2. Hoy en el evangelio, siguiendo a san Mateo, en el ciclo A,
nos encontramos con la misma escena que veíamos en la
fiesta de san Pedro.
Mt 16, 13-20
Nos
fijaremos
algo más
en las
preguntas
que Jesús
les hace a
los
apóstoles.
Dice así el
evangelio.
3. En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de
Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Quién dice la
gente que es el Hijo del hombre?" Ellos contestaron:
"Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que
Jeremías o uno de los profetas." Él les preguntó: "Y
vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Simón Pedro tomó
la palabra y dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios
vivo." Jesús le respondió: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de
Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne
y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te
digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi
Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré
las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra,
quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra,
quedará desatado en el cielo." Y les mandó a los
discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.
4. La pregunta y respuesta es muy importante, ya
que es vital para nosotros conocer bien a Jesús y
luego vivir consecuentemente a este
conocimiento.
Estas preguntas
que Jesús les hace
a los apóstoles
pensemos que nos
las hace a
nosotros. Se trata
de conocer a Jesús
en su intimidad.
5. Recordamos lo que
tantas veces hemos
dicho: que nuestra
religión no consiste en
unas ideas o una
filosofía, una manera de
ver la vida. Nuestro
centro es una persona,
es la 2ª persona en Dios,
que se hizo hombre para
salvarnos, Jesucristo.
Identificarnos lo más
posible con esa persona
será nuestra salvación y
nuestra gloria para
siempre. El problema es
que no todos piensan
igual.
6. En el evangelio de hoy comienza Jesús preguntando a los
apóstoles qué dice la gente acerca de Él. Hoy también nos
lo pregunta a nosotros. Desgraciadamente muchos ni han
oído hablar bien sobre Jesucristo. Esto nos debe estimular
para vivir más en unión suya y hacer algo para que otros lo
conozcan y lo amen. Hoy Jesús nos pregunta como a los
apóstoles:
23. Jesús, en primer lugar es
Dios. Pero Dios es
insondable, inabarcable
para nuestro
conocimiento. Ante esta
grandeza de Dios por lo
menos cabe el asombro.
Y esto es lo que le pasó
a san Pablo cuando
buscaba comprender lo
incomprensible y
buscaba sumergirse en
el abismo de gracia y
bondad de la infinita
sabiduría. Así nos lo dice
hoy en la 2ª lectura de la
misa.
24. ¡Qué abismo de generosidad, de
sabiduría y de conocimiento, el de Dios!
¡Qué insondables sus decisiones y qué
irrastreables sus caminos! ¿Quién
conoció la mente del Señor? ¿Quién fue
su consejero? ¿Quién le ha dado
primero, para que él le devuelva? Él es
el origen, guía y meta del universo. A él
la gloria por los siglos. Amén.
Rom 11,33-36
25. A pesar de ser inaccesible
a nuestro corto entender,
Dios, por su gran bondad,
nos ha ido revelando poco
a poco algunos de sus
secretos. Y aunque sus
caminos son
“irrastreables”, nos va
enseñando continuamente
el camino para ir hacia Él.
26. Ese camino lo enseñó Jesús a los apóstoles y a través
de ellos a nosotros. Hoy les pregunta Jesús qué es lo
que ha aprendido la gente ¿Qué dicen sobre Él?
27. Era una región bastante pagana en su mayoría y seguro
que Jesús había ido allí, alejado de las muchedumbres,
para tratar temas más íntimos con sus discípulos.
Siguiendo el
evangelio de
hoy para
examinar las
preguntas
de Jesús a
los
apóstoles,
recordamos
que Jesús
estaba por la
región de
Cesarea de
Filipo.
28. Dicen los entendidos que era una región más
romanizada donde había varios monumentos para
honrar al César. Uno muy famoso estaba sobre una gran
roca de color algo oscuro.
Es posible
que ello
tuviera que
ver para las
expresiones
de Jesús
sobre la roca
de Pedro.
29. El hecho es que Jesús les hace una 1ª pregunta: “¿Quién
dice la gente que es el hijo del hombre?”
30. Los apóstoles eran personas buenas y le dicen a Jesús
sólo las cosas buenas que dicen sobre él: que era un
gran profeta. Porque había algunos que llamaban a Jesús
borracho y comilón;
y los
había que
le
llamaban
blasfemo
y hasta
que hacía
pactos
con el
demonio.
31. Hoy también hay
personas que siguen
pensando en Jesús en
formas desvariadas.
Parece ser que son
menos los que estén
en contra o le tengan
como malvado. Son
más los que piensan
que fue una persona
buena, sacrificada, que
fracasó, pero sus
discípulos convirtieron
el fracaso en triunfo.
32. Más son las personas que
nunca han oído hablar de
Jesús. Otros niegan su
existencia. Otros niegan
que sea Dios, porque no
creen en un Dios creador y
bueno, sino en una fuerza o
energía, de la que
participamos todos.
Nosotros creemos en Dios
creador y bueno que, por
amor a nosotros, se hizo
hombre, Jesús, muriendo y
resucitando.
42. Muchos en la vida
andan perdidos y
desolados. Si
nosotros hemos
ido
comprendiendo
un poco la
esencia del
misterio amoroso
de Jesucristo,
debemos hacer
algo para que
otros lo
comprendan.
43. Hoy Jesús también nos somete a un examen. Lo mismo
que los apóstoles debemos dar cuenta de nuestra fe,
para ver si hemos encontrado el camino, para ver si
vamos por el camino del Señor.
Primero es
ver si
conocemos
mejor a
Jesús para
poderle
seguir por
su camino.
44. Decir esto de
verdad no es fácil,
porque no basta
decirlo sino que
toda nuestra vida
debe implicarse en
las consecuencias
de esa verdad.
Debemos meternos
en Jesús,
entregarnos a Él.
Como no es fácil,
debemos pedirle a
él mismo que nos
dé su fuerza, pues
sigue estando entre
nosotros.
45. Cuando Jesús
preguntó: “Y vosotros,
¿quién decís que soy
yo?”, san Pedro habló
en nombre de los
demás apóstoles que
estaban muy callados,
quizá porque, como
dice un autor, la
pregunta les daba
“vértigo”. San Pedro
habló entonces, como
otras veces, porque
tenía como un liderazgo
natural. Tenía una gran
personalidad que Jesús
aprovechó para sus
planes de salvación.
46. Pero san Pedro entonces respondió no sólo como un
apóstol más, sino inspirado por el Padre celestial: “Tú
eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.” La alabanza que
luego hace Jesús de Pedro es porque se ha dejado llevar
por el soplo del Espíritu Santo.
Y esto sí es
muy
importante
para
nuestra
vida.
47. Debemos dejar que venga sobre nosotros el soplo del
Espíritu Santo, aunque sea muy difícil constatarlo.
Debemos tener el corazón abierto a la voz del Señor. Más
que personas de gran acción, Dios busca corazones
abiertos a su voz, a su gracia.
48. San Pedro escuchó la
voz del Padre que le
inspiraba algo de la
esencia de Jesús.
Tendrían que aprender
aún mucho sobre el
amor de Dios, hecho
realidad viva en Jesús.
Habrá momentos
difíciles en nuestra
vida. Pidamos al Señor
fuerzas e inspiración
para poder escuchar
su voz.
49. Pero ¿es camino,
verdad y vida para
mi? No se trata sólo
de saber quién es
Jesús, sino quién
es Jesús para mi.
¿Qué repercusión
tiene en mi vida?
Para responder
bien, debemos
estar atentos a la
voz del Espíritu.
Jesús es el camino, la verdad y la vida.
50. Si estamos atentos a la
voz del Espíritu,
podremos dar
testimonio de que
Jesús es el camino
para que con Él y a
través de Él podamos
llegar al encuentro con
nuestro Padre del Cielo.
Y esto porque Cristo es
la imagen de Dios, la
estrella que orienta mi
vida. Con Él podemos
encontrar todo el
sentido verdadero de la
vida.
51. Una última consideración. El poder que Jesús le da a
san Pedro por medio del símbolo de las llaves no es
para cerrar sino siempre para abrir. Jesús usa sólo las
llaves para abrir, desea abrir el corazón y tenerlo
siempre abierto para que podamos entrar en el círculo
de su amor.
52. Terminamos
recordando que
hoy también nos
pregunta a
nosotros, a ti y a
mi: ¿Quién soy yo
para vosotros?
¿Qué le
responderemos
de verdad: Con la
mano en el
corazón?