2. Hoy celebra la Iglesia la fiesta de la Santísima Trinidad.
3. De hecho, todos
los domingos y
todos los actos
religiosos son
para gloria de la
Santísima
Trinidad.
Por eso
comenzamos “en
el nombre del
Padre, del Hijo y
del Espíritu
Santo”.
8. Pero en este día
queremos
sumergirnos en la
grandeza de este
misterio y adorar a
Dios por todo lo que
significa para
nosotros: que Dios
sea Uno, pero que
sean tres personas,
Padre, Hijo y Espíritu
Santo, que tienen
plena relación con
nosotros.
9. Y lo primero que
debemos decir
es que es un
misterio que
supera toda
nuestra
capacidad y que,
en esta vida,
nunca podremos
llegar a
comprenderlo.
10. Esto significa que debemos hacer un acto de
humildad, porque reconocemos que Dios es tan
grande que nuestro ser “pequeño” nunca podrá
llegar a abarcar toda la grandeza de Dios.
12. Ese Dios, que es misterio para nosotros, no es algo
abstracto o que esté lejano a nosotros, sino que está
dentro de nosotros.
Y por lo tanto
nuestra
ocupación
principal es
poder
comprender
cuál es la
relación con
nosotros de ese
Dios, que es
Padre, Hijo y
Espíritu Santo.
13. En el Antiguo Testamento Dios no había revelado la
realidad del Misterio. Hoy en la 1º lectura nos habla por
boca de Moisés cómo Dios es grande y potente, pero al
mismo tiempo está cercano, porque viene a salvarnos.
Por eso
debemos
cumplir
sus
manda-
mientos.
Dt 4,32-34.39-40
14. Moisés habló al pueblo, diciendo: "Pregunta, pregunta a los
tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que
Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿hubo jamás, desde un
extremo al otro del cielo, palabra tan grande como ésta?;
¿se oyó cosa semejante?; ¿hay algún pueblo que haya
oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde
el fuego, y haya sobrevivido?; ¿algún Dios intentó jamás
venir a buscarse una nación entre las otras por medio de
pruebas, signos, prodigios y guerra, con mano fuerte y brazo
poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el Señor,
vuestro Dios, hizo con vosotros en Egipto, ante vuestros
ojos? Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el
Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo
en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y
mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz,
tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo
que el Señor, tu Dios, te da para siempre.
15. En el Ant. Testamento hay algunas manifestaciones que
nos recuerdan a la Trinidad, como en la creación
hablando en plural “Hagamos”; o la Sabiduría moldeada
desde la eternidad.
O aquellos
tres que
visitan a
Abraham y
que hablan a
veces al
unísono.
16. Pero fue Jesús
quien nos
desveló cómo
el Padre
mandó a su
Hijo, eterno
como Él, para
salvarnos. Y
cómo Jesús
enviará el
Espíritu, que
hará obras de
Dios, para
santificarnos.
17. Siendo Amor, podemos al menos atisbar que es
más propio o conveniente que Dios no sea un
solterón (o solitario) sino que sean tres personas
unidas por el amor.
Sobre todo
nos enseñó
que Dios,
por encima
de todo, es
Amor.
18. Este amor es
infinito entre los
Tres. Pero no se
queda encerrado,
sino que trasciende
hacia creaturas que
serán hechas “a
imagen y
semejanza” suya.
Esos somos
nosotros.
19. Por eso hay una
relación profunda
entre Dios y nosotros.
Y, como lo más
importante en Dios es
el amor, cuanto más
amor haya en nuestro
corazón, estaremos
más crecidos en
nuestro ser y
valdremos mucho
más.
20. Lo más verdadero y
grandioso que hay en el
hombre es su capacidad
de amar, a pesar de sus
instintos orgullosos,
violentos y egoístas. Lo
mejor que tiene el ser
humano es su
dinamismo de relación,
de responsabilidad, de
amistad y comunión.
Aquí se ve el verdadero
sello de Dios, que es el
amor.
21. Por eso, al
alabar hoy a
Dios que es
Padre, Hijo y
Espíritu Santo,
alabamos y
bendecimos al
Amor que no
tiene fin.
24. Esta relación
de amor tiene
su particula-
ridad con
cada una de
las tres
Personas. Al
Padre se le
atribuye la
creación.
25. Y sobre todo la participación en su vida por medio de la gra-
cia. Todo ello nos las da con lo principal que tiene, el amor.
Dios Padre
es creador
para
nosotros.
Nos da la
naturaleza
y todas las
cosas.
26. Por eso y porque nos ha hecho a “su imagen”,
en verdad podemos llamarle Padre.
O
quizá:
Padre
y
Madre.
29. Como usamos mal el tesoro tan grande que es
la libertad, Dios mismo, que es Amor, se hace
hombre para salvarnos.
Ese es el
Hijo o la
Palabra o
Quien
procede
del Padre.
A Él le
debemos
la
Redención.
30. Jesús nos revela que la cercanía y la amistad de Dios
es mucho más intensa que todo lo que podíamos
imaginar. No sólo actúa a favor nuestro sino que se
hace uno de nosotros y hace su morada en nuestro
corazón.
37. Si nos dejamos llevar
por el Espíritu Santo,
podremos tener plena
confianza con Dios y
podremos en verdad
llamarle “Padre”. Así
nos lo dice hoy san
Pablo en la 2ª lectura
de la misa:
38. Hermanos: Los que se dejan llevar por el
Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios.
Habéis recibido, no un espíritu de
esclavitud, para recaer en el temor, sino
un espíritu de hijos adoptivos, que nos
hace gritar: "¡Abba!" (Padre). Ese Espíritu
y nuestro espíritu dan un testimonio
concorde: que somos hijos de Dios; y, si
somos hijos, también herederos;
herederos de Dios y coherederos con
Cristo, ya que sufrimos con él para ser
también con él glorificados.
Rom 8, 14-17
39. Si sentimos el amor de Dios, nuestro Padre, le debemos
corresponder también con mucho amor. Se lo digamos
muchas veces. Y hagamos algo para que otros muchos
amen a ese Dios, que nos ama de verdad.
Así nos
vamos
preparando
para el
amor eterno
en el cielo.
Esa es la
vida del
alma.
40. Esta vida de Dios en nosotros comienza en el bautismo,
aunque debemos ir creciendo continuamente más en unión
de las tres personas divinas.
Jesús les
mandó a
los
apóstoles
que lo
hicieran y
lo
predicasen,
como nos
lo dice hoy
el
evangelio.
41. En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea,
al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se
postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos,
Jesús les dijo: "Se me ha dado pleno poder en el cielo y
en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os
he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos
los días, hasta el fin del mundo."
Mateo 28,16-20
42. Para poder dar
testimonio de esta
verdad de la
Trinidad y de su
suave morar dentro
de nosotros, es
necesario vivirlo y
dejarse empapar
como una esponja
metida en el agua,
según decía santa
Teresa de Jesús.
43. Y dejando las
comparaciones,
continuaba santa
Teresa diciendo
que había sentido
como una voz de
Dios que la decía:
“No trabajes tu de
tenerme a Mi
encerrado en ti,
sino de encerrarte
tu en Mi”.
44. Es decir, que no
tenemos que
hacer a Dios a
nuestra imagen,
sino nosotros
hacernos a
imagen de Dios.
Que es dejarnos
llevar de ese
Amor para entrar
en el misterio
sacrosanto.
45. Qué hermoso cuando una persona aprende a sumergirse
en el amor de Dios, viviendo su presencia, que es
verdadera y continua. Sumergirse en el amor del Padre,
que nos creó, en el Hijo, que nos redimió y en el Espíritu
que nos santifica. Y le podamos decir:
50. Por la creación estamos sumergidos en el amor de
Dios. Mucho más por el bautismo. Y más si hemos
sido consagrados, pues significa que Dios ha
debido tomarnos en posesión, si le dejamos actuar.
51. Dejarse
guiar por
Dios Amor,
que es
Padre, Hijo
y Espíritu
Santo, no es
encerrarse
en sí,
porque el
amor no se
encierra,
sino que se
difunde.
52. Vivir inmerso en el amor a Dios significa diálogo,
cercanía y amor con los demás.
53. Dios es familia.
También el ser
humano es más
imagen de Dios
cuanto con
más amor vive
la vida
comunitaria.
El Dios que habita en mi habita
también en el hermano.
54. De aquí el respeto a todos, pues toda persona es un
signo de Dios. Por eso amando de verdad a las
personas, estamos amando a Dios, para quien no hay
personas odiosas.
55. Hoy debemos
aprender no tanto
a adorar este
misterio cuanto a
vivirlo, no tanto
esforzarse por
entenderlo cuanto
extender el radio
de su amor; no
tanto cantar a la
Trinidad, cuanto
ser de la Trinidad.
56. Esto es lo que debe significar cuando alabamos
y Dios. Terminamos alabando y diciendo: “Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo”.