trata
de una técnica sofisticada al alcance de unos
pocos grupos especializados, ya que sólo se ha
observado correlación entre la ECP y el grado
de inflamación bronquial cuando se traba-
ja con muestras de esputo inducido y no
con suero.
184
Protocolos diagnósticos y terapéuticos en pediatría
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186
Protocolos diagnósticos y terapéuticos en pediatría
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Diagnostico asma-aep

  • 1. 171 Introducción El asma es una enfermedad crónica inflama- toria de las vías aéreas en la que están impli- cados una gran cantidad de células y elemen- tos celulares y que en los individuos suscepti- bles provoca episodios recurrentes de sibilan- cias, falta de aire al respirar, sensación de opresión de pecho y tos. Estos episodios se asocian habitualmente a una obstrucción del flujo aéreo reversible, espontáneamente o con medicación, y la inflamación de la vía aérea a una hiperrespuesta bronquial a diver- sos estímulos. Esta definición, totalmente aceptable a partir de los 6 años de edad, puede ser inadecuada en niños pequeños en los que, desde un punto de vista práctico, es mejor aplicar la utilizada en el III Consenso Internacional Pediátrico que considera al asma como el “cuadro clíni- co caracterizado por sibilancias recurrentes y/o tos persistente en una situación en la que se han excluido otras enfermedades menos frecuentes”. Por los datos obtenidos en el estudio ISAAC (International Study of Asthma and Allergies in Childhood) llevado a cabo en España en el año 1994, en dos grupos de edad, uno de 6-7 años, en los que se pasó un cuestionario escrito, y otro de 13-14 años, en los que se sumó además un videocuestionario, podemos decir que, en el primer grupo, el porcentaje medio de sibi- lancias en el último año era del 6-7%, mien- tras que en los niños de 13-14 años oscilaba alrededor del 10%, con una clara diferencia entre determinadas ciudades como Barcelona, Bilbao, Cádiz, Cartagena y Valencia, donde los porcentajes alcanzados por los niños de mayor edad fueron del 11-14,6%, frente a los de Almería, Castellón, Madrid, Valladolid y Pamplona que estuvieron entre 5,5 y 7,6%. En la actualidad se están tabulando los resul- tados de la fase II, recién concluida, en la que han participado cuatro centros, Cartagena, Almería Madrid y Valencia, y donde, además de ampliar el cuestionario anterior, se han incluido una serie de medidas objetivas como prick test, IgE total, IgE específica y tests de provocación bronquial. Este estudio se com- pleta con la fase III, repetición de la fase I, también a punto de concluir, por lo que muy pronto podremos disponer de datos compara- tivos que nos permitan valorar si la prevalen- cia de asma está aumentando en nuestro país y si se mantienen las diferencias geográficas mostradas. Diagnóstico del asma bronquial en la infancia Diagnóstico clínico Como en cualquier tipo de enfermedad, para hacer un diagnóstico clínico es fundamental realizar una buena historia clínica. Historia clínica Debe ser metódica y minuciosa, encaminada a esclarecer los siguientes puntos: 1 Protocolos diagnósticos en asma bronquial Marcel Ibero Iborra **, Amparo Escribano Montaner *, José Sirvent Gómez*, Gloria García Hernández*, Antonio Martínez Gimeno*, Margarita Fernández Benítez** (* SENP, ** SEICAP)
  • 2. Anamnesis _ Constatación de los síntomas y signos de asma, precisando sus características, dado que la disnea, ruidos respiratorios sibilan- tes, tos y opresión torácica son muy suges- tivos de asma, pero por sí solos no son diagnósticos; hay que tratar de definir si los episodios son de disnea sibilante de predominio espiratorio, procurando evi- tar la utilización de términos confusos (“padece bronquitis”, por ejemplo). _ Características de las crisis: modo de pre- sentación, tanto en su inicio como en su desarrollo, duración, intensidad, variación horaria, patrón perenne o estacional... _ Valoración de la gravedad de los episodios: frecuencia, asistencia a urgencias, hospita- lizaciones, necesidad y respuesta a la medi- cación (beta-2, corticoides, etc.). _ Valoración de los periodos intercrisis: asin- tomáticos o no, tolerancia al ejercicio, necesidad de medicación ocasional o fre- cuente, despertares nocturnos por los sín- tomas, etc. _ Identificación de factores precipitantes o agravantes: infecciones respiratorias, expo- sición a alergenos (polvo doméstico, epi- telios de animales, pólenes etc.) o a con- taminantes ambientales (humo de tabaco, olores, etc.), relación con cambios de ambiente (vacaciones, segunda residen- cia), factores emocionales (llanto, risa, etc.), alimentos y aditivos, fármacos (aspi- rina) y factores inespecíficos (aire frío, ejercicio, cambios climáticos, etc.). _ Evaluación del desarrollo de la enfermedad: edad de inicio, carácter progresivo o no, diagnósticos y tratamientos, previos y actuales. _ Valoración de la familia y del propio paciente en el conocimiento de la enferme- dad, su cronicidad, manejo de los medica- mentos (sistemas de inhalación...). _ Impacto de la enfermedad: en el mismo paciente (absentismo escolar, participa- ción en juegos y deportes, trastornos del sueño, desarrollo, crecimiento y conduc- ta) y en la familia (alteración de la vida familiar, pérdidas de horas de trabajo, cos- tes económicos, etc.). _ Encuesta ambiental. Vivienda (urbana o rural; casa o piso; antigüedad), localiza- ción geográfica, calefacción, etc. Descrip- ción del dormitorio del paciente (tipo de colchón, almohada, alfombras, peluches, libros, etc.). Animales domésticos (gato, perro, etc.). Tabaquismo familiar (número de fumadores, importancia). _ Historia pediátrica general, insistiendo en los antecedentes familiares y personales relacionados con el asma o atopia (derma- titis, rinitis, alergia alimentaria, etc.), ambiente tabáquico, en la lesión previa del aparato respiratorio (en el periodo neona- tal, prematuridad, ventilación mecánica, displasia broncopulmonar, etc.; reflujo gas- troesofágico; infecciones, bronquiolitis, laringitis o catarros descendestes, etc.), que faciliten el diagnóstico diferencial. Exploración física Dentro del examen general centraremos la exploración física en el aparato respiratorio, en el área ORL y el aspecto de la piel. Los datos que orientan sobre la probabilidad de padecer asma, incluyen: _ Hiperexpansión del tórax (tórax cilíndri- co) u otras deformidades torácicas que denoten insuflación pulmonar. 172 Protocolos diagnósticos y terapéuticos en pediatría
  • 3. _ Auscultación de sibilancias o espiración alargada. _ Examen ocular y de vías altas: ojeras, doble pliegue parpebral, aspecto conjuntival, etc. Secreción nasal, aspecto de la mucosa y/o cornetes nasales, surco nasal transver- so, aspecto de la membrana timpánica (otitis serosa), etc. _ Aspecto de la piel: eczema en zonas de fle- xión, retroauricular, etc. Una exploración física normal, en los perio- dos de intercrisis, no impide el diagnóstico de asma. Diagnóstico funcional (ver tema 10) Pruebas basales La exploración funcional respiratoria nos sirve para confirmar el diagnóstico de asma, cuantificar la gravedad de la enfermedad, monitorizar la evolución y objetivar la res- puesta al tratamiento. Cualquier definición de asma bronquial nos habla de la existencia de una obstrucción reversible al flujo aéreo, espontánea o tras broncodilatador. Por este motivo, en todo niño en el que se sospeche asma, siempre que la edad lo permita, debería realizarse una prueba de función respiratoria, concretamen- te una espirometría basal seguida de otra tras administrar un broncodilatador. En los lac- tantes y niños pequeños que no cooperan en este tipo de pruebas pueden utilizarse otras como dilución de gases, pletismografía o cha- leco insuflable. Estas técnicas son de mayor complejidad y precisan de sedación. Espirometría Es la técnica más utilizada por su sencillez y coste y la "prueba reina" en el estudio del asma. Con ella medimos los volúmenes y flu- jos pulmonares generados en una maniobra de espiración máxima voluntaria, que puede ser simple o forzada (cuando pedimos al niño que la realice en el menor tiempo posible). Existen dos tipos de aparatos para medir el volumen de aire que sale de los pulmones y la velocidad a la que es expulsado: los espiróme- tros, que miden volúmenes, registrando el que entra o sale de la boca al tiempo, y los neu- motacógrafos que, tras medir el flujo, integran esta señal electrónica en volumen y por medio de un cronómetro lo relacionan con el tiempo. Estos últimos son los más utilizados y con ellos podemos obtener dos curvas básicas para interpretar los valores espirométricos (figura 1). _ Curva volumen/tiempo. _ Curva flujo/volumen. Los parámetros obtenidos de ambas curvas son los siguientes: _ Capacidad vital forzada (FVC). Es el máximo aire que puede ser espirado de forma forzada tras una inspiración máxi- ma. _ Volumen espiratorio máximo en el primer segundo (FEV1). Es el volumen espirado en el primer segundo desde que comienza la espiración. Está disminuido en los pro- cesos obstructivos como es el caso del asma. _ Cociente FEV1/FVC. Es el porcentaje de la capacidad vital forzada que se espira en el primer segundo. En condiciones nor- males este porcentaje es del 75-80%. Está disminuido en los procesos obstructivos y aumentado o es normal en los restricti- vos, porque en ellos la FVC suele estar disminuida. 173 Inmunología clínica y alergología/neumología
  • 4. _ Pico espiratorio de flujo (PEF). Es el flujo máximo instantáneo en una maniobra de espiración forzada. Suele ser dependiente del esfuerzo y su valor es por lo tanto limi- tado. Suele estar disminuido en los proce- sos obstructivos. _ Flujo espiratorio forzado entre el 25% y el 75% de la FVC (FEF25-75%). Se obtiene en la curva volumen/tiempo. Es un pará- metro muy sensible a la obstrucción de las vías aéreas más finas y en muchas oca- siones es el único que está afectado (asma leve, asma por ejercicio...). _ Flujos espiratorios forzados al 50% y al 25% de la FVC (MEF50%, MEF25%). Tam- bién valoran las vías finas y se obtienen de la curva de flujo/volumen (son los flujos instantáneos, medidos cuando el pulmón tiene el volumen correspondiente a este tanto por ciento de la capacidad vital) (fig. 1). Para valorar una espirometría es fundamental que esté bien realizada y con equipo y perso- nal adecuados. Hay una serie de condiciones mínimas que se deben tener en cuenta: _ Niño mayor de 5-6 años para que pueda colaborar. _ Ambiente tranquilo, libre de distracciones _ Adiestramiento previo del paciente _ Misma posición en todas las determinaciones _ Pinza en la nariz. _ Boca adaptada a una boquilla que conecta con el espirómetro/neumotacógrafo _ Debe hacer: • una inspiración máxima y mantener el aire al menos 2-3 segundos; • una espiración máxima hasta el vacia miento pulmonar alcanzando el volumen residual. 174 Protocolos diagnósticos y terapéuticos en pediatría Figura 1. Curvas básicas para la interpretación de los valores espirométricos. CURVA DE VOLUMEN FRENTE A TIEMPO CURVA DE FLUJO FRENTE A VOLUMEN VOLUMENTIEMPO FEF25-75% = a/b FVC FVCFEV1 1s a b PEF
  • 5. _ Repetir esta maniobra al menos tres veces para obtener tres curvas superponibles (variación del FEV1 ≤ 5 %). _ Valorar el grado de colaboración para poder interpretar la prueba. Para interpretar una espirometría hay que tener unos valores de referencia adecuados, que se obtienen de estudios amplios en pobla- ción sana, en función de una serie de pará- metros antropométricos (edad, sexo, raza, talla, peso...). Los valores espirométricos dependen fundamentalmente de la talla, por lo que la mayoría de las ecuaciones utilizan este dato como variable en el cálculo de regresión. En general, se consideran valores normales para el FEV1 cifras entre el 80% y el 120%. El patrón obstructivo se considera leve cuan- do el valor porcentual del FEV1 está entre 65- 80 %, moderado entre el 50-64 %, o grave si es menor del 50%) (ver tema 5). Pletismografía Es otra técnica de gran utilidad en el diagnós- tico del asma que complementa la espirome- tría. Mediante ella podemos conocer el gas que queda atrapado en el pulmón tras la espi- ración, que equivale a la capacidad residual funcional (FRC) y que, en condiciones nor- males, se corresponde con el gas intratorácico (ITGV). Dicho gas no puede medirse con la espirometría puesto que no podemos movili- zarlo de forma voluntaria con la espiración. Esta técnica también podemos utilizarla para medir la resistencia de la vía aérea (Raw), que equivale a la presión necesaria en el alvéolo para conseguir un determinado flujo aéreo en la boca, y podemos hallar su inversa, la con- ductancia (Gaw) y la conductancia específica (SGaw), que es el resultado de dividir Gaw por el volumen pulmonar al que se ha hecho la medición; así eliminamos el efecto que pueda tener el volumen al interpretar los 175 Inmunología clínica y alergología/neumología TABLA I. Valores espirométricos y pletismográficos en el asma bronquial FVC Normal o ↓ FEV1 ↓ FEV1/FVC ↓ FEF25-75% ↓ MEF50% ↓ MEF25% ↓ FRC o TGV ↑ RV ↑ TLC ↑ RV/TLC ↑ Raw ↑ Gaw ↓ SGaw ↓ Espirometría Pletismografía
  • 6. resultados ya que, como es sabido, a volúme- nes altos los bronquios están más dilatados y la resistencia es menor, y a volúmenes pulmo- nares bajos, los bronquios están comprimidos y la resistencia está aumentada. En la tabla I reflejamos los valores de la fun- ción pulmonar propios del asma (enfermedad obstructiva) en condiciones basales. Pruebas broncodinámicas En el asma, además de demostrar la limitación al flujo aéreo, debemos demostrar también que la obstrucción bronquial es reversible y/o que existe cierto grado de hiperreactividad bronquial (HRB) a diversos estímulos, físicos, químicos o inmunológicos. Para ello utiliza- mos las llamadas pruebas broncodinámicas: test de broncodilatación y los tests de hiper- reactividad bronquial inespecífica (véase más adelante). Test de broncodilatación (TBD) Consiste en realizar una espirometría y, tras comprobar que existe un patrón obstructivo, repetirla a los 10-20 minutos de haber admi- nistrado un beta-adrenérgico inhalado de corta duración (salbutamol o terbutalina). No existen normativas para realizar el TBD en los niños y las dosis que deben adminis- trarse varían de un autor a otro, aunque la más utilizada es la de 0,4 mg de salbutamol. El parámetro espirométrico más empleado para valorar el TBD es el FEV1 y, en menor medida, la FVC porque ambos son fácilmente reproducibles. El PEF, al ser dependiente del esfuerzo, es menos fiable. Los mesoflujos tam- poco se utilizan ya que el incremento de la FVC tras el broncodilatador puede inducir a error en la interpretación de los resultados o habría que tener en cuenta y relacionar su aumento con la FVC. Hay distintos métodos o índices para expresar la respuesta broncodilatadora y, de ellos, el más utilizado es el cambio porcentual respec- to al valor inicial en el FEV1: % = FEV1 post - FEV1 pre / FEV1 pre x 100 aunque parece más correcto utilizar el cambio porcentual respecto al valor teórico, % = FEV1 post - FEV1 pre / FEV1 teórico x 100 En el primer caso consideramos positivo un incremento del FEV1 de un 15-20 % y en el segundo caso el FEV1 debería aumentar como mínimo un 10 % sobre el FEV1 teóri- co del sujeto. Diagnóstico alergológico Pruebas complementarias in vivo Podríamos definir las técnicas in vivo, como las que se realizan en el propio paciente, bien sea con el fin de determinar el alergeno impli- cado en el desarrollo de la enfermedad, o de confirmar la sospecha del alergeno desenca- denante, puesta de manifiesto en la historia clínica. Entre las pruebas in vivo tenemos: las pruebas cutáneas y las pruebas de provoca- ción. Estas últimas incluyen, a su vez, dos tipos: las pruebas de provocación específica, que son las que se realizan con alergenos sos- pechosos de desencadenar la sintomatología y las pruebas de provocación inespecífica que se efectúan, entre otros, con ejercicio, metacoli- na, histamina, etc., con el fin de poner de manifiesto la presencia de hiperreactividad bronquial. Pruebas cutáneas Un alergeno es un antígeno (Ag) capaz de inducir una respuesta de anticuerpos IgE. El descubrimiento del Ag y su correspondiente 176 Protocolos diagnósticos y terapéuticos en pediatría
  • 7. Ac específico, responsable de la reacción Ag- anticuerpo (Ac) y por lo tanto de la sintoma- tología clínica, es la base del diagnóstico etio- lógico en las enfermedades alérgicas. Una anamnesis detallada nos puede ayudar a valo- rar el grado de agresividad del antígeno sospe- choso y a decidir la prueba diagnóstica ade- cuada, evitando así riesgos innecesarios para el paciente. Si no existe una sospecha concre- ta de cuál es el alergeno, tendremos que reali- zar las pruebas diagnósticas con los alergenos predominantes en el entorno del niño. Tipos de tests cutáneos Para el diagnóstico del asma bronquial, los tests cutáneos que utilizaremos serán los que pongan de manifiesto una reacción de tipo inmediato, mediada por IgE: el prick-test y/o las pruebas intracutáneas. En ambos casos, la reacción objetivada está inducida fundamen- talmente por la degranulación de los mastoci- tos cutáneos al contacto con el alergeno, con la consiguiente liberación de mediadores res- ponsables de la respuesta inmediata. Podemos encontrar una respuesta tardía a las 6-8 horas, ya que muchos de los mediadores liberados por los mastocitos activados tienen efecto quimiotáctico y actúan atrayendo hacia el lugar de la reacción células inflamatorias como eosinófilos, neutrófilos y macrófagos, que contribuyen a perpetuar la inflamación. Los linfocitos CD4+ desempeñan un papel en la puesta en marcha y regulación de la res- puesta tardía, por la generación y liberación de citocinas. Prick test El prick test es una técnica rápida, sencilla y segura, en la que es raro que se desencadenen reacciones sistémicas. Se realiza colocando gotas de los extractos que queremos estudiar y de las soluciones de control positivo y negati- vo sobre la superficie volar del antebrazo. Pos- teriormente, con lancetas estandarizadas, derivadas de la aguja de Morrow-Brown, se hace una puntura a través de la gota insertán- dola en la epidermis con un pequeño ángulo. Hay que tener la precaución de colocar las gotas con una separación adecuada con el fin de evitar la superposición de las reacciones que se obtengan. Es necesario utilizar para cada extracto una lanceta diferente para evi- tar falsas positividades. Intracutánea Consiste en la inyección intradérmica de 0,05-0,07 ml de extracto alergénico con jerin- gas de 1 ml y agujas intradérmicas desechables del calibre 27-30, formando una pápula de 2-3 mm de diámetro. Las pruebas se pueden realizar en el antebrazo o en la espalda, man- teniendo entre ellas una distancia de, al menos, 2 cm con el fin de evitar superposicio- nes en caso de que se produzcan positividades; si se realizan en la espalda, hay que cuidar también la distancia a la línea vertebral ya que se pueden dar falsos positivos debido a los reflejos axónicos. A diferencia del prick test, las pruebas intra- cutáneas pueden desencadenar reacciones sis- 177 Inmunología clínica y alergología/neumología TABLA II. Precauciones en los tests cutáneos • Supervisión del médico • Utilizar extractos estandarizados • Utilizar concentraciones adecuadas • Utilizar control negativo y positivo • Técnica adecuada • Control de medicación por parte del paciente • Registrar reacciones
  • 8. témicas (0,5% de los pacientes testados), por lo que en la anamnesis se deben obtener los datos precisos con el fin de realizar las dilu- ciones adecuadas de los extractos, y evitar así posibles reacciones; hay que tener en cuenta que la concentración utilizada en las pruebas intracutáneas es de 10 a 10.000 veces menor que la necesaria para una prueba de prick positiva. Las precauciones y errores más frecuentes, así como las diferencias existentes entre las dos técnicas de pruebas cutáneas para el estudio de hipersensibilidad inmediata, podemos ver- los en las tablas II y III. Extractos alergénicos y soluciones control En la actualidad se dispone de una gran can- tidad de extractos alergénicos con la ventaja, sobre años atrás, de que la mayoría están estandarizados biológicamente y son de alta calidad. Esto permite un diagnóstico fiable y que las técnicas sean reproducibles. Cualquier estudio con tests cutáneos requie- re realizar un control negativo y un control positivo. El control negativo habitualmente es el dilu- yente utilizado para los extractos alergénicos y nos permite valorar que no da una reacción inespecífica. En aquellos pacientes con un importante dermografismo, la positividad del control negativo nos sirve para evaluar los resultados con los extractos e interpretar los posibles falsos positivos. Para el control positivo habitualmente se uti- liza histamina. Permite valorar la respuesta cutánea y compararla con el resto de positivi- dades encontradas a los extractos alergénicos, así como detectar la supresión de reactividad en los pacientes tratados con fármacos que puedan inhibir la respuesta cutánea, o en aquellos que presentan una baja reactividad a la histamina. Permite, además, valorar si la técnica está bien realizada. Medición e interpretación de los tests cutáneos La respuesta cutánea inmediata frente a extractos alergénicos, caracterizada por la presencia de pápula y eritema en el lugar de la prueba, se obtiene en los primeros 20 minutos (entre 8-10 minutos para la histamina y entre 15-20 para los alergenos). Habitualmente uti- lizamos una regla milimetrada y calculamos la media entre el diámetro mayor y menor de la pápula y/o eritema. Con el fin de dejar cons- tancia en la historia clínica del paciente, se dibuja la pápula con un rotulador sobre un papel cello transparente colocado sobre la 178 Protocolos diagnósticos y terapéuticos en pediatría TABLA III. Ventajas prik/intracutáneas Fácil realización Sí Sí Rapidez Sí ± Molesta No Sí Falsos positivos Raro Posible Falsos negativos Posible Raro Seguridad Sí ± PRICK INTRACUTÁNEA
  • 9. reacción y se deja registrado en la historia. Esto sirve para comparar, de forma objetiva, las respuestas posteriores. En términos generales, se consideran positi- vas aquellas respuestas iguales o superiores al valor de la respuesta obtenida con la histami- na. Para algunos alergenos (hongos, ciertos alimentos), se aceptan como positivas res- puestas de hasta 2/3 del valor histamina, valo- rándose como dudosas o negativas las respues- tas de menor tamaño. En la interpretación de estas positividades hay que ser cautelosos, ya que la positividad cutánea frente a un antíge- no sólo implica sensibilización al mismo, sin que ello quiera decir que dicha sensibilización tenga una significación clínica y/o etiológica. En todos los casos debe valorarse la relación existente entre una determinada sensibiliza- ción y la aparición de síntomas. Si no hay una clara relación sensibilización-anamnesis, puede tratarse de una positividad subclínica o apatógena que merece seguir su evolución. En otras ocasiones nos obligará a reinterrogar al paciente y tratar de confirmar si existe reper- cusión clínica mediante una prueba de provo- cación. No obstante, en el caso de los alerge- nos inhalantes podemos afirmar que los test cutáneos representan el método diagnóstico más efectivo siempre que exista una historia sugestiva. Factores que pueden modificar la respuesta cutánea En la tabla IV podemos ver los factores que modifican la respuesta. El primer factor que hay que tener en cuenta es la edad del paciente. Se sabe que a partir de los 3 meses se puede obtener por prick una pápula significativa con el control positivo (histamina); no obstante, esta pápula va a ser más pequeña que en edades posteriores, por eso cuando realizamos pruebas cutáneas en lactantes, debido a esta menor reactividad, los criterios de positividad frente a los extractos alergénicos van a tener que compararse con la reactividad frente al control positivo. Otro de los factores que puede modificar la respuesta es que la técnica no haya sido correcta; en este sentido sabemos que la reac- tividad cutánea no es la misma en todas las partes del cuerpo, que la espalda es más reac- tiva que el antebrazo, la zona cubital es más reactiva que la radial, y la zona distal de la muñeca es menos reactiva que la proximal. Además, ya hemos dicho que la utilización de los extractos influye en la reactividad: extrac- tos no estandarizados pueden dar reacciones mayores que los estandarizados, muchas de ellas inespecíficas por contener irritantes o liberadores inespecíficos de histamina, o fal- sos negativos por no contener todos los aler- genos relevantes del producto a estudiar. Hay que tener en cuenta el ritmo circadiano, ya que existe un pico de reactividad a última hora de la tarde y que la reactividad es menor en la primera hora de la mañana. Las estaciones del año son otros factores que influyen en la respuesta, dependiendo de los alergenos que estemos probando. Por ejem- plo, en pacientes con sensibilización a póle- nes, encontraremos una mayor reactividad en las épocas de exposición natural al polen res- ponsable. 179 Inmunología clínica y alergología/neumología TABLA IV. Factores que modifican la respuesta cutánea • Edad • Localización de la punción • Ritmo circadiano • Variaciones estacionales • Toma de fármacos • Tratamiento con inmunoterapia específica
  • 10. También ha de tenerse en cuenta la toma de medicación por parte del enfermo. Los antihistamínicos modifican o anulan la respuesta frente a los alergenos por lo que, dependiendo del tipo de antihistamínico, deberá suspenderse el tratamiento días antes de realizar las pruebas, a saber: astemizol, entre 30-60 días; loratadina y cetirizina, entre 3-10 días; difenhidramina, 1-3 días; hidroxicina, 7-10 días; ketotifeno 5 días, por nombrar algunos de ellos. Otros fármacos como los beta-adrenérgicos no influyen en la respuesta, y los corticoides únicamente influyen sobre la respuesta retardada cuando se administran por vía tópica cutánea o cuando se utilice corticoterapia prolongada por vía sistémica. Los corticoides inhalados no modifican la respuesta cutánea y, por tanto, no es necesario suprimirlos antes de un estudio. La inmunoterapia específica mantenida un tiempo prolongado también puede disminuir la respuesta cutánea al alergeno en estudio. Pruebas de provocación bronquial Las pruebas de provocación bronquial son técnicas de exploración funcional respiratoria que pretenden demostrar la presencia o ausen- cia de hiperreactividad bronquial inespecífica y/o específica, valorando la respuesta del indi- viduo asmático a distintos estímulos que pue- den condicionar una broncoconstricción. Pruebas de provocación bronquialinespe- cíficas Prueba de esfuerzo o de ejercicio El ejercicio actúa como estímulo de la limita- ción al flujo aéreo y es uno de los principales desencadenantes de asma. Un porcentaje ele- vado de niños asmáticos tiene broncocons- tricción inducida por el ejercicio, bien como único desencadenante o bien asociado a otros estímulos. 180 Protocolos diagnósticos y terapéuticos en pediatría TABLA V. Test de ejercicio con carrera libre Condiciones previas • Ausencia de síntomas de asma en el momento de inicio de la prueba • No haber tomado ningún fármaco para el asma 12 horas antes, excepto corticoides inhalados • Vestir ropa y calzado adecuados para el ejercicio • Espirometría basal normal Realización de la prueba • Ambiente adecuado (humedad y temperatura controladas) • Carrera libre durante 6 a 8 minutos (según protocolos) procurando que se alcance una frecuencia cardíaca superior a 150 por minuto • Espirometrías a los 3, 5, 10, 15 y 30 minutos • Valorar la positividad del test según vayan descendiendo los parámetros Criterios de positividad • Descenso del FEV1 > 20 % del basal • Administrar un broncodilatador de acción corta si no se recupera el broncospasmo en 15 minutos • Repetir la espirometría posbroncodilatador para valorar la respuesta
  • 11. En pediatría las pruebas más usadas son la de carrera libre (esfuerzo constante) y la de ejer- cicio utilizando un tapiz rodante o bicicleta ergométrica (esfuerzo incremental). Sea cual sea el método utilizado, para poder realizar la prueba se de realizar una espirometría basal previa que debe ser normal. En la tabla V exponemos una forma de realizar la prueba de esfuerzo utilizando el método de carrera libre; toda la sistemática y las condiciones para hacer la prueba se pueden superponer a cual- quier otro método utilizado (excepto el tipo de ejercicio a realizar). Provocación bronquial con metacolina o con his- tamina La metacolina es un fármaco colinérgico que produce, en todos los humanos, una bronco- constricción proporcional a la dosis adminis- trada por vía inhalatoria. La relación entre la intensidad de la broncoconstricción y la dosis varía de unos sujetos a otros, que de tal mane- ra, que unos necesitan altas dosis para tener broncoconstricción mientras que otros la pre- sentan con dosis mínimas. Estos últimos son los que presentan hiperreactividad bronquial. La histamina es un mediador biológico prefor- mado en los mastocitos responsable del bron- cospasmo inicial en los pacientes asmáticos. Aunque existen numerosas recomendaciones por parte de las sociedades neumológicas y alergológicas para estandarizar las pruebas de provocación bronquial con metacolina, no existe unanimidad sobre cuál es el mejor método y la forma de realizarlo; tampoco exis- te un acuerdo unánime en cuanto al punto de corte entre personas sanas y personas hiperre- activas. A pesar de ello, todos los protocolos comparten la base conceptual y fisiológica y son útiles para el diagnóstico de la hiperreac- tividad bronquial. En general se prefiere la metacolina a la histamina por sus menores efectos secundarios (distintos a la bronco- constricción). En términos generales la prueba consiste en: _ Realizar una espirometría basal para ase- gurar que es normal (FEV1 >80 % del valor teórico). _ Inhalar mediante nebulizador, suero fisio- lógico tamponado a pH fisiológico. Nueva espirometría. Si el FEV1 se modi- fica más de un 5 %, debe hacerse la prue- ba otro día. _ Administrar cantidades crecientes de metacolina o histamina inhaladas median- te un nebulizador, realizando tras cada dosis una nueva espirometría. _ En el momento en que el descenso del FEV1 sea igual o superior al 20 % del FEV1 tias suero fisiológico, se considera la prue- ba positiva. _ Si no hay cambios en el FEV1, se repiten las inhalaciones de metacolina hasta alcanzar la dosis máxima y se considera la prueba como negativa. _ Para revertir la broncoconstricción provo- cada se administran broncodilatadores de acción corta. _ El resultado se expresa construyendo una curva de dosis/respuesta y calculando la PD20% o PC20% (dosis o concentración de metacolina que provoca un descenso del FEV1 del 20 %). _ Según la dosis de metacolina o histamina que hayamos necesitado para provocar dicho descenso del FEV1 se cataloga la hiperreactividad como leve, moderada o grave. 181 Inmunología clínica y alergología/neumología
  • 12. Pruebas de provocación bronquial específicas Este tipo de pruebas tratan deliberadamente de inducir broncospasmo con el fin de confir- mar la etiología de la enfermedad. Se utilizan cuando existe una discordancia entre la histo- ria clínica y los resultados de las diferentes téc- nicas in vivo e in vitro. No están indicadas en asmas ya filiadas, en pacientes síntomaticos, cuando existe un alto grado de sensibilización, ni en pacientes con otros factores de riesgo. La metodología es similar a la provocación con metacolina o histamina pero, dado que se administra un alergeno, el riesgo es mayor y se pueden detectar reacciones tardías, a las 4-8 horas, e incluso retardadas, a las 24 horas. Como estas respuestas suelen ser más profun- das y duraderas que las inmediatas, es conve- niente ingresar al paciente o, en su defecto, monitorizar el PEF durante al menos 24 horas. En este tipo de pruebas es obligatorio solicitar el consentimiento informado. La prueba se inicia con una espirometría basal. A continuación se inhala el diluyente utilizado para el alérgeno y si la espirometría permanece inalterable (variaciones del FEV1 ≤ 5 %), se continúa la prueba administrando concentraciones crecientes del antígeno, valorando la respuesta tras cada concentra- ción. Una caída del FEV1 > 20 % del obteni- do tras el diluyente se considera positiva, dando por finalizada la prueba. Prueba de provocación conjuntival La prueba consiste en depositar en el fondo del saco conjuntival el alergeno sospechoso, a concentraciones crecientes (habitualmente entre 1/1.000 y 1/1 de la concentración de prick), utilizando como control negativo el diluyente del alergeno. Las instilaciones se realizan a intervalos de 15 minutos y en ojos alternos. Se considera una prueba positiva cuando se objetiva inyección conjuntival, epífora, prurito ocular y fotofobia. Al igual que en otras pruebas de provoca- ción, el enfermo debe estar asintomático y evitar fármacos que puedan enmascarar los resultados. Prueba de provocación nasal La prueba consiste en nebulizar en la nariz el alergeno en estudio, a concentraciones cre- cientes como en la provocación bronquial. Hay que adoptar precauciones debido a que pequeñas partículas del aerosol de alergeno pueden alcanzar la vía aérea bronquial y des- encadenar un broncospasmo. La respuesta se puede presentar de forma inmediata a la pro- vocación, o de forma tardía. El enfermo tiene que estar asintomático y no tomar medica- ción que pueda enmascarar los resultados. En la interpretación de la prueba podemos valorar síntomas clínicos como salvas de estornudos, rinorrea acuosa, prurito nasal y datos objetivos como el aumento de la resis- tencia de la vía aérea nasal mediante rinoma- nometría. Se puede efectuar además un estu- dio de la secreción nasal, de las células y de los diferentes mediadores que se liberan en la respuesta inmediata y tardía de las reacciones mediadas por IgE. Tanto la prueba de provocación conjuntival como nasal se pueden utilizar en pacientes que presentan asma para demostrar su sensibi- lización alergénica, evitando inducir una cri- sis de broncospasmo. Es recomendable solici- tar el consentimiento informado, dado que ninguna de ellas está libre de riesgo. 182 Protocolos diagnósticos y terapéuticos en pediatría
  • 13. Pruebas complementarias in vitro Hoy en día contamos con una serie de técni- cas inmunológicas que permiten establecer un correcto diagnóstico alergológico y sirven de ayuda en la monitorización del enfermo alér- gico y de su respuesta al tratamiento. Como con cualquier otra técnica, hay que ser muy cauto en la interpretación y ser conscientes de que son un complemento diagnóstico a la his- toria clínica y a las pruebas realizadas in vivo. Podríamos clasificar las técnicas in vitro en dos grandes grupos: las que detectan cifras de anticuerpos (IgE sérica total, IgE e IgG espe- cíficas), y las que permiten cuantificar los mediadores que se liberan en la reacción Ag- Ac (test de liberación de histamina, determi- nación de leucotrienos, determinación de triptasa, test de degranulación de basófilos, proteína catiónica del eosinófilo, etc.). Otras técnicas como el Inmunoblotting permiten estudiar las reacciones cruzadas de diferentes antígenos y la detección de determinantes antigénicos. Comentaremos brevemente las que tienen mayor interés clínico. Inmunoglobulina E sérica total La cuantificación de esta inmunoglobulina en suero constituye hoy una técnica de rutina en el diagnóstico alergológico. No obstante, hay que tener en cuenta que la elevación de la IgE no es patognomónica de los procesos alérgi- cos, ya que se pueden observar cifras altas en otras afecciones (tabla VI) . Por otra parte, es posible observar niveles normales de IgE en pacientes alérgicos, como en el caso de algu- nos pacientes sensibilizados a polen, cuando la cuantificación de IgE se hace fuera de la estación polínica. Los valores de la IgE se modifican con la edad, el sexo, los antecedentes familiares de patolo- gía alérgica y por el propio proceso alérgico, por lo que deben siempre compararse con unos patrones de normalidad que varían según la técnica utilizada. En los niños, el aumento de una desviación estándar en fun- ción de la edad aumenta diez veces el riesgo de desarrollar una enfermedad alérgica. La valoración de la IgE total también sirve para evaluar la evolución o respuesta al trata- miento etiológico, ya que el descenso de las cifras de IgE se considera un criterio de remi- sión de la enfermedad. 183 Inmunología clínica y alergología/neumología TABLA VI. Causas de aumento de la IgE total 1. Atopia 2. Parasitosis 3. Algunas enfermedades infecciosas (aspergilosis broncopulmonar alérgica, coccidiomicosis, infección por el virus de Epstein-Barr, por HIV o por citomegalovirus, lepra, etc.) 4. Neoplasias (enfermedad de Hogdkin, mieloma IgE, postransplante de médula ósea, etc.) 5. Inmunodeficiencias (síndrome de Wiskott-Aldrich, síndrome hiper-IgE, síndrome de Di George, etc.) 6. Algunas enfermedades cutáneas (penfigoide ampolloso, dermatitis acra crónica, eritema nodoso estreptocócico, etc.) 7. Otras: síndrome nefrótico con cambios mínimos, nefritis intersticial por fármacos, muco- viscidosis, enfermedad de Kawasaki, poliarteritis nodosa infantil, etc.
  • 14. Inmunoglobulina E antígeno específica RAST® y CAP Sytem® Estas técnicas, que en la actualidad se utilizan de rutina en el diagnóstico alergológico, hay que interpretarlas con cautela, dado que puede haber falsos positivos, como ocurre en los pacientes con tasas muy altas de IgE total, y falsos negativos, en los pacientes con cifras altas de IgG antígeno específica que compiten con la IgE por fijar el antígeno. Disponemos de otras técnicas para cuantificar las IgE espe- cíficas, pero presentan problemas de sensibili- dad y especificidad para determinados alerge- nos (sobre todo mohos y alimentos). En resu- men, podemos decir que la determinación de la IgE antígeno específica no es diagnóstica por sí sola, pero sí muy útil para confirmar el diagnóstico etiológico sospechado por la his- toria clínica y las pruebas cutáneas. Phadiatop® Se trata de un multi-RAST cualitativo que contiene los principales neumoalergenos, y que da un resultado positivo o negativo. Su elevada sensibilidad y especificidad lo hacen ideal, como analítica de detención a nivel de asistencia primaria en pediatría, a la hora de decidir la derivación del paciente a Unidades donde pueda realizarse un estudio alergológi- co completo. IgG4 antígeno específica La determinación de lgG4 se utiliza funda- mentalmente para el seguimiento de la res- puesta a la inmunoterapia específica, obser- vándose un aumento de la misma en el curso del tratamiento frente al antígeno que se está administrando. Test de liberación de histamina La histamina es uno de los mediadores bioló- gicos que liberan los mastocitos y los basófilos cuando se activan por una reacción antígeno- anticuerpo IgE. Por tanto, el test de libera- ción de histamina (TLH) permite estudiar de una forma directa, in vitro, la respuesta alérgi- ca y conocer la reactividad de un paciente frente a diferentes alergenos. Los resultados obtenidos en diferentes estudios muestran que existe una buena correlación entre el TLH, las pruebas cutáneos y el RAST, pero su coste y complejidad relegan esta técnica para pacientes en quienes esté contraindicada la realización de pruebas cutáneas. Se utiliza también en la monitorización de la inmuno- terapia específica, observándose cómo dismi- nuyen las cifras de histamina liberada. Proteína catiónica del eosinófilo La proteína catiónica del eosinófilo (ECP) es una proteína que se encuentra en los gránulos de los eosinófilos junto a otras proteínas. La activación de los eosinófilos produce la libe- ración de productos oxidativos y de proteínas catiónicas responsables del daño tisular y de la hiperreactividad bronquial inespecífica. El aumento de la proteína catiónica del eosinó- filo se relaciona bien con el aumento de eosi- nófilos, mientras que su descenso guarda rela- ción con la disminución de las crisis de asma y la mejoría de la función pulmonar. Se trata de una técnica sofisticada al alcance de unos pocos grupos especializados, ya que sólo se ha observado correlación entre la ECP y el grado de inflamación bronquial cuando se traba- ja con muestras de esputo inducido y no con suero. 184 Protocolos diagnósticos y terapéuticos en pediatría
  • 15. Bibliografía 1. Chai H, Farr RS, Froelichs LA, Madison DA, McLean JA, Rosenthal y cols. Standarization of bronchial inhalation challenge procedure. J Allergy Clin Immunol 1975;56:323-327. 2. Cobos N. La función pulmonar del lactante al adolescente. I Curso sobre la función pulmonar en el niño (Principios y Aplicaciones). San Sebastián, 1997. Libro de ponencias, págs. 16-19. 3. Ellis EF. Asma en la infancia. En: Middleton EJr, Reed ChE, Ellis EF, Adkinson NF Jr, Yun- ginger JW, eds. Alergia. Principios y práctica. 3ª ed. Barcelona Salvat, 1992; 965-988. 4. Eriksson NE. Allergy screening with Phadia- top® and CAP Phadiatop® in combination with a questionnaire in adults with asthma and rinitis. Allergy 1990; 45:285-292. 5. Grupo ISAAC España. Prevalencia de síntomas relacionados con el asma en una población de niños de 13-14 años en nueve ciudades españo- las. Med Clin (Barc) 1999; 112: 171-175. 6. Ibero M, Ridao M, Salas A, Tresserra R. Un nuevo método para el despistaje de la alergia en Pediatría. Actas de la XVII Reunión Nacional de la Sección de Inmunología y Alergia de la AEP. Zaragoza, 1993. 7. Larrad L, Lasierra MP. Determinación de IgE total. Métodos de determinación deIgE específi- ca: especificidad, sensibilidad, rentabilidad e interpretación. Otros métodos de utilidad en alergia infantil. Formación Continuada en Alergología Infantil. Métodos diagnósticos en alergia (II). Pediatría Integral, 2000; 6:3-39. 8. Middleton E, Reed CE, Ellis EF, Adkinson NF, Yunginger JW. Allergy. Principles and Practice. St. Louis, Mosby, 1988. 9. National Astma Education and Prevention Pro- gram. Expert Panel Report II. Guidelines for the diagnosis and management of asthma. Bethse- da. National Institutes of Health, 1997 (Publi- cation 97-4951). 10. Nakagawa T. The role of IgG subclass antibo- dies in the clinical response to immunotherapy in allergic diseases. Clin Exp Allergy 1991; 21:289-296. 11. Navarro M, Pérez G, Valdivia C. Exploración del aparato respiratorio en pediatría. Pediatría Integral 1996;2;85-102. 12. Oehling A. Alergología e Inmunología Clínica. Interamericana, Mc Graw-Hill, 1995. 13. Oehling A, Fernández Benítez M, Córdoba H. Pruebas alergológicas de diagnóstico in vivo. Tratado de Medicina Interna. Medicine. Aler- gología I, 1993; 38(6): 1675-1680. 14. Oehling A, Fernández Benítez M, Córdoba H, Sanz ML. Skin manifestations and immunologi- cal parameters in children food allergy. J Invest Allergol Clin Immunol 1997; 7:155-159. 15. Pérez Frías J, Pérez Ruiz E, Vargas Machuca M, Martínez Valverde A. Espirometría. I Curso sobre función pulmonar en el niño (Principios y Aplicaciones). San Sebastián, 1997. Libro de ponencias, págs., 23-29. 16. Pfaff JK, Morgan WJ. Función pulmonar en lac- tantes y niños. Clin Pediatr Nort 1994;2:441-461. 17. Rubi M, Togores B. Asma bronquial. En: Agus- tí AGN. Función pulmonar aplicada: puntos clave. Mosby/Doyma 1995, págs. 134-152. 18. Sanz J, Martorell A, Álvarez A. Estudio de la función pulmonar basal (FVC, FEV1) en una población infantil de referencia. An Esp Pediatr 1990; 32:507-512. 19. Tabar A, Oehling A. Papel de laIgE en la hiper- sensibilidad inmediata. Receptores y factores que modulan su producción. Tiempos Médicos (Especial Alergología). Junio 1990; 6-12. 185 Inmunología clínica y alergología/neumología
  • 16. 20. Taussig LM, Chernick V, Wood R, Farrel P, Mellings RB. Standarization of lung function testing in children. J Pediatr 1980;97:668-676. 21. Valencia A, Casan P, Díaz M. Normativa para los test de provocación bronquial inespecífica. Arch Bronconeumol 1991;27:353-361. 22. Warner JO, Naspitz CK. Third International Pediatric Consensus Statement on the Manage- ment of Childhood Asthma. Pediatr Pulmonol 1998; 25: 1-17. 23. Yunginger JW. Clinical significance of IgE. En: Middleton E, Reed CH, Ellis EF y cols. (eds.) Allergy. Principles and Practice. St Louis, Mosby, 1988. págs., 849-860. 186 Protocolos diagnósticos y terapéuticos en pediatría NOTAS